Tengo un compañero de trabajo de 34 años que se casó hace poco con la chica con la que salía desde los 16. Me pongo a pensar y no conozco otro caso semejante, un noviazgo tan larguísimo que haya terminado en boda, y me pregunto si una situación tan romántica es normal y cuáles son las claves para hacerla posible.
Pensándolo bien, estoy por decir que un caso de éstos casi me parece fruto de la inercia (hay gente que se casa porque toca) o hasta de la casualidad, de la suerte de que en casi 20 años estas dos personas hayan podido estar juntos, hayan madurado de forma paralela, hayan sabido conservar la ilusión, hayan resistido largos períodos sin ningún horizonte, no hayan sentido ningún interés por terceros y hayan podido mantener sin problema rumbos comunes en el mar agitado de cambios radicales que acontecen en esta etapa de la vida.
Lo que veo casi siempre y lo que yo mismo he vivido es bien distinto al cuento de princesas que simbolizan mi compañero y su mujer. La historia normal de un chico o una chica normales, ni demasiado infantiles ni demasiado maduros, ni demasiado formales ni demasiado golfos, ni demasiado románticos ni demasiado fríos, no tiene nada que ver. La historia normal de un chico o una chica normales empieza en un noviazgo serio, sincero, enamorado, a los 16 o a los 20, cuando el amor y la ilusión puros se entremezclan con el deseo de tener pareja y con una falta absoluta de visión a medio y menos aún a largo plazo. La historia normal sigue en forma de relación eterna que perdura en los años de estudiante, de becario, de opositor, de destinado en los confines del Reino; que se sostiene en medio de mil experiencias vividas a la fuerza por separado, de mil amigos o amigas que van surgiendo en el camino, de mil decisiones de él que se contradicen con las de ella en la búsqueda de un espacio profesional o personal, de mil monotonías de días idénticos en los que es imposible hablar de independizarse o de casarse porque faltan los medios y la fecha ni siquiera se atisba, de mil desencuentros, de mil cambios sin ponerse de acuerdo, de mil discusiones, de mil aburrimientos, de mil ausencias, de mil decepciones, de mil… no sé. La historia normal de un chico o una chica normales acaba casi siempre en ruptura, tras muchos años, cuando alguien se da cuenta de que a los 30 no es la misma persona que a los 19, y el otro, tampoco; que el amor que cuidaron con fe no ha podido salir ileso de las esperas sin fin y sin puerto a la vista; que cuando llega el momento de la verdad, cuando ya se puede decidir, alguien piensa que a lo mejor la relación lleva ya siglos siendo un fantasma cómodo e inerte y que le gustaría que casarse fuera una decisión activa y no la consecuencia ciega y automática de haber estado tanto tiempo cerca del otro, aunque quizá sólo físicamente.
Estoy seguro de que mi compañero será muy feliz y que su historia seguirá sorprendiendo y admirando. Es un cuento de hadas del siglo XXI.
Pensándolo bien, estoy por decir que un caso de éstos casi me parece fruto de la inercia (hay gente que se casa porque toca) o hasta de la casualidad, de la suerte de que en casi 20 años estas dos personas hayan podido estar juntos, hayan madurado de forma paralela, hayan sabido conservar la ilusión, hayan resistido largos períodos sin ningún horizonte, no hayan sentido ningún interés por terceros y hayan podido mantener sin problema rumbos comunes en el mar agitado de cambios radicales que acontecen en esta etapa de la vida.
Lo que veo casi siempre y lo que yo mismo he vivido es bien distinto al cuento de princesas que simbolizan mi compañero y su mujer. La historia normal de un chico o una chica normales, ni demasiado infantiles ni demasiado maduros, ni demasiado formales ni demasiado golfos, ni demasiado románticos ni demasiado fríos, no tiene nada que ver. La historia normal de un chico o una chica normales empieza en un noviazgo serio, sincero, enamorado, a los 16 o a los 20, cuando el amor y la ilusión puros se entremezclan con el deseo de tener pareja y con una falta absoluta de visión a medio y menos aún a largo plazo. La historia normal sigue en forma de relación eterna que perdura en los años de estudiante, de becario, de opositor, de destinado en los confines del Reino; que se sostiene en medio de mil experiencias vividas a la fuerza por separado, de mil amigos o amigas que van surgiendo en el camino, de mil decisiones de él que se contradicen con las de ella en la búsqueda de un espacio profesional o personal, de mil monotonías de días idénticos en los que es imposible hablar de independizarse o de casarse porque faltan los medios y la fecha ni siquiera se atisba, de mil desencuentros, de mil cambios sin ponerse de acuerdo, de mil discusiones, de mil aburrimientos, de mil ausencias, de mil decepciones, de mil… no sé. La historia normal de un chico o una chica normales acaba casi siempre en ruptura, tras muchos años, cuando alguien se da cuenta de que a los 30 no es la misma persona que a los 19, y el otro, tampoco; que el amor que cuidaron con fe no ha podido salir ileso de las esperas sin fin y sin puerto a la vista; que cuando llega el momento de la verdad, cuando ya se puede decidir, alguien piensa que a lo mejor la relación lleva ya siglos siendo un fantasma cómodo e inerte y que le gustaría que casarse fuera una decisión activa y no la consecuencia ciega y automática de haber estado tanto tiempo cerca del otro, aunque quizá sólo físicamente.
Estoy seguro de que mi compañero será muy feliz y que su historia seguirá sorprendiendo y admirando. Es un cuento de hadas del siglo XXI.
12 comentarios:
Los mil desencuentros, las mil discusiones, se compensan con otros dos mil momentos buenos.
Qué coño se compensan, se quedan en nada los primeros.
Al final Al, no he entendido el mensaje del post, que por otra parte está muy bien escrito.
¿Es una crítica al matrimonio? ¿Una crítica al matrimonio actual que no coincide con lo que a tu punto de vista debería ser? ¿O simplemente es la admiración por un "caso único"?
Está claro que es usted un romántico ...
Aunque no demasiado frecuente, un caso como el descrito no estan raro. Conozco muchas parejas que llevan unidas felizmente muchos años y que empezaron en la más tierna adolescencia.
Esto es a lo que yo me refería.
Soy muy desconfiada con las relaciones que empiezan de adolescente y duran la tira de años. Estoy con Neri en que es casi imposible mantenerse en paralelo con la de cambios personales y de todo tipo que sufren las personas a esas edades. Tambien es normal conocer mas gente y llegado un momento plantearse si el único chico con el que has estado es de verdad tu media naranja y sentir curiosidad por como pueden ser una relacion con otras personas distintas que vas conociendo.
No hay que confundir estas rupturas por diferentes ritmos de maduracion o objetivos opuestos que van teniendo los miembros de la pareja con que te dejen por otra persona por capricho o por aburrimiento. El que dice que se aburre en el noviazo, qué pasara despues cuando se case, ¿tambien se aburrira?, ¿que va a hacer cuando tenga monotonia o problemas? Creo que los que rompen a veces se inventan unas historias para justificarse a si mismos que dan pena.
Mi primo mayor se casó hace 4 años y llevaban de noviazgo 12 años. Una de mis mejores amigas se caso hace 3 años a sus 25 años y también llevaban juntos desde los 14. Conozco a otros casos asi unos que son dignos de alabanzas otros que llevan toda una vida de noviazgo se casan y a los meses se separan ¿Qué cambia? Es meramente un papel.
La madurez de una relación no se basa solo en los años que radica sino también en la madurez y la implicación de cada cual.
Que tú también tengas tu cuento de hadas.
Mil sonrisas desde el Mediterráneo.
Al, Neri, hijo, que cosa más tristona y poco romántica has escrito, parece en manifiesto de solteros sin fronteras. Con voluntad y amor verdadero pueden superarse muchos obstáculos pero el amor no es ningun cuento de hadas.
Interesante entrada, sr. Neri. Como se nota que tiene amplia experiencia en estos temas. Sin embargo, prefiero no meterme en estos berengenales pues siempre he salido escaldado.
Lo único que tengo claro es que, a partir de los 30, los que estamos sin compromiso es debido a alguna tara, física o psíquica, oculta o descubierta. Eso sí, condición necesaria pero no suficiente.
Me ha encantado su entrada mi queridísimo Al Neri, incluso atisbo a ver pinceladas autobiográficas.
Creo que hay parejas sociales, ésas que de cara a la galería son la pareja perfecta, y en calidad de observadora suele ocurrir que a nivel íntimo son las que hacen aguas por todas partes, no creo en la perfección. Y si hiciéramos una Porra, yo le diría con toda probabilidad quetras casarse no duren más de unos pocos años, hasta tener un hijo y vean que lo tedioso se ha vuelto insoportablemente complicado.
Generalmente cuando estas parejas se casan, es como muy bien dice para tener horizontes, luego la úsqueda del hijo. El aburrimiento es poderoso a la hora de marcar caminos y muy peligroso. Muy buena Neri.
Respecto al comentario del Subdirector, no conozco a nadie sin alguna tara, tenga condición de casado ó soltero. No generalicemos querido señor, que hay de todo en la viña del señor.
Yo creo que antes si era posible que parejas que estaban juntas desde los 16, duraran toda la vida.
Hoy en día lo veo mas difícil, porque después de más de 10 años de noviazgo, en los que habrá habido de todo, mucho amor, peleas, monotonía, dudas...
Cuando llegan a casarse, a la más mínima dificultad en la convivencia se empiezan a plantear en que como solo han conocido a esa pareja quizás el problema sea que no es su hombre ideal y tiran la toalla a la primera de cambio.
Ojalá esta pareja tenga suerte,sean flices y coman perdices,a ellos les dedico estos bellos verss de Sabina:
Q todas las noches sean noches de boda,q todas las lunas sean lunas de miel.
Q no te vendan amor sin espinas.
El tedio y las responsabilidades,es lo peor del amor,Ánimo desde Sevilla para ellos.
Enhorabueno a tú amigo,y en lo que dice las relaciones las ratifico al 100%.
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