jueves, 26 de abril de 2012

NEGOCIAR

Llevo siendo cliente de la misma compañía de telefonía móvil desde hace casi once años. Durante una buena temporada, mis facturas mensuales eran tan desmesuradas que, probablemente gracias a ellas, esta empresa pudo repartir exorbitados dividendos entre sus accionistas. Me estaban tan agradecidos que me anunciaban, cada dos por tres, que había sido premiado con tropecientosmil puntos extras para que adquiriera un nuevo terminal a un módico precio previa firma de la consabida permanencia de dieciocho meses. Pero los teléfonos de la oferta siempre eran un auténtica mierdecilla en comparación con los de otros que siempre obtenían unos terminales de última generación y suculentos descuentos en sus facturas aun consumiendo la quinta parte que yo.

Muchos me decían que no fuera tonto pues, a la vista de mi gasto en teléfono, con hacer un amago de portabilidad a otra operadora, podría obtener mucho más. El problema es que estas cosas siempre me han parecido propias de gitanos, semitas, proxenetas y gentes de mal vivir. 

Hasta que, por fin, el año pasado me decidí. Solicité la portabilidad a otra compañía que me ofrecía mejores condiciones y, efectivamente, la mía mejoró la oferta y me ofreció un aparato que parecía mínimamente decente. ¿Cuál fue mi sorpresa cuando comprobé que los que hicieron lo mismo en ese mismo periodo de tiempo habían conseguido algo mejor y que, en realidad, el teléfono que yo había adquirido era un puñetera basura que he tenido que sufrir durante más de quince meses?

Otros, muy duchos en estas lides del racaneo y del toma y daca, me mostraron, incluso, foros de Internet donde la gente difunde las ofertas que han conseguido obtener de su compañía. Y es verdaderamente alucinante: ¡¡¡Menudas estrategias... Si lo tienen mejor planificado que la invasión de Polonia!!! Algunos seguro que tienen genes de moro de zoco.

Por fin me decidí y, esta vez sí, amagué la portabilidad con otra telefónica, decidido a irme a cualquier precio si la mía no me ofrecía un móvil muy muy bueno. Y no era un farol. Y seguro que podría haber sacado a la mía mucho más de lo que he obtenido, aunque no está mal, si no fuera tan idiota y hubiera engañado a la teleoperadora. Pero soy tan tonto que le indiqué cuál era la oferta real original y encima consideré que la contraoferta que me ofrecían era justo.

Y es que nunca he servido para negociar en ningún campo. Porque no sé sonreír y hacerme el simpático con una chica que me caiga mal. O fingir que desprecio a una mujer para forzar que vuelva a mí como una corderita. Es más, cuando me encuentro con alguna mínimamente progre no me puedo contener y termino  soltanto lo más machista y políticamente incorrecto que se me ocurre.

Ni sé hacerme el tolerante con un proveedor que veo a la legua que quiere tangar a la Administración. Debo estar el la lista negra de decenas de empresas de proveedores de material y de servicios y de academias de formación.

Tampoco sé hacerme el simpático cuando viene de visita el libredesignado o el politiquillo de turno que te coloca en las narices una cagada pintada de amarillo diciéndote que es oro. Al final, o no aparezco o acabo siendo el único que habla para decir lo que todos piensan, contemplando como los más flexibles alcanzan muchas metas que me sé vedadas.

Y soy incapaz de decirle de forma convincente a la dueña de una cochera que un alquiler de setenta euros me parece muy caro cuando sé que, en la misma zona, cobran lo mismo o más. Y quedo como un idiota cuando me dicen que la camisa que he comprado por quince euros a una negra en el mercadillo seguramente podría haberla obtenido por diez. 

 - ¡Pero coño, si me pedía dieciocho y ya le he dicho que su compañero me la vendía por quince!
-  Pero tío: te pidió quince para que le ofrecieras menos.

7 comentarios:

Al Neri dijo...

Admito, como usted, ser una nulidad negociando y fingiendo. Hace poco he hecho un curso de negociación pero creo que me ha servido de poco.

Mi defecto es que soy demasiado directo y meridiano. Se me da mal disimular y tramar trucos para convencer a la otra parte.

Lo de las compañías telefónicas (y lo de las entidades financieras con los depósitos) es de traca y ha rebajado los servicios que ofrecen a la categoría de un mercadillo moruno. La práctica de los amagos de portabilidad se ha cargado la transparencia del mercado y las garantías.

Como usted, soy incapaz de sacar nada bueno de las telefónicas. Siempre me timan.

sefo dijo...

Negociar es cuestion de tener un poco de psicología y pensar que espera sacar el otro de la negociación y hasta donde se puede ceder, las habilidades sociales, la observacioón, etc, son importantes para ello.

Anónimo dijo...

Sí que debes estar notando la crisis para comprarte las camisas en el mercadillo...

Zorro de Segovia dijo...

no se trata de salir de casa y dirigirse al zoco, ni tampoco de aceptar todo lo que le ofrecen a uno sin más.
En esta vida, y desde la Prehistoria, todos los humanos negocian. Los niños negocian cuando intercambian los juguetes o cuando se turnan para usar la pala y el cubo. Los adolescentes se arreglan para "venderse" mejor frente al chico o chica que les gusta. Y los adultos, viviendo durante décadas en la misma casa, aprenden a asignarse tareas y quedar lo más satisfechos posibles con la distribución final.

En fin, cuando los de la empresa telefónica le llaman, tiene un margen mínimo de beneficio, por encima del cual ganan más o menos. Usted igual, su "mínimo" es tener teléfono y poder llamar. A partir de ahí hay un campo donde ellos pueden reducir beneficio y usted incrementar la calidad de su móvil sin grandes perjuicios para una u otra parte.

Vaya al curso de negociación de Neri. El saber no ocupa lugar !!

Marian dijo...

Pida ayuda para estas cosas.

Aprendiz dijo...

Yo por un lado pienso que soy mala negocianta pero por otro pienso que soy buena. Lo importante es tener uno mismo claro lo que quiere y conocer el mercado en el que se está moviendo.

Por ejemplo, yo en estos últimos dos años he comprado varios móviles, 9 concretamente.

Los 3 primeros fueron Blackberry. Mi padre se sintió engañado por la mier** de móvil y decía que me habían timado. Yo sin embargo era precisamente eso lo que quería.

También conseguí un iphone. Mi amiga me dijo que ella consiguió 3, y a mí que tengo una factura bastante grande y mucha antigüedad sólo me dieron uno. Quizás me timaron, pero tampoco necesitaba más, quería solo uno para que mi padre dejara de quejarse con la Blackberry (y al final acabó regaládole el iphone a mi hermano porque no sabía usarlo).

Recientemente he conseguido 3 Samsung Galaxy+. No sé si me engañaron y amenazando con una portabilidad me habrían dado unos iphone, pero yo estoy contentísima con los Galaxy, y tampoco hay que ir sacándole hasta las muelas a la gente.

El problema está cuando no sabemos lo que queremos, o lo que queremos es únicamente lo mejor, entonces siempre nos sentiremos timados.

El chico de los tablones dijo...

Caray, parece que la cosa vaya de agarrar a la compañía por los tobillos y agitarla, a ver qué cae... ¿Realmente es necesario estrenar un móvil cada pocos meses? Un síntoma más de que el capitalismo está dando sus últimos coletazos; a ver con qué nuevo sistema de producción nos sorprende la humanidad la próxima década.

En cuanto al tema principal del post, creo que para ser un buen negociador se necesitan principalmente tres cosas: autoestima, desparpajo y práctica.