miércoles, 10 de noviembre de 2010

LA OPOSITORA (4ª parte)

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María entró en la sala detrás de Toño, dando pasitos cortos y mirando nerviosa alrededor. Ni siquiera la tensión de su rostro robaba una pizca de belleza y frescura a mi diosa griega, que me pareció más perfecta que nunca, quizá más irreal por culpa de su insólita palidez. Avanzó hacia la gran mesa de juntas sin mirarnos siquiera, musitando un inaudible “buenas tardes”, y tomó asiento con parsimonia en el extremo opuesto al del Tribunal, donde habíamos dejado el programa, unos folios y un botellín de agua. Yo hojeaba distraídamente mi cívitas de la Ley de Procedimiento Laboral sin atreverme a levantar la cabeza, aunque escuché susurrar a Miguelón algo así como “joder, joder, qué tía, qué tía”. Toño tomó las bolsas con las bolas, rodeó la mesa y se las ofreció solemnemente.

- Señorita Nieto, por favor, extraiga los cinco números.

En ese instante levantó sus ojos luminosos de color oliva y los posó sobre mí. Estaba justo frente a ella, a unos tres metros. Solo pude fijarme unos segundos en el rictus forzado de su boca y en sus cejas alzadas sin mesura; en cómo echó la espalda hacia atrás y sus manos crispadas chocaron entre sí. No tuve valor de sostener su mirada y volví a mi ley, pasando las páginas como un autómata.

- Señorita, saque sus números, por favor.

- ¡Ah, sí, perdón!

Extrajo los cinco temas y tras dudar unos segundos descartó el del derecho a la huelga. En sus diez minutos reglamentarios para esbozar el guión, apenas apartó los ojos del papel, por lo que aproveché para contemplarla furtivamente parapetado tras mis documentos. Varias veces dejó de escribir y se llevó las manos a la sien durante unos segundos de forma un tanto aparatosa. Temí que pudiera quedarse en blanco y la animaba en mi interior, “escribe, escribe, no te pares”.

- Comienza el tiempo, señorita – anunció Julián secamente rompiendo un silencio espeso.

Ella pareció no reaccionar y se quedó con la mirada perdida por lo menos un minuto, con el bolígrafo aún de la mano.

- El tiempo está corriendo –insistió el Presidente.

María pareció despertar de su letargo y accionó su cronómetro de repente. Tosió un poco y comenzó la exposición con tono cansino, bastante despacio. Estaba cabizbaja, los dedos le temblaban y su voz siempre dulce parecía ahora surgir del fondo de una caverna.

Aguantó los cincuenta minutos. Hasta la mitad del segundo tema no cogió el ritmo. El primero sobre todo le quedó muy pobre, pues, además de trabucarse bastantes veces, omitió un epígrafe entero y no desgranó casi el articulado, limitándose a explicar con sus propias palabras el contenido de los preceptos más importantes. El segundo tema, sobre la financiación de la Seguridad Social, lo abrió a trompicones y hasta se detuvo medio minuto, pero al llegar al meollo pareció soltársele la lengua y, por primera vez desde que empezó a hablar, nos iluminó a todos, uno a uno, con los mismos ojazos que semanas antes me habían hecho perder la voluntad y casi el sentido. Miguelón rebulló en su asiento igual que si en el cine hubiera visto aparecer en pantalla a la actriz más imponente.

Yo seguía su “cántico” con atención, tomando breves notas alguna vez. En varios momentos sorprendí al Secretario mirándome de reojo con expresión bobalicona.

La voz de María fue ganando en fuerza y en confianza, y pasó al tercer tema con brillantez, demostrando una claridad expositiva y de ideas que nos impresionó. Varios compañeros se inclinaron hacia delante para prestar más atención. Con mi dedo repasaba los artículos del tema y comprobé entusiasmando que los estaba reproduciendo palabra por palabra, enlazando los apartados con soltura y con breves comentarios introductorios. Me sorprendió que al final de cada punto resumía brevemente la tendencia jurisprudencial y hasta citaba un par de autores de la doctrina en la materia. Estaba remontando su actuación de manera intachable. Había recuperado toda su seguridad.

Apenas había comenzado a recitar el último tema cuando se paró en seco con una sonrisa radiante y, tras un gesto ambiguo dando a entender que se sentía acalorada, me miró fugazmente y abrió el escote de su blusa un poco más de como ya lo tenía, que no era cerrado precisamente. Sin dejar de sonreír, retomó el ejercicio.

Las caras del Tribunal eran un poema. Julián y Miguelón se habían quedado como hipnotizados, con la barbilla alzada en dirección a María y con la boca medio abierta. Toño y Matías se frotaban los ojos sin dar crédito. Luego se quedaron con la vista fija en el escote de la aspirante y una medio sonrisa de párvulo. Yo ya estaba acostumbrado a la generosidad pectoral de mi diosa y a todo lo demás, así que me mantuve frío y en calma viéndola concluir su sorprendente actuación. Por desgracia, no remató muy bien la faena, pues, a pesar de su desparpajo verbal y físico, confundió dos capítulos de la Ley 31/1995 y olvidó hablar del reciente Real Decreto 67/2010.

Julían tuvo que cortarla cuando pitó el crono, por lo que no pudo explicar bien la parte final del tema.

- Muchas gracias, señorita Nieto. Ha concluido su tiempo.

Apenas abandonó la sala, Matías soltó un resoplido de rinoceronte.

- ¡Santo Dios! ¿Habéis visto lo del escote?

- Calla, calla – le interrumpió Miguelón con los mofletes como un pez- No sé si ha expuesto los temas o el canalillo...

Yo puse cara de póker, pues Toño me escudriñaba curiosón.

- Bueno, señores –zanjó Julián- . Es ya muy tarde, así que vamos a consensuar la nota de Doña Canalillo. Ha flojeado bastante en el primero y el cuarto lo ha recortado como ha podido para llegar, pero a mí me ha encantado cómo ha planteado el segundo y sobre todo la Ley Concursal, que se ha salido. ¿Quién coño te cita tantas sentencias del Supremo? Es minuciosa, ¿no?

- Bueno –matizó Toño- , si no se hubiera liado con tanta jurisprudencia y tanta floritura habría sacado el último adelante con más dignidad. No se ha organizado nada. Vamos, no sé, yo la tiraría al hoyo. Además ha aprobado muy justa los anteriores.

- ¿Cómo vamos de notas en el oral?

- Mal, Julián, a este ritmo tendremos que dejar más plazas sin cubrir, pero me da lo mismo. Si la gente no llega, no llega. Esto no es la Complutense.

La lista de aprobados de este ejercicio se publica al final, cuando se han examinado todos los opositores. Hasta el último momento, podemos subir o bajar notas, repescar a aspirantes o suspenderles definitivamente en función de los resultados generales y del número de plazas que queramos cubrir.

Miguelón metió baza:

- Yo también me la tiraría… En el examen, se entiende –y tras las risas prosiguió- Nos ha contado los despidos como una nena de primero de Derecho, hombre.

- Ya, ¿pero te has fijado en la Ley Concursal? –volvió Julián a la carga- . Eso es un ladrillo, tío. Yo no he visto salir a nadie tan bien con un tema así. Se la ve suelta. Vamos a dejarla en el cinco, ¿no? –y mirándome fijamente me espetó- ¿Y tú qué?, ¿cómo la has visto?

El salido de Matías se me adelantó:

- ¡Pues muy buenorra!, ¡qué cosas tienes, "presi"!, ¡cómo la va a ver el chico!

Carraspeé suavemente antes de opinar, haciendo caso omiso de la mirada inquisitiva de Toño, que sin duda estaba disfrutando como un enano:

- Pues no acabo de tenerlo claro. Ha estado un poco desigual, mucho claroscuro. No sé qué decir, la verdad.

- ¿Tú con dudas, cabronazo? – se rió el sindicalista- ¡Si te has querido cepillar a todo el mundo en el práctico!

- Tampoco ha estado tan mal la muchacha -comentó Matías-. No sé si para pasar, pero se ha defendido...

Julián decidió poner fin a la discusión:

- Como veo que la cosa no es nítida, ¿qué os parece si la metemos en la lista de dudosos? Si al final andamos muy mal para cubrir, la levantamos y, si no, al agujero, ¿de acuerdo?

Los “de acuerdo” de todos sonaron desganados y hasta lúgubres. El mío también.

(Continuará)

14 comentarios:

Teutates dijo...

Bueno, pues iba a tener razón el Ignatus, con esto no ha terminado la cosa....
A la espera nos tiene señor Neri. siga fantaseando con sus ilusiones lo más pronto posible.

Dulcinea dijo...

El relato me parece un poco bastante obsesivo sexual. De la abundancia del corazón habla la boca, en esta caso la pluma.

Aprendiz de brujo dijo...

yo lo he leido también y coincido con Dulcinea. Leyéndolo he tenido al menos cuatro erecciones de respetable consistencia, y si me salgo de la senda recta por la que camino será culpa tuya, Neri.

Isel dijo...

Muy bien muy bien, pensé que iba a terminar pero veo que lo lleva bien... estoy con ganas de leer el siguiente.

ignatus dijo...

Pues a mí, como hace tiempo que no se me levanta, me está gustando mucho.

Me parece que describes muy bien la situación y que lo haces todo muy creíble.

A la espera de las siguientes entregas, enhorabuena, Neri.

...

Aprendiz de brujo, así no llegamos a ninguna parte: coincidir con Dulcinea y culpar a Neri de algo está bien, pero mencionar palabras como "erección" te hace perder puntos ante tu pretendida... aunque para mí que estás echando monedas en la máquina equivocada, pero bueno.

Saludos.

sefo dijo...

Es largo pero da la sensacion de muy real y decribe bien como se sienten los personajes. Espero el desenlace aunque me imagino que el protagonista intentara influir en que aprueben a su chica.

El último de Filipinas dijo...

Este asunto debe ser tan real o irreal como lo de Dragó con sus japonesitas. ¿Sucedió o no sucedió?

Al Neri dijo...

Hombre, Dragó, el "falangista auténtico". Menudo bicharraco.

El Subdirector del Banco Arús dijo...

Me está usted poniendo nervioso.
Para cinco minutos que me dejan mis obligaciones, voy y leo esto... Esta tarde me parece que 45 minutos de la máquina de la muerte y 22 de remo no me las voy a poder quitar de encima. ¿Se me entiende?

Álex dijo...

Dulcinea, ya ve lo que provoca un relato un poco bastante obsesivo sexual en algunos comentaristas: erecciones de respetable consistencia por doquier. La que se sigue "armando" por mencionar un escote, ¿eh?

Y, ya ven, por una vez voy a estar en desacuerdo con Ignatus, porque a mi no me está gustando mucho el relato. Ya dije que el nudo argumental lo encuentro bastante flojo, pero esperaré al desenlace, a ver si coge más fuerza.

Anónimo dijo...

Hoy me ha decepcionado un poco esta parte.

Sin que sirva de precedente, estoy bastante de acuerdo con Dulcinea... y más tras leer los comentarios de Aprendiz de Brujo y el Subdire. Demasiado canalillo...

Por otro lado, como opositora me molesta esa represntación de opositora mancando escote...

Sr. Neri, conozco a demasiadas opositoras y aunque lo normal es ir muy arreglada al oral, una no va enseñando carnes para "ganarse el aprobado".

A pesar de todo, sigo muy intrigada con el desenlace. Aunque me mantengo en mis trece, yo soy la chica y al salir le parto la cara al tío y no me vuelve a ver... tras convencerle de que me ayude.

Por cierto, alguno va a ser del tribunal de alguna opo próximamente. No ofrezco canalillo, pero sí percebes y bogabantes.

Anónimo dijo...

Como miembro del tribunal de la oposición del Cuerpo de Inspectores de Trabajo en el proceso selectivo concluido recientemente correspondiente a la convocatoria de 2009, comunico al autor de esta historia que me reservo, junto con los demas integrantes del tribunal a ejercer las acciones legales pertinentes por las falsedades y calumnias aquí vertidas, que perjudican la imagen del Cuerpo y de este Tribunal y deforman de forma injuriosa la realidad de un proceso selectivo como el de Inspectores.

Anónimo dijo...

Parecen ustedes una "panda de adolescentes" leyendo una revista guarra a escondidas.

Desde luego con qué poquito se exaltan (el botón de un escote), bueno... todos menos uno, ja, ja, ja

Yo que les hacía por hombres castos, decentes y con un corazón puro y limpio...

Lo he leído tres veces y sigo sin encontrar nada sexual ni machista en él, no olvidemos que quien lo escribe, no se va a poner en el papel de la opositora digo yo...

Aprendiz de brujo dijo...

Nagore, mi edad sexual-afectiva es 13 años y 250 días.