domingo, 17 de mayo de 2015

REPÓRTESE, PROFESOR CASANOVA



Ando a la caza de varios libros que se han publicado con motivo del cuadragésimo aniversario de la muerte del General Franco. Uno de ellos es la ambiciosa (y voluminosa) biografía de Stanley Payne y Jesús Palacios, que regalé las pasadas Navidades y espero que ahora me presten. El famoso hispanista de la Universidad de Wisconsin, al que sigo desde hace años, es un experto en los regímenes autoritarios europeos del siglo XX. Le considero un historiador riguroso e imparcial de cuyos análisis politológicos he aprendido mucho, así que espero hincarle el diente a su tocho cuanto antes.

También tenía pensando hacerme con otra obra de la que no deja de hablarse últimamente: 40 años con Franco, dirigida por el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza Julián Casanova. Sin embargo, he cambiado de opinión nada más leer la entrevista a este señor publicada en el último número de la revista Historia y vida. 

Lo que más me espanta de los historiadores de izquierdas de este país son sus esfuerzos por aparentar equidistancia cuando abordan el espinoso tema de la Guerra Civil y del franquismo. En el caso de esta entrevista, leer las declaraciones de Casanova me ha provocado más sudores que cuando me atiborro a fajitas con la salsa súper picante del Mercadona. El titular de portada es:  “Apoyaron a Franco más sectores de lo que se cree”. Después, ya en la interview, a la estúpida pregunta “¿tuvo apoyo social el franquismo?”, el Fofito de él responde: “Una dictadura tan larga (…) no se sustenta solo en la represión. Necesita base social para sobrevivir. Los apoyos del franquismo fueron amplios, más allá de toda la gente que se sumó a la sublevación y le estuvo siempre agradecida por la victoria”.

Vaya, muchas gracias, Don Julián, nos ha hecho usted ver la luz. Si no llega a ser por sus palabras, yo todavía estaría creyendo que el 100% de los españoles era antifranquista.

Me pregunto si este profesor no tiene temas más enjundiosos que investigar en la Universidad de Zaragoza, porque para concluir semejante perogrullada no nos hace falta, creo yo, ningún catedrático universitario. Lo más penoso es que el hombre, que en realidad es un rojo rencoroso comprometido desde 2008 con los vodeviles grotescos de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, se creerá muy ecuánime expresando este tipo de opiniones, en plan “soy tan objetivo que hasta reconozco que Franco podía tener partidarios”, que lo único que traslucen es un sectarismo escalofriante. 

Pero dos preguntas después, nuestro neutral autor ya no se puede aguantar y se suelta la melena. Atención tanto a la pregunta como a la respuesta porque no tienen desperdicio: 

“¿Qué papel tuvo [Franco] en el despegue económico? ¿Fue un modernizador?

¿Cómo hablar de un modernizador sin tener en cuenta los costes sociales de su dictadura? La cuestión es utilizar este término por encima de la represión, la miseria, la exclusión, la censura intelectual que llevó implícitas el régimen franquista. Una dictadura no puede ser valorada solo por sus logros económicos. Stalin recordaba que encontró a la URSS con el arado de madera y la dejó con la bomba atómica. Pero en medio están las purgas, el gulag, el terror”. 

Leyendo cosas así uno queda conmocionado. En primer lugar, ¿quién coño le ha preguntado a este tío por la represión franquista? La pregunta es bien clara y versa sobre los supuestos logros económicos del régimen nacido el 18 de julio de 1936. Un historiador mínimamente serio habría respondido con datos neutros y contrastables, basados en fuentes fidedignas o en parámetros macroeconómicos, para aclarar al entrevistador si Franco contribuyó o no con sus políticas al “despegue económico”. Pero no, el amigo Julián no ha podido contenerse y, en vez de contestar a lo que se le pregunta como investigador de historia contemporánea que se supone que es, aprovecha para darnos una charla moralista sobre las torturas, los fusilamientos y la censura a los “intelectuales”, que, según él, no pueden ser compensados ni por el más inaudito crecimiento económico. Para disimular, eso sí, nos suelta la tinta de calamar de la frase de Stalin. ¡Que quede bien claro que él está en contra de cualquier tiranía, cómo no!

Ande, profesor Casanova, pare un rato de desenterrar fusilados y de hacer numeritos antifascistas, y pregúntese honradamente si la mayoría de las familias de aquella época habría cambiado la prosperidad económica y la protección social y laboral de la que disfrutaban por la larga lista de derechos individuales que hoy adorna (nunca mejor dicho) nuestra Constitución. Plantéese muy en serio si en aquellos años la reciente y extensa clase media española habría renunciado a su paz, a su sueldo digno, a su vivienda de protección oficial y a su seguridad social para que una minoría de marxistas envenenados por el odio saliera de la cárcel, o un par de partidos políticos defensores de la lucha armada (entre ellos, el PCE, con el que hoy usted coquetea, señor Casanova) pudieran expresarse en los periódicos y participar en la vida política.

Luego dicen de Pío Moa, que, por cierto, no es historiador y por lo tanto no tiene ningún compromiso ético de objetividad. Me parece inaudito que un catedrático de Historia pueda mostrarse tan burdamente partidista y manipulador en una publicación del prestigio de Historia y vida, y, encima, pretender que nos compremos su libro, que me apuesto lo que sea a que es un panfleto antifranquista mal maquillado.


5 comentarios:

Llorente dijo...

Creo que le ha dedicado usted demasiada atención a algo que no es sino la enésima repetición de lo mismo. Cambie el número 40 por el 35 ó el 45 y tendrá el capítulo anterior y el siguiente.

Un saludo.

El último de Filipinas dijo...

Que le hubieran preguntado si el antifranquismo tuvo apoyo social.

Al Neri dijo...

Inigualable, Último, inigualable. Una pregunta muy buena para la entrevista pero me temo que Casanova se habría irritado, rompiendo una vez más su imparcialidad.

Llorente, sí, no sé por qué me extraño...

Diego Ibarra dijo...

¡¡Excelente nota!! Muchas gracias.

Gustav Becker dijo...

Lo de Stalin buenísimo. Entró con el arado de madera y se fue con la bomba atómica.....y un pueblo muerto de hambre, con cientos de miles de ucranianos muertos víctima de sus planes quinquenales. Aquí Franco fomentó la creación de una clase media, sabedor de que la estabilidad social iba de la mano del desarrollo económico.
Les hay que dan más importancia a salir en manifestación que a comer caliente en casa. La verdadera libertad la da el puchero, y no la pancarta. A ver si algún día todos estos discípulos de Tuñón de Lara aprenden la lección. Tras el paso de los podemitas por los ayuntamientos, lo mismo algunos tienen que sacar de sus naves las estatuas de Franco y volver a ponerlas en su sitio