En venganza por el atentado del
11-S y por oscuros motivos económicos y petrolíferos, Estados Unidos perpetraba en 2003 la invasión de Irak sin la autorización del Consejo de
Seguridad de la ONU. La excusa fue la existencia en este país de armas de destrucción masiva y la vinculación
de Sadam Husein con Al-Qaeda, circunstancias que jamás han podido probarse. La
invasión fue respaldada por la llamada Coalición de la Voluntad, de la que
formaba parte el gobierno de José María Aznar contra la abrumadora oposición de la opinión pública
española. La primera actuación de España en esta alianza fue unirse a la declaración de ultimátum
al régimen de Sadam.
El pretexto de Aznar para sumarse a la contienda fue que el gobierno baathista constituía una seria amenaza para nuestro país y demás potencias occidentales.
La invasión se inició el 20 de marzo con unos bombardeos indiscriminados sobre Bagdad que masacraron a la población civil inocente, incluidos mujeres y niños. Tan devastador resultó este ataque con tomahawks, que las tropas agresoras apenas encontraron resistencia al entrar en la ciudad.
En mayo, Bush declara unilateralmente el final de la guerra, considerando así terroristas desde ese mismo momento a todos los militares y guerrilleros iraquíes que seguían defendiendo su patria de una invasión ilegal.
Derrocado Husein, se estableció un gobierno provisional de la coalición invasora, del que formaron parte, por decisión directa de Aznar, oficiales y diplomáticos españoles. Dos meses después el Congreso de los Diputados autoriza el envío a Irak de 1.300 militares españoles, integrados en la Brigada Plus Ultra, que participan en los combates y en la salvaje represión a la población local. También se encomienda a esta unidad la captura y la custodia de prisioneros “terroristas” y algunos de nuestros compatriotas se involucran en episodios de torturas como el de la base de Diwaniya.
El balance para Irak de esta agresión injusta fue, como mínimo, de 150.000 muertos, más de la mitad civiles. Algunos estudios sitúan la cifra en 655.000 e incluso más.
La guerra supuso un pingüe negocio de muchos millones de dólares para las potencias aliadas, cuyas empresas fueron contratadas para las tareas de reconstrucción. La mayoría de las empresas españolas que se apuntaron al pastel lo hicieron en calidad de subcontratistas de compañías americanas para reparar infraestructuras, obras públicas y viviendas, y obtuvieron beneficios por más de 5.000 millones de euros. Una de las grandes beneficiarias fue La Caixa, que formó parte del banco títere iraquí gestionado por los Estados Unidos.
Los concursos y contactos con empresas para repartir la tarta de la reconstrucción se iniciaron en Estados Unidos un mes antes de comenzar la guerra.
Actualmente el ex presidente Aznar se gana la vida gracias a su intervención en la masacre de 2003 y2004, a cuyas víctimas
quiero dedicar hoy un respetuoso recuerdo.
El pretexto de Aznar para sumarse a la contienda fue que el gobierno baathista constituía una seria amenaza para nuestro país y demás potencias occidentales.
La invasión se inició el 20 de marzo con unos bombardeos indiscriminados sobre Bagdad que masacraron a la población civil inocente, incluidos mujeres y niños. Tan devastador resultó este ataque con tomahawks, que las tropas agresoras apenas encontraron resistencia al entrar en la ciudad.
En mayo, Bush declara unilateralmente el final de la guerra, considerando así terroristas desde ese mismo momento a todos los militares y guerrilleros iraquíes que seguían defendiendo su patria de una invasión ilegal.
Derrocado Husein, se estableció un gobierno provisional de la coalición invasora, del que formaron parte, por decisión directa de Aznar, oficiales y diplomáticos españoles. Dos meses después el Congreso de los Diputados autoriza el envío a Irak de 1.300 militares españoles, integrados en la Brigada Plus Ultra, que participan en los combates y en la salvaje represión a la población local. También se encomienda a esta unidad la captura y la custodia de prisioneros “terroristas” y algunos de nuestros compatriotas se involucran en episodios de torturas como el de la base de Diwaniya.
El balance para Irak de esta agresión injusta fue, como mínimo, de 150.000 muertos, más de la mitad civiles. Algunos estudios sitúan la cifra en 655.000 e incluso más.
La guerra supuso un pingüe negocio de muchos millones de dólares para las potencias aliadas, cuyas empresas fueron contratadas para las tareas de reconstrucción. La mayoría de las empresas españolas que se apuntaron al pastel lo hicieron en calidad de subcontratistas de compañías americanas para reparar infraestructuras, obras públicas y viviendas, y obtuvieron beneficios por más de 5.000 millones de euros. Una de las grandes beneficiarias fue La Caixa, que formó parte del banco títere iraquí gestionado por los Estados Unidos.
Los concursos y contactos con empresas para repartir la tarta de la reconstrucción se iniciaron en Estados Unidos un mes antes de comenzar la guerra.
Actualmente el ex presidente Aznar se gana la vida gracias a su intervención en la masacre de 2003 y
4 comentarios:
Coincido con usted en manifestar mi respeto a las víctimas. Y por supuesto respeto y admiro su planteamiento en relación con la guerra de Irak, aunque no coincido en relacionarla con los atentados. Ya va siendo hora de que en España no se criminalice a quien no piensa igual que nosotros. Un saludo.
Mire usté, no se meta con mi gobierno. ÉramoS...... un equipazo.
http://www.youtube.com/watch?v=e7no1WObcRs&list=PL92D5C720EBEA8426
Sr. Neri, estoy desconcertado. Aprovecha usted la fecha del 11 de marzo de 2014, donde se conmemora el décimo aniversario de los salvajes atentados de Madrid, para hablarnos de las consecuencias de los atentados del 11 de septiembre de 2011 en Nueva York. A qué víctimas quiere recordar usted? Disculpe mi torpeza.
Espero no haber contribuido a la confusión con mi error en las fechas, quiero decir, 11 de marso de 2004 y 11 de septiembre de 2001. Disculpen las molestias.
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