
Pero disquisiciones históricas aparte, es innegable el mérito de sus memorias noveladas, Crónica del alba, y, mucho mayor aún, el de su adaptación cinematográfica en dos películas que Antonio Betancor dirigió a su muerte. La primera de ellas, Crónica del alba. Valentina (1982), es una cinta deliciosa, inolvidable, sobre el amor incomprendido de dos niños ricos de 12 años en un pueblecito aragonés a principios de siglo. Esta obra maestra siempre será recordada por la interpretación del todavía impúber Jorge Sanz y la de Anthony Quinn en el papel de mosén Joaquín, y por el soberbio tema compuesto por Riz Ortolani, también curiosamente autor de la banda sonora de la polémica Holocausto caníbal (1980).
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