No obstante yo siempre hablo de cuatro límites en materia de inmigración:
1. Equilibrio poblacional. Si en un sitio no cabe más gente o no hay trabajo para más gente, no tiene sentido la llegada de inmigrantes.
2. Respeto a la dignidad humana. La llegada masiva a España de inmigrantes irregulares y sin contrato de trabajo previamente formalizado favorece el esclavismo de los extranjeros y empeora a la larga las condiciones laborales de los españoles, por no hablar del enriquecimiento injusto de unos cuantos empresarios hijos de puta.
3. Es necesario favorecer medidas otorgando prioridad a extranjeros de determinados países cuya capacidad de adaptación es mucho mayor, y a aquellos con los que compartimos nuestra historia, nuestra sangre y un amplio acervo cultural.
4. No puede consentirse de ningún modo que los inmigrantes vengan a delinquir o a aprovecharse del trabajo de los demás.
La semana pasada nos hemos enterado de que casi cien rumanos gitanos que residían en Francia, en campamentos clandestinos como inmigrantes ilegales, se han "acogido" al programa de retorno "voluntario" promovido por el gobierno galo. Este programa consiste en ofrecer a los inmigrantes irregulares el regreso a sus países a cambio de un billete de avión y de 300 euros por adulto y 100 euros por niño. En menos de un mes abandonarán Francia más de mil rumanos mediante este procedimiento.
En lo tocante al cuarto límite del que hablaba creo que cualquiera que lea la sección de sucesos de cualquier periódico de nuestra región se habrá percatado que desde hace varios años una mayoría importante (yo diría que al menos el 60%) de los detenidos por la comisión de robos, asaltos, violaciones y otros crímenes diversos es de raza gitana y nacionalidad rumana (las dos cosas al mismo tiempo).
Deducir de este hecho innegable que todos los gitanos rumanos afincados en Castilla y León son unos delincuentes me parecería gravemente injusto, pero no creo serlo si afirmo que uno de los principales peligros para nuestra seguridad, nuestra integridad física y nuestro patrimonio lo constituyen sin lugar a dudas algunos miembros de este colectivo.
En mi opinión, cualquier inmigrante legal o ilegal que cometa un delito (dependiendo de su entidad, del número de detenciones, etc) o que represente un riesgo grave, concreto y debidamente ponderado contra la seguridad interna o contra las leyes y costumbres españolas (por negarse a cumplirlas y por atacarlas respectivamente) debe ser inmediatamente expulsado de España, una vez que haya cumplido en nuestro suelo nacional la pena correspondiente al delito que en su caso hubiera cometido.
Es bien simple. Me da exactamente igual que el inmigrante delincuente sea gitano, rumano, nicaragüense, marroquí o croata. Atentar contra la convivencia en España debe ser inmediatamente sancionado con la expulsión incondicional.
Sin embargo, el problema de la medida de Sarkozy es triple:
De un lado vemos que en Francia hay un programa de incentivación al retorno dudosamente moral. Si alguno de los rumanos de los que hablamos ha cometido alguna ilegalidad, como por ejemplo montar campamentos insalubres o que sean focos de delincuencia, debe recibir una patada en el culo lo antes posible sin derecho a indemnización alguna. Pero si hay algún gitano rumano que esté trabajando honradamente y no cause problemas, aunque en este momento no tenga papeles, no me parece de recibo "invitarle" a largarse si pueden contemplarse otras soluciones.
Además habría que estudiar (yo lo desconozco) si este tipo de medidas se dirigen exclusivamente a un colectivo concreto o bien se aplican a cualquier inmigrante de cualquier origen nacional o étnico que se encuentre en una situación similar a la de los gitanos rumanos. Ya digo que las medidas de expulsión deberían aplicarse de forma individual y en ningún caso estar dirigidas a grupos o razas concretas. Todos sabemos que hay culturas y nacionalidades con mucho mayor riesgo de causar problemas, pero deben evitarse medidas colectivas para no incurrir en injusticias intolerables.
Finalmente me permito dudar de la fe del centrista y liberal Sarkozy en este tipo de acciones. En mi opinión, este sujeto, que cuenta con mis máximas antipatías políticas y personales, se está viendo obligado a hacer un poco el facha para contener la huida de sus votos hacia la extrema derecha (Frente Nacional) en futuras elecciones. Toda vez que la formación política de Nicolás forma parte del Partido Popular europeo y que todos estos pájaros son iguales, podemos hacer una lectura muy semejante de las promesas de Rajoy sobre la derogación de la última Ley del aborto. Mucho cuidado con esta gentuza, capaz de vender a su madre o de hacer las piruetas ideológicas más insospechadas con tal de seguir mamando de la teta.