La "tercera posición" según el pintor peronista Daniel Santoro (el avión Pulqui, fabricado en 1947 por iniciativa de Perón) |
(Primera parte: Una brevísima historia)
2- Las ideas
Porque una de las cosas que asombran a quienes se acercan por vez primera al “orbe” justicialista es la disparidad ideológica extrema que hay entre las diversas corrientes surgidas del justicialismo. Y es que para comprender esto es preciso entender el concepto que tenía Perón de su partido, que en realidad no era tal sino “un movimiento que busca identificarse con toda la sociedad y organizar a esta desde el Estado a partir de una concepción nacional y popular que dé preeminencia a la justicia social”, según otro estudioso (de ahí, claro, el nombre de “justicialismo”); el talentoso Dr. C. Disandro, líder de una de las agrupaciones de la “ortodoxia” a la que nombraremos luego, consideraba al justicialismo un “humanismo cristiano”.
Pero ese afán de unanimidad impuesto al país, según el historiador crítico del peronismo T. Halperin Donghi, “impidió el desarrollo de un escenario político con fuerzas de derecha y de izquierda bien definidas o que expresen tendencias claramente identificables; pero esas pulsiones se darán dentro del mismo peronismo y serán mantenidas unidas por la figura del líder”. A su vejez, ya había varias “versiones” de peronismo y otras se manifestarán en años posteriores a su muerte (sigo básicamente la enumeración del Dr. E. Ratti): la “patria sindical” con eje en la UOM (Unión Obrera Metalúrgica), la “renovación” liderada por A. Cafiero, de convicción republicana; la neoliberal de Carlos Menem, posterior a la caída del Muro de Berlín; la “populista de izquierda” de los Kirchner. Todos ellos se dicen o dijeron peronistas.
Pero hubo también grupos radicalizados de izquierda en la juventud peronista, fundamentalmente Montoneros, FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias) y FAP (Fuerzas Armadas Peronistas), que recurrieron a la búsqueda del poder por la violencia en un principio impulsados por el propio Perón, que confiado en su capacidad estratégica pensaba que cuando él recuperara el poder iba a poder incorporarlos a la legalidad; grave error a mi juicio porque él mismo tuvo que echarlos de la Plaza de Mayo el día del Trabajador de 1974 (su último discurso público; moriría el 1° de julio), motejándolos de “estúpidos” e “ imberbes”. El enfrentamiento de estos grupos con los de la ortodoxia (esto es, la “derecha” peronista aunque quizá sea más claro hablar de “peronismo originario” o “peronismo de Perón”, para diferenciarlos de la vertiente neoliberal de Menem), entre los cuales los mayores eran el Comando de Organización , la Guardia de Hierro (que a pesar del nombre no tenía demasiado que ver con la organización de Codreanu), y la C.N.U., Concentración Nacional Universitaria, del citado C. Disandro, eran frecuentes hacia los años postreros del líder, y a su muerte su viuda Isabel, cercana a la ortodoxia, heredó la compleja situación que pareció incontrolable sin el carisma de su esposo junto a problemas varios en el frente económico-social, y es entonces que se producirá el golpe de estado del Proceso de Reorganización Nacional, que con el fin de restaurar el orden y combatir el terror de ultraizquierda (que estaba haciendo estragos, sin duda, y combatirlo era guerra justa), terminará volviendo a imponer un liberalismo extranjerizante con algunas de las mismas características de las que hablábamos al comienzo y que se dieron también en el 55.
Como conclusión dejo mi opinión personal: el peronismo original, la “ortodoxia”, que era seguramente el que Perón nunca abandonó aunque lo “camufló” por razones estratégicas (ante los años de avance del globalismo y la plutocracia liberal-socialista, alguien que buscara “soberanía política, independencia económica y justicia social” que eran las banderas esenciales de su movimiento, se las vería en figurillas) tiene aspectos con los que los que nos consideramos nacionalcatólicos podemos identificarnos en gran medida –y de hecho el peronismo del 45 fue apoyado por la mayoría de los intelectuales ligados al catolicismo-. Pero el carácter de “movimiento abierto” y la estrategia “pendular” de Perón (“Los hay ortodoxos, los hay heterodoxos. Los hay combativos, los hay contemplativos. Pero todos trabajan.” Perón dixit) generó un juego peligroso que terminó difuminando ese perfil originario que tenías tales aspectos valiosos, al punto que analistas de la propia ortodoxia calculan hoy que ésta no deber ser mayor al 5 % del peronismo actual. Magro presente para un movimiento que había comenzado prometedoramente.