Este gesto tan sensible y oportuno en época de crisis, unido al solidario recorte de los gastos veraniegos en el Palacio de Marivent, es de los que a uno le hacen recapacitar sobre la grandeza moral de nuestro monarca. ¡Qué ejemplo!, ¡qué bondad!, ¡qué empatía con el sufrimiento de sus súbditos! Es que se me están saltando las lágrimas...
Cuando millones de familias españolas ven como uno o varios de sus miembros se quedan sin trabajo o no pueden afrontar su hipoteca, su buen Rey ha sabido estar a la altura y apretarse severamente el cinturón para dar ejemplo. Tamaño sacrificio, que desbaratará el estilo y el nivel de vida de su entregada familia, merece mi aplauso fervoroso. Con semejantes restricciones, dudo mucho que Su Majestad pueda seguir participando en regatas o acudiendo a costosas cacerías, tanto de animales como de señoritas, que tanto le apasionan en consonancia con la más honda tradición borbónica.
Pero la crisis es muy severa, Don Juan Carlos. ¿Cree que bastará con este recorte tan altruista para aliviar de un modo significativo las arcas del Estado? Su Majestad, que es hombre ecuánime y reflexivo, quizá debería abrir la mente a otras medidas más rotundas y draconianas. Todo sea por el bien de su pueblo al que tanta veneración profesa y del que sabe muy bien que el sentimiento es recíproco.
Yo le sugiero, Majestad, que se lance a la piscina, ya que la coyuntura económica lo requiere. ¿Qué le parece suspender íntegramente, por un tiempo a ser posible largo o casi mejor indefinido, toda la partida presupuestaria de su Casa? Hágase cuenta de cómo está el país. Yo creo que es lo más oportuno. Búsquense Su Majestad y S.A.R Don Felipe un puesto de trabajo que se ajuste a sus capacidades (en un circo podría estar bien) e intenten vivir conforme al sueldo que les corresponda, para alivio del Tesoro Público y de sus sufridos compatriotas, que valorarían entonces mucho más a los Borbones (si cabe).
Existen otras dos soluciones más acordes aún con los valores elementales de Justicia. Podría elegir su Majestad la que le pareciera más oportuna, fíjese qué democrático.
Por una parte, yo le animaría con entusiasmo a tomarse unas vacaciones prolongadísimas en algún país extranjero, a ser posible no fronterizo con el nuestro, donde su Clan al completo pudiera libremente entregarse a su ociosidad y a sus vicios sin complicaciones, sin viajes oficiales, sin agobiantes agendas… Vamos, un chollo. Claro que dada la situación económica que atravesamos mucho me temo que este largo retiro tendría que costearse de su propio bolsillo y no del ya muy mermado de los pobres españoles.
La otra alternativa me da algo de cosa planteársela, pero no demasiada. ¿Qué le parece a su Majestad un proceso sumarísimo por todas sus responsabilidades, por acción y por omisión, en la actual decadencia de España; una investigación a fondo sobre su papel en el golpe del 23-F; una instrucción rigurosa de su conchabeo sucesivo con el franquismo, con Suárez, con los socialistas y con quien hiciera falta para mantener a flote sus privilegios; un examen minucioso de la manipulación y de la censura a la que la prensa española se ha visto sometida por la Casa Real durante años; un estudio serio sobre su apoyo a leyes depravadas como la del divorcio o la del aborto; un cuadro comparativo entre lo mucho que cobra Su Majestad y para lo poco que sirve? Porque a lo mejor, rascando un pelín, resulta que sus largas vacaciones, Don Juan Carlos, le saldrían gratis, en un módulo de Carabanchel, conviviendo a diario con lo más granado de la España genuina y jugando a los yates en la pila de su celda. ¡Eso sí que sería una cosa buena para aliviar la crisis!
Se me están ocurriendo algunas soluciones más, pero son un poco bestias y yo tengo fama de persona de orden. Como la música hace amigos, le voy a dedicar a mi Rey una bonita canción: