Ya he hablado en La Pluma varias veces de la amistad en unos términos que algunos de mis amigos consideran tan escépticos que incluso han llegado a mosquearse suponiendo que estoy despreciando nuestra buena relación de años. Este tema ya lo hemos debatido varias veces en nuestras tertulias jueveras de La negra flor, entre copazo y copazo. Yo me desgañito explicando a algunos que no minusvaloro la amistad, sino que es la sociedad quien la sobrevalora de boquilla. La amistad juega un papel y ocupa un espacio en nuestras vidas que tienen una importancia muy variable pero que en todo caso no puede equipararse a la de otros vínculos.
Uno de mis argumentos habituales es que las relaciones amistosas están normalmente tan asociadas al ocio y al tiempo libre que se compadecen mal con las rutinas, preocupaciones y problemáticas cotidianas que todos vivimos más allá de los alternes de fin de semana y de los tres días de risas en una casa rural. Para mí amistad es un concepto casi siempre antagónico con otros como intimidad, relaciones familiares o problemas domésticos.
Por eso hoy voy a enumerar tres situaciones en las que casi con toda seguridad (podría haber casos excepcionales) mi amistad con alguien se iría al garete:
1.- Compartir piso. Con un amigo, desde luego, no podría convivir salvo en contextos vacacionales de corta duración. Considero incompatible la amistad con el reparto más o menos rígido de obligaciones o gastos, y con la puesta en común de espacios de intimidad.
2.- Trabajar juntos. El trabajo es sagrado y está por encima de cualquier consideración sentimental. Compartir tareas profesionales o, mucho peor aún, tener una relación jerárquica con un amigo es una de las formas más seguras de socavar la relación. La amistad se basa en la igualdad y por eso suele salir muy mal parada cuando un amigo adopta el rol de exigir algo a otro, juzgar su labor profesional o bronquearle por el incumplimento de sus deberes.
3.- Pedir dinero. Nunca pediría dinero a un amigo y creo que jamás se lo prestaría salvo que se encontrara en una situación semejante a la de la niña de la famosa foto de Kevin Carter. Para esas cosas ya está la familia. Si en general el dinero intoxica todas las relaciones humanas, cuánto más aquellas que nacen del cariño desinteresado. Deberse pasta o determinados favores empaña de servilismo y de desconfianza los vínculos amistosos, que, insisto, son igualitarios por naturaleza.
Agradezco matices, excepciones motivadas y experiencias que podáis aportar sobre estas cuestiones.
Uno de mis argumentos habituales es que las relaciones amistosas están normalmente tan asociadas al ocio y al tiempo libre que se compadecen mal con las rutinas, preocupaciones y problemáticas cotidianas que todos vivimos más allá de los alternes de fin de semana y de los tres días de risas en una casa rural. Para mí amistad es un concepto casi siempre antagónico con otros como intimidad, relaciones familiares o problemas domésticos.
Por eso hoy voy a enumerar tres situaciones en las que casi con toda seguridad (podría haber casos excepcionales) mi amistad con alguien se iría al garete:
1.- Compartir piso. Con un amigo, desde luego, no podría convivir salvo en contextos vacacionales de corta duración. Considero incompatible la amistad con el reparto más o menos rígido de obligaciones o gastos, y con la puesta en común de espacios de intimidad.
2.- Trabajar juntos. El trabajo es sagrado y está por encima de cualquier consideración sentimental. Compartir tareas profesionales o, mucho peor aún, tener una relación jerárquica con un amigo es una de las formas más seguras de socavar la relación. La amistad se basa en la igualdad y por eso suele salir muy mal parada cuando un amigo adopta el rol de exigir algo a otro, juzgar su labor profesional o bronquearle por el incumplimento de sus deberes.
3.- Pedir dinero. Nunca pediría dinero a un amigo y creo que jamás se lo prestaría salvo que se encontrara en una situación semejante a la de la niña de la famosa foto de Kevin Carter. Para esas cosas ya está la familia. Si en general el dinero intoxica todas las relaciones humanas, cuánto más aquellas que nacen del cariño desinteresado. Deberse pasta o determinados favores empaña de servilismo y de desconfianza los vínculos amistosos, que, insisto, son igualitarios por naturaleza.
Agradezco matices, excepciones motivadas y experiencias que podáis aportar sobre estas cuestiones.
12 comentarios:
¡Que entrada tan "desengrasante despues de la dureza de la penúltima! ¡Muchas gracias Neri!
Simplemente quería matizar que yo en el trabajo he hecho amistades entrañables y duraderas y que aunque sea un tópico hay una vara de medir: cuando las cosas van bien todos somos muy amigos pero cuando se ponene feas, p.ej. una enfermedad o una pérdida, sólo son amigos los que se quedan y te dan su poyo incondicional.
Así de sencillo.
Y hay relaciones de amistad entrañables que alivian las penas y comparten las risas. Se lo digo yo por experiencia de la que estoy muy contenta y agradecida.
Un saludo muy cariñoso para usted y para todos
Asun
Con esta entrada no estoy para nada de acuerdo. Por la vinculación que haces de amistad con ocio me da la sensación que lo que tu llamas amistad par mí es simple colegueo. Por supuesto que compartir el ocio no excluye la posibilidad de amistad, al contrario, la favorece, pero que no me parece condición necesaria.
En un sentido estricto (similar al que describía Suso hace unos días en su blog) sólo puedo considerar que tengo dos amigos.
Pero en un sentido algo más amplio, por afinidad, empatía, agrado de simplemente estar con ellos, confianza, me considero más amigo de gente con la que nunca he salido de copas, que con otros que sí. Estoy pensando precisamente en algún compañero de trabajo al que alguna vez he prestado algún dinero (la ridícula cantidad de 50 euros, pero le prestaría mucho más sin dudarlo)
O gente por la que siento esa misma afinidad aun no tratándola más que de pascuas a ramos.
Pienso también en compañeras a las que les faltó tiempo para echarnos una mano en algún momento durillo. Y precisamente también en que una de esas compañeras es una de mis jefas (LA jefa por excelencia). Repito que en un sentido estricto no los considero Amigos, pero en sí en uno más de uso común.
Puedo entender que no por ser amigos se tengan que llevar bien viviendo juntos, pero me sorprende que lo pongas como condición destructora.
Con el dinero y el trabajo, parecido: entiendo que sí pueden suponer un riesgo, pero de ahí a afirmar que casi seguro perderías la amistad... Entiendo que hablas de ti, pero lo que yo veo es que en general no pasa eso (digamos que "sólo" la mitad de las veces ;-)
Esta tarde sigo si tengo algo
que añadir, que voy con prisa.
Saludos cordiales a todos.
Lo que indicas como tres causas por las que se iría al garete lo considero más bien como posible fuentes de problemas que podrían, efectivamente, dar al traste con la amistad.
Considero que depende mucho de cada uno, de la profundidad de la relación. Así como de la madurez de cada uno.
En definitiva considero estos tres puntos como algo que puede poner a prueba las amistades peor no romperlas.
Y que antes habría que evaluar qué entendemos por amistad y los posibles diferentes grados dentro de ella.
Tengo tres amigas y algún amigo.
A dos de ellas, las conservo desde hace 36 años. Daría lo que fuera por ellas sin dudarlo, antes de que me lo pidieran (cosa que sé, tampoco harían, ni ellas ni yo).
Le estoy muy agradecida a muchísima gente, que sin tener la consideración de "amicis honoris causa", me han ayudado cuando más falta me ha hecho y sin tener siquiera que pedírselo. Me siento agradecida, mucho, y orgullosa de ellos tambien (la mayoría compañeros de trabajo).
Pero reconozco, y aquí creo entenderle a usted, que hay mucha gente que se refiere a la amistad muy a la ligera, que se pone rapidamente los galones sin merecerlos y que tiene la mala costumbre de exaltarla, cuando la amistad verdadera -que sin duda existe- no necesita excesivo reconocimiento público. Se demuestra andando, es sincera y noble, no tiene dobleces y te acepta como eres.
Otra cosa fue mi "amiga" "Pilita" que me pidió una vez dinero, le dije que no y no la he vuelto a ver :)))
(mientras su marido se rascaba los güevos en el sofá y ella se dedicaba a la poesía, quería que yo le pagase la hipoteca)
P.D a veces la familia... :S
Que tengais todos buen fin de semana!
Creo que hay un factor determinante para tener más o menos "fe" en eso que usted llama idealización de la amistad, ese factor, es la relación que tengas con tu familia. Si en tu entorno familiar tienes una relación de confianza, en el que puedes desarrollar tus perspectivas personales y en el que sabes a ciencia cierta que en cualquier problema, decisión o circunstancia te van a apoyar, simplemente tu referencia respecto a todo ello, será la familia, pero si por oel contrario, dentro del círculo familiar tienes esas carencias, buscarás ese apoyo en el sigiente círculo de nuestras relaciones solicales que es el de los amigos.
Estoy bastante conforme con el post. A mí tampoco me gustaria compartir piso, ni trabajar ni dejar dinero a una amiga o amigo. No digo que la amistad se rompiera pero seguro que se deterioraba. Tambien depende de que relacion de trabajo haya y que tipo de trabajo, pero seguro que es una relacion de jefe-subordinado no era agradable y el buen rollito se resentía.
Con el dinero lo mismo, mezclar amistad y dinero, mala cosa, muy mala cosa. Al final eso eso, que deber esos favores entre amigos no es sano, no se, me parece que la amistad tiene que ser algo libre sin ataduras de fuera y menos económicas.
No digo que por estas causas la amistad se fuera a romper oficialmente ni nos ibamos a decir ya no te ajunto pero seguro que despues de tener lios de trabajo con tu amigo no te apetecia irte despues con el de juerga. Un jefe esta incomodo de tener que decirle determinadas cosas a su subordinado amigo y el subordinado estara incomodo de que su amigo se las tenga que decir.
Como dice Nagore, creo entender lo que quiere decir el sr. Neri sobre la superficialidad que hay detrás de muchas relaciones de amistad. Pero no creo que eso sea generalizable a todos los grados de amistad.
Estoy muy de acuerdo con el análisis que ha hecho Isel. También con los de Asunción e Ignatus.
Las ocasiones que he tenido de trabajar con amigos han sido siempre muy enriquecedoras. Se generaron tensiones, es cierto, pero en conjunto nuestra amistad salió muy reforzada: mejor conocimiento mutuo, mayor cercanía, más respeto profundo.
También he tenido la suerte de convertir nuevos compañeros de trabajo en grandes y sólidos amigos. Creo que esto lo llegamos a lograr a base de tener un muy buen espíritu por ambas partes y muy buena disposición.
En un caso concreto, con una de mis compañeras de trabajo y ahora gran amiga, llegamos a la conclusión de que la situación de trabajo en la que nos encontrábamos, no el hecho de trabajar juntos en sí mismo, nos hizo pasar por momentos difíciles en los que llegamos a no soportarnos.
Lo de compartir piso no lo he experimentado hasta el momento, pero no lo veo demasiado diferente a trabajar juntos. Y en cuanto a prestar dinero, también como dice Nagore, creo que se suele ver claro cuándo la cosa está verde para dar ese paso y cuándo es un gesto natural dentro de la relación de amistad.
El quid de la "question" es qué entiende cada cual por amistad. Aún diría más, creo que cada individuo tiene al menos 50 estadios para graduar su amistad con otro (si no más).
Hablo por mí: hay gente con la que salgo de copas y me lo paso bien. Hay otros con los que trabajo y me entiendo bien. Algunos a los que conozco de siempre, con los que no siempre me lo paso bien, pero a los que les consiento casi todo. Un par de ellos a los que quiero tanto como a mis hermanos, pero que a veces son insoportables. Y puedo seguir ...
Es que siempre confundimos amigos y "coleguitas", yo tengo una amiga a la que he prestado y me ha prestado, he sido su jefa y hemos compartido vivienda siendo jefa y empleada. Pero si me dicen de hacer esto mismo con otras personas ya me achantaría, con ella al fin del mundo.
Es verdad que mucha gente utiliza el término amistad muy a la ligera, pero no porque no sean de verdad amigos, sino porque a la hora de demostrarlo no saben hacerlo, a veces sin darse cuenta. El problema yo creo que están en clasificar las relaciones con las personas: colegas, amigos, amigos íntimos, conocidos, compañeros... y creer que unos pueden esperar más de uno que otros.
Te doy la razón en que esas circunstancias que citas pueden hacer peligrar la amistad, pero más que hacerla peligrar, pueden complicarla, el problema está claramente en que a nadie nos gusta que lleguen otros a complicarnos la vida, pero es una actitud un poco egoísta.
Yo creo que en todos los vínculos entre personas, cabe la amistad.
Dices, "Para mí amistad es un concepto casi siempre antagónico con otros como intimidad, relaciones familiares o problemas domésticos" Me hace deducir como si dijeras que un matrimonio por ejemplo no pueden ser amigos, y yo creo que ese sería el perfecto matrimonio.
La diferencia entre un amigo y un familiar, es que como que con el familiar asumes que si las cosas se ponen difíciles hay que aguantar porque la familia es la que tienes y no tienes otra. Y los amigos tendemos a despreciarlos más porque siempre podemos hacer otros nuevos y no estamos dispuestos a aguantar muchas complicaciones.
A veces las cosas simplemente se complican más por nuestros prejuicios.
Lo que mucha gente llama amistad, solo es un intercambio de intereses(sea de compañia, desahogo, distracción, imagen social...)
Bajo mi criterio, solo una minoria de gente tiene amigos de verdad, es decir, gente realmente desinteresada.
Y ya se sabe...."quien dice las verdades, pierde las amistades"
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