jueves, 15 de diciembre de 2011

RELEYENDO "EL PADRINO" (21): LA FAMILIA CORLEONE SERÁ COMPLETAMENTE RESPETABLE



Cuando Michael Corleone regresa de su exilio siciliano convence a Kay, su antigua novia, para que se case con él, prometiéndole que “en cinco años la familia Corleone será completamente respetable”.Cuando leo esta parte de la novela suelo reflexionar sobre lo predispuestos que estamos a dejarnos engañar cuando algo nos interesa. A veces incluso nos engañamos nosotros mismos para dar el paso que deseamos dar sabiendo muy bien que no deberíamos.Kay tenía la certeza de que una boda con Michael solo podía traerle disgustos, pero su amor por el joven mafioso le hizo tragarse sus promesas mentirosas.

¡Cuántas veces hemos visto situaciones similares en parejas que conocemos! A veces, en un punto determinado de la relación, uno de los dos se empeña en casarse y, aunque sabe de sobra que el otro no será un cónyuge apropiado, que no están en el mejor momento, que hay defectos o incompatibilidades que más tarde o más temprano traerán serios problemas, e incluso que habrá malos tratos,
se pone una venda en los ojos, minimiza los inconvenientes, se dice a sí mismo que le hará cambiar y, ala, al altar de cabeza.

Por desgracia, en este y en muchos otros temas, al final no solo terminamos haciendo lo que nos da la gana frente a las evidencias y consejos, sino que encima luego nos quejamos airadamente como si los demás tuvieran la culpa.



“—Todavía no me has dicho por qué quieres casarte conmigo —insistió Kay.


(…)


—Muy bien. Ahí va mi respuesta. Eres la única persona por la que siento afecto, la única persona que me importa de veras. Si no te llamé, fue porque estaba convencido de que ya no sentías interés por mí, después de lo que ocurrió. Y ahora voy a decirte algo que no quiero que repitas, ni siquiera a tu propio padre. Si todo marcha bien, dentro de cinco años la familia Corleone será completamente respetable. La cosa no va a ser fácil, desde luego, pero se conseguirá. Y es en el curso de esos cinco años que existe la posibilidad de que te conviertas en una viuda rica. Me preguntas por qué deseo casarme contigo. Voy a decírtelo: porque te amo y porque me gustaría formar una familia. Quiero tener hijos. Y no quiero que mis hijos reciban de mí la influencia que yo recibí de mi padre. (...)"


7 comentarios:

El Subdirector del Banco Arús dijo...

Creo, sinceramente, que a muchas mujeres les gustan los hombres desalmados. Cabrones e hijos de mala madre, para ser más claro. Y se engañan a sí misma pensando no sólo que cambiarán sino que serán ellas quienes lograrán el milagro cuando, de realizarse ese cambio imposible, ellas dejarían de sentirse atraídas por el canalla en cuestión.

En los últimos tiempos me he dado cuenta de una cosa -en estos temas siempre voy con retraso...- Hay una gran mayoría de mujeres a las que, para conquistarlas, hay que tratarlas, de vez en cuando, como a basura. Y una cosa más, para que una mujer te quiera de verdad, no debes amarla nunca demasiado. Es una gran error querer a una mujer tanto como te quiera ella a ti, y es de ser un gilipollas amarla más.

Aprendiz de brujo dijo...

Yo creo que este pasaje, nos invita a reflexionar sobre lo difícil que es cambiar y el mérito que tienen los que logran dar un volantazo en su vida antes de caer por inercia al abismo.
Subdirector, (sé que me lees pillín), un gran seductor me dijo un día, que hay tres reglas para conquistara una dama.
1-Respetar la inteligencia de una mujer, (en su defecto hacerle creer que es muy lista).
2-Hacerle reir,(en su defecto entretenerlas con lo mejor del repertorio de cada uno)
3-Mostrar seguridada en ti mismo,(en su defecto inventarse la seguridad ipsofactamente).

Creo que es una pijada. Yo sigo fracasando.

marian dijo...

Y dígame Sr. Subdirector ¿cómo se calcula el amor?.

jose luis dijo...

Estupenda nevala.

Ciertamente, hay mujeres que nunca elijen bien. Las que conozco de éstas, tampoco saben la razón de su reincidencia y están seguras de que la siguiente elección será otro fracaso más. Suelen ser mujeres hermosas y muy interesantes psicológicamente. Si bien, he podido observar en ellas el rasgo común de una inteligencia superficial, una conducta marcadamente contradictoria y una tendencia a la fisicalidad en sus relaciones.

José Luis.

Antonio dijo...

Curioso, pero frecuentemente sucede. A veces tardamos más tiempo en decidir el coche que vamos a comprar que a elegir la persona con quien vamos a casarnos.
Se entra en una especie cápsula insensible donde se desoyen consejos de familiares directos, amigos, compañeros y hasta vecinas bien intencionadas; se ignoran frases como: "si es que no te pega", "no es tu tipo". Permanecemos insensibles a nuestra propia razón que nos demuestra una y otra vez la incompatibilidad manifiesta de caracteres, pareceres y sensibilidades.
"Tengo derecho a equivocarme" es la frase que se esgrime ante cualquiera de estas sugerencias mientras la voluntad es sustituida por una amnesia inconsciente, que empieza a disiparse en la sacristía cuando se está firmando y al levantar la cabeza dos caras, la seria del cura y la sonriente suegra, con la satisfacción del deber cumplido al haber conseguido colocar a la figura después de algunos intentos fallidos con otros un poco más listos y nada propensos a padecer amnesias transitorias.

Lo que sigue es bien fácil, puro trámite: hipoteca, empleos, desempleos, hijos, facturas, canas, arrugas, goteras en el techo y en el alma, frigoríficos que no enfrían, horno que ya no calienta, domingos de cuñados, primos y de hipermercados, lunes de vuelta a empezar y de cuando en cuando, lo de la canción de Sabina de la manzana dos veces por mes sin ganas de comer (por un momento creí que era a la semana)

jose luis dijo...

A Antonio:

¡Jodo!
¿Te habrás quedao descansado, eh?
Menuda mierda de vida has pintado.
Y ... ¿dices que comes manzanas sin ganas de comer?

José Luis

Antonio dijo...

A Jose Luis
Por muy buenas que sean las manzanas, si comes siempre las del mismo árbol ya hay que echarle imaginación a la cosa para que no resulte monótono. Sobre todo después de décadas haciendo el mismo camino de rutina hasta el mismo árbol.