Sin embargo yo veo que la prensa en Internet adolece de un defecto (perfectamente subsanable) que le resta mucha seriedad y credibilidad, y, aparte, puede acarrear graves injusticias. Estoy refiriéndome a la posibilidad que existe en casi todos estos periódicos-web de que las noticias sean comentadas por los lectores.
Evidentemente los foros, chats, blogs y otros aplicativos de participación e interacción entre internautas me parecen herramientas muy valiosas en los contextos adecuados, pero en ningún caso en el ámbito del periodismo supuestamente objetivo, riguroso y veraz. Estos instrumentos, que permiten publicar anónimamente lo que a cada uno le viene en gana, son muy chachis en una página de amiguetes, en un foro de opinión, en un portal de ligoteo o en La pluma viperina, donde reina la subjetividad y hasta el cachondeo, pero me revienta que una noticia de prensa supuestamente seria y dirigida a millones de lectores en busca de información fiable, pueda ser criticada, glosada, comentada o matizada, con idéntico nivel de difusión, por el primer indocumentado sin nombre ni apellidos al que le apetezca soltar bien una chorrada o bien una falsedad interesada que pueda perjudicar impunemente el buen nombre de personas o instituciones.
Con ejemplos seguro que se entiende mejor. Supongamos que un día sale en el periódico de mi ciudad un mini-reportaje sobre una sanción que le ha caído a un determinado bar por incumplir la Ley de tabaco, y como a mí el dueño me cae como una patada o es enemigo mío por la razón que sea, me pongo a comentar con varios nicks (basta poner un email falso en el formulario) que es una cafetería muy bonita y tal, pero que está un poco sucia, que el café no es muy bueno y que una vez me pusieron un pincho de tortilla en mal estado. Y así, cuatro o cinco intervenciones falsas con testimonios aparentemente ponderados pero demoledores. ¿Cuál es el resultado? Pues que cuando cinco mil lectores charlen ese día con sus amigos sobre la noticia, siempre habrá alguien que diga: “pues decían que el sitio era un poco marrano, oye”, con las injustas consecuencias que ello supone para el dueño del local.
Pero la cosa puede ser aún más grave. Yo he visto noticias sobre fallecimientos de personajes conocidos de mi región donde una serie de canallas se han dedicado a difundir falsedades infamantes sobre la vida o la conducta del finado. Por supuesto sin insultar, porque entonces se censura, pero sí dando con el tonillo adecuado y bordeando la línea para que se mantenga el comentario y quede sembrada la duda sobre la honestidad de esta persona, provocando un gran sufrimiento a sus familiares o amigos.
En resumen, un medio periodístico oficial, que debe responder siempre de la veracidad de sus fuentes, nunca debería habilitar esta opción de los comentarios que tanto se presta al abuso, al embuste y al perjuicio malintencionado de intereses y famas ajenas, sin riesgo alguno para sus autores. Si la prensa quiere ser respetada debe empezar respetándose a sí misma y a sus contenidos, evitando la tentación de poner foros para aumentar las visitas a sus webs.