sábado, 16 de mayo de 2015

MOTIVACIONES POLÍTICAS





Veo la furgoneta de Vox haciendo ruidosa campaña de megafonía por el Paseo de Zorrilla, a la altura del Campo Grande. Aparca en doble fila, de cualquier manera, y cuatro niños pijos, vestidos como para salir de copas por Coca, se bajan con parsimonia con un cubo de fregar y un cepillo, y pegan sus pasquines en uno de los tablones de madera habilitados por el Ayuntamiento.  Los candidatos del cartel, tanto el de las locales como el de las autonómicas, tienen cara de no comerse una rosca el día 24 y de abandonar el partido el 25 a primera hora, al más puro estilo de Vidal-Quadras e Ignacio Camuñas. Los chavalines que pegan la propaganda, igual. Se largarán a Ciudadanos o a su casa cuando vean el batacazo de la formación ultraliberal que maneja al pobre Ortega Lara como si fuera Monchito, el muñeco de José Luis Moreno.

El motivo por el que los de la furgoneta de hoy, Santi Abascal y el propio ex funcionario de prisiones secuestrado por ETA por ser amigo íntimo de Jaime Mayor Oreja tirarán también la toalla, es que solo saben concebir la política desde la óptica del vencedor y no de la del luchador. Vox se fundó por unos tíos famosos y con contactos en los medios con el único objetivo de obtener inmediatamente representación política, y en la medida que se ha comprobado (y se confirmará la semana que viene) que las siglas verdes no convencen a nadie porque apestan a señoritismo, a peperos rebotados y a uso indebido de las víctimas del terrorismo, se ha ido produciendo un goteo constante, casi un chorreo, de deserciones, empezando por los más aguilillas, siguiendo por los militantes corrientes y acabando (muy en breve) por los más tontos del partido. Porque por muy tontos que sean se afiliaron para pillar cacho y ya han visto que de este pozo no hay agua que sacar. Con su típica mentalidad empresarial, diseñaron un plan de negocio,  un estudio milimétrico de las energías a invertir y de los beneficios a cosechar, y como no les han salido las cuentas, ahora toca echar el cierre. 

En mis tiempos de la cruz y la espada no teníamos camionetas para las pegadas de carteles. Quedábamos a las siete de la mañana, casi todos los domingos -no solo en campaña-  y recorríamos la ciudad a pie, cargados como mulas con los cubos. Íbamos en chándal o con vaqueros viejos, pues solíamos acabar pringados de esa cola grumosa que hacíamos con agua y unos polvos junto a cualquier fuente pública. Nos presentábamos a las elecciones sin fe y sin respeto, únicamente por los espacios gratuitos en los medios de comunicación y por la cesión de locales para celebrar actos, y todos teníamos clarísimo que era imposible sacar nada.  Por eso nadie abandonaba después de una jornada electoral desastrosa; todas lo eran y así lo esperábamos desde el principio. Nuestro objetivo no era conseguir votos y de hecho nunca los pedíamos en nuestros humildes carteles, octavillas o vídeos electorales. Quienes compartimos aquel proyecto trabajábamos por puro altruismo, guiados por un idealismo incendiario a prueba de decepciones materiales. Nuestra motivación íntima era la Justicia con mayúsculas, el amor a nuestra comunidad y la fidelidad a nuestras convicciones, y no habríamos cambiado ni una coma en nuestro discurso a cambio de un escaño o de una concejalía. Sabíamos que no era nuestro momento e interpretábamos nuestra lucha como una carrera de relevos en la que nuestra misión se limitaba a darlo todo para entregar a tiempo el testigo.


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5 comentarios:

Aprendiz de brujo dijo...

Interesante análisis.Me ha gustado mucho. La carrera de relevos, el deseo de poder inmediato.
Muy buen análisis.

Gustav Becker dijo...

Se bien de lo que hablas. Recuerdo aquel Calderón abarrotado con el "dadme votos y no aplausos", aquella pérgola llena a tope de gentes que aplaudiendo a rabiar, después iban a votar a otro partido. Sabíamos que no sacaríamos cuatro votos, pero creíamos en algo y eso bastaba.
El candidato de VOX en Valladolid no hacía otra cosa hace unos meses que cantar a ese PP que le gustaba y dejó de ser, al de Aznar y Esperanza Aguirre, al origen de la corrupción, a lo peor de lo peor, a aquellos que han jugado con el sentimiento de buenas gentes que veían en ellos los paladines de unos valores en los que tan siquiera creían.
La condición humana es la que es. Estos tipos se irán al PP si les ofrecen un sueldito, VOX será flor de un día y seguiremos tan huérfanos con llevamos años siendo.

Gustav Becker dijo...

Rectificar es de sabios, o al menos intentarlo. Ayer me pasé por la sede de VOX con objeto de debatir con alguno de ellos. Me encontré con el candidato número dos a la alcaldía de la ciudad, un hombre sensato y honesto que aguantó mi lluvia de preguntas, mis insinuaciones y requerimientos con estoicidad y respeto.
Con paciencia me escuchó y me contestó con sensatez. Le dije que el enemigo de ellos no era otro que el PP, y que al PP se le combatía tirando de corrupción, pero me dijo que los medios no les apoyan y que como ataquen al PP no les dedicarán una página. No soy fácil de convencer, pero diré que me encontré ante una persona que destilaba honestidad. No puedo decir lo mismo de otro partido pujante a cuya sede acompañé a un amigo y que nos sorprendió por el bajísimo perfil de sus candidatos, pero lo peor de todo, es que las encuestas les otorgan representación y la llave de la gobernabilidad......

Al Neri dijo...

Gracias, Becker por su honestidad y por la información que comparte con nosotros.

De todas formas repito lo que he dicho en los comentarios del post del quiosquero: un alto perfil cultural-profesional no presupone capacidad política y mucho menos honestidad. Hace falta un alto perfil humano, moral y de espíritu de servicio y, por supuesto, un perfil ideológico adecuado.

Y otra cosa más: después de las declaraciones de ayer del candidato de Vox a la alcaldía de mi ciudad, no le voto yo ni drogado, aunque sea un santo, si es que se puede ser un santo con semejantes ideas políticas.

Por cierto, conozco al nº 2 y al nº 3 de la lista y tengo una buena opinión sobre ambos a nivel personal, sobre todo del nº 3.

Y lo que planteo en el post es dónde irá esta gente después de su fracaso electoral del domingo.

Al Neri dijo...

Como yo pronostiqué, el batacazo de Vox ha sido clamosoro. Supongo que disolverán el partido.