viernes, 6 de abril de 2012

AL CRISTO DEL CALVARIO




En esta tarde, Cristo del Calvario,

vine a rogarte por mi carne enferma;

pero al verte, mis ojos van y vienen

de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.


¿Cómo quejarme de mis pies cansados

cuando veo los tuyos destrozados?

¿Cómo mostrarte mis manos vacías

cuando las tuyas están llenas de heridas?


¿Cómo explicarte a ti mi soledad

cuando en la Cruz alzado y solo estás?

¿Cómo explicarte que no tengo amor

cuando tienes rasgado el corazón?


Ahora ya no me acuerdo de nada,

huyeron de mí todas las dolencias.

El ímpetu del ruego que traía

se me ahoga en la boca pedigüeña.

Y solo pido no pedirte nada,

estar aquí, junto a tu imagen muerta,

ir aprendiendo que el dolor es solo

la llave santa de tu santa puerta.


Gabriela Mistral

2 comentarios:

EL FRANCOTIRADOR dijo...

Muy conmovedor y hermoso.

Aprendiz dijo...

Es muy bonito el poema.