Hay muy pocos animales que no teman al hombre y menos aún que lo utilicen ocasionalmente como sustento. Encabezando esta cortísima lista, se encuentran los felinos pertenecientes al género Panthera, es decir los que pueden rugir. Aunque a menudo se considera panteras únicamente a los grandes félidos de color negro, en realidad estos son simplemente ejemplares de leopardo o de jaguar con un exceso de pigmentación (melanismo), y el término pantera debería abarcar todas las especies con capacidad para emitir rugidos, esto es (por orden de tamaño) la Panthera Tigris (tigre), la Panthera Leo (león), la Panthera Onca (jaguar) y la Panthera Pardus (leopardo), este último mi animal favorito.
Lecciones de ciencias naturales aparte, no puede olvidarse que los representantes de este género se caracterizan por una inusitada agresividad con sus presas, con otros animales, con ejemplares de su misma especie y otros felinos, y con el hombre, con la curiosa excepción del jaguar, del que se han registrado contadísimos casos de ataques a humanos.
La fiereza de estos lindos gatitos para con los humanos no se limita, ya quisiéramos, a la defensa de sus crías o de su territorio, sino que a menudo simplemente nos ven como una presa más.
El devora-hombres más recurrente es sin duda la subespecie conocida como tigre de Bengala, que se zampa a 300 personas al año. Un caso difícil de olvidar es el del tristemente célebre tigre de Champawat (India), que se comió enteros a 436 pobrecillos en 1937.
Los leoncitos tampoco se quedan mancos. Casi 700 lugareños han muerto bajo las zarpas del rey de la selva en los últimos 20 años, algunos de ellos "cazados" en el mismo centro de poblaciones medianas. El recuerdo más siniestro es de la época del Apartheid, cuando miles de refugiados mozambiqueños sucumbieron a los ataques de este felino mientras atravesaban de noche el Parque Nacional Kruger que las autoridades sudafricanas mantenían clausurado durante el día.
Mi amigo el leopardo pesa algo menos que los dos anteriores, pero ello no le impide relamerse ante la perspectiva de jamarse a un señor. Las cifras son menos escandalosas y además este hermoso animal solo se aficiona a la carne humana tras haberla consumido accidentalmente al escarbar en tumbas, pero lo cierto es que es el más audaz de los devoradores de hombres, el único capaz de hacer boquetes en los tejados de las viviendas y colarse hasta las habitaciones para llevarse su trofeo.
Tras este entrañable relato, vienen las imágenes, que al menos en este caso dicen más que mil palabras. He seleccionado tres vídeos bastante duros (abstenerse los sensibles) en los que un tigre, un león y un leopardo demuestran su coraje y su fuerza atacando sin miramientos, en defensa propia, a los cazadores que intentan darles muerte. Ruego especial atención a los gritos estremecedores del joven montero que sufre las garras y las fauces del leopardo, a las heridas que le causa en tiempo récord, y, sobre todo, a la temeridad del león. Estoy seguro de que ninguno de los componentes de estas partidas de caza volverá jamás a intentar abatir una pantera.
Lecciones de ciencias naturales aparte, no puede olvidarse que los representantes de este género se caracterizan por una inusitada agresividad con sus presas, con otros animales, con ejemplares de su misma especie y otros felinos, y con el hombre, con la curiosa excepción del jaguar, del que se han registrado contadísimos casos de ataques a humanos.
La fiereza de estos lindos gatitos para con los humanos no se limita, ya quisiéramos, a la defensa de sus crías o de su territorio, sino que a menudo simplemente nos ven como una presa más.
El devora-hombres más recurrente es sin duda la subespecie conocida como tigre de Bengala, que se zampa a 300 personas al año. Un caso difícil de olvidar es el del tristemente célebre tigre de Champawat (India), que se comió enteros a 436 pobrecillos en 1937.
Los leoncitos tampoco se quedan mancos. Casi 700 lugareños han muerto bajo las zarpas del rey de la selva en los últimos 20 años, algunos de ellos "cazados" en el mismo centro de poblaciones medianas. El recuerdo más siniestro es de la época del Apartheid, cuando miles de refugiados mozambiqueños sucumbieron a los ataques de este felino mientras atravesaban de noche el Parque Nacional Kruger que las autoridades sudafricanas mantenían clausurado durante el día.
Mi amigo el leopardo pesa algo menos que los dos anteriores, pero ello no le impide relamerse ante la perspectiva de jamarse a un señor. Las cifras son menos escandalosas y además este hermoso animal solo se aficiona a la carne humana tras haberla consumido accidentalmente al escarbar en tumbas, pero lo cierto es que es el más audaz de los devoradores de hombres, el único capaz de hacer boquetes en los tejados de las viviendas y colarse hasta las habitaciones para llevarse su trofeo.
Tras este entrañable relato, vienen las imágenes, que al menos en este caso dicen más que mil palabras. He seleccionado tres vídeos bastante duros (abstenerse los sensibles) en los que un tigre, un león y un leopardo demuestran su coraje y su fuerza atacando sin miramientos, en defensa propia, a los cazadores que intentan darles muerte. Ruego especial atención a los gritos estremecedores del joven montero que sufre las garras y las fauces del leopardo, a las heridas que le causa en tiempo récord, y, sobre todo, a la temeridad del león. Estoy seguro de que ninguno de los componentes de estas partidas de caza volverá jamás a intentar abatir una pantera.
8 comentarios:
Es curioso, había leído mal el título de la entrada, y había entendido Pateras. Lo sorprendente es que manteniendo el equívoco muchas descripciones siguen coincidiendo. Qué cosas.
No pongo en duda los datos que usted aporta, sr. Neri, supongo que habrá casos de ataques a humanos por parte de leones, tigres o leopardos sin más causa que sus instintos depredadores.
En los vídeos, en cualquier caso, lo que yo veo es que los animales se defienden de intrusiones y ataques por parte de cazadores o "exploradores" que parecen bastante orgullosos de lo sucedido.
Para los que tenemos ya cierta edad y veíamos de pequeñitos los dibujos animados de Hanna-Barbera la locución del primer vídeo, a pesar del momento ciertamente estremecedor en el que el león se echa a correr hacia el cazador, hace inevitable la sensación de que en cualquier momento van a aparecer por una esquina el oso Yogui con Bubu o Leoncio y Tristón...
Saludos a todos.
Tú lo que quieres que me coma el tigre mi carne morena.
Tú lo que quieres que me coma el tigre mi carne esta buena.
Tú lo que quieres que me coma el tigre mi carne sabrosa.
Tú lo que quieres que me coma el tigre, déjate de cosas.
Gracias por avisar, soy bastante impresionable y si paso mal rato y se me revuelve el estómago ¿quién se come luego el cocido que lleva en el fuego desde las 9:00? Nada de videos, videos caca.
Bah, Marian, esos michines son unos lindos gatitos..:-)
Increíble el salto de la tigresa en el último vídeo, y el cangelo del elefante que la sentía acercarse, escondida entre la hierba..curioso que el ataque no iba hacia él, sino hacia el que iba encima..
Cuenta el narrador que la tigresa utilizaba a los gatitos de la zona para entrenar a sus cachorros (nada dice de ataques a humanos previamente), pero ese día no encontraba a sus crías..los cazadores se las habían escondido para facilitar darle caza (perfectamente comprensible su cabreo). El único fallo fue que atacó al inocente "chófer" en vez de al de la escopeta, por lo demás chapeau.
Gracias a ese instinto sobreviven muchas camadas animales y humanas..
Un post muy interesante. Son unos animales increíbles. Vi los leopardos y los jaguares en Cabárceno y asustan de verdad.
Los vídeos impresionantes. Lástima que el leopardo no se comiera al cazador estilo VillagePeople.
Hermosas imágenes de valentía. Siempre es mejor morir peleando que escondiéndose. Ahora comprendo por qué el león es uno de los más frecuentes símbolos heráldicos. Hubo un tiempo en que los hombres más nobles se regían por un código de conducta parecido: Morir dando la cara al enemigo y peleando hasta el último momento.
Ahora, por desgracia, sería raro encontrar a alguien con unos valores parecidos. El animal heráldico de nuestra época debería ser el cerdo. O la gallina.
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