Es de cajón que el atractivo que cada cual ejerce en el sexo contrario tiene muchos más componentes que la mera belleza física, pero, ¿cuáles son estos componentes y por qué?, ¿son siempre los mismos y han sido siempre los mismos?
Para mí hay dos variantes de atracción.
A una de estas variantes podríamos llamarla la “atracción objetiva”, es decir la capacidad que tiene alguien del otro sexo para llamar nuestra atención y agradarnos con independencia de nuestro interés en ser su pareja estable.
En esta modalidad yo pienso que juegan un papel esencial los parámetros estéticos, que son los que entran por los ojos, si bien estos parámetros han variado enormemente según las épocas. Tampoco hay que negar que cada uno tiene sus gustos particulares en este sentido, que a veces pueden convertirse en fijación obsesiva (solo gustarte las rubias, o las muy delgadas…)
Otro ingrediente básico de la atracción objetiva es la autoestima. Es innegable que las personas positivas, con la autoestima elevada y que transmiten optimismo, caen mucho mejor y resultan más atractivas que los melancólicos, problemáticos y pesimistas. A veces niveles muy altos de autoestima compensan los defectos estéticos a la hora de gustar y enganchar.
También es muy importante la habilidad social del sujeto, pues favorece las relaciones y la empatía con los demás. Ya dice el refrán que la gracia de la fea, la guapa la desea. El mundo está lleno de ligones (o ligonas) feos pero simpáticos (aunque yo diría que mucho más en el caso de los hombres).
Finalmente yo hablaría del morbo, aunque no sepa definirlo bien. El morbo es el aspecto más subjetivo de la atracción objetiva. Yo a veces me he sorprendido al comprobar que me gustaba alguna chica aun reconociendo que no tenía nada de guapa y ni siquiera de simpática. El morbo es como el toque secreto de una receta. A cada cual le da morbo una serie de cosas, yo qué sé, por ejemplo la forma de mirar, algún defecto físico que se lleva con salero, unas coletas, un culo gordo, la delgadez, el tono de voz, los pies, el aire misterioso, la diferencia de edad para arriba y para abajo, la condición de casado o ennoviado, la vocación religiosa, la virginidad, el ser más puta que las gallinas… Alguna de estas cosas tiene que ver con el sabor de lo prohibido, pero otras seguro que responden a mecanismos ocultos y subjetivísimos de nuestro instinto que, sin embargo nos hacen sentir una atracción objetiva por los individuos de esas características.
La otra modalidad de atracción es la "subjetiva" o "cultural". Yo la definiría como aquella atracción que creemos experimentar por alguien pero que, en realidad, está completamente condicionada por convencionalismos sociales, culturales y de interés personal. Es el tipo de atractivo que ejercen sobre nosotros las personas que deseamos como pareja, novio o novia, marido o mujer.
La atracción subjetiva no tiene por qué ser mala. De hecho puede ser muy positiva. Tiene la función de protegernos del fracaso sentimental y del rechazo social. También es un mecanismo casi instintivo para garantizar la estabilidad y la seguridad material del futuro hogar y de los futuros hijos. Salvo en casos extremos en los que estos elementos predominan sobre todos los demás (es decir sobre la atracción objetiva y sobre el cariño), una dosis razonable de ellos ayuda a prevenir muchos problemas y deberíamos ser más honestos a la hora de identificarlos y reconocerlos.
Sin ánimo de ser exhaustivo, voy a enumerar varios de estos elementos: posición socioeconómica y clase social, nacionalidad y raza, reconocer un carácter como compatible, proximidad de la residencia para evitar relaciones a distancia, nivel de estudios, deseo o no de tener hijos, valores familiares, ideas políticas y religiosas, inteligencia, estabilidad o prestigio del puesto de trabajo, importancia que se da al sexo, origen familiar, pasado sentimental o sexual, actitud hacia el gasto o el ahorro, afinidad en gustos de ocio o tiempo libre, etc.
Objetivamente estas cosas no sirven para gustar o no gustar, pero es indiscutible que condicionan siempre en mayor o menor medida nuestra decisión de comprometernos con alguien. O sea que no nos casamos simplemente con quien nos atrae, sino que hay muchas más cuestiones a valorar. Lo malo es que a veces nos engañamos a nosotros mismos, nos creemos mucho más románticos de lo que somos y nos pensamos que Fulanita o Fulanito nos atrae a rabiar cuando en realidad hay mucho de conveniencia y nos interesa casarnos con alguien así. Cada uno sabrá.
Todos estos elementos de atracción cultural han variado mucho en la historia y han sido más valorados por hombres o mujeres según el papel de éstas en la sociedad.
Así, cuando la mujer no trabajaba y era mantenida por el varón, las chicas jóvenes se “enamoraban” con mucha más facilidad de hombres más mayores, ricos o estabilizados. Esta fuerte tendencia educacional cambia más lentamente que las estructuras sociolaborales, lo que explica que muchas mujeres mantengan este patrón de comportamiento aunque ya no tenga sentido hacerlo en los nuevos tiempos de igualdad.
Pero al revés también sucede. Hay cosas que los hombres valoraban antaño por razones culturales, como el recato o la exuberancia física (para garantizar la legitimidad de la prole y la fertilidad respectivamente) que hoy en día han perdido importancia al haberla perdido también la moral sexual o la natalidad. A pesar de ello, ya digo que hay pautas que perviven como marcadas al fuego, casi como si fueran genéticas, al margen de las circunstancias sociales.
Me gustaría lanzar un reto y hacer estas preguntas: ¿Qué es lo que más nos gusta y valoramos de una persona del sexo opuesto?. ¿Hasta qué punto reconocemos la presencia de los elementos culturales o de interés en nuestra atracción por alguien?
Para mí hay dos variantes de atracción.
A una de estas variantes podríamos llamarla la “atracción objetiva”, es decir la capacidad que tiene alguien del otro sexo para llamar nuestra atención y agradarnos con independencia de nuestro interés en ser su pareja estable.
En esta modalidad yo pienso que juegan un papel esencial los parámetros estéticos, que son los que entran por los ojos, si bien estos parámetros han variado enormemente según las épocas. Tampoco hay que negar que cada uno tiene sus gustos particulares en este sentido, que a veces pueden convertirse en fijación obsesiva (solo gustarte las rubias, o las muy delgadas…)
Otro ingrediente básico de la atracción objetiva es la autoestima. Es innegable que las personas positivas, con la autoestima elevada y que transmiten optimismo, caen mucho mejor y resultan más atractivas que los melancólicos, problemáticos y pesimistas. A veces niveles muy altos de autoestima compensan los defectos estéticos a la hora de gustar y enganchar.
También es muy importante la habilidad social del sujeto, pues favorece las relaciones y la empatía con los demás. Ya dice el refrán que la gracia de la fea, la guapa la desea. El mundo está lleno de ligones (o ligonas) feos pero simpáticos (aunque yo diría que mucho más en el caso de los hombres).
Finalmente yo hablaría del morbo, aunque no sepa definirlo bien. El morbo es el aspecto más subjetivo de la atracción objetiva. Yo a veces me he sorprendido al comprobar que me gustaba alguna chica aun reconociendo que no tenía nada de guapa y ni siquiera de simpática. El morbo es como el toque secreto de una receta. A cada cual le da morbo una serie de cosas, yo qué sé, por ejemplo la forma de mirar, algún defecto físico que se lleva con salero, unas coletas, un culo gordo, la delgadez, el tono de voz, los pies, el aire misterioso, la diferencia de edad para arriba y para abajo, la condición de casado o ennoviado, la vocación religiosa, la virginidad, el ser más puta que las gallinas… Alguna de estas cosas tiene que ver con el sabor de lo prohibido, pero otras seguro que responden a mecanismos ocultos y subjetivísimos de nuestro instinto que, sin embargo nos hacen sentir una atracción objetiva por los individuos de esas características.
La otra modalidad de atracción es la "subjetiva" o "cultural". Yo la definiría como aquella atracción que creemos experimentar por alguien pero que, en realidad, está completamente condicionada por convencionalismos sociales, culturales y de interés personal. Es el tipo de atractivo que ejercen sobre nosotros las personas que deseamos como pareja, novio o novia, marido o mujer.
La atracción subjetiva no tiene por qué ser mala. De hecho puede ser muy positiva. Tiene la función de protegernos del fracaso sentimental y del rechazo social. También es un mecanismo casi instintivo para garantizar la estabilidad y la seguridad material del futuro hogar y de los futuros hijos. Salvo en casos extremos en los que estos elementos predominan sobre todos los demás (es decir sobre la atracción objetiva y sobre el cariño), una dosis razonable de ellos ayuda a prevenir muchos problemas y deberíamos ser más honestos a la hora de identificarlos y reconocerlos.
Sin ánimo de ser exhaustivo, voy a enumerar varios de estos elementos: posición socioeconómica y clase social, nacionalidad y raza, reconocer un carácter como compatible, proximidad de la residencia para evitar relaciones a distancia, nivel de estudios, deseo o no de tener hijos, valores familiares, ideas políticas y religiosas, inteligencia, estabilidad o prestigio del puesto de trabajo, importancia que se da al sexo, origen familiar, pasado sentimental o sexual, actitud hacia el gasto o el ahorro, afinidad en gustos de ocio o tiempo libre, etc.
Objetivamente estas cosas no sirven para gustar o no gustar, pero es indiscutible que condicionan siempre en mayor o menor medida nuestra decisión de comprometernos con alguien. O sea que no nos casamos simplemente con quien nos atrae, sino que hay muchas más cuestiones a valorar. Lo malo es que a veces nos engañamos a nosotros mismos, nos creemos mucho más románticos de lo que somos y nos pensamos que Fulanita o Fulanito nos atrae a rabiar cuando en realidad hay mucho de conveniencia y nos interesa casarnos con alguien así. Cada uno sabrá.
Todos estos elementos de atracción cultural han variado mucho en la historia y han sido más valorados por hombres o mujeres según el papel de éstas en la sociedad.
Así, cuando la mujer no trabajaba y era mantenida por el varón, las chicas jóvenes se “enamoraban” con mucha más facilidad de hombres más mayores, ricos o estabilizados. Esta fuerte tendencia educacional cambia más lentamente que las estructuras sociolaborales, lo que explica que muchas mujeres mantengan este patrón de comportamiento aunque ya no tenga sentido hacerlo en los nuevos tiempos de igualdad.
Pero al revés también sucede. Hay cosas que los hombres valoraban antaño por razones culturales, como el recato o la exuberancia física (para garantizar la legitimidad de la prole y la fertilidad respectivamente) que hoy en día han perdido importancia al haberla perdido también la moral sexual o la natalidad. A pesar de ello, ya digo que hay pautas que perviven como marcadas al fuego, casi como si fueran genéticas, al margen de las circunstancias sociales.
Me gustaría lanzar un reto y hacer estas preguntas: ¿Qué es lo que más nos gusta y valoramos de una persona del sexo opuesto?. ¿Hasta qué punto reconocemos la presencia de los elementos culturales o de interés en nuestra atracción por alguien?
18 comentarios:
Ja, ja! Qué buen análisis Sr. Neri.
Desde el punto de vista de fémina, creo que los dos tipos de atracción son necesarios, el físico si quieres ser plenamente feliz y el subjetivo si no quieres sufrir.
El análisis antropológico clavao, y explica/justifica muchas cosas.
Yo caí fulminada, como el angelito de la foto! Ver al otro tan feliz por ser correspondido, casarse enamorado y seguir así años después es de lo mejor que le puede pasar a un ser humano-cuerpo-persona.
Elena Nito
Un tema que toca de refilon pero me gustaria que opinaseis
Alguien que que le parezca una bobada el tema de esperar al matrimonio si le gustase mucho alguien que considera importante ese tema..¿cederia ante aquello?
o es un obstaculo insalvable? ya que no es concebible el noviazgo sin sexo?
el caso inverso, no tiene sentido plantearlo
si no lo considerais de este post, Neri creo que podrias hacer un post monografico sobre esto, tu claridad y tu incorreccion politica te hace ser la persona ideal para publicarlo
Brillante elaborado y completo como no podría ser menos viniendo de usted señor Neri.Solo una pequeña matización cuando habla de que las personas introvertidas,pesimistas,no muy sociales que usted engloba dentro de aquellos que no tiene demasiado autoestima y dice que no solo suelen atraer a los de sexo contrario.Creo que este grupo lo englobaría dentro también del morbo,como muy bien explica cuando habla de la atracción que podemos sentir por personas que aparentemente presentan una serie de características (o una sola características) que no se ajustan a nuestras preferencias.Por ejemplo un amigo mío se siente atraido por una mujer bastante más mayor que él casada con hijos y hasta nietos,pero sin embargo me comenta que le da morbo su aspecto físico y como viste.En fin es una opinión.Saludos.
Me parece una entrada muy certera, sr. Neri , y muy en consonancia con uno de los temas que parecen intrigarle más y que, le adelanto, nunca podrá resolver pues los mayores sabios de la historia lo han intentando comprender sin lograrlo. Es cierto que es mucho mejor hacer caso de la razón que de los engañosos y pérfidos sentimientos pero hay cosas incomprensibles.
De momento, le adelanto una definición para morbo: atracción por lo desgradable. Por ello, en lugar de utilizar para ese concepto el adjetivo morboso, referirme a ciertas características como oscuramente atractivas o, sencillamente excitantes. Vamos, las cosas que solemos decir que "nos ponen".
Yo, que soy bastante simple, tengo claro que lo principal para mí es el físico. Lo primero que vemos y aquello que no nos engaña nunca. Podemos tardar toda una vida en conocer realmente a una persona y, aun así, no lograrlo nunca. Sin embargo, el físico, en sentido global (dejo de lado lo de los maquillajes y esas cosas) no engaña.
Y no me sirve eso de que el físico se pierde con la edad. Primero porque la que es fea y gorda con 25 años será horrible con 40 y asustará con 60. Segundo, porque el carácter, la forma de ser, la inteligencia y todas esas mandangas también cambian: a mejor o a peor pero cambian. ¿Qué pasa si te casas con una chica muy lista -te has enamorado de su inteligencia cosa que creo imposible- y se da un golpe en la cabeza y se queda medio lela? ¿La dejas de querer y la abandonas a su suerte para buscarte otra Einstein? ¿O si tu simpática y bondadosa mujer sufre una depresión de esas que dejan una huella de por vida?
Sí es cierto que lo del físico admite una cierta subjetividad. Hasta un cierto límite (tengo una amigo a quien le gusta más Leire Pajín que Sara Carbonero). Pero creo que está claro que "la comida entra por lo ojos". Otra cosa es que te guste una chica y que tú seas el único que la vea guapa en todo el mundo. Pero te tiene que gustar. Lo contrario creo que es injusto para ti y para ella. ¿Qué tipo de mujer soportaría que su novio o marido o lío no le dijera lo guapa que está? Pues está claro: una trastornada desesperada.
Eso sí, claro está que el físico no es lo único aunque sí lo más importante. También te tienen que atraer otras cosas. En mi caso, me atrae la bondad, la empatía, la simpatía, la capacidad de conversación, las inquietudes, la sensibilidad... Por ejemplo, no soportaría a una mujer que no fuera cariñosa y amante de la infancia.
Subdire, no se fíe. Conozco varias chicas que de jovencitas eran rellenitas y yo diría que poco agraciadas y a los 30 se han transformado y están tremendas. Influye mucho si se arreglan, se cuidan y sobre todo ganar en autoconfianza y optimismo. Pero ya le digo: verdaderos gusanos convertidos en mariposas (uy, qué mariconada me ha salido)
Tampoco me fío mucho de sus gustos, sr. Neri. De hecho creo que sólo ha tenido buen gusto (muy buen gusto, con su permiso) para elegir esposa. No puedo decir lo mismo de los gustos de ella.
Pero vamos, recuerdo el tipo de chicas que le gustaban a usted. Leire Pajín a su lado es Miss Universo. Por poner un ejemplo, ¿se acuerda usted de la camarera aquella de un bar cercano a la catedral que no cabía en la barra de oronda y que a usted por lo visto le ponía como una moto?
Y vamos, yo no conozco a ninguna que fea que, milagrosamente, se convierta en guapa.
No tiene usted vergüenza, señor Subdirector.
Por favor,por favor ¿que tipo de debate es este?,señor Neri,señor subdirector,estoy escandalizado.Y yo que pensaba que porque me atraía la matrona "Amarcord" de Fellini,era un enfermo.Se lo imploro a ambos,recuperen la cordura,no digan esas cosas.Yo también estoy apunto de perderlo,aún más,que ya es decir.Je,je,je,je.Señor Neri hay algunas "gorditas" por ahí que nos quitan el hipo.Pero qué estoy diciendo,lo ve,señor Neri,por su culpa y la indiscreción del señor Subdirector,ya he perdido los papeles.
¡SEÑORESSSSSSSSS!
La estanquera de Amarcord, que no matrona, es inolvidable- y no me refiero al cine: sólo quién ha sentido el calor hipermástico de una mujer así sabe lo qué significa de verdad la palabra SOFOCO.
Sobre todo si la señora está fuera de sí.
¡IN OL VI DA BLE!
Yo creo que debería tener más peso la atracción subjetiva, y es que para algo tan importante como el tener una relación con alguien, que supone que todo lo que influye a esa persona va a pasar a influirte a tí, uno no se puede dejar llevar sólo por los sentimientos.
Pero qué poco romántica es usted, señorita... Así que mirando la cartera.
Pues no me tenía por romántico empedernido, pero al lado de vosotros soy Cyrano de Bergerac, con perdón.
Prefiero una relación que dure tres años y en la que predomine los motivos mal llamados por Neri "OBJETIVOS",que una que dure toda la vida en la que predominen los SUBJETIVOS.
Es más me parece amoral la búsqueda premeditada y alevosa de alguien que tenga mi mi misma cultura, mi mismo nivel económico, mi misma ética sexual,mi mismo palamarés amatorio. Me parece amoral y cobarde.Muestra de una inseguridad incontrolable.
Evidentemente en una relación ha de haber empatías culturales, intereses comunes y principios morales innegociables desde el principio.No se puede ser tan ingénuo de creer lo contrario, pero cuando entra la premeditación a la hora de buscar un modelo determinado estamos matando lo más importante de la pareja.
Aquí más de una o de uno parece que realiza un casting, antes de echarse novio. NO me jodas.
Valorais mucho la perdurabilidad y muy poco la felicidad, bajo mi punto de vista.
No puedo por menos que alinearme con las palabras expuestas por Aprendiz de brujo, las cules suscribo sin miramientos.
Señor Neri, eso de que las jovenzuelas que no se comían un colín ahora estén tremendas, creo que va a ser más bien una visión suya subjetiva, creo que con la edad ya le gustan todas y no haría ascos a nada, menos mal que está usted ya casado, sino...
Creo que le dais demasiado al coco. Enamorarse es una cosa espontanea y me parece muy poco natural estar haciendo cábalas de si ira bien o no y que caraceristicas tiene que tener una persona. yo esas cosas no me las explico, surgen como surgen. Creo que solo me plantearia racionalmente rechazar a alguien si tuviera las caracteristicas de aprendiz de brujo.
Dulcinea, si hay vida debajo de esa carpeta, y ese pantalón vaquero. Que alegría me acabo de llevar. No sé si has visto Rocky, me acabo de sentir a Balboa como cuando le quita las gafas y el gorro a la hermana de Poli,y la dice. Sabía que eras bella...
Suscribo una por una todas tus palabras, especialmente el último párrafo.
Un beso para ti, preciosa.
Perdón he redactada mal con la emoción. "Me acabo de sentir como Balboa cuando...
Una emoción compresible cuando es el corazón quién manda. No se preocupe por el error ortográfico. Es lo de menos.
Ánimo Sr. Aprendiz de Brujo y recuerde (si su sentimiento es sincero) que quién la sigue, la consigue.
Una emoción compresible cuando es el corazón quién manda. No se preocupe por el error ortográfico. Es lo de menos.
Ánimo Sr. Aprendiz de Brujo y recuerde (si su sentimiento es sincero) que quién la sigue, la consigue.
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