martes, 30 de agosto de 2011

SIN COMENTARIOS

Qué duda cabe que las ediciones digitales de los periódicos son un avance importantísimo que nos permite el acceso inmediato a la información más reciente. Para mí que los diarios en papel tienen los días contados y no me extraña.

Sin embargo yo veo que la prensa en Internet adolece de un defecto (perfectamente subsanable) que le resta mucha seriedad y credibilidad, y, aparte, puede acarrear graves injusticias. Estoy refiriéndome a la posibilidad que existe en casi todos estos periódicos-web de que las noticias sean comentadas por los lectores.

Evidentemente los foros, chats, blogs y otros aplicativos de participación e interacción entre internautas me parecen herramientas muy valiosas en los contextos adecuados, pero en ningún caso en el ámbito del periodismo supuestamente objetivo, riguroso y veraz. Estos instrumentos, que permiten publicar anónimamente lo que a cada uno le viene en gana, son muy chachis en una página de amiguetes, en un foro de opinión, en un portal de ligoteo o en La pluma viperina, donde reina la subjetividad y hasta el cachondeo, pero me revienta que una noticia de prensa supuestamente seria y dirigida a millones de lectores en busca de información fiable, pueda ser criticada, glosada, comentada o matizada, con idéntico nivel de difusión, por el primer indocumentado sin nombre ni apellidos al que le apetezca soltar bien una chorrada o bien una falsedad interesada que pueda perjudicar impunemente el buen nombre de personas o instituciones.

Cuando lees una noticia del periódico en Internet y después despliegas y ojeas los comentarios de la gente, la información se te termina mezclando y al rato seguro que no tienes claro lo que era contenido periodístico y lo que había explicado abajo un mangarrián cualquiera, que además, por el tono y el estilo de redacción, no parecía ni mucho menos un mangarrián, sino un tipo informado y consecuente. Y luego, claro, vas diciendo: he leído tal cosa en El Mundo, cuando en realidad has leído la última paranoia de un zumbado que más o menos se explica bien.

Este efecto perverso de los comentarios es muy distinto según el tipo de medio y de noticia. A mí personalmente me suele parecer más peligroso por ejemplo en la sección de local que en la de política nacional, ya que las noticias de la primera son mucho más concretas y abordan cuestiones ciudadanas, vecinales y domésticas cuyos protagonistas pueden verse muy perjudicados por las opiniones anónimas maliciosas, mientras que en un editorial sobre la última reforma laboral de Zapatero es complicado que alguien salga dañado por las mentiras o acusaciones de un comentarista cabroncete amparado por el anonimato.

Con ejemplos seguro que se entiende mejor.
Supongamos que un día sale en el periódico de mi ciudad un mini-reportaje sobre una sanción que le ha caído a un determinado bar por incumplir la Ley de tabaco, y como a mí el dueño me cae como una patada o es enemigo mío por la razón que sea, me pongo a comentar con varios nicks (basta poner un email falso en el formulario) que es una cafetería muy bonita y tal, pero que está un poco sucia, que el café no es muy bueno y que una vez me pusieron un pincho de tortilla en mal estado. Y así, cuatro o cinco intervenciones falsas con testimonios aparentemente ponderados pero demoledores. ¿Cuál es el resultado? Pues que cuando cinco mil lectores charlen ese día con sus amigos sobre la noticia, siempre habrá alguien que diga: “pues decían que el sitio era un poco marrano, oye”, con las injustas consecuencias que ello supone para el dueño del local.

Pero la cosa puede ser aún más grave. Yo he visto noticias sobre fallecimientos de personajes conocidos de mi región donde una serie de canallas se han dedicado a difundir falsedades infamantes sobre la vida o la conducta del finado. Por supuesto sin insultar, porque entonces se censura, pero sí dando con el tonillo adecuado y bordeando la línea para que se mantenga el comentario y quede sembrada la duda sobre la honestidad de esta persona, provocando un gran sufrimiento a sus familiares o amigos.

Ya sabemos que todas estas conductas podrían denunciarse, investigarse la IP y patatín, patatán, pero está claro que esto nunca se hace, más que nada porque la frontera entre la opinión, la crítica y la infamia resulta demasiado difusa. En lo que se reacciona, si se puede reaccionar, el daño ya está hecho.

En resumen, un medio periodístico oficial, que debe responder siempre de la veracidad de sus fuentes, nunca debería habilitar esta opción de los comentarios que tanto se presta al abuso, al embuste y al perjuicio malintencionado de intereses y famas ajenas, sin riesgo alguno para sus autores. Si la prensa quiere ser respetada debe empezar respetándose a sí misma y a sus contenidos, evitando la tentación de poner foros para aumentar las visitas a sus webs.

domingo, 28 de agosto de 2011

SUPER 8


Preadolescentes frikis en pequeña localidad. Científicos locos. Un secreto que se esconde a los adultos. Extraterrestre espeluznante pero bonachón en el fondo. Un niño gordo y marginado, y otro guapete y angelical. Lacrimógenos conflictos generacionales. Historia de amor inocua entre la pareja de críos protagonistas. Extraños fenómenos y terror colectivo. Grandiosos efectos especiales. Aventuras infantiles al más puro estilo Enid Blyton

Spielberg, tío, te has lucido con Super 8, que es simplemente más de lo mismo, una película muy poco original. El producto es una mezcla recurrente entre E.T. (1982) y Los Goonies (1985), que, encima, aunque casi seguro se pensó para un público de todas las edades, se queda al final encallada en el género infantil.

Es una cinta para nostálgicos e incondicionales de Steven, muy bien ambientada a finales de los setenta y ya digo que con unos FX increíbles que, en mi opinión, es lo único que merece la pena ver en pantalla grande. Solo aconsejo ir a verla si se va con niños o a spielbergianos fanáticos, aunque estos últimos echarán en falta la aparición de media docena de judíos adorables bramando contra las injusticias cometidas con su Pueblo… Es lo único que le falta para ser una de Spielberg redonda.

Por cierto, lo mejor de la peli es el montaje completo de lo que ruedan los chavales, que sale en los créditos del final. Para troncharse.

sábado, 27 de agosto de 2011

SOSPECHOSOS

Ayer encontré este párrafo enjundioso en la novela Las hijas del frío (2005), de Camilla Läckberg:

"Ante todo, la tolerancia de los nuevos tiempos para con los homosexuales no parecía haber arraigado más allá de las grandes ciudades, con lo que le llegaron un montón de acusaciones contra hombres que resultaban sospechosos solo por su declarada homosexualidad. En la mayoría de los casos, los argumentos presentados eran de una simpleza ridícula. Bastaba con que un hombre tuviese una profesión tradicionalmente femenina para que alguien considerarse que, seguramente, sería "uno de esos pervertidos". Según la lógica aldeana, ese individuo podía ser acusado de cualquier cosa. Hasta el momento las llamadas recibidas implicaban a un peluquero local, al sustituto de una florista, a un maestro que había cometido el error garrafal de que le gustasen las camisas de color rosa y al fenómeno más sospechoso de todos: un hombre que era maestro de guardería."

Recordemos también el polémico post 80 cosas de maricones


jueves, 25 de agosto de 2011

CASTORES EN ESPAÑA

Cualquier persona con unos mínimos conocimientos sobre fauna ibérica probablemente estará muy seguro de que en España no hay castores y de que hoy en día las poblaciones europeas de este simpático roedor se sitúan al norte de los Pirineos, abundando sobre todo en Rusia y en los países nórdicos.

Lo que quizá no sepa todo el mundo es que el castor europeo (castor fiber) fue abundante en nuestros ríos (incluso en el Duero) hasta el siglo XVII, época en que los cazadores peleteros exterminaron la especie coincidiendo con el auge de las armas de fuego.

Pero lo que fijo no sospecha casi nadie es que en la actualidad todavía queda algún castor en nuestro país, concretamente en la cuenca del Ebro (ríos Ebro, Aragón y Cidacos), en las Comunidades de Aragón y de La Rioja.

En 2005 un prestigioso biólogo aseguró, ante la incredulidad general, haber descubierto en esta zona rastros “castoriles” (huellas, troncos roídos, toboganes, excrementos, etc). Poco después se confirmaba sin lugar a dudas que cerca de cien ejemplares vivían a lo largo de 60 kilómetros de río. El asombro de la comunidad zoológica fue mayúsculo.

En seguida se destapó el pastel. Por lo visto el grupo ecologista belga “País de los Castores” había soltado en 2003 dieciocho ejemplares criados en cautividad en Alemania. También cometieron una travesura semejante en la cuenca del Miño, pero los bichos que liberaron en Galicia no llegaron a prosperar.

A raíz de todo esto surgió un interesante debate entre las administraciones autonómicas implicadas y los colectivos ecologistas.
Las primeras defendían erradicar su presencia de la zona mediante técnicas de trampeo. Defendían exterminar o capturar a todos los castores con el argumento de que la especie había sido introducida de forma artificial y que cruzarse de brazos sentaría un precedente muy peligroso que daría pie a cualquier lunático a soltar por ahí vete tú a saber qué animales, destrozando hábitats como ya ha sucedido a veces con visones que se han soltado o se han escapado de granjas de cría. Además, las Comunidades aragonesa y riojana intentaron demostrar, no siempre con éxito, que los dentudos taladores ya estaban perjudicando seriamente algunas especies de árboles, tanto silvestres como frutales, y poniendo en peligro la pervivencia de la nutria en esos cauces. Los técnicos medioambientales argumentaron que si el cástor hubiera regresado espontáneamente cruzando los Pirineos habría sido una fantástica noticia, pero así no.

Por su parte, las asociaciones ecologistas, ilusionadas con el "retorno" del castor, se llevaron las manos la cabeza y acusaron a la Administración de cafre por pretender cargarse una especie severamente protegida en toda Europa.

El asunto terminó dilucidándose a mediados de 2007 cuando la Comisión Europea dictaminó que los castores del Ebro se encontraban fuera de su entorno natural y autorizó su total erradicación.

La polémica decisión no ha estado exenta de duras críticas por muy diferentes sectores, principalmente porque nunca se han llegado a acreditar con seriedad los daños causados y porque otras especies como el gamo y el muflón también han sido reintroducidas en la Península (en el primer caso por los romanos y en el segundo en los años cincuenta del pasado siglo) y no por ello se plantea nadie exterminarlas, máxime cuando se trata de hervívoros igual que el cástor, lo que no tiene las mismas consecuencias en los hábitats que si fueran aninales de presa.

El caso es qu
e a partir de 2007 los gobiernos regionales correspondientes se pusieron manos a la obra y empezaron a cazar a los graciosos animalillos a un ritmo lento y dificultoso. Fue algo así como atrapar gamusinos. Hace dos años solo habían sido capturados dos machos y una hembra en La Rioja, que fueron exhibidos en un centro de recuperación de fauna salvaje, y a estas alturas todavía no está nada claro cómo marcha la campaña de trampeo, ya que las administraciones mantienen un hermético sigilo por la cuenta que les trae. Lo que es seguro es que todavía quedan unos cuantos castorcillos construyendo sus faraónicas madrigueras en dos o tres ríos españoles.

¿Serán exterminados finalmente o volveremos a disfrutar de ellos como hace más de tres siglos?

Otras historias curiosas de animales en La pluma: ¿Se han extinguido los mamuts?

martes, 23 de agosto de 2011

¿PAREJAS ASEXUADAS?



Hoy voy a plantear varios interrogantes sobre un asunto que guarda mucha relación con el viejo dilema de si puede haber amistad entre un hombre y una mujer. En esta ocasión agradeceré especialmente las opiniones sinceras de los lectores y sus experiencias personales.

En mis viajes de vacaciones me he encontrado de vez en cuando, no demasiado a menudo, con parejas chico-chica que yo inicialmente pensé que eran novios pero que acabaron explicando que solamente eran amigos y que se habían juntado para hacer ese viaje. Recientemente he visto situaciones parecidas en mi entorno: un soltero y una soltera que oficialmente no “tienen nada” y cuyas edades rondan la treintena se van de puente o a viajar una semana ellos dos solos, contratando en teoría habitaciones separadas.

Si algún otro amigo con algo de confianza les hace algún comentario o bromita sobre las posibilidades de que la cosa termine en relación amorosa, ellos suelen subrayar muy serios, incluso airadamente, que solo son amigos y que no hay nada más, acusando al gracioso de retrógrado o de poco comprensivo con la amistad auténtica y desinteresada que puede unir a un hombre y a una mujer.

En los casos que yo conozco personalmente, y hasta donde conozco, los viajeros vuelven de su escapada sin estar liados e incluso repiten experiencia en más ocasiones sin que se sepa de avance sentimental o sexual alguno entre ellos. Solo sé de una chica que al final, según me cuentan, se acabó acostando con su compañero de periplo, que era un guapete y empedernido soltero, y sufrió mucho porque él no quería nada más. Pobre.

Sin entrar de momento en valoraciones de ninguna clase, lanzo al aire una serie de preguntas:

- ¿Es posible que realicen una actividad de tanto nivel de confianza como viajar juntos y solos durante días un hombre y una mujer que son amigos, y por lo tanto se caen muy bien, sin que pase nada, o sea manteniendo el corazón y/o el pajarito en sus respectivas jaulas?

- ¿Es comprensible que los conocidos, amigos o familiares de la “pareja” se pregunten con curiosidad, o incluso con malicia, si ha habido juegos de cama durante la excursión o si existen posibilidades de enamoramiento?

- ¿Puede influir en alguna medida en la decisión de viajar con un amigo soltero de distinto sexo la inexistencia de otros planes de vacaciones o la imposibilidad de otro tipo de compañía menos… sospechosa?

- ¿Consideráis imprescindible para que estos experimentos funcionen la nula atracción física entre ambos compañeros de viaje? Dicho más gráficamente: ¿puede un soltero en edad de merecer hacer un circuito por Francia durante ocho días con la compañera más maciza de su oficina, también single, sin que se produzca como mínimo un sufrimiento importante del muchacho?

- Si os apeteciera de verdad viajar con un amigo/a en esas condiciones, ¿os echarían para atrás las posibles opiniones ajenas, rumores o chirigotas? ¿Ocultaríais incluso a terceros la identidad de vuestro compañero/a por razones de discreción o para evitar suspicacias, como algún caso que yo conozco?

¡Muchas gracias!

domingo, 21 de agosto de 2011

LA BUENA EDUCACIÓN


A simple vista podríamos dar por bueno que las normas de educación únicamente están pensadas para hacer más agradable y respetuosa la convivencia entre las personas, pero si reflexionamos un poco caeremos en la cuenta de que estas reglas de buena crianza también son en el fondo instrumentos de control social y de domesticación diseñados por los poderosos para garantizar la docilidad de los más débiles.

No se me entienda mal. No estoy negando la importancia de la cortesía y de las buenas maneras, que considero muy deseables, ni defendiendo la grosería como pauta de conducta para ser más libres, pero tampoco creo que debamos ser esclavos de la amabilidad en todas las circunstancias como nos han enseñado durante siglos con intención evidente.

“Tú, mejor cállate”, “no seas respondón”, “a gritos no se arreglan las cosas”, “la violencia no lleva a ninguna parte”, “no te metas en líos”, “para qué has estudiado en un colegio de monjas” y, sobre todo, “no te pongas a su nivel” han sido las consignas que generación tras generación nos han grabado en el coco para que nuestro prurito de ser los más educados nos haga estar quietos y en silencio mientras los poderosos o los caraduras nos dan por saco.

Una cosa es tratar bien a nuestros semejantes y esforzarnos por ser amables y serviciales, y otra bien distinta tragarnos por sistema los pisotones y las ordinarieces de los demás solo por el orgullo mal entendido de quedar como tíos educadísimos, de demostrar que nos han criado bien y que “no estamos a su nivel”.
Porque está muy claro que en la libre competencia entre apabulladores y corderitos, entre groseros y pacientes, entre brutos y finolis y entre voceras y silenciosos, suelen, por desgracia, tener las de ganar los primeros, de modo que nuestras buenas maneras tendremos que dosificarlas e incluso limitarlas atendiendo a la situación o al personaje con el que nos toque lidiar en cada momento si no queremos ir por la vida como unos pardillos a los que roban continuamente la merienda.

Con determinada gente no hay más remedio que adoptar su propio estilo rudo para que puedan enterarse de la conversación y llegar a respetar nuestros derechos, intereses o puntos de vista, ya que hay por ahí sujetos que la buena educación, las sonrisas y las palabras corteses las interpretan invariablemente como signos de debilidad o como una vía libre para abusar o imponer su criterio. Vamos, que no está hecha la miel para la boca del asno, y con un tipo zafio, cínico, impositivo y vociferante lo que procede es ser más bestia que él, si cabe, hasta que se vaya coscando de que sus modos cafres no nos intimidan nada en la defensa de nuestros intereses. Y si él o cualquiera que esté delante piensa que vaya desperdicio de dinero en un colegio de curas, mejor.

Por supuesto esta actitud de rebajarnos a la basura debe ser siempre fruto de la premeditación y no de la ira, y estar perfectamente dosificada y bajo control. Igualmente solo debemos incurrir en estos excesos cuando sea imprescindible para la defensa de nuestras posturas, derechos e intereses de cualquier tipo, pues en caso contrario, es decir cuando se trata de conversaciones absurdas que no llevan a ninguna parte, es preferible evitar sofocos y pasar del pollo en cuestión, rehusando cualquier contacto con él y con los de su calaña.

Pero no solo está permitido conculcar los códigos de buena crianza con chusmilla vulgar que por su comportamiento diríamos que han sido educados por un porquero. También es lícito hacerlo, con toda la energía necesaria, con la otra chusmilla: con los finolis, con los exquisitos, con los pijitos poderosos y achulados que con guante de seda pretenden hacernos cuando se les antoja un doloroso tacto rectal. Con la excusa de su posición y con el barniz de sus buenas palabras, este tipo de señoritingos nos puede estar haciendo la cama de forma tan fina como contundente, así que tampoco hay que cortarse, y si es preciso ponerse brutos o faltones para que salgan de su letargo de superioridad y nos dejen de hacer la santísima, pues nos ponemos y punto.

Ah, y cuidado los varones con esa obligación, marcada al fuego en nuestros genes, de ser delicados con las damas a toda costa. Las cosas han cambiado muchísimo y quedaríamos completamente desprotegidos si bajáramos la guardia con las féminas solo por su condición. La caballerosidad y la galantería, amigos, solo con aquellas que lo merezcan. Ahora las fieras de la selva también pueden ser hembras y de tontos sería concederles la mínima ventaja por una gentileza mal entendida de la que ellas saben aprovecharse tan bien.

Ya en nuestra buena familia y en el colegio nos enseñaron cómo ser unos gentlemen y unas señoras, así que aprendamos en la calle o en el trabajo cómo se comportan los bandidos para entendernos bien con ellos en caso de necesidad.

jueves, 18 de agosto de 2011

JARABE DE PALO CONTRA ROJOS, ATEOS, LAICISTAS Y DEMÁS RALEA




La más enfermiza de las obsesiones de la progresía de este país es su anticlericalismo irracional y compulsivo, y la historia nos demuestra que el único tratamiento eficaz contra ella es el jarabe de palo, así, sin rodeos. Claro que lo cristiano es amar y perdonar al enemigo, pero también enseñar al que no sabe, a latigazos en el templo si es preciso. Claro que hay que poner la otra mejilla, pero después atizar con santa ira con fines educativos, por supuesto; por puro amor al prójimo.

La musiquilla de la democracia nos inculca las veinticuatro horas del día que todo debe ser debatido, votado, consensuado…, pero en temas como la visita del Papa, donde las críticas o, mejor dicho, las provocaciones blasfemas de la escoria llamada laica solo vienen del odio sectario y de la mala leche, no cabe otro argumento que el pimba, pimba de una cachava, sin miramientos ni canciones de Misa.

Como en España la juventud católica ha perdido todo espíritu cruzado y combativo, y se limita a canturrear, a bailarle sevillanas al Papa y a hacer el hortera mientras el rojerío, los Indignados y las cuadrillas de maricones se ciscan en lo más Sagrado en sus narices, al final, para su vergüenza, tienen que ser las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad los que repartan leña cuando los ateos se pasan de la raya y se ponen a jugar a quemaconventos de la Segunda República... 

Los simbólicos porrazos de ayer son una milésima parte de lo que se merecen estos cantamañanas que luego tanto predican la libertad y el respeto.

Rojos del demonio, a ver si tenéis cojones para atacar a Alá, a Mahoma y a los sarracenos que oprimen y condenan a la ignorancia y al fanatismo a millones de almas en todo el mundo. Ah, no, que esos os rebanan la yugular a la mínima broma, no como los amish blanditos de la J.M.J. , que se dan la mano en el Padrenuestro mientras escupís gratis sobre sus creencias más sagradas.

miércoles, 17 de agosto de 2011

OPERACIÓN B.S.O. (11): ARMAS DE MUJER


Hoy no sé por qué me ha dado por tatarear en el coche Let the river run, de Carly Simon, y me he acordado de esa película tan entretenida y tan ochentera que es Armas de mujer (Working girl) (1988), que obtuvo por ese tema el Oscar a la mejor canción.

A pesar de que la factura de este filme ya es un poco antigua, su argumento (los trepas en el mundo laboral) es de rabiosa actualidad y seguro que a más de uno en la oficina se nos vienen en muchos momentos a la cabeza los bellos coros y la poderosa voz de la Simon acompañando las tropelías de Katherine Parker (Sigourney Weaver) contra su eficiente secretaria (Melanie Griffith). Lo único que ha cambiado son los peinados de nuestras compañeras…

lunes, 15 de agosto de 2011

CLANES

No dudo de que uno de los mayores orgullos que puede tener una persona es haber sabido montar una empresa que dé comer a varias generaciones de su familia. Pero, por lo que yo he visto, las empresas familiares, sobre todo las de cierta envergadura, pueden traer consigo serios inconvenientes en algunos aspectos como las relaciones entre los miembros de la familia y su desarrollo personal y profesional.

Conozco un poco de todo. Tengo algún amigo que siempre ha trabajado con su padre o ha llegado a heredar el negocio y son gente muy madura, válida y profesional que se ha formado exhaustivamente para hacerse cargo del mismo. Pero también conozco a unos cuantos con acusado perfil de niño de papá, es decir que el hecho de tener asegurados los garbanzos, hiciera lo que hiciera, desde el día de su nacimiento ha influido negativamente en su educación, en su motivación para capacitarse y, a la larga, en las relaciones tanto con sus padres como con sus hermanos y primos.

Estos últimos casos responden a lo que yo llamo sagas o clanes familiares. Se trata normalmente de empresas a caballo entre pequeñas y medianas, que en un momento dado han generado muchísimos beneficios, permitiendo al dueño poner a dos o tres hijos a cortar el bacalao. El sarao suele producirse en la tercera generación, cuando todos los nietos del Gran Pitufo tienen aspiraciones de colocarse en el chiringuito, o, mejor dicho, las tienen sus papás o sus mamás, o sea las nueras del patriarca, que también trabajan en él. He visto verdaderas movidas, que saltan porque nadie quiere enterarse de que la tienda de ropa, la fábrica de neumáticos o el taller del abuelo ya no da para mantener a toda la tribu de jetas que pretenden subirse al carro solo por derecho sucesorio, como los reyes.

Pero yo me alegro de que no haya habido negocio en mi familia por más cosas.

El fuerte sentimiento de clan de estas familias me repele bastante. He notado en no pocas de ellas como la vida de hijos, hermanos, nueras, yernos y nietos gira intensamente, en una especie de extraña servidumbre, alrededor del súper patriarca, o sea de los abuelos dueños del negocio, en plan finca de Long Island de los Corleone, no sé si se me entiende. En el ambiente flota, de forma subliminal o no tan subliminal, quién reparte la pasta en la familia, y los allegados hacen una interesada piña alrededor del propietario de todo y de todos, al que nadie osa toser. Los nietos van a ver mucho más a ese abuelo que al otro. El Padrino que fundó el almacén del que hoy sale el sueldo de todos organiza y mangonea los temas de la oficina y los temas del hogar, de las vacaciones, de los niños, de los conflictos y de las comidas los días de fiesta.

Quizá estoy exagerando por lo mucho que yo valoro mi autonomía, pero mezclar las relaciones familiares con las profesionales y económicas no me parece demasiado sano. Trabajar para papá a mí me produciría la incómoda sensación de que mi salario en el fondo es como la propina que el viejo me daba a los dieciséis años, y no tendría claro si mi ascenso se debe a lo mucho que trabajo o a que he tenido otro crío y papi piensa en mis gastos. No me sentiría emancipado mientras él viviera. Si mi papel fuera el de yerno metido en ese berenjenal, me sentiría peor aún, aunque no sé si me libraría de ese ambiente por trabajar en otra cosa porque estos clanes son más absorbentes que la Spontex y a lo mejor te marginan si no estas en el círculo profesional de confianza.

No sé. Yo me siento muy orgulloso de haberme buscado las habichuelas a mi aire, de haberme tenido que quemar las cejas para conseguir un curro y de que mis pequeños logros profesionales se hayan debido a mi esfuerzo y a mi tesón, sin negar por supuesto el apoyo que siempre me han brindado mi familia, mis amigos y mis compañeros. Si con dieciocho años me dicen que al acabar la carrera me van a colocar mi padre y mi tío, a lo mejor ni la acabo, como les ha sucedido a varios conocidos míos, cuyo nivel de capacitación y de formación se ha visto muy limitado por la escasa motivación que supone tener el futuro asegurado.

Pero a veces creo que todas estas reflexiones son una prueba más de mi mentalidad de pobre y que lo cierto es que esta gente ha nacido de pie y ya quisieran muchos; que cuando se nace en una familia con pasta que te regala el puesto, el sueldo, el piso y la vida, para qué diablos sirven las carreras universitarias, la formación y las panzadas a estudiar. Va a ser que el esfuerzo es cosa de pobretones a los que no les queda más remedio que sudar la gota gorda para llenar el plato todos los días.

viernes, 12 de agosto de 2011

MERECIDA CONDENA A MUERTE

Aunque me hayan bajado el sueldo, sigo disfrutando de unos buenos periodos de vacaciones que, entre otras cosas, me mantienen bastante alejado de un blog que el señor Neri sigue manteniendo muy vivo y a salvo de mi pereza.

Además de disfrutar de las magníficas costas cántabras y dedicarme a actividades esnobistas como hacer rafting -con traje de neopreno y todo, como un perfecto y decadente burgués- en el nacimiento del Ebro o montar a caballo por la playa de Laredo, he aprovechado para visitar, una vez más, Mallorca.

Por motivos familiares, desde hace un par de años acudo a Palma cada cuatro o seis meses, aprovechando para conocer la ciudad y el resto de la isla. No tengo intención de hablar de las atracciones más conocidas -al margen de las veinteañeras teutonas- como el paseo marítimo, el Castillo del Bellver, el Palacio de la Almudaina, etc., pues podría dedicar un post completo a cada uno y aburrir, aún más, a los más que sufridos lectores de mis artículos.


En mis dos últimos viajes, por fin he podido acceder al recinto catedralicio, pues en intentonas anteriores lo encontré cerrado aunque acudí en las supuestas horas de visita. Tras acoquinar cuatro euros, pues ninguno de los carnés que me permiten acceder gratuitamente a muchos palacios y museos fue válido en este caso, recibes un minúsculo tríptico que supone la única información en español que se puede encontrar en todo el recinto.

Es cierto que merece la pena contemplar las vidrieras de un edificio que, no obstante, tiene más valor visto desde el exterior. Sin lugar a dudas, son mejores las magníficas catedrales góticas castellanas: Burgos, León, Segovia, Salamanca, Toledo y Palencia, cuyo templo catedralicio, La Bella Desconocida, puede presumir de ser el tercero mayor de España.

Por lo visto, el obispado de Palma debe de caracterizarse por estar plagado de cleriguchos separatistas y sectarios que prefieren que todas las indicaciones de las capillas laterales se encuentren escritas, únicamente, en mallorquín. Eso por no hablar de la visita al claustro de la Catedral que más bien es un patio de luces vecinal de los años treinta. Un lugar feo, angosto, poco cuidado, sucio, repleto de cacharros que no querrían ni los chatarreros: cartones viejos, latas vacías de aceite CEPSA, macetas mal cuidadas, viejos bancos carcomidos y oxidados...


Pero no es de extrañar, tras comprobar cómo el obispado aldeanista de Palma ha cuidado su patrimonio. A principios del siglo XX, Antonio Gaudí realizó en este templo una serie de reformas que, aunque me considero un gran admirador del arquitecto tarraconense, no pueden entenderse como excesivamente afortunadas.



Para rematarlas, hace unos pocos años encargaron a Miguel Barceló la remodelación de la capilla más importante de cualquier templo: la del Santísimo Sacramento. Y claro, el pinchauvas de turno, famoso también por destrozar a cambio de una millonada la Cúpula de los Derechos Humanos de la sede de la ONU en Ginebra, realizó una mierda propia de un sinvergüenza cuyo único mérito es, por lo visto, ser mallorquín.

Porque claro, lo principal fue que todo quedase en casa, en especial si el presupuesto rondó los cuatro millones de euros. Nada importa que arruine las vidrieras, llenándolas de chorretones negros que, junto a los monstruos que ha colocado en los muros de un templo gótico, recuerdan más a algún pasaje del Infierno de la Divina Comedia que a una supuesta alegoría del milagro de los panes y los peces. Además, ahora Su Ilustrísima estará bien cómoda junto al resto del Cabildo, reposando sus aldeanas posaderas en unos bancos de mármol mal rematados con unas almohadillas propias de un chalé veraniego de finales de los ochenta.

Y encima, los caraduras han tenido la desfachatez de colocar junto a los mal terminados murales una placa conmemorativa -sólo en mallorquín, por supuesto- celebrando la inauguración del esperpento por el obispo de turno y el todavía rey Juan Carlos.

No comprendo bien este dialecto del catalán, pero seguro que en las últimas líneas de la placa se daba a entender que sería un fascista aquel que pensara que la reforma era un bodrio y no viera al rey guapo, listo y elegante.

Personalmente, creo que los responsables eclesiásticos de este espantajo tendrían que enfrentarse con el Santo Oficio; que Barceló debería ser descuartizado en la playa; y que el Rey debería ser obsequiado con un largo crucero por Nueva Zelanda.

jueves, 11 de agosto de 2011

EN BUSCA DE "LA PASTORA"

No había leído nada de Alicia Giménez Bartlett, pero su novela Donde nadie te encuentre, premio Nadal de este año, me ha gustado tanto que he conseguido toda su obra y pienso dedicarla el tiempo que se merece. Estas vacaciones nadie se puede perder este pedazo de Novela con mayúsculas que ha irrumpido con fuerza en el pobre panorama literario español.

Giménez Bartlett ha conseguido mantenerme en vilo con una historia emocionante y humana sobre un tema fascinante: la famosa maquis hermafrodita Teresa Pla Meseguer, conocida también como Florencio o por sus apodos Teresot, la Pastora o Durruti, a la que se llegaron a atribuir en los años 50 casi treinta asesinatos (niños incluidos) en la comarca del Maestrazgo, entre las provincias de Castellón y Teruel.

En 1956, al filántropo doctor Lucien Nourissier, un prestigioso psiquiatra y profesor de La Sorbona especializado en mentes criminales, le llegan noticias sobre la sanguinaria bandolera y se decide a localizarla en el monte contratando los servicios del cínico periodista de investigación Carlos Infante, a fin de publicar un estudio sobre su “conducta patológica”. Pero encontrar a una “guerrillera” comunista en pleno franquismo, recorriendo pueblos y montañas del Maestrazgo, no es tarea nada fácil y los dos protagonistas, tan antagónicos, tendrán que enfrentarse a obstáculos muy diversos como el miedo de los lugareños (traducido en una inquebrantable ley de silencio) y la constante amenaza de la Guardia Civil, empeñada en abortar el proyecto por sospechoso.

La novela es brillante y se sustenta en tres sólidos pilares: un magnífico thriller policíaco que relata las investigaciones de Nourissier e Infante para localizar a la bandida; la difícil pero entrañable relación entre ambos durante su periplo de varios meses, y un acercamiento sensible y humano al personaje de la Pastora, del que al principio conocemos solo sus supuestos crímenes difundidos por la prensa de Franco en términos sensacionalistas y que, poco a poco, se nos va desvelando como un hombre (porque era un hombre) atormentado desde niño por las burlas sufridas a causa de su malformación y, en realidad, inocente de muchas de las fechorías que le imputan, y , si me apuras, hasta bondadoso y necesitado ante todo de un cariño que nunca recibió.

Los capítulos dedicados a las pesquisas de Carlos y Lucien se alternan con una autobiografía de la propia Teresot, inspirada por el ensayo La pastora, del monte al mito, de José Calvo Segarra. El relato de la vida de este maquis es lo mejor del libro y llega a emocionar de verdad.

La Pastora nació con unos genitales inidentificables, por lo que sus padres la inscribieron como niña para evitarle al menos el servicio militar. En un contexto rural de ignorancia y analfabetismo, Teresa, que se dedicó al pastoreo de ovejas desde niña y pasaba casi todo el día sola, fue objeto de toda clase de crueldades y abusos por parte de sus vecinos y de la Guardia Civil debido a su aspecto hombruno, haciendo solo amistad, al pasar tantas horas en las montañas, con los maquis de la llamada “Agrupación de Guerrilleros de Levante y Aragón”, con quienes terminó fugándose, ya vestida de hombre, en 1949, a pesar de ser apolítica. Desde ese año, la Pastora aprendió a leer y participó, en calidad de vigilante, en los numerosos sabotajes, robos, atracos y secuestros perpetrados por los bandoleros marxistas. En los pueblos de la comarca llegó a mitificarse al personaje dando pie a una leyenda que mezclaba su valor personal con su carácter despiadado e implacable, cuando lo cierto es que en los procesos que le hicieron en los años 60 no pudieron probarle ni un homicidio; por lo visto eran sus compañeros quienes ejecutaban a las víctimas.

El mérito más destacable de la autora es su prudente y equitativo acercamiento al fenómeno del maquis, algo a lo que no estamos en absoluto acostumbrados. Alicia Giménez no esconde los posibles episodios de brutalidad policial protagonizados por la Benemérita, pero tampoco es cobarde al hablar de los horribles crímenes de los presuntos “guerrilleros antifranquistas”, guiados en gran medida por la venganza personal.

Del maquis español, uno de mis temas históricos favoritos, podríamos hablar muy largo y tendido, pero puesto que el objetivo de la novela no es profundizar en este asunto, sino en la personalidad de un curioso personaje relacionado con estas partidas, tampoco yo entraré a hacer valoraciones más allá de recordar que, según la propia historiografía de izquierdas, estos sujetos llegaron a cometer en la postguerra 1.000 asesinatos y 850 secuestros en toda España (Isidro Cicero: Los que se echaron al monte), superando ampliamente a ETA, y eso que solo me refiero a un período de nueve años (1943-1952), obviando las salvajadas llevadas a cabo contra guardias, sacerdotes, antiguos enemigos políticos, mujeres y niños de corta edad entre 1939 y 1942.

La novelista aprovecha para resaltar, con excelente criterio, que los cuatro gatos que quedaban en el monte en los años 50 eran ya unos pobres desgraciados abandonados a su suerte por el PCE, cuyo único afán era sobrevivir o pasar a Francia, y cuyos delitos iban dirigidos tan solo a obtener dinero o comida, sin motivaciones políticas de ninguna clase. Unos simples bandoleros intentando escapar como alimañas.

martes, 9 de agosto de 2011

EL PAN BIMBO DE PUNSET


Yo ya venía maliciándome que era imposible que el progre de Eduardo Punset pudiera vivir únicamente de las tonterías que hace, dice y escribe, pero su reciente y absurda aparición en el spot publicitario del Pan Bimbo 100% Natural ha confirmado mi teoría. Sin duda este pseudo-filósofo amigo de LaSexta y de los Indignados necesita liquidez urgente, pues solo así se explica que se haya prestado a hacer un ridículo tan espantoso en este anuncio que seguro que todos conocéis pero que conviene repasar antes de seguir leyendo.

Este charlatán de feria ya no tiene edad para hacer el gilipollas y sus asesores de imagen parecen sus peores enemigos. Nada más verle en el anuncio me pregunté qué coños pintaba un supuesto político, supuesto escritor y supuesto intelectual promocionando el Bimbo. Me pareció disparatado. Pero analicemos con más detalle su gesta publicitaria porque no tiene desperdicio.

Punset, con 75 años, está muy mal conservado, con todo el arte de darle un jamacuco en cualquier momento. Parece el abuelo Cebolleta al que la nuera ha mandado a comprar el pan. El pobre anciano, con el paquete de Bimbo 100% Natural bajo el brazo, llama a la puerta y le abren tres treintañeras bastante buenorras que empiezan a hacerle fiestas y a agradecerle el obsequio. Todas las chorradas que va diciendo el Punset las pronuncia con un fuerte acento catalán intolerable en una cadena televisiva de ámbito nacional. A este en diez días le hacía yo hablar como si hubiera nacido en Burgos.

Entonces es cuando se sientan a comer y el amigo Eduard, con sus pintillas de viejo verde, mira de hito en hito a las tres chicas. Atención porque en un momento dado de la sobremesa una morenaza imponente le suelta con el ceño fruncido, como con dudas:

- ¡Pero se pondrá duro!

Y el catalino, en un arranque de sinceridad, responde con sonrisa picarona:

- ¡No! ¿Quieres pruebas?

Es un poco como una escena guarra de esas que LaSexta pone en horario infantil.

La verdad, no creo yo que a estas mozas les haga falta ninguna prueba pericial de que al filosofín, a sus años, no se le pone dura la rebanada, pero él, que es muy honrado, lo aclara de todas formas, no se le tiren al cuello.

Pero lo mejor del anuncio es justo en los últimos dos segundos. Por favor, subid el volumen y apreciaréis como al final el abuelete, seguramente gracias al doble horneado, sí reacciona ante las mujeronas que tiene delante y emite un gemidito más que elocuente, un sofocado ayyyyyy, que no deja ninguna duda de que el pan Bimbo se le ha endurecido un poco.

¡Punset, que eres un fiera!

Otro anuncio absurdo, con Loles León.

domingo, 7 de agosto de 2011

HISTORIAS DE ESPAÑA VIEJA (XVIII): LA LEGIÓN CÓNDOR Y LA REINA ISABEL

Por razones interesadas a veces se ha sobredimensionado la intervención de la Alemania nazi en nuestra Guerra Civil. Sobre todo la izquierda siempre ha cacareado que Franco venció gracias casi exclusivamente al apoyo de Mussolini y de Hitler, olvidando que estas fuerzas quedaron compensadas por la ayuda soviética y por las Brigadas Internacionales.

Por otra parte, la Operación Fuego Mágico, con la que Hitler mandó a los nacionales la Legión Cóndor, en la que combatieron en total unos 5.000 alemanes, no nos salió gratis precisamente, ya que hubo que pagar una millonaria factura. Tampoco debe olvidarse que los nazis actuaron en beneficio propio desde el primer momento, no solo por su interés político en evitar una alianza izquierdista entre Francia y España que hiciera peligrar sus estatus en el suroeste de Europa, sino también por la oportunidad de experimentar con sus armas (en especial con su emblemático avión Junker 52) antes de meterse en el fregado de la II Guerra Mundial, utilizando nuestro territorio como campo de pruebas, y por su deseo de expandir los negocios teutones en la Península Ibérica, como así sucedió a partir del 39.

Aparte del dinero que nos costó esta ayuda militar (que por supuesto hay que agradecer en su justa medida), otra de sus implicaciones fue la posterior intervención en Rusia de la División Azul, que se saldó con la vida de 5.000 valientes.

Pero lo que sin duda será difícil de olvidar es la anécdota tragicómica de la valoración de Hitler sobre la Legión Cóndor en agosto de 1942, recogida en su libro Conversaciones privadas. De todos es sabido que el Führer, a pesar de sus numerosas lecturas, no era un hombre muy culto, quizá por lo desordenado y a veces absurdo de las mismas, pero de todas formas España entera se quedó ojiplática con su "divertido" comentario, motivado por un discurso del Caudillo en el que, como de costumbre, se entroncaba la heroicidad de España en la gloriosa Cruzada del 36 con el espíritu de Isabel la Católica.

He aquí la joya:

Franco tiene que levantar un monumento a la gloria del Junker 52. A este avión es a quien tiene que agradecer su victoria la revolución española. Fue una suerte que nuestro avión pudiera volar directamente de Stuttgart a España. (…) Si en 1936 no hubiera decidido enviarle nuestro primer avión Junker, Franco nunca hubiera sobrevivido. Y ahora se atribuye su salvación a la Reina Isabel, ¡Isabel la Católica! ¡La mayor ramera de la historia, que fue condecorada por el Papa con la rosa de la virtud, más o menos en la época en que se crucificaba a nuestro Luis de Baviera a causa de Lola Montes!”.

Está visto que el súper ario no se enteraba ni de qué iba la vaina. ¿Es posible mayor palurdez que confundir a Isabel la Católica con la promiscua Isabel II?

viernes, 5 de agosto de 2011

SIN CAMISETA

El buen gusto no puede imponerse por ley ni por decreto, aunque a veces dan ganas de que así se haga. Lo que sí puede y debe vigilarse escrupulosamente es que los gustos subjetivos de cada uno sean respetuosos con los demás, que no es poco pedir.

En
el democrático verano ya estamos acostumbrados a una ola de horterismo en el vestir que no nos queda más remedio que aguantar estoicamente, callándonos a menudo nuestras opiniones más que nada para evitar úlceras de estómago. Pero hay una costumbre que últimamente se ve cada vez más y con la que soy incapaz de transigir: ir por la calle sin camiseta.

En las zonas costeras
del país uno ya hace de tripas corazón por puro agotamiento. Los autóctonos de las localidades playeras del Mediterráneo son de por sí bastante cutres y desenfadados en sus vestimentas, pero si a ello añadimos la relajación de hábitos de los turistas que acuden desde otras latitudes, nos sale un cóctel espeluznante de zafiedad y salchichez ante el que sería mejor ponerse una venda en los ojos. La frontera entre la playa, el paseo marítimo y las calles adyacentes siempre es difusa y la vigilancia nula, por lo que al final mucha gente va medio en pelotas por el casco urbano sin que podamos hacer nada para remediarlo.

¿Pero
en mi ciudad qué? Aquí no hay mar, ni playa ni turistas, pero siempre hay unos cuantos, afortunadamente no demasiados, que se saltan a la torera la regla elemental de urbanidad de vestirse para salir a la calle. En ellas, que en lo tocante a ropa, gozan de una flexibilidad casi ilimitada, ya es imposible distinguir entre tops, camisetas cortas o sujetadores de toda la vida, por no hablar de las bragas que se empeñan en llamar shorts y demás. Vamos, que se visten como las sale del... alma. Pero los hombres es distinto. Con ellos no hay duda: cuando se quitan la camisa, se quitan la camisa.Tras un período de observación más o menos informal, he concluido que entre los especímenes que van marcando pecho lobo por la ciudad, hay dos tipos muy diferenciados.

En uno englobaríamos al clásico macarrilla con pelo largo y rastas, de menos de 25 años y con un cuerpo más que aceptable que deambula por todo el centro desnudo de cintura para arriba para lucir sus musculitos y tatuajes, y de paso demostrar que hace lo que le da la gana.

El otro grupo
estaría integrado por jubilatas de barrio de 70 tacos o más, con torsos envejecidos, deformes y plagados de canas, que normalmente salen de esa guisa a pasear en solitario por zonas algo menos céntricas pero también pertenecientes al casco principal. Suelen rematar sus pintas incalificables con una gorrilla de propaganda de Fertilizantes Martínez o similar.

No
tengo ni idea de si el Ayuntamiento contempla en alguna de sus ordenanzas una sanción dirigida a corregir estas irrespetuosas conductas. Me suena que el alcalde hizo una declaración de intenciones hace poco cuando los niños comanches de la Huerta del Rey empezaron a remojarse en pelotas en las turísticas fuentes del complejo de la Plaza del Milenio. Pero el caso es que urge una solución, naturalmente represiva, que ponga en su sitio a esta gentuza.

No
me valen las excusas chorras habituales de que si el cuerpo es bonito, que si la libertad individual, que si soy un reprimido, que si educar en vez de prohibir… No quedan más cáscaras que dar leña, bien mediante una solución constitucional, consistente por ejemplo en cascar 1.200 euros de multa a cada gañán que salga luciendo pecho, o casi mejor mediante el sistema Al Neri, que sería coger al melenudo, raparle al cero y, ante la duda, hacerle pasar una noche en el calabozo, todo ello aparte de la sanción pecuniaria, por supuesto. Con los vejetes con complejo de Tarzán, bastaría el multazo y llevarles de la oreja hasta su casa voceándoles que se pusieran una camisa por el bien de España.

Si la
peña empieza quitándose la camiseta y nadie pía, mañana van a salir enseñando los cojones y a ver quién es el listo que les dice algo y con qué argumentos.

lunes, 1 de agosto de 2011

E-BOOKS


El otro día me regalaron un lector de e-books, concretamente el Kindle. A pesar de mis recelos iniciales hacia este tipo de cachivaches, llevaba tiempo queriendo probar uno porque había oído maravillas sobre la tinta electrónica y su gran similitud con el papel de un libro normal. Y así es en efecto; me he quedado alucinado porque la pantalla del Kindle se ve exactamente igual que la página de un libro. Puedes leer horas con él, que no se te cansa la vista; las hojas se pasan rapidísimo; la batería dura un montón y la verdad es que es más cómodo que leer un libro convencional, sobre todo esas novelas-tocho de mil páginas que se estilan ahora y que te dejan las muñecas hechas puré si lees en la cama.
Además he conseguido muchos libros electrónicos. Alguno en concreto lo llevaba buscando años y estaba descatalogado, pero gracias a este invento lo he tenido en unos segundos y lo he podido disfrutar. Me he fijado en que si los libros son algo raros o específicos (ensayo, historia o monografía) es complicado conseguirlos en versión digital, pero se pillan sin problema todos los de autores famosos de todos los tiempos o los best sellers de moda.

Lo que más me gusta del rollo de los e-books no es la pasta que me voy a ahorrar, ya que la mayoría de los libros me los regalan, sino el espacio del que voy a disponer en mi casa, porque como seas aficionado a la lectura, los libros (mis padres son el mejor ejemplo) se acaban comiendo cualquier vivienda por grande que sea. He intentado abducir a mi padre para regalarle el Kindle y cumplir así el sueño de mi madre de no acabar ahogada entre mamotretos, con el salón, la entrada y varias habitaciones convertidas en una suerte de biblioteca municipal, pero mi padre, aunque es un hombre de su tiempo que adora el ordenador, me ha dicho que me deje de mosergas y que donde esté un libraco que se pueda tocar, pasar la página con el dedo ensalivado y conservar como un tesoro único, que se quiten los formatos epub, fb2 y mobi, y el cacharro ese del demonio con sus teclitas asépticas y despersonalizadas. Pero es que mi padre, como buen coleccionista, es de los que muchas veces valoran más el continente que el contenido, y a mí me pasa justo al revés: lo que quiero es leerme la novela o el ensayo y santas pascuas.

Aunque debo reconocer que soy un renegado, porque no hace tanto que, sin llegar a los límites de mi padre, yo también defendía a capa y espada el encanto del libro tradicional. Pero es que no había visto una pantalla de tinta electrónica y no me hacía ni idea de lo que era.

De todo este asunto, mucho más que con las películas, me inquieta la repercusión del pirateo en la actividad editorial, en la evolución de la literatura y, en fin, de la cultura. Cuando se generalizó el uso de la fotocopiadora, sufrieron las editoriales de libros de texto, sobre todo universitarios, pues todo quisque se fotocopiaba los manuales de derecho o de economía para estudiar. La producción literaria se vio a salvo porque a nadie se le ocurría ir a una reprografía con la novela El Hereje, de Delibes. Además el pirateo de fotocopia fue muy fácil de atajar reprimiendo a unos establecimientos físicos bien localizados. Pero con la llegada de los e-books a Internet, el panorama ha cambiado radicalmente. Ahora los paganos serán los autores literarios o de ficción y además es imposible controlar a los piratas por mucha Ley Sinde que se gaste el Gobierno.

Asistimos, una vez más, a las convulsiones propias de la llegada arrolladora de la sociedad de la información a nuestras vidas. La conclusión es simple: a partir de ahora escribir novelas será menos rentable que antes, se pongan como se pongan.

Todavía el precio de los libros digitales es demasiado parecido al de los encuadernados como para no sucumbir a la tentación, y si las editoriales aún no han sufrido el mazazo en toda su intensidad es simplemente por el desfase generacional en las nuevas tecnologías y por la aún moderada expansión del los dispositivos de lectura electrónica. Dentro de cinco años, veremos.

Como handicap importante de los e-books está, al menos para mí, que cuando todo el mundo tenga el aparato, se me va a acabar una espléndida fuente de ideas para regalos. Con lo socorrido que ha sido siempre regalar un librito…