viernes, 5 de agosto de 2011

SIN CAMISETA

El buen gusto no puede imponerse por ley ni por decreto, aunque a veces dan ganas de que así se haga. Lo que sí puede y debe vigilarse escrupulosamente es que los gustos subjetivos de cada uno sean respetuosos con los demás, que no es poco pedir.

En
el democrático verano ya estamos acostumbrados a una ola de horterismo en el vestir que no nos queda más remedio que aguantar estoicamente, callándonos a menudo nuestras opiniones más que nada para evitar úlceras de estómago. Pero hay una costumbre que últimamente se ve cada vez más y con la que soy incapaz de transigir: ir por la calle sin camiseta.

En las zonas costeras
del país uno ya hace de tripas corazón por puro agotamiento. Los autóctonos de las localidades playeras del Mediterráneo son de por sí bastante cutres y desenfadados en sus vestimentas, pero si a ello añadimos la relajación de hábitos de los turistas que acuden desde otras latitudes, nos sale un cóctel espeluznante de zafiedad y salchichez ante el que sería mejor ponerse una venda en los ojos. La frontera entre la playa, el paseo marítimo y las calles adyacentes siempre es difusa y la vigilancia nula, por lo que al final mucha gente va medio en pelotas por el casco urbano sin que podamos hacer nada para remediarlo.

¿Pero
en mi ciudad qué? Aquí no hay mar, ni playa ni turistas, pero siempre hay unos cuantos, afortunadamente no demasiados, que se saltan a la torera la regla elemental de urbanidad de vestirse para salir a la calle. En ellas, que en lo tocante a ropa, gozan de una flexibilidad casi ilimitada, ya es imposible distinguir entre tops, camisetas cortas o sujetadores de toda la vida, por no hablar de las bragas que se empeñan en llamar shorts y demás. Vamos, que se visten como las sale del... alma. Pero los hombres es distinto. Con ellos no hay duda: cuando se quitan la camisa, se quitan la camisa.Tras un período de observación más o menos informal, he concluido que entre los especímenes que van marcando pecho lobo por la ciudad, hay dos tipos muy diferenciados.

En uno englobaríamos al clásico macarrilla con pelo largo y rastas, de menos de 25 años y con un cuerpo más que aceptable que deambula por todo el centro desnudo de cintura para arriba para lucir sus musculitos y tatuajes, y de paso demostrar que hace lo que le da la gana.

El otro grupo
estaría integrado por jubilatas de barrio de 70 tacos o más, con torsos envejecidos, deformes y plagados de canas, que normalmente salen de esa guisa a pasear en solitario por zonas algo menos céntricas pero también pertenecientes al casco principal. Suelen rematar sus pintas incalificables con una gorrilla de propaganda de Fertilizantes Martínez o similar.

No
tengo ni idea de si el Ayuntamiento contempla en alguna de sus ordenanzas una sanción dirigida a corregir estas irrespetuosas conductas. Me suena que el alcalde hizo una declaración de intenciones hace poco cuando los niños comanches de la Huerta del Rey empezaron a remojarse en pelotas en las turísticas fuentes del complejo de la Plaza del Milenio. Pero el caso es que urge una solución, naturalmente represiva, que ponga en su sitio a esta gentuza.

No
me valen las excusas chorras habituales de que si el cuerpo es bonito, que si la libertad individual, que si soy un reprimido, que si educar en vez de prohibir… No quedan más cáscaras que dar leña, bien mediante una solución constitucional, consistente por ejemplo en cascar 1.200 euros de multa a cada gañán que salga luciendo pecho, o casi mejor mediante el sistema Al Neri, que sería coger al melenudo, raparle al cero y, ante la duda, hacerle pasar una noche en el calabozo, todo ello aparte de la sanción pecuniaria, por supuesto. Con los vejetes con complejo de Tarzán, bastaría el multazo y llevarles de la oreja hasta su casa voceándoles que se pusieran una camisa por el bien de España.

Si la
peña empieza quitándose la camiseta y nadie pía, mañana van a salir enseñando los cojones y a ver quién es el listo que les dice algo y con qué argumentos.

12 comentarios:

trija dijo...

¿Saben por que creo yo que pasan estas cosas?

El otro día ojeando un libro de texto de cuando mi padre estudiaba vi que un tema se titulaba "normas de urbanidad para niños y niñas" en el cual, entre otras muchas cosas, se enseñaban las normas del buen vestir para ellos y ellas.

Yo no recuerdo haber estudiado un tema semejante, ni la gente de mi generación tampoco, asi que no me extraña nada que mucha gente no tenga ni pizca de consideración con estas cosas.

Por cierto, aunque sigo su blog es la primera vez que comento, asi que aprovecho para saludar a los miembros del blog así como a los comentaristas.

Álex dijo...

No diría que la costumbre sea muy generalizada en Valladolid, o al menos no me he cruzado yo con muchos ejemplares de tipo 1 ni tipo 2... Pero entiendo lo que dice y el relativo problema que supone, aunque para mi es una manifestación más de la creciente pérdida de atención y de respeto que la gente tiene hacia su entorno inmediato: hablar por teléfono móvil en cualquier circunstancia y a voz en grito, pararse delante de unas puertas de salida impidiendo el paso, no ceder el asiento del bus ni a la propia madre... Hay muchos ejemplos muy claros, pero lo de las camisetas es para mi otro detalle más dentro de una actitud general de "aquí estoy yo, esto es lo que me gusta y los demas que se fastidien". Al menos en los sujetos del grupo 1, aunque en los abueletes del grupo 2 algo de esa actitud hay también. No sé, sr. Neri, si hay alguna manera de reprimir una actitud: a mi sólo se me ocurre combatirlas a largo plazo con dosis extra de cultura y educación.
Saludos a todos, hoy en especial a Trija.

El chico de los tablones dijo...

Después de varios meses siguiendo este pedazo de blog, hoy voy a animarme a comentar.

Me parece usted un gran cronista de fenómenos sociales, Sr. Neri: buena prueba de ello es que ha sido leer su post de hoy y caer en la cuenta de que en mi ciudad, Huesca, puedo poner nombre y apellidos a algunos de estos especímenes descamisados. Además, me ha sorprendido comprobar que la mayoría de ellos pueden subsumirse en alguna de las dos divisiones que usted propone.

Sí que diré que aquí observo un claro predominio del grupo 2 sobre el 1 y que, en ambos casos, su deambular se limita a las zonas periféricas o poco concurridas de la ciudad, así que de momento la cosa no me parece tan grave. El día en que vea paseando por el Coso de Huesca a un melenudo como el que usted describe o al viejo de la gorra de Fertilizantes Martínez empezaré a preocuparme de verdad.

¿Soluciones? Dejando a un lado el método Al Neri por inviable, sanción pecuniaria al canto; no podría estar más de acuerdo con usted. Y aunque nuestro Derecho por desgracia no lo permite, debería ser esta sanción más gravosa para los rastafaris, antisistema y sucedáneos; que está claro que si van a torso descubierto es por chulear, provocar, dar rienda suelta a su instinto animal y, en definitiva, poner una vez más a prueba la transigencia del mismo sistema del que parasitan.

Que lo haga la gente mayor ya me parece menos reprobable porque con la edad se tiende también a restarle importancia a muchas cosas, entre ellas el vestir: si un anciano descubre que en Benidorm o en Coma-ruga puede ir a cualquier parte con una camisa Hawaiana o incluso sin nada encima, luego vuelve a la ciudad y hace lo propio. "Para dos días que me quedan..." suele ser el lema que ampara muchas de las horteradas o extravagancias de la tercera edad, más frecuentes por cierto en la gente de campo.

¡Saludos a todos de un lector entusiasta de La Pluma Viperina!

Al Neri dijo...

Bienvenidos y gracias, Trija y Chico de los tablones. En realidad, el fenómeno aún está poco extendido en las ciudades serias como las nuestras, pero más vale cortar por lo sano antes de que la gente se deje llevar demasiado por la comodidad animada por la pasividad de las autoridades.

Álex, formación y represión deben combinarse de forma sabia. Apostar por la primera en detrimento de la segunda presupone una fe ilimitada en el ser humano que no me parece realista. Por mucho que repita usted por las buenas que no se puede ir vestido como la mona Chita, siempre va a haber imbéciles que hagan de su capa un sayo.

Anónimo dijo...

... y además es anti-higiénico.

Hooooooooola Trija!!! qué bien verte por aquí tambien ;-))

trija dijo...

Hola! Alex y Nagore para mi tambien esta genial vería por aquí ;)

La lozana andaluza. dijo...

Que sí,que estaran muy antiestéticos,que parecen macarras,que no deben ir así por el centro de una cidad....pero que gusto da mirarlos,que el verano es pa alegrarse la vista,ni más ni menos,ni menos ni más.

sefo dijo...

La calle no es lugar para ir en bañador o sin camiseta y es cierto que se puede empezar haciendolo unos pocos y poniendose de moda y deteriorandose mucho la imagen de la ciudad, pero donde esta el límite?, por que ir sin camiseta no pero con pantalon corto si? se podria ir enseñando el ombligo o parte del pecho? y la espalda desnuda? Es difícil de determinar que es el decoro, que cambia con los años y las costumbres. Como lo regulamos en una ley?

Anónimo dijo...

Vale, por la Plaza Mayor no pero el otro día iba uno por las piscinas de FASA ¡¡que bueno estaba!! a esos dejarlos. Es como con nosotras, que yo me ponga ajustadita y minifalda pues es un atentado al buen gusto, ahora que se lo ponga una chavalita de 20 años con un cuerpazo.....

Aprendiz dijo...

Es que no se trata de ir haciendo leyes concretas sobre la vestimenta, porque es imposible poner un límite.
Lo que hay es que educar.

En Jaén no es común pero tampoco raro, sobre todo en los chungazos que describe Al Neri, y algunos deportistas, que porque vayan haciendo footing, se creen que pueden ir sin camiseta y con esos pantalones cortos que en fin, son tema aparte...que sólo se critican los shorts de las chicas...

Pero es que en la playa tampoco debería eso ser así, no debería estar permitido que más allá del paseo marítimo haya gente en ropa de baño. Ni hombres sin camiseta, ni mujeres sin algún tipo de pareo, aunque vivan en la acera de enfrente.

Y sí, como digo lo que hay es que educar, pero hasta que se aprenda, a multar.

El Subdirector del Banco Arús dijo...

Yo a estos quinquis de los calzoncillos por encima de la talle del pantalón, los tatuajes y el torso desnudo, les daría una buena ración de ricino para quitarles la tontería. Y, si son cincuentones o mayores, doble ración.

En cuanto a lo de la ropa femenina en verano, estoy encantado con esta moda de la ropa sin ropa. ¡¡¡Gracias Zara!!! El paisaje español siempre estará agradecido a Amancio Ortega.

Anónimo dijo...

Ya no soy yo solo el que lo piensa, menos mal. Yo comprendo que vivimos en el siglo XXI y que ya nadie se asusta de nada... pero es un tema de mal gusto. A mi me da igual, pero comprendo que deben respetar a la gente a la que no le resulta agradable. Pero en realidad eso no es un problema, es el indicador de otro problema verdaderamente grave: el que va así, va "amortizando" sus horas de gimnasio pero, ¿alguna vez se ha leído un libro? ¿sabría poner Egipto en un mapa? Coincido con otros comentario: es un problema de educación y cultura y va a ser difícil de solucionar.