domingo, 1 de julio de 2012

INTELIGENCIA PRÁCTICA

Estoy harto de conocer personas de las que todos dicen que son inteligentísimas, brillantísimas, talentosas, y que a mí, sin embargo, me parecen más tontas que mear en un botijo.

Para mí la inteligencia es una de las más importantes virtudes que pueden poseerse, pero, como hombre pragmático que soy, no creo en absoluto en la inteligencia en abstracto. Puede parecer muy crudo pero a mi modo de ver, si la brillantez intelectual no se traduce en ventajas prácticas para la persona brillante, da igual ser listo que tonto. Si el que supuestamente destaca por su poderosa inteligencia no ha sido capaz de emplearla para mejorar significativamente su vida, sus relaciones y su entorno, o incluso, si también es generoso, para ayudar eficazmente a los demás, entonces a mí no me parece tan inteligente, algo cojea en esa inteligencia.

Hay varios engranajes en la vida de una persona con verdadero talento que deberían funcionar como la seda.

El primero (y no los cito por orden de importancia) es su posición socioeconómica. No se me malinterprete. No quiero decir, ni mucho menos, que los ricos sean listos y los pobres tontos, ni que los mejor dotados intelectualmente deberían ser millonarios. Lo que sí afirmo es que si a alguien su gran intelecto no le facilita, o mejor dicho, no le garantiza una profesión relativamente cómoda y a su gusto, unos ingresos dignos y una calidad de vida aceptable, es indicio de que ese intelecto no es tan grande o de que más bien es un gilipollas que no ha sabido valerse de la ventaja que en teoría Dios le ha dado. Si un tipo listo con el cociente disparado no puede o no sabe situarse de forma decorosa en el mercado de trabajo, nada le diferencia de una persona corriente o del tonto del pueblo, que están igual que él.

El segundo engranaje que debería marchar de maravilla, y este no es material, es el de las relaciones personales. Si un sujeto no puede encauzar su gran inteligencia para disfrutar de un trato fluido y agradable con la mayoría de personas de su entorno, si no puede alcanzar unas relaciones satisfactorias que le permitan vivir en paz, tranquilo y feliz (salvo las lógicas excepciones), estamos nuevamente ante un idiota. Conozco a un señor, que por lo visto fue el número uno en la Universidad, un pitagorín del que algunos aseguran admirados “qué cabeza, qué tío listo”, que se pasa la vida enfrentándose a la gente. Discute continua y explosivamente con sus padres (con su padre ni se habla), sus hermanos, sus cuñados y sus amigos (ya no tiene, salvo un santo que le aguanta). Se divorció de su mujer hace seis meses y su hija de 12 años no lo quiere ni ver… Y yo me pregunto: ¿no es lógico que alguien tan inteligente supiera valorar, aunque fuera en plan egoísta, una vida apacible y afectuosa, y poner los medios para lograrla. Si el que se supone que es tan listo, tan listo, no es capaz de doblegar su soberbia o su fuerte carácter para evitar vivir amargado y despreciado, pues no sé… Para mí es como ser uno de esos bobos que van por la vida metiéndose en follones y acaban muy malamente.

A ver, ya sé qué hay muchos tipos de inteligencia y que no tiene nada que ver la inteligencia para estudiar o para relacionar conceptos con la llamada inteligencia emocional, que sirve para relacionarse adecuadamente, pero digo yo que en general alguien mínimamente espabilado tendrá los recursos suficientes para no quedar demasiado rezagado en la carrera de la vida y para no vivir rodeado de enemigos y malestares.

4 comentarios:

Zorro de Segovia dijo...

pocas veces he estado más de acuerdo con una de sus reflexiones

Teutates dijo...

Me parece un tema muy complicado éste que usted aborda. Es un asunto en el que no hay blanco o negro y se pueden matizar muchas cosas. La primera es que junto con la inteligencia hay otra serie de variables que pueden condicionar que esa persona supuestamente iper-inteligente sea incapaz de relacionarse con los demás de una forma medianamente aceptable o para que no consiga una posición socioeconómica digna. Habría que analizar los sentimientos y las pasiones de éstas personas. Normalmente un superdotado desde niño, tiene muchas papeletas de sentirse un incomprendido, factor que condiciones sobremanera sus relaciones afectivas y sociales. Es el raro de la clase, la gente le tiene tirria y suelen encerrase, si familia y profesores no lo evitan, en su mundo interior, único lugar dónde se sienten seguros. Esto a su vez está unido a otra reacción que se puede percibir por los demás como soberbia, que es el sentimiento de que los demás están por debajo de ellos y no merecen ningún tipo de consideración, lo que frena indiscutiblemente su desarrollo social y personal.
Quizá su visión del asunto sea demasiado general, "Si se es inteligente se es para todo, y si no, no se es para nada, y si se es inteligente tiene forzosamente que traducirse en consecuencias beneficiosas desde el punto de vista práctico para el sujeto" pero como le digo es un tema que me parece muy complejo y que habría que analizar desde muchos puntos de vista.
De hecho según su razonamiento se podría deducir que alguien que tiene una posición social aceptable y que es una máquina social en sus relaciones con su entorno es indiscutiblemente una persona inteligente y sin embargo, conozco muchos cafres que no saben hacer la o con un canuto que cumplirían con esas características.

Al Neri dijo...

Sí, Teutates, admito sus matizaciones y reconozco la simplificación del post. Evidentemente el que es inteligente no deja de serlo porque no consiga un empleo digno o no tenga relaciones sociales satisfactorias, pero lo que intento dar a entender es que en estos casos la inteligencia no deja de ser algo abstracto y sería equiparable a ser subnormal.

Se supone que la especie humana ha recibido el don de la inteligencia para mejorar su vida. Igual que los homínidos han llegado a destacar sobre los demás animales debido a su inteligencia, también en un grupo humano en principio deberían destacar los individuos más inteligentes. Y cuando digo destacar me refiero a alcanzar posiciones ventajosas, tener una mejor calidad de vida, anticiparse a errores o problemas que les puedan perjudicar, relacionarse con los demás de forma beneficiosa, o, incluso, aunque sea triste reconocerlo acumular recursos en perjuicio de los menos dotados intelectualmente.

Creo honestamente que a lo largo de la Historia los individuos más inteligentes son los que han dominado y dirigido a la Humanidad, no siempre por buen camino, por cierto.

Por cierto, ¿en serio conoce muchos cafres que tienen buena posición social y son másquinas sociales en su entorno? Permíteme que lo dude un poco.

Teutates dijo...

Fijesé usted en la clase política de éste país, o en muchos representantes de marcas que les pagan un pastón y su único don es el de gentes... por mi trabajo conozco jefes de zona, de área, sobre todo del sector comercial cobrando 3000 y 4000 leuros al mes y lo único que saben hacer es contar chistes malos y pagar copas, cafres de cuidado hágame caso...