El otro día tomando unas cañas tuve una jugosa conversación con Teutates sobre el escaso espíritu emprendedor de los jóvenes castellanos.
Antes de seguir, aclaro que no pretendo generalizar con mis afirmaciones, pues por supuesto que en Castilla habrá de todo. Solo voy a hablar de la sensación que yo tengo, de mi experiencia y de lo que yo veo en mi entorno y entre mis conocidos.
Creo que es verdad que un defecto castellano es la nula iniciativa empresarial y la mentalidad excesivamente conservadora en lo que a dinero se refiere. Reconozco además que en mi caso doy este perfil al pie de la letra.
Mientras que en el norte de España y en Madrid muchos jóvenes asocian el tener una empresa propia con una mente abierta y activa, con horizontes de prosperidad y con independencia personal (ser tu propio jefe), me atrevería a decir que en mi tierra el mundo de los negocios se mira con no poca desconfianza y a veces hasta con desprecio.
Voy a intentar resumir los motivos por los que pienso que en Castilla existe poco afán de aventura empresarial:
1.- Valoramos la estabilidad y la seguridad económicas más que nadie. No nos gusta arriesgar ni una peseta y preferimos lo seguro pero escaso a las riquezas con riesgo. La filosofía ahorrativa castellana tiene sus orígenes en la actividad agrícola, antaño predominante por estos lares, que obligaba a guardar lo máximo posible por si el mal tiempo malograba las cosechas.
2.- Somos muy poco ambiciosos y soñadores. Nos conformamos con un sueldo que nos permita vivir dignamente y tener cuatro caprichos.
3.- No “nos salen las cuentas” de montar un negocio. Creemos que muy poca gente que lo hace se enriquece; más bien se obtienen unas ganancias equivalentes a un sueldo y eso en el mejor de los casos, por no hablar de las muchas empresas que quiebran en sus primeros años de vida. Encima hay que trabajar el doble que en cualquier puesto por cuenta ajena y sufrir graves preocupaciones. Es mejor aguantar a un jefe duro que a mil clientes, proveedores, bancos, etc.
Aquí voy a meter una frase genial de Embajador en el Infierno, que es empresario: “El pelotazo no existe; antes hay que sangrar por el ojete”. Y en Castilla nos gusta poco sangrar por el ojete “pa ná”.
4.- Valoramos muchísimo nuestro tiempo libre y nuestro ocio, y no nos gusta nada mezclar lo profesional con lo familiar. Por eso de los negocios nos echa para atrás la perspectiva de no separar unas cosas de otras, de no poder desconectar al salir del trabajo como sí puede hacerse trabajando para terceros.
5.- Muchas veces en mi Región quien monta un chiringuito de lo que sea lo hace porque no encuentra acomodo en el mercado laboral, es decir que muchísimos autónomos castellanos lo son porque no les queda más narices y si hubieran encontrado trabajo por cuenta ajena jamás se habrían planteado abrir una empresa. Por tanto, se tiene la idea de que la mayoría de empresarios en el fondo son unos fracasados o unos pringados.
6.- Aquí no hay tradición empresarial. En otras zonas es muy típico seguir con el negocio familiar, pero aquí los jóvenes no tienen modelos en sus familias.
7.- Influye en nuestra forma de ver las cosas el tener muy cerca una capital como Madrid, que absorbe bastante mano de obra de nuestra Comunidad Autónoma, desincentivando el autoempleo. Además contamos con una Administración regional de dimensiones grotescas, y no solo por el volumen de la oferta de empleo público (antes muy alto), sino porque entre empresas y fundaciones públicas, contratas, externalizaciones y subvenciones de todo tipo a programas de empresas, al final quien más y quien menos logra meter la cabeza en algún tinglado financiado por la Junta. Hay muchos “funcionarios indirectos”.
Antes de seguir, aclaro que no pretendo generalizar con mis afirmaciones, pues por supuesto que en Castilla habrá de todo. Solo voy a hablar de la sensación que yo tengo, de mi experiencia y de lo que yo veo en mi entorno y entre mis conocidos.
Creo que es verdad que un defecto castellano es la nula iniciativa empresarial y la mentalidad excesivamente conservadora en lo que a dinero se refiere. Reconozco además que en mi caso doy este perfil al pie de la letra.
Mientras que en el norte de España y en Madrid muchos jóvenes asocian el tener una empresa propia con una mente abierta y activa, con horizontes de prosperidad y con independencia personal (ser tu propio jefe), me atrevería a decir que en mi tierra el mundo de los negocios se mira con no poca desconfianza y a veces hasta con desprecio.
Voy a intentar resumir los motivos por los que pienso que en Castilla existe poco afán de aventura empresarial:
1.- Valoramos la estabilidad y la seguridad económicas más que nadie. No nos gusta arriesgar ni una peseta y preferimos lo seguro pero escaso a las riquezas con riesgo. La filosofía ahorrativa castellana tiene sus orígenes en la actividad agrícola, antaño predominante por estos lares, que obligaba a guardar lo máximo posible por si el mal tiempo malograba las cosechas.
2.- Somos muy poco ambiciosos y soñadores. Nos conformamos con un sueldo que nos permita vivir dignamente y tener cuatro caprichos.
3.- No “nos salen las cuentas” de montar un negocio. Creemos que muy poca gente que lo hace se enriquece; más bien se obtienen unas ganancias equivalentes a un sueldo y eso en el mejor de los casos, por no hablar de las muchas empresas que quiebran en sus primeros años de vida. Encima hay que trabajar el doble que en cualquier puesto por cuenta ajena y sufrir graves preocupaciones. Es mejor aguantar a un jefe duro que a mil clientes, proveedores, bancos, etc.
Aquí voy a meter una frase genial de Embajador en el Infierno, que es empresario: “El pelotazo no existe; antes hay que sangrar por el ojete”. Y en Castilla nos gusta poco sangrar por el ojete “pa ná”.
4.- Valoramos muchísimo nuestro tiempo libre y nuestro ocio, y no nos gusta nada mezclar lo profesional con lo familiar. Por eso de los negocios nos echa para atrás la perspectiva de no separar unas cosas de otras, de no poder desconectar al salir del trabajo como sí puede hacerse trabajando para terceros.
5.- Muchas veces en mi Región quien monta un chiringuito de lo que sea lo hace porque no encuentra acomodo en el mercado laboral, es decir que muchísimos autónomos castellanos lo son porque no les queda más narices y si hubieran encontrado trabajo por cuenta ajena jamás se habrían planteado abrir una empresa. Por tanto, se tiene la idea de que la mayoría de empresarios en el fondo son unos fracasados o unos pringados.
6.- Aquí no hay tradición empresarial. En otras zonas es muy típico seguir con el negocio familiar, pero aquí los jóvenes no tienen modelos en sus familias.
7.- Influye en nuestra forma de ver las cosas el tener muy cerca una capital como Madrid, que absorbe bastante mano de obra de nuestra Comunidad Autónoma, desincentivando el autoempleo. Además contamos con una Administración regional de dimensiones grotescas, y no solo por el volumen de la oferta de empleo público (antes muy alto), sino porque entre empresas y fundaciones públicas, contratas, externalizaciones y subvenciones de todo tipo a programas de empresas, al final quien más y quien menos logra meter la cabeza en algún tinglado financiado por la Junta. Hay muchos “funcionarios indirectos”.
8.- En nuestra Comunidad las Administraciones no incentivan la iniciativa de los jóvenes empresarios como en Madrid o en Cataluña.