El héroe Gabriel D'Annunzio |
Tras la Conferencia de Paz de París, que puso fin a la Primera Guerra Mundial, el malestar fue cada día más palpable entre el pueblo italiano, que se sentía defraudado, por una parte, por los escasos frutos territoriales que había reportado a Italia su victoria frente al Imperio Austrohúngaro y, por otra, por la actitud perruna y pusilánime del gobierno liberal del país frente a la recién creada Sociedad de Naciones.
Una de las mayores decepciones para numerosos sectores de la sociedad itálica la constituía la ciudad de Fiume (actual Rijeka, en Croacia), perteneciente al Imperio antes de la guerra, y que ahora la Sociedad de Naciones pretendía convertir en estado independiente, incluso en la propia sede de este organismo internacional, desoyendo las reivindicaciones históricas que sobre este territorio de 30 kilómetros cuadrados, 36.000 habitantes y comunicado con la Península, sostenían tanto Italia (6 de cada 10 residentes se sentían italianos) como la futura Yugoslavia. Voces patrióticas de conservadores, de sindicalistas, de artistas, de seguidores del futurismo, y del aún embrionario Partido Fascista se alzaban cada vez con más vigor reclamando los derechos de Italia sobre esta localidad adriática. Entre ellos, el más entusiasta era sin duda Gabriele D’Annunzio, el aclamado héroe de la Gran Guerra, el poeta y novelista más famoso de Italia, el mujeriego empedernido y amante de las tecnologías más punteras (sobre todo la aviación), que no hacía más que meter el dedo en el ojo al Gobierno de Víctor Manuel Orlando.
Una de las mayores decepciones para numerosos sectores de la sociedad itálica la constituía la ciudad de Fiume (actual Rijeka, en Croacia), perteneciente al Imperio antes de la guerra, y que ahora la Sociedad de Naciones pretendía convertir en estado independiente, incluso en la propia sede de este organismo internacional, desoyendo las reivindicaciones históricas que sobre este territorio de 30 kilómetros cuadrados, 36.000 habitantes y comunicado con la Península, sostenían tanto Italia (6 de cada 10 residentes se sentían italianos) como la futura Yugoslavia. Voces patrióticas de conservadores, de sindicalistas, de artistas, de seguidores del futurismo, y del aún embrionario Partido Fascista se alzaban cada vez con más vigor reclamando los derechos de Italia sobre esta localidad adriática. Entre ellos, el más entusiasta era sin duda Gabriele D’Annunzio, el aclamado héroe de la Gran Guerra, el poeta y novelista más famoso de Italia, el mujeriego empedernido y amante de las tecnologías más punteras (sobre todo la aviación), que no hacía más que meter el dedo en el ojo al Gobierno de Víctor Manuel Orlando.
La chispa estalló cuando, a la vista de los continuos conflictos entre la población local pro italiana y la pro yugoslava, la antecesora de la ONU mandó a Fiume tropas estadounidenses, británicas y francesas para controlar la situación, mientras, paralelamente, el Gobierno italiano destacaba varias unidades militares a las puertas de la ciudad. Pero nadie contaba con el ardoroso D’Annunzio, que tras reunir a 300 veteranos de los cuerpos de élite (los arditi), y al grito de “¡Fiume o muerte!” se lanzó a la aventura de conquistar la plaza. Cuando llegó a la zona contaba ya con 2.000 valerosos voluntarios a los que se unieron, en un noble gesto patriótico, todos los militares italianos que se econtraban allí concentrados a la espera de órdenes gubernamentales. Inmediatamente, el ejército aliado puso pies en polvorosa ante el avance decidido de los héroes de D’Annunzio.
Sin embargo, el melindroso gobierno demoliberal que padecía Italia sudó la gota gorda con la noticia de la ocupación y se negó cobardemente a reconocerla para evitar un conflicto internacional. Por ello el inolvidable poeta tuvo que fundar un estado independiente con un original régimen político que bautizaría con el nombre de Regencia Italiana de Carnaro. En su gobierno, que duró 15 meses, participarían sindicalistas, anarcosindicalistas, republicanos, antiguos socialistas y, naturalmente, camisas negras del partido recién fundado por Benito Mussolini. Se aprobó una carta constitucional verdaderamente lírica, un ejemplo de poesía que promete, que consagraba un estado antiliberal y profundamente revolucionario, basado en el verticalismo político, en el autoritarismo, en la figura del líder (el propio Gabriele), en el sindicalismo orgánico y en los valores estéticos y artísticos, dando un valor preponderante a la música.
Sin embargo, el melindroso gobierno demoliberal que padecía Italia sudó la gota gorda con la noticia de la ocupación y se negó cobardemente a reconocerla para evitar un conflicto internacional. Por ello el inolvidable poeta tuvo que fundar un estado independiente con un original régimen político que bautizaría con el nombre de Regencia Italiana de Carnaro. En su gobierno, que duró 15 meses, participarían sindicalistas, anarcosindicalistas, republicanos, antiguos socialistas y, naturalmente, camisas negras del partido recién fundado por Benito Mussolini. Se aprobó una carta constitucional verdaderamente lírica, un ejemplo de poesía que promete, que consagraba un estado antiliberal y profundamente revolucionario, basado en el verticalismo político, en el autoritarismo, en la figura del líder (el propio Gabriele), en el sindicalismo orgánico y en los valores estéticos y artísticos, dando un valor preponderante a la música.
Valerosos arditi ocupando Fiume |
El régimen se basaba en la existencia de dos cámaras: el llamado Consejo de los Mejores, con funciones de orientación ideológica, y un Consejo de las Corporaciones, en el que estaban representados, al estilo de los gremios medievales, nueve sectores económicos y profesionales, y uno adicional que reunía a los individuos de especial valía, como héroes, poetas o artistas.
Ni que decir tiene que en el régimen de Carnaro tenían una vital importancia los símbolos, los desfiles, los discursos multitudinarios, el lenguaje poético y patriótico, y la uniformidad mediante el uso de la camisa negra. Es además el primer caso que se conoce del uso del aceite de ricino como simpático correctivo para los adversarios.
Ni que decir tiene que en el régimen de Carnaro tenían una vital importancia los símbolos, los desfiles, los discursos multitudinarios, el lenguaje poético y patriótico, y la uniformidad mediante el uso de la camisa negra. Es además el primer caso que se conoce del uso del aceite de ricino como simpático correctivo para los adversarios.
La aventura D’Annunziana duró muy poco, pues muy pronto la Regencia de Carnaro declararía la guerra a Italia por haber pactado con los yugoslavos la fundación de un estado independiente en la ciudad de Fiume. En la Navidad de 1920, los 3.000 hombres del mítico soldado y poeta se rendían ante 20.000 soldados de la Península, pero el ejemplo de su hazaña y de su singular construcción política (que muchos han llamado protofascismo) sirvió de acicate y de ejemplo a muchos patriotas italianos, y, en especial, al futuro Duce, que lo emuló en no pocos aspectos, aunque sin alcanzar su genialidad ni su genuino sentido social y revolucionario. Mussolini fue un imitador mediocre y muy poco audaz de las avanzadas ideas de Gabriel D’Annunzio y del régimen de Carnaro, al sucumbir en la práctica, en buena medida, a los intereses de la derecha más conservadora, pero eso sí, la Italia fascista no se cansó de rendir honores oficiales al escritor decadentista, llegando el Duce a afirmar en su funeral: “Puedes estar seguro de que Italia llegará a la cumbre que soñaste”. Claro que después, en privado, iba diciendo que “cuando tienes un diente podrido se te abren dos posibilidades: arrancas el diente o lo rellenas con oro”, en clara referencia a las dignidades y consideraciones públicas que tenía con él para evitar que interviniera en la política y le hiciera sombra.
Esto me suena demasiado a la actitud de Franco con José Antonio Primo de Rivera, solo que este último ya estaba muerto y el peligro para el franquismo lo representaba en realidad la auténtica doctrina joseantoniana y sus seguidores más fieles, a los que se consideró necesario “rellenar de oro” para evitar el avance de la "caries" falangista.
NOTA: La ciudad de Fiume sería ocupada en 1922 por Benito Mussolini y formaría parte de Italia hasta el final de la II Guerra Mundial.
Esto me suena demasiado a la actitud de Franco con José Antonio Primo de Rivera, solo que este último ya estaba muerto y el peligro para el franquismo lo representaba en realidad la auténtica doctrina joseantoniana y sus seguidores más fieles, a los que se consideró necesario “rellenar de oro” para evitar el avance de la "caries" falangista.
NOTA: La ciudad de Fiume sería ocupada en 1922 por Benito Mussolini y formaría parte de Italia hasta el final de la II Guerra Mundial.
8 comentarios:
Buen post, Sr. Neri. Me gusta leer tus crónicas históricas.Son amenas y pedagógicas a más no poder.
Quizás lo que ocurre es que al final los que rellenan el diente de oro son los mismos.
(grandísma frase la de donBenito).
Yo creo que el Régimen de Franco estuvo sustentado por terratenientes, conservadores, Iglesia y banqueros.
Puede ser que los movimientos sociales de extrema derecha acabaron siendo utilizados, renunciando estos a sus políticas socio-económicas a cambio de preservar las buenas costumbres y la religión?.
No será que toda la vida os la han metido doblada?. Pregunto.
Pues algún día habrá que intentar algo parecido con Gibraltar.
No sé cómo les sentará el aceite de ricino a los monos.
Se le puede ir pidiendo a Pérez Reverte que vaya redactando la futura constitución.
No tenía ni idea sobre la ciudad de Fiume y su historia, me alegro mucho que la haya contado, es un caso excelente. Yo me pregunto varias cosas. En primer lugar, la intención última de D'Annunzio era anexionar la ciudad a Italia, como así ocurrió después de la efímera experiencia como ciudad independiente, pero si la población contaba con un 40% de croatas, no es una cuestión nada fácil. Supongo que los croatas eran los clientes del aceite de ricino. ¿Qué hacer con los croatas? ¿Echarlos a su país? ¿italianizarlos quieran o no? Croacia formaba parte del imperio multinacional austro-húngaro, y los croatas estaban acostumbrados desde siglos a convivir con otras naciones del imperio, ¿porqué debían aceptar así sin más largarse a otro sitio o convertirse en italianos? Italia es un estado nacional, no un imperio como Austria-Hungría. En Italia solo hay italianos, en el imperio había de todo.
He mirado un poco como acaba la historia (en la Wiki, lo admito), y al acabar la GMII, Fiume fué anexionado a Yugoeslavia, la población italiana desplazada a la península, y repoblado por croatas. Un lamentable final para una interesante ciudad multinacional, pero coherente con la historia de las décadas anteriores.
Una entrada muy aleccionadora, tiene usted grandes conocimientos de Historia no oficial, es decir de la verdadera. Le felicito ¡gracias!
Por ejemplo, abundo en su tesis de que cualquier parecido entre el franquismo y la doctrina de José Antonio fue mera coincidencia.
Un día me gustaría que diera la auténtica versión del rumor de que Franco desdeñó una oferta de intercambio con el fundador de Falange, encarcelado en Alicante y condenado a muerte.
Personalmente me interesaría muchísimo, a ver si coincide con otras que me han contado o he leído.
Un cordial saludo
Asun
Muy interesante, sí señor. Es desagradable comprobar cómo los adalides ideológicos de los sistemas políticos que triunfaron en el siglo XX nos hurtan el conocimiento de otros posibles sistemas de gobierno. Hay que leer más, y divulgar. Gracias
Excelente entrada e interesante tema. El periodo de entre guerras siempre lo ha sido, pero es poco conocido, supongo que porque quedo oscurecido por los hechos que le sucedieron.
Precisamente Molinos en uno de sus últimos post hablaba de esta época en Alemania (la república de Weimar, la hiperinflación, el nacimiento del nacismo,...), y muchos lectores manifestaban desconocerlo.
Gracias a todos, me alegra que les haya gustado.
Último de Filipinas, Gibraltar sería una de tantas...
Zorro, se nos ha levantado usted muy tercerviísta. :-)
Asun, los intentos de rescate de José Antonio es un buen tema que me apunto para un próximo post.
Alco, el problema de los territorios de Dalmacia, que quedaron fuera de la unificación italiana, es bastante complejo, pero aun así pienso que Italia es la nación con mayor legitimidad histórica sobre Fiume. Venecia ha tenido una fuerte influencia social, política, cultural y económica sobre este antiguo enclave bizantino desde los albores del siglo IX. Por otra parte, cuando pasó a formar parte del imperio Austrohúngaro, Austria se empeñó en machacar la lengua y la cultura italianas en Fiume en favor de los eslavos. Aun así, una gran mayoría de la población deseaba la incorporación a Italia, tal como quedó claro en el plebiscito celebrado en la ciudad antes de la ocupación de D'Annunzio y cuyo resultado el Presidente Wilson se pasó por el forro y siguió con su plan de crear un estado libre porque no le interesaba nada la influencia italiana en el Adriático.
Y además, teniendo en cuenta que el derecho internacional es una fanfarria y lo que les hicieron los aliados después de la IIGM a los italianos nacidos en Fiume, a mí me parece muy bien que el poeta y general tomara la plaza. Aparte de los argumentos históricos, digo yo que habrá que dejar un espacio para que la Historia premie a los más inteligentes, audaces y decididos, ¿no?
Por cierto, en la zona había,en aquella época, además de italianos y eslavos (croatas y serbios), musulmanes herederos del Imperio Otomano, creo recordar que alemanes e incluso judíos. Algo me dice que estos últimos también degustaron a menudo el aceite de ricino. Pobres.
En general, fueron reprimidos por D'Annunzio los partidarios de la incorporación a Yugoslavia y los que querían formar un estado independiente.
Creo que es compatible una Fiume italiana con el respeto a las minorías culturales y lingüísticas, lo que puede justificar incluso un régimen jurídico especial para la ciudad.
Muy interesantes las últimas aclaraciones sobre Fiume, Sr Neri. En efecto, una mayoría de ciudadanos de nacionalidad y sentimiento italiano hacen lógica la incorporación a Italia, más si ellos mismos lo pidieron en referendum. Y también muy acertada su matización en el último párrafo, aunque si el 40% no eran croatas, sino una macedonia de etnias y culturas es francamente difícil de materializar. Otra cosa es si la minoría es básicamente croata.
El final de la presencia italiana de siglos en Fiume fué realmente lamentable, aunque es asimilable a los brutales movimientos de población al final de la guerra: alemanes en Chequia, Rumanía, Hungría, Polonia, desplazados a la nueva Alemania después de siglos instalados fuera, polacos fuera de Ucrania, etc... hasta llegar a la última consecuencia, las guerras en la antigua Yugoeslavia y nuevos reacomodamientos de población en los nuevos estados. Muy lamentable, y que espero que se haya tomado nota en Europa: no más guerras civiles europeas. La próxima guerra global será seguramente contra el Islam, y hará falta un esfuerzo coordinado, Europa está en primera línea, (y nosotros en la primera línea de la primera línea).
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