sábado, 12 de noviembre de 2011

ASUNTOS INTERNOS

Siempre me ha hecho gracia que en las películas policíacas, hasta en las más antiguas, pongan a escurrir de forma recurrente al llamado “departamento de asuntos internos”. Es ya un cliché cinematográfico que se repite como ingrediente imprescindible en casi todos los títulos del género. Los aguerridos agentes protagonistas siempre se despachan con duras críticas e ironías sobre esta unidad administrativa de la Policía. “Ya vienen a husmear los de asuntos internos”, “pongámonos de acuerdo en qué vamos a decir a los chupatintas de asuntos internos”, “les ha faltado tiempo a los de asuntos internos para meter las narices”, Johny, con ese culo tan gordo no sé cómo no te destinan a asuntos internos”. El mensaje subliminal, y a veces no tan subliminal, que se lanza sobre los integrantes de este departamento es que no son compañeros, que son los más mediocres del Cuerpo, que su labor no sirve para nada, que entorpecen el logro de los objetivos policiales y que cometen injusticias empapelando a los agentes más sagaces y heroicos. Para más inri, si un sargento sale indisciplinado o se pone levantisco, lo acaban mandando como castigo a asuntos internos.


Este dato tan curioso de las películas de polis no es sino una de las muchas manifestaciones del recelo de la sociedad hacia las tareas burocráticas desempeñadas en cualquier empresa. Habitualmente, por muy diversos motivos, la burocracia se percibe negativamente por amplios sectores de la sociedad, incluso, como en el ejemplo cinematográfico, por los propios miembros de la organización a la sirve esa burocracia. Suele haber una tendencia a denostar todas aquellas tareas que no se entienden, y precisamente no se entienden porque no son visibles y no implican la realización directa y física del servicio o de la labor que caracteriza a la organización.

Otro buen ejemplo son las Administraciones públicas. La gente suele valorar mucho a los profesores, a las enfermeras, a los médicos o a los bomberos, pero tuerce el gesto al referirse a los funcionarios que participan en todo el engranaje administrativo que da soporte a estas profesiones públicas, hasta el punto de que las típicas críticas a los funcionarios están en realidad dirigidas a estos empleados y por supuesto no a aquellos.

Ya digo que estos prejuicios son fruto de la falta de conocimiento de las funciones llamadas burocráticas y de su contribución a los fines de las organizaciones y a su mejora. Estas críticas tan burdas y generalizadoras son equivalentes a entender, por ejemplo, que el único artífice de un buen programa informativo de la televisión es el presentador, que es al único que ven los telespectadores explicando las noticias, obviando el trabajo de los productores, los redactores, los maquilladores, los iluminadores, los técnicos de sonido, los cámaras, los reporteros y los corresponsales en el extranjero.

La burocracia bien entendida cumple funciones esenciales en toda empresa profesional. Entre otras, contribuye a elaboración y a la interiorización de las reglas internas de funcionamiento; se encarga de dar uniformidad y coherencia a la actividad diaria; es la correa de transmisión imprescindible entre la dirección y los diferentes departamentos; sirve de elemento de coordinación entre unidades que, sin una debida cohesión, tenderían a tirar cada una por su lado; difunde la cultura del grupo; garantiza un procedimiento riguroso y transparente a la hora de llevar a cabo las tareas, lo que supone una mayor equidad e igualdad de trato, y una respuesta idéntica ante situaciones idénticas; ayuda al ahorro de tiempo y de recursos, al encargarse de estudiar los procesos para racionalizarlos; descarga a otros profesionales de tareas administrativas (lo que llamamos papeleo) para permitirles una dedicación plena a su misión principal; sirve, a través de los cauces disciplinarios, de instrumento de control de las desviaciones y de los elementos ineficaces o indeseables; detecta y cubre las necesidades humanas y materiales que puedan surgir…

… Y, en definitiva, gracias a esta burocracia, las organizaciones son eso, organizaciones, en vez de grupos más o menos deslavazados con una misión más o menos en común. Esta misión jamás podría cumplirse eficazmente sin un buen aparato “oficinesco” que brinde el apoyo necesario, sin un departamento cojonudo de asuntos internos.

8 comentarios:

garrotevil dijo...

Discrepo en sus apreciaciones,el problema de que la gente no perciba positivamente a los rogonos "burocraticos" deviene mas bien en el trato que esos organos tienen con el ciudadano y en el entramado de parasitos que a su alrededor se han creado.
Me explico un medico o un profesor pueden realizar mejor o peor su funcion pero es evaluable si o si
Un funcionario de una ventanilla o un departamento que gestiona expedientes que un dia pueden ser suyos y mañana de otro no y el problema en si reside en que aunque hay profesionales ejemplares que tramitan gestionan y ayudan hay un porcentaje excesivamente significativo que por decirlo suavemente se escaquean de sus responsabilidades cuando no actuan negligentemente,ahi radica el problema alguien puede decir que el profesor x o el medico x es bueno o malo pero de un departamento pongo por ejemplo de la AEAT no puedes decir lo mismo porque hay "demasiadas" fallas.
De hecho habria un sistema que lleva tiempo queriendose implantar mediante una evaluacion directa y cuantificable de los funcionarios en cuestion amen de la tan traida y llevada productividad que mientras en las empresas privadas (que por cierto tambien tienen areas burocraticas que por cierto la mas de las veces en vez de ser denostadas son alabadas)se ha aplicado por las buenas o por las malas(con esta crisis p.ej) alli no se han llevado a cabo.
En fin de todas formas todo es opinable en esta vida

Ramiro Semper dijo...

Disiento totalmente de lo que afirma en su artículo Sr. Neri. Creo que la pregunta que hay que hacerse es ¿Por qué la mayoría de la gente no tiene (no tenemos) en gran estima a los burócratas? No creo que sea, como Ud. afirma, por simple ignorancia, sino que muchas veces es fruto de la observación directa.
Todos hemos padecido en alguna ocasión interminables colas para algún trámite superfluo, innecesario y que generalmente tiene como fin esquilmar nuestros agotados bolsillos.
Todos tenemos la sospecha de que, al contrario que en la Naturaleza, en que la necesidad crea el órgano, en la administración se crean muchos pasos burocráticos superfluos para justificar determinados puestos de trabajo.
Se trata de complicar el procedimiento para dar algo que hacer al exceso de personal.
Un ejemplo de lo que digo, son esas ventanillas de los centros médicos donde un fulano (o fulana) tiene como única misión darte una cita que, con un Sistema informático de medio pelo, podría hacer el médico directamente desde su ordenador. Lo peor es que para acceder a la susodicha ventanilla, hay que coger un número y esperar durante un largo rato a que salga dicho número en una pantallita. Sobran el fulano, los números y la pantallita.
Imagino que los mantienen porque los fulanos y fulanas tienen un puesto vitalicio que, entre otras cosas, les exime de tratar con la mínima educación a los que le pagamos el sueldo.
No dudo de que algunos burócratas cumplen importantísimas misiones, pero comprendo que, los que tienen que ganarse cada día la permanencia en su puesto de trabajo, no sientan excesiva simpatía hacia esta casta privilegiada y sus interminables horas para el café, sus días "moscosos" (días de libranza muy por encima de los que podemos disfrutar los simples mortales) y su insufrible aire de superioridad por el hecho de haber aprobado, en el mejor de los casos, una oposición.

Zorro de Segovia dijo...

estoy de acuerdo, la gente desconoce a los burócratas en la misma medida que éstos desconocen a los administrados o a los departamentos que requieren su ayuda. Por poner un ejemplo real: no pocas veces los departamentos financieros preferirían que no hubiera tantas ventas a cambio de no recibir tanto trabajo. O que las ventas fuesen estándar aún con poco margen, en lugar de complejas con margen alto.

Álex dijo...

Los comentarios se han ido por la vía de la crítica habitual a los funcionarios, pero creo que el sr. Neri pretende poner en valor la labor organizativa poco visible pero muy necesaria, presente sin casi darnos cuenta en prácticamente cualquier grupo mínimamente organizado.
Es cierto que es una labor muy poco apreciada, poco conocida y poco afinada en muchos casos.
Vendría a ser como una especie de sistema circulatorio de cualquier organización, y lo que suele pasar es que hay mucho colesterol malo sin que nadie se entere: vamos, alto riesgo de infarto en cuanto haya que echar una carrerilla.
Feliz lunes a todos, por muy gris que esté hoy.

ignatus dijo...

Muy buen ejemplo el que con el tema médico da Ramiro Semper...aunque es precismente un buen ejemplo para reafirmar lo que señala Neri: si los médicos tuvieran que dar las citas, estábamos apañados.

Los archiconocidos retrasos en la atención del médico se deben a la saturación de trabajo que padecen, por lo que aumentar sus funciones sería un desastre ("quiero cita con Usted para mañana", "mañana no hay hueco, para pasado", "espere que lo pienso... no mejor para el siguiente", "vale, a las 10.05", "Ay,no, mejor más tarde, a las 12.35 para que me dé tiempo de ir a la peluquería"...)

Ya puestos les podrían dar las llaves del centro de salud y que cerrasen ellos: bastaría con que se quitasen los últimos 20 minutos de consulta y reducir aún más el tiempo de atención por paciente. Los pedidos de material, fármacos y demás también les llevarían su tiempo: podrían dedicar al tema un par de días a la semana...

El problema de ello sería:
- falta de especialización y por tanto aumento de errores ("¿quién a pedido 213.000 camillas?", "uy, perdón, pensé que era la casilla para las plaquetas")

- peor atención médica por el menor tiempo de dedicación a sus funciones propias.

- aumento del coste sanitario por tener a un médico cobrando 3.000 euros al mes para hacer fotocopias y meter datos en un ordenador en vez de a un "burócrata" que cobra 1.100.

En fin, que con "ciencias" como Semper y sus soluciones, nos iba a ir genial... ¡ríete tú de la crisis actual!

("oiga, doctor, que no me cogen en la peluquería hasta las 12. ¿Me puede volver a cambiar a las 10.05?")

Saludos para todos.

Nagore dijo...

... tan necesaria como desagradable para todos, Álex.

Un saludo Sr.Neri. Que aún desde la lejanía a veces y en silencio otras para no despertar a nadie, le sigo leyendo (no me lo pierdo).

El Subdirector del Banco Arús dijo...

Estoy de acuerdo con Álex. No creo que el tema del señor Neri fuera específicamente con el trabajo funcionarial sino, en general, con el problema que supone que, en el mundo laboral, muchos sólo sepan mirar su propio ombligo y despreciar el trabajo de los compañeros que no están en su trinchera.

El albañil que opina que el aparejador es un subnormal que no tiene ni idea de qué está hablando y que, encima, gana más dinero y no pasa frío.

El currante de Renault que opina que todos los de la oficina de personal son unos enchufados que no trabajan.

El médico que piensa que ni las enfermeras ni el director de farmacia dan palo...

El director de oficina de un banco que piensa que los de riesgos son unos haraganes.

Eso sí, también es cierto que en muchas organizaciones se observan un montón de puestos cuya función es más que discutible y, peor aún, a quién es asignada: al hijo de fulanito o al elefante sagrado al que le quedan dos años para jubilarse.

El la Administración se da mucho esta situación: si en un puesto de libre designación eres suficientemente dócil al político que te ha promocionado, en unos años tendrás un puesto de asesor técnico o chuflas por el estilo donde no tendrás nada más que hacer que labores de maquillaje...

El Subdirector del Banco Arús dijo...

Por cierto, Ignatus, brillante.

Hoy mismo he estado discutiendo con mi jefe porque opino que no es labor de funcionarios del grupo A1 cambiar tubos fluorescentes o cargar mesas. Que, para ello, se debe disponer de un mozo y un técnico de mantenimiento pues, además de que encargar estas tareas a alguien de mayor categoría profesional supone un descrédito para la profesión y la organización, se incumple claramente la Ley y alguien tendría que hacerse responsable si te caes de una escalera cuando estás colgando un retroproyector.

Pues nada, y eso que es de UGT. Se nota que alguien está deseando un puesto de asesor técnico en Burgos.