martes, 21 de octubre de 2014

ADAPTACIÓN


En la naturaleza, las especies que se adaptan son las que sobreviven. Aquellos animales más versátiles, capaces de hacerse a cualquier hábitat, clima o dieta son los que mejor se reproducen y los que subsisten ante cualquier cambio, mientras que los más especializados y rígidos en sus costumbres se acaban extinguiendo antes o después. 

En el mundo de las aves hay muchísimos ejemplos. 

Entre las rapaces encontramos el águila imperial ibérica, que solo puede anidar en bosques mediterráneos sin transformar, sin infraestructuras humanas en un amplio perímetro, y cuya única fuente de alimentación son los conejos. Por eso está en grave peligro de extinción. En cambio los ratoneros y los milanos viven en tierras de labor, a cualquier altitud, y se alimentan de lo que pillan, incluida la carroña de los mamíferos atropellados, y por eso desde el coche ves tropecientos volando o posados en los postes de la carretera.


Si hablamos de pajarillos la cosa es parecida. Todos los paseriformes adaptados a los jardines se multiplican como la mala hierba, mientras que las especies menos antropófilas acusan demasiado los cambios en su entorno y desaparecen para siempre tras cualquier intervención humana (por ejemplo, la rehabilitación de una ribera). Y con la alimentación, lo mismo. Los pájaros más abundantes son los omnívoros, es decir los que no tienen una dieta insectívora ni granívora estricta. Un caso típico es el gorrión común, pero ojo: esta especie cada vez escasea más y el motivo no es otro que su incapacidad absoluta de adaptación. Es verdad que come de todo pero jamás lograría sobrevivir en áreas no humanizadas. Su existencia está tan ligada al hombre que en los pueblos de montaña que solo están habitados en verano, mueren al llegar la estación fría.

En cuanto a las aves ligadas a medios fluviales, la clave de su conservación está la mayoría de las veces en su capacidad de acomodarse a aguas contaminadas o de mala calidad. Pueden verse azulones nadando hasta en graveras llenas de mierda y por eso son las anátidas más abundantes, mientras que el mirlo acuático, por ejemplo, se encuentra en clara regresión porque no puede vivir fuera de cauces puros y cristalinos, que cada vez se cuentan más con los dedos de la mano. Hasta hace poco se pensaba que el martín pescador y las garzas eran aves de aguas limpias y algunos se congratulaban de su presencia en el Pisuerga a su paso por Valladolid, pues la consideraban indicio de una excelente política de saneamiento hidráulico. Ahora sabemos que simplemente estas especies son mucho más adaptables de lo que se suponía, hasta el punto de pescar en nuestro asqueroso río.

Pero todo este peñazo solo venía a cuento para contaros que si yo fuera un ave, figuraría sin duda en el catálogo de especies extinguidas hace muchísimos años.



NOTA: Gracias a Teutates por la foto de su gorrión Pipi.

5 comentarios:

nago dijo...

Ahhhhhhhhh... Sr.Neri! esa es la postura inteligente: adaptarse o morir. Mimetizarse en el entorno sin volverse como el resto.

¡Claro que se puede!

Por cierto: ese gorrioncito se parece a Chilly Willy :)
... el mío.

Feliz semana a todos.

Aprendiz de brujo dijo...

Yo, personalmente me identifico mucho con un canario que no canta unos días y con el loro común, otros.

nago dijo...

... si lo fuera yo, sería vencejo como El Barón rampante. Sería cuervo, como el de Poe.

Me temo gaviota.

alco dijo...

Sr Neri, usted está perfectamente adaptado a los usos y costumbres sociales actuales, como prácticamente todos los que vivimos en sociedad. Los únicos desadaptados reales que conozco son los homeless vocacionales, que los hay.
Otra cosa es lo que uno piensa. El pensamiento es libre, los actos están adaptados.

Anonymus dijo...

Yo a ratos Buitres, y a ratos ...
estornino.