Conversando hace poco con un
amigo muy inteligente sobre el Papa Francisco, le manifesté mi impresión de que
el nuevo pontífice es demasiado parlanchín, que habla mucho pero va a hacer poco, a lo que me respondió
con una buena dosis de retranca: “Hombre, Neri, es que a los Papas tienes que
juzgarlos por lo que dicen y no por lo que hacen porque, total, ninguno hace
nada, y también podían haber dicho los anteriores lo que está diciendo este y no
lo han hecho”. Cachondeos aparte, llevo ya un tiempo con un post sobre
Francisco rondándome la cabeza y creo que ha llegado el momento de trazar unas
pinceladas breves sobre las sensaciones que me viene provocando el polémico
jesuita argentino desde que ha tomado el báculo papal.
Como aspecto muy positivo para mí, debo destacar su religiosidad popular, su cercanía al pueblo y su deseo de comunicarse con él, así como sus gestos de austeridad y su apuesta (todavía solo formal) por los pobres. Francisco me parece un comunicador nato y un Papa sencillo, y eso le ha hecho ganarse en muy pocos meses la simpatía de millones de fieles y no tan fieles. No puedo negar mi entusiasmo ante frases suyas como “el pastor debe oler a oveja” o “los cristianos deben ser revolucionarios”.
Sin embargo todo esto ha dado lugar a algunos excesos y a varios malentendidos. Excesos porque Francisco, que, como él mismo ha reconocido, es un “indisciplinado nato, nato, nato”, ha tomado diversas decisiones relativas a su residencia, costumbres y seguridad personal que colisionan frontalmente con la prudencia más elemental. Las medidas de protección que se ha saltado a la torera no son ningún capricho, y colaborar con sus escoltas y protectores no es una potestad suya, sino una obligación de quien no en vano es cabeza de la Iglesia además de un jefe de Estado. Y también el populismo desaforado del nuevo Papa ha dado lugar, como digo, a varios “errores” de interpretación fomentados por la prensa y por los sectores más izquierdistas de la Iglesia Católica. Naturalmente me refiero a la pretensión de Leonardo Boff y de otros siniestros comunistas de que las opiniones de Francisco se enmarcan en la tristemente célebre Teología de la Liberación, cuando el jesuita porteño ha sido siempre y es en la actualidad un feroz enemigo de esta herejía, si bien simpatiza a todas luces con la Teología del Pueblo, cimentada en la cultura y la religiosidad de la gente común (en primer lugar de los pobres), en la espiritualidad tradicional y en la justicia social, pero alejada del análisis marxista propuesto por Gustavo Gutiérrez, padre del liberacionismo. Hay quien va proclamando por ahí que la Teología del Pueblo es la rama argentina de la Teología de la Liberación, adaptada al contexto económico de este país, en el que ya predominan las clases medias, y alejada del marxismo. Pero lo que yo digo: si estas tesis teológicas defienden a los humildes sin proclamar la lucha de clases, me parecen estupendas, se consideren o no una “corriente” de la Teología de la Liberación.
Con todo, debo decir humildemente que hasta la fecha no estoy demasiado contento con este papado. Ya que a Bergoglio, como buen argentino, le gusta tanto hablar y hablar sin descanso, quizá debería tener presente el viejo refrán castellano: quien mucho habla, mucho yerra. No me atrevo a decir que hasta ahora haya errado, porque, puestos a analizar, aparte de levantarme ya un poco de jaqueca (que no se calla el hombre ni debajo del agua), no ha hecho casi ninguna declaración con la que yo no esté de acuerdo, pero creo que cuando predica sus catequesis, concede entrevistas o responde a las preguntas de los periodistas, se muestra tan preocupado por agradar a todo el mundo que acaba filtrando descaradamente los mensajes, omitiendo muchos contenidos "incómodos" de la doctrina católica en los temas por los que le preguntan, y, en definitiva, suavizando de forma calculada (para evitar críticas) las posturas de la Iglesia. Lo que no me gusta de este sucesor de Pedro no es tanto lo que dice sino lo que se calla. Para mí supone una misma adulteración del Magisterio de la Iglesia que un sacerdote, un obispo o un Papa expresen en público ideas opuestas al mismo como que seleccionen intencionadamente aquellos puntos más “vendibles” y no se salgan de ahí, evitando condenar sin tapujos ciertas conductas humanas o ciertos males de nuestra sociedad.
Lo que no es de recibo es que cuando al Papa Francisco le interpelan sobre un tema candente de moralidad o muy sensible, como por ejemplo la homosexualidad, nos salga con que lo importante es el amor y la comprensión, y que él no es quién para juzgar. Ya sabemos que el amor es el eje del cristianismo, pero un pontífice no puede apalancarse en esa muletilla para escaquearse de desgranar ante los medios lo que opina la Iglesia sobre el “matrimonio” gay y sobre la sexualidad contra natura de los homófilos.
Además, ¿qué choteo es ese de que él no es más que un pecador y no es quién para juzgar, o de que hay que hacer espacio a las dudas y no a las certezas? Ya, ya, si pecadores somos todos, pero si el Papa de Roma no es quién para juzgar, ¿entonces quién? Porque esta frasecita (muy cuca, eso sí, para los titulares) choca de plano con toda la historia y con la naturaleza profunda de la función papal. La Iglesia y el Papa están precisamente para transmitir seguridad y no incertidumbres, y, sobre todo, para emitir juicios morales y orientar la conducta de los fieles, más aún en esta época tan difícil marcada por la crisis de Fe y de valores. El día que dejen de hacer eso, apaga y vámonos; mejor recogemos el chiringuito y nos largamos cada uno a nuestra casa a hacer lo que nos dé la gana, porque, en fin, todos somos pecadores y no pasa nada, ¿no?.
Pero es que a este Papa le gustan más los titulares guays que comer con los dedos. Como buen jesuita despliega más trucos que una película de chinos y no hace más que dar una de cal y otra de arena, en una cauta y bien diseñada estrategia para ganarse el apoyo de la prensa internacional, cuando una Iglesia genuina y valiente debería preocuparse por difundir el verdadero mensaje de Cristo y los principios morales que ha venido defendiendo durante dos mil años, en vez de hacer malabarismos para caer bien y jugar a la mercadotecnia en los periódicos; en vez de hacer el ridículo vendiéndose como una oenegé más y pidiendo perdón todo el día por sus supuestos pecados del pasado.
No hay por qué dar una imagen antipática de la Iglesia ante los medios, pero tampoco tijeretear lo que interesa para molar al personal. A eso se le llama falsedad y cobardía.
Francisco nos cuenta, con sonrisa beatífica, que hay que amar a nuestros hermanos maricas, pero él sabe que jamás va a bendecir (ni a tolerar) sus uniones ni va a enmendar lo que dice el Catecismo al respecto. Nos dice, muy milonguero, que “la presencia femenina en la Iglesia apenas se ha hecho notar, porque la tentación del machismo no ha dejado espacio para hacer visible el papel que corresponde a la mujer en la comunidad”, pero no va a dejarlas en la vida acceder al sacerdocio… Bla, bla, bla, bla, bla…
Lo que le dije a mi amigo: un parlanchín. De momento, mucho ruido y pocas nueces. Muchos gestos de cara a la galería y ningún cambio real (ni ahora ni creo que en todo el papado). Mucha palabrería y poca sustancia. Mucha publicidad y poca realidad. Si me equivoco y el Papa argentino revoluciona las estructuras y las posturas de la Iglesia Católica, seré el primero en reconocer que me he equivocado con esta entrada. Y que conste que corro el riesgo de meter la pata porque no hay droga más dura que el favor de la prensa. Una vez que lo obtienen, muchos son capaces de todo para conservarlo, y espero que Francisco no sea de esos.
Más sobre este tema en La pluma:
Che, un Papa argentino, ¿viste?
La Iglesia del siglo XXI
Como aspecto muy positivo para mí, debo destacar su religiosidad popular, su cercanía al pueblo y su deseo de comunicarse con él, así como sus gestos de austeridad y su apuesta (todavía solo formal) por los pobres. Francisco me parece un comunicador nato y un Papa sencillo, y eso le ha hecho ganarse en muy pocos meses la simpatía de millones de fieles y no tan fieles. No puedo negar mi entusiasmo ante frases suyas como “el pastor debe oler a oveja” o “los cristianos deben ser revolucionarios”.
Sin embargo todo esto ha dado lugar a algunos excesos y a varios malentendidos. Excesos porque Francisco, que, como él mismo ha reconocido, es un “indisciplinado nato, nato, nato”, ha tomado diversas decisiones relativas a su residencia, costumbres y seguridad personal que colisionan frontalmente con la prudencia más elemental. Las medidas de protección que se ha saltado a la torera no son ningún capricho, y colaborar con sus escoltas y protectores no es una potestad suya, sino una obligación de quien no en vano es cabeza de la Iglesia además de un jefe de Estado. Y también el populismo desaforado del nuevo Papa ha dado lugar, como digo, a varios “errores” de interpretación fomentados por la prensa y por los sectores más izquierdistas de la Iglesia Católica. Naturalmente me refiero a la pretensión de Leonardo Boff y de otros siniestros comunistas de que las opiniones de Francisco se enmarcan en la tristemente célebre Teología de la Liberación, cuando el jesuita porteño ha sido siempre y es en la actualidad un feroz enemigo de esta herejía, si bien simpatiza a todas luces con la Teología del Pueblo, cimentada en la cultura y la religiosidad de la gente común (en primer lugar de los pobres), en la espiritualidad tradicional y en la justicia social, pero alejada del análisis marxista propuesto por Gustavo Gutiérrez, padre del liberacionismo. Hay quien va proclamando por ahí que la Teología del Pueblo es la rama argentina de la Teología de la Liberación, adaptada al contexto económico de este país, en el que ya predominan las clases medias, y alejada del marxismo. Pero lo que yo digo: si estas tesis teológicas defienden a los humildes sin proclamar la lucha de clases, me parecen estupendas, se consideren o no una “corriente” de la Teología de la Liberación.
Con todo, debo decir humildemente que hasta la fecha no estoy demasiado contento con este papado. Ya que a Bergoglio, como buen argentino, le gusta tanto hablar y hablar sin descanso, quizá debería tener presente el viejo refrán castellano: quien mucho habla, mucho yerra. No me atrevo a decir que hasta ahora haya errado, porque, puestos a analizar, aparte de levantarme ya un poco de jaqueca (que no se calla el hombre ni debajo del agua), no ha hecho casi ninguna declaración con la que yo no esté de acuerdo, pero creo que cuando predica sus catequesis, concede entrevistas o responde a las preguntas de los periodistas, se muestra tan preocupado por agradar a todo el mundo que acaba filtrando descaradamente los mensajes, omitiendo muchos contenidos "incómodos" de la doctrina católica en los temas por los que le preguntan, y, en definitiva, suavizando de forma calculada (para evitar críticas) las posturas de la Iglesia. Lo que no me gusta de este sucesor de Pedro no es tanto lo que dice sino lo que se calla. Para mí supone una misma adulteración del Magisterio de la Iglesia que un sacerdote, un obispo o un Papa expresen en público ideas opuestas al mismo como que seleccionen intencionadamente aquellos puntos más “vendibles” y no se salgan de ahí, evitando condenar sin tapujos ciertas conductas humanas o ciertos males de nuestra sociedad.
Lo que no es de recibo es que cuando al Papa Francisco le interpelan sobre un tema candente de moralidad o muy sensible, como por ejemplo la homosexualidad, nos salga con que lo importante es el amor y la comprensión, y que él no es quién para juzgar. Ya sabemos que el amor es el eje del cristianismo, pero un pontífice no puede apalancarse en esa muletilla para escaquearse de desgranar ante los medios lo que opina la Iglesia sobre el “matrimonio” gay y sobre la sexualidad contra natura de los homófilos.
Además, ¿qué choteo es ese de que él no es más que un pecador y no es quién para juzgar, o de que hay que hacer espacio a las dudas y no a las certezas? Ya, ya, si pecadores somos todos, pero si el Papa de Roma no es quién para juzgar, ¿entonces quién? Porque esta frasecita (muy cuca, eso sí, para los titulares) choca de plano con toda la historia y con la naturaleza profunda de la función papal. La Iglesia y el Papa están precisamente para transmitir seguridad y no incertidumbres, y, sobre todo, para emitir juicios morales y orientar la conducta de los fieles, más aún en esta época tan difícil marcada por la crisis de Fe y de valores. El día que dejen de hacer eso, apaga y vámonos; mejor recogemos el chiringuito y nos largamos cada uno a nuestra casa a hacer lo que nos dé la gana, porque, en fin, todos somos pecadores y no pasa nada, ¿no?.
Pero es que a este Papa le gustan más los titulares guays que comer con los dedos. Como buen jesuita despliega más trucos que una película de chinos y no hace más que dar una de cal y otra de arena, en una cauta y bien diseñada estrategia para ganarse el apoyo de la prensa internacional, cuando una Iglesia genuina y valiente debería preocuparse por difundir el verdadero mensaje de Cristo y los principios morales que ha venido defendiendo durante dos mil años, en vez de hacer malabarismos para caer bien y jugar a la mercadotecnia en los periódicos; en vez de hacer el ridículo vendiéndose como una oenegé más y pidiendo perdón todo el día por sus supuestos pecados del pasado.
No hay por qué dar una imagen antipática de la Iglesia ante los medios, pero tampoco tijeretear lo que interesa para molar al personal. A eso se le llama falsedad y cobardía.
Francisco nos cuenta, con sonrisa beatífica, que hay que amar a nuestros hermanos maricas, pero él sabe que jamás va a bendecir (ni a tolerar) sus uniones ni va a enmendar lo que dice el Catecismo al respecto. Nos dice, muy milonguero, que “la presencia femenina en la Iglesia apenas se ha hecho notar, porque la tentación del machismo no ha dejado espacio para hacer visible el papel que corresponde a la mujer en la comunidad”, pero no va a dejarlas en la vida acceder al sacerdocio… Bla, bla, bla, bla, bla…
Lo que le dije a mi amigo: un parlanchín. De momento, mucho ruido y pocas nueces. Muchos gestos de cara a la galería y ningún cambio real (ni ahora ni creo que en todo el papado). Mucha palabrería y poca sustancia. Mucha publicidad y poca realidad. Si me equivoco y el Papa argentino revoluciona las estructuras y las posturas de la Iglesia Católica, seré el primero en reconocer que me he equivocado con esta entrada. Y que conste que corro el riesgo de meter la pata porque no hay droga más dura que el favor de la prensa. Una vez que lo obtienen, muchos son capaces de todo para conservarlo, y espero que Francisco no sea de esos.
Más sobre este tema en La pluma:
Che, un Papa argentino, ¿viste?
La Iglesia del siglo XXI
18 comentarios:
Bueno, bueno, bueno.Veo que estás de uñas con el Espíritu Santo.
Yo creo que este Papa aparte de hablar mucho, como todo buen argentino que se precie; y de dar un formato en ocasiones edulcorado a su mensaje, -como buena parte de los jesuitas; tiene las ideas claras.
En mi opinión ha HECHO ya dos COSAS DIGNAS DE SER MUY RESEÑADAS:
1-Levantar las putrefactas alfombras vaticanas y emprender un imprescindible proceso de desratización.
2-Emprender un cambío de orientación en la iglesia, encaminada a acercarse a las clases populares, mediante la marginación de los fastos y la adaptación del lenguaje pastoral y el establecimiento de pautas muy concretas a sus subalternos, (oler a oveja), de lo que quiere y como lo quiere. Yo creo , y que me corrijan otros que saben más que yo, que está invitando a dirigirse a los fieles de una forma muy distinta a como se venía haciendo.
Te voy a dar la razón en dos cosas: como hombre de gestos que es, su mensaje se presta a una mayor manipulación, que el unívoco JPII, cuyo pontificado fue más previsible y conservador que una película de James Bond protagonizada por Roger Moore.
La segunda.Tiene el deber de traducir en gestos sus declaraciones de intenciones. Especialmente en el tema del papel de la mujer en la Iglesia, donde tiene que haber margen teológico por pelotas, para cambiar el chiringuito machista.
Yo creo que este Papa es ante todo y a día de hoy, una buena noticia y un motivo de esperanza.
Yo, he hecho hace tiempo una opción preferencial por el Papa, sea quien sea; y ciertamente pienso que el Papado del siglo XX y del XXI están siendo una bendición para la Iglesia y el mundo.
Este Papa llega a la gente de a pie y quizás sorprende que no le ataquen;algunos piensan que es porque porque escamotea las cuestiones que pueden hacer odiosa laIglesia al mundo. Es cierto que es argentino, que usa oros modos de decir y que inquieta ahora a lo que podríamos decir "los ortodoxos" de la Iglesia.
Aduunto un comentario de Messori, recogido en mi blog
http://caraacara.blogspot.com.es/2013/10/preocupan-las-palabras-del-papa.html
Creo que está haciendo mucho bien y que en un momento de profundas heridas en un mundo ingrato va a lo esencial del mensaje cristiano: Dios te ha creado, te ha redimido, si le encuentras y le sigues, tendrás cruz ( como todos), pero la vida encaja. Y recemos por él.
Aparte de los asuntos que apunta AdB, creo que Francisco no es parlanchín. Lo cierto es que no da puntada sin hilo, y es tan elocuente en lo que dice como en lo que calla. Tiene clarísimo que un pastor no es un juez, que él es en primer lugar, obispo de Roma y hace bueno el título con el que todos los papas firman: "Episcopus, servi servorum Dei". No sé si conocerá Ud. la jaculatoria que, desde su elección, repiten sin cesar los ultramontanos: "Señor, ¡ilumínalo o eliminalo!" Ladran...pues cabalgamos...
A mí de este Papa tampoco me ha gustado el tema de saltarse la seguridad y de esas muestras tan exageradas de acercarse al pueblo... Sin embargo las cosas que leo de él me suelen gustar sobre todo cuando se dirige a los sacerdotes y obispos para que despierten de su letargo. Si consigue motivar a estos y hacerles entender que su papel es estar al servicio de su comunidad, bastante es.
"una Iglesia genuina y valiente debería preocuparse por difundir el verdadero mensaje de Cristo y los principios morales que ha venido defendiendo durante dos mil años..."
Y si resulta que ese "mensaje de Cristo" ha sido TAN distorsionado durante estos dos mil años, que ahora el Santo Padre pretende volver a la fuente y no quedarse empantanado en tanta estupidez?
Que el mensaje que la Iglesia dió en estos dos mil años es el genuino? Es que lo que Cristo vino a decir a la tierra es lo que ha transmitido la Iglesia de Pedro en adelante?
Cuántos Papas considera ud que a lo largo de la historia han vivido, un poquito, de acuerdo a las enseñanzas del Nazareno? Sin duda la minoría! Y ud pretende que el Papa siga atado a esos "principios morales" que la Iglesia "ha venido defendiendo durante dos mil años"? POR DIOS!!! Si por mi fuera que barra de un golpe con estos 2000 años de "moralidad cristiana" (de sepulcros blanqueados) y empiece de cero, de Pablo en adelante, a construir la verdadera Iglesia de Cristo, y no el engendro que hemos tenido hasta ahora. Muchas cosas buenas, pero otras...
Por supuesto que Francisco no puede condenar a los homosexuales (como lo han hecho sus antecesores), simplemente porque el mismo Cristo no los condenó.
Por supuesto debe ahora seguir denegando a la mujer, para no dejar en ridículo a sus antecesores, su ordenación... Aunque creo que en su interior, cuanto menos, duda de que sea lo querido por Dios.
Por último, y a sabiendas de molestar al personal, le diré que si una cosa tenemos positiva los argentino (que mil otras negativas, claro) es que somos un pueblo de mentalidad abierta. En contraste, no nos asustan los cambios ni nos desestructura la innovación. Estamos acostumbrados a que nos pateen el barco, pero aprendimos a nadar y difícil que un argentino se hunda. Francisco no es la excepción, sabe sortear la marea. Yo creo que ud defiende el "statu quo" más por miedo que por convicción.
Sí, el Santo Padre habla mucho (me gusta lo que dice), pero dele tiempo y verá que sus palabras serán acompañadas de gestos. Tampoco puede enderezar el árbol torcido en tan solo un año!
Bue, lo de la "hereje" Teología de la Liberación lo dejo para otro momento.
Saludos!
Al nuevo Papa se le ha colgado la etiqueta de campechano, como a otros, y los medios de comunicación van siempre en la línea de confirmar esta imagen de Francisco que ya se ha vendido, empeñándose en convertirlo en un aperturista. Pero creo que no es para tanto. En cambio, todo lo que decía su antecesor se malinterpretaba para vender la imagen de un Papa caduco y rancio.
Si esta frase: "Un agnóstico que no encuentra la paz por la cuestión de Dios y tiene deseo de un corazón puro está más cerca de Dios que los fieles rutinarios que ya solamente van a la iglesia al boato, sin que su corazón quede tocado por la fe", la hubiese pronunciado Francisco, se habría exaltado su acercamiento a los no creyentes y se habría repetido y comentado mil veces en los medios. Pero no, la dijo Benedicto XVI y por eso pasó desapercibida, siendo de lo más interesante que ha dicho un Papa en mucho tiempo.
Un saludo.
Llorente.
Yo creo que Benedicto XVI ha demostrado una humanidad extraordinaria durante su Papado.
Quede claro que no he criticado al Papa Francisco por progresista, pues no me lo parece en absoluto y así lo ha demostrado durante muchos años en Argentina. Me alegré sinceramente de la elección de Bergoglio y además su trayectoria me gusta a excepción de un par de puntos que omitiré porque no es mi intención ser puntilloso con el Santo Padre. Francisco no es nada progre; simplemente AHORA evita meterse en ciertos berenjenales (muy necesarios en estos tiempos) para no atraer críticas y eso es lo que me disgusta porque me parece poco valiente. Creo que el tiempo me dará la razón: dentro de unos años veremos que Súper Mario (como le llama Brujo) no ha abordado, gracias a Dios, ningún cambio de esos con los que ingenuamente sueña la progresía.
Estoy básicamente de acuerdo con Brujo, aunque creo que la desratización debería ir más allá y atajar sin miramientos las grandes herejías que amenazan a la Iglesia Católica: la Teología de la Liberación y el llamado Lefebvrismo, mediante condenas enérgicas y contundentes que incluyan excomuniones cuando sea necesario.
Sinretorno, no es que algunos piensen que “escamotea las cuestiones que pueden hacer odiosa la Iglesia al mundo”, sino que es un hecho objetivo; él mismo lo ha reconocido en una entrevista, como puede ver en el enlace del post (en la palabra “omitiendo”).
C.S., le aclaro solo (por si acaso) que yo no soy ultramontano ni deseo ningún mal al Papa, sino al contrario; que me parecen aplaudibles los mensajes de Bergoglio en materia de justicia social, y que aunque un pastor obviamente no es un juez, no solo le corresponde indicar a sus ovejas por dónde deben ir, sino también por dónde no, y es ahí donde nuestro Papa falla (adrede) dejando patente la debilidad de la Iglesia. En los tiempos en que la Iglesia pintaba algo los Papas no se cortaban de arrear con el cayado cuando algún cordero se descarriaba. Ahora si el Papa asoma los dientes se lo meriendan vivo y Francisco está acojonado. Eso es todo. De momento Francisco ni ladra ni cabalga.
Aprendiz, es verdad que sería un logro muy importante lo que usted señala.
Me alegra verla por aquí, Brisa. Creo que deberíamos superar la tentación (ya que afortunadamente no somos evangelistas) de pretender que la única fuente de la Doctrina Católica son los Evangelios y que todo los mensajes doctrinales que no aparezcan en ellos son “adulteraciones”. Por otro lado, insinuar que la ausencia de condenas expresas a la sodomía en el Nuevo Testamento supone que Jesús la aceptaba me parece un tanto… no sé.
De Teología de la Liberación hablamos cuando quiera con mucho gusto, pero, como supongo que sabrá, estos teólogos son simple y llanamente comunistas que intentan manipular los Evangelios para meter de contrabando en los ambientes católicos su repugnante mentalidad clasista y materialista. Antropocentrismo, rechazo de la faceta divina de Cristo, lectura política de las Escrituras, interpretación clasista de pasajes del Antiguo Testamento (ejemplo, huida de Egipto), minimización o eliminación de la devoción mariana, crítica feroz a la vida contemplativa, utilización de los púlpitos como foros de denuncia política unidireccional, marxismo más o menos encubierto según el autor, exaltación o colaboración con movimientos armados en Hispanoamérica y en Europa (recordemos a Ignacio Ellacuría y sus opiniones sobre ETA, por las que casi le linchan poco antes de su muerte), apoyo a partidos políticos marxistas en América, financiación de producciones cinematográficas tendenciosas, históricamente falsas y descaradamente comunistas (ejemplo, "La Misión")... Todo esto y mucho más es el entrañable bagaje de los llamados teólogos de la liberación, si bien debo admitir, por honradez intelectual, la recta intención de muchos creyentes que se han acercado a estos movimientos y que no todas las corrientes liberacionistas son igual de perversas.
Llorente, ha interpretado usted perfectamente la intención del post y le agradezco su magnífico comentario que suscribo sin cambiar una coma.
¡Cómo se le ocurre, Sr. Neri, que yo vaya a pensar que Ud. le desea algún mal al Papa! (Por si acaso) En cuanto a lo que dice de la Teología de la liberación, hay teólogos y teólogos. No es que gente como Gustavo Gutiérrez o Pedro Casaldáliga nieguen la naturaleza divina de Cristo. Lo que pasa es que llevamos mucho tiempo con una teología fuertemente antiarriana que ha derivado en otra herejía: el monofisismo. ¿Pues no se preguntaba el mismísimo Santo Tomás en la Summa cosas como "¿Utrum Christus fecasset?" (¿Iba Jesús al baño?) Él llegaba a la conclusión de que sí, pero pregunte por ahí y verá las ideas tan absurdas que tiene la gente acerca de cómo era este campesino judío del S. I. Incidir en que Cristo es hombre no es negar que es Dios. Y le aseguro que no dicen esto.
Bueno, en medio de un debate tan apasionante, tan sólo hacerte un apunte querido Neri, meramente teórico, desde mi posición agnóstica de falso progre.
Yo creo que el Evangelio, es la fuente del cristianismo y los primeros cristianos, los únicos que en puridad han seguido EL MENSAJE DE Jesús.
Ya sabes...setenta veces, siete, amar a los enemigos, la pobreza, la túnica y el manto,tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me invitaste a un gin tonic, el camello y el ojo dela aguja, los mercaderes etc, etc.
La tradición solo vale como desarrollo y adaptación de ese mensaje, perfectamente actual pal que lo quiera agarrar, a cada época, que presenta sus singularidades.
El evangelio es una ley orgánica ó una constitución y la tradición debería haber operado a modo de reglamento.La tradición en realidad no es nada. Es la transmisión de unos a otros.
Te pregunto en este sentido, que podemos salvar de la tradición como hija fiel leal del evangelio?.
A qué principios te refieres?.
Tú además llevas una vida mucho más evangélica que la mayoría de la peña que si no somos papas medievales es porque no podemos.
Hay que tener respeto al Papa y dirigirse a él de forma más adecuada, Al Neri. A mí tampoco me gustan muchas cosas que hace y dice pero me parece bastante soberbio poner en duda sus decisiones, que si las toma será porque Dios lo quiere, que nosotros no tenemos por qué entenderlas. Ya hemos tenido más Papas rojos, como Juan XXIII y Pablo VI, que se metía con Franco encima, pero hay que tener aguante y paciencia con los Papas porque los pone el Espíritu Santo, ¿no?
Dulcinea, totalmente en desacuerdo con su comentario.
Concuerdo con usted en que al Papa le debemos los católicos respeto y, añado, devoción filial. Pero no detecto en el artículo de Neri ningún menosprecio ni falta de respeto.
Por otro lado, creo que ya no estamos en época de la "fe del carbonero" para decir que no tenemos por qué entender las decisiones del Papa. Fuera del ámbito de los Misterios a los que no alcanza la razón es muy necesario conocer y saber los porqués de la doctrina católica.
Considero una especie de "papolatría" el pensar que todo lo que hace o dice el Papa es bueno y perfecto. No es así; fuera del ámbito magisterial (que en el actual pontificado sólo se ha manifestado en la encíclica "a pachas" con Benedicto XVI) sí se puede cuestionar lo que dice el Papa, por supuesto haciéndolo con rectitud de intención, prudencia y humildad.
Para acabar, no es cierto que al Papa lo elija el Espíritu Santo ni tampoco que todas sus acciones o palabras puedan justificarse por la acción del Espíritu. El Paráclito asiste a los cardenales en el cónclave, claro que sí, pero ellos son libres de hacerle o no caso ya que Dios nunca va a intervenir en la libertad de cada uno de ellos. Igualmente, el Espíritu Santo asiste al Papa en su gobierno y le garantiza infalibilidad cuando se pronuncia "ex cathedra" pero eso no quiere decir que la santidad del Papa sea segura. ¿O es que los Papas que a lo largo de la historia han tenido amantes e hijos naturales lo hacían bajo el influjo del Espíritu?
Me dirijo a J, (ó el que tenga conocimiento)y la pregunta es seria. Responde a mi natural escepticismo, pero la hago desde el completo desconocimiento.
Entendemos que el Papa es infalible cuando se pronuncia "ex cathedra". Esto es científicamente demostrable?.
No me refiero a si se puede dar convalidación científica a todas las afirmaciones papales. (Obviamente considero que no).
Digo que si pronunciándose "ex cathedra", no ha habido contradicciones entre antecesores y sucesores, a lo largo de la Historia.
No tengo el conocimiento mínimo para responder a esta pregunta, pero aquí creo que hay personas, que pueden resolver mi duda.
Gracias.
Aprendiz de Brujo, por definición, no puede haber contradicción entre papas cuando hablan "ex cathedra" ya que lo que se define bajo estas circunstancias es irreformable y definitivo.
Aquí se explica.
Aprendiz de brujo: lex posterior derogat legi priori.
Gracias por vuestras respuestas.
Un saludo
Dear AdB:
Hay un documento del concilio de Constanza que declara anatema a todo aquel que pretenda declararse infalible. Sin embargo, durante el Concilio Vaticano I el Papa Pío IX propuso que se votara el asunto de la infalibilidad papal. El Concilio coincidió con la anexión de los estados pontificios a la Italia unificada. Por esta causa más de la mitad de los padres conciliares se habían largado a casa. Pío propuso entonces que se votara la constitución dogmática Pastor Aeternus (la de la infalibilidad) y fué aprobada de aquella manera antes de la suspensión definitiva del Concilio. Tal y como se hicieron las cosas, me quedo con Constanza.
Gracias C.S., y por extensión a todos los que decidan aportarme algo de luz al respecto.
Buen día a todos los viperinos.
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