Pero una cosa es la competencia sana, que incentiva el trabajo y la creatividad, y premia el ingenio y el sacrificio, y otra muy distinta la mierda esa del libre mercado o la libre competencia, que lo único que hace es favorecer la falta de escrúpulos, las puñaladas traperas, el juego sucio y las prácticas comerciales engañosas cuando no hijoputescas. Y es de estas últimas de las que quiero hablar.
Hay tres prácticas publicitarias o comerciales bastante comunes que cada vez que las veo se me ponen los pelos como escarpias y pienso: ay, si me dejaran a mí legislar sobre el mercado, estos tipejos iba a acabar picando piedra encadenados por el tobillo.
Una de ellas se utilizó sobre todo hace algunos años por varias marcas de bebidas refrescantes sin gas, en cuyos spots televisivos se recurría a una publicidad comparativa salvaje que señalaba expresamente qué porcentaje de fruta contenía el producto anunciado frente a otros competidores, cuyos nombres se citaban (Sunny Delight-Simon Life), o que estaban elaboradas a base de zumo exprimido y no de concentrado como otros (Don Simón-Minute Maid).
La segunda, mucho más frecuente, es la de la publicidad leonina de algunas compañías de seguros automovilísticos o de hogar, que utilizan en la tele el lema “tráenos tu seguro y nosotros lo mejoramos”.
Y la última, que está al orden del día, es el pillaje generalizado de las entidades de crédito, tanto bancos como cajas, que te ofrecen intereses bastante más altos por abrir un depósito con dinero “de fuera” que con el que tienes ahorrado en la cartilla de esa misma entidad.
No sé si es que soy demasiado inocente, si no me entero del mundo en que vivo o si soy un romántico demencial, pero estas formas de actuar me parecen directamente un robo que debería estar castigado con dureza.
No comprendo por qué para promocionar tu producto o tu servicio tienes que referirte al del vecino haciendo comparaciones supuestamente objetivas pero siempre insidiosas y engañosas, porque por ejemplo un refresco con menos porcentaje de zumo puede gustar más a la gente que uno con más fruta, sobre todo porque para beber fruta pura te exprimes tú las naranjas. Preocúpate por ser competitivo en el precio, en la calidad o en la imagen de tu producto y deja en paz el de los demás o al menos no incurras en esos descaros que implican, además de tomar al consumidor por imbécil y confundirlo, un ataque frontal al prestigio de la marca ajena.
En relación a la triquiñuela de los seguros y depósitos bancarios, me parece simple y llanamente quitar los clientes a los demás sin el mínimo asomo de ética ni decencia. Muchos me dirán que con estas estrategias se beneficia al cliente y se fomenta a largo plazo que los servicios sean más competitivos y de mayor calidad, pero yo pienso justo lo contrario: esto al final deriva en lo que en derecho administrativo se conoce como “bajas temerarias”, es decir que los empresarios, para abaratar los precios y competir, terminan produciendo o prestando bienes o servicios defectuosos, y acabamos pagando todos el pato. En el caso de los depósitos, además, se llega a situaciones de absoluto surrealismo, con los ahorradores yendo de la ceca a la meca con sus cinco mil euros bajo el brazo a la caza del mejor porcentaje, lo que genera suspicacias, impide una buena atención y acaba desembocando en regateos absurdos por un cuarto de punto TAE, como en un mercadillo moraco. Vamos, que al final es el cliente el perjudicado.
Para el logro de una economía y un mercado justos, hay que empezar favoreciendo (o imponiendo) que también en las relaciones comerciales rijan la transparencia, la honestidad y el respeto que deben presidir la convivencia humana en general.
En lo que al sector del crédito se refiere, a finales de los 70 funcionábamos con el "reparto pacífico" del mercado entre 7 grandes Bancos.
ResponderEliminarCon la desregulación del sector, el grado de competencia fue subiendo vía "Libretones", "Superhipotecones" y demás artimañas rastreras y desleales hasta degenerar en este absurdo peregrinar de los ahorradores de un Banco al de enfrente.
En mi opinión el origen de estas "prácticas hijoputescas" se remonta a la misma liberalización del tipo de interés, que de la noche a la mañana pasó a convertirse en el principal argumento de cada entidad de crédito para atraer ahorradores y robar cuota de mercado a la competencia.
Me ha parecido muy certera la extrapolación de las ofertas desproporcionadas en la contratación del sector público al mercado de los seguros y depósitos.
Saldrá beneficado el cliente siempre que mire muy mucho lo que le ofrecen, no porque te llamen y te digan que te lo mejoran es cierto. Suena feo pero hay que pillar una lupa, mirar la letra pequeña (esa que no nos gusta leer) y ya veríamos si la mejora es real. Nadie da duros a cuatro pesetas y menos ahora.
ResponderEliminar¿Recuerdan aquello de "A río revuelto ganancia de pescadores"???? Pues ahora hay mucho pescador suelto y sin licencia.
La verdad me ha dado que pensar tu post, en la universidad hemos hablado mucho sobre técnicas de publicidad y esta en particular que dices, pero nunca creo que se le haya dado la calificación de robar clientes... y yo de hecho no lo había pensado. Incluso he salido con la mentalidad de que en la publicidad (y los negocios en general) todo vale.
ResponderEliminarPoca importancia se le ha dado a la ética y la moral de los negocios en la universidad.
Aprendiz, pues no estaría mal que el Derecho, la Economía y demás áreas que regulan la convivencia humana se basaran en la ética y en el respeto, ¿no le parece?
ResponderEliminarYo no veo demasiado problema en este asunto. No me parece mal que cada uno se anuncie mostrando sus mejores bazas mientras sean ciertas.
ResponderEliminarCierto que un regateo a la baja conlleva limitar el producto que se ofrece y al final dar algo de peor calidad, pero también se venden productos justamente con el perfil contrario: enfatizan que son exclusivos (bmw, mercedes, perfumes channel,...) o incluso directamente hacen hincapié en que son más caros (turrón 1880) para atraer a otro tipo de clientes. No creo que todo se degrade porque unos vendan barato para hacerse un hueco pues siempre habrá clientes interesados en lo contrario y empresas centradas en vender mejor calidad aunque sea más caro. Si venden lo mismo que otros tienen que competir y buscar su hueco.
En el caso concreto de dar datos objetivos para destacar (caso de los productos Don Simón) me parece incluso bien pues sirven para destapar las mentiras que de forma indirecta ("dando a entender que...") realizan otras empresas. En este caso de zumos, por ejemplo, poniendo en la línea de refrigerados productos que no lo necesitan (pero ya te hacen creer que es natural o fresco), llamando zumo a lo que es reconstituido... O, volviendo al turrón, pienso que menos ético anunciarte como el turrón más caro del mundo dando a entender que eres el mejor por ello, cuando en realidad es un turrón normalito por calidad y sabor.
Por cierto en España no se permiten las comparaciones concretas sobre hechos subjetivos por lo que no se pueden comparar sabores ni cosas así (aunque siempre puedes hacer un "estudio" y decir que a la mayoría les gustó más el tuyo). En EEUU sí.
Saludos.
Ignatus, lo mire por donde lo mire, la publicidad comparativa en esos términos es rastrera e inmoral. Igual nos es difícil hacernos a la idea al hablar de grandes compañías, pero intente extrapolar el ejemplo de Sunny y Don Simón a dos tiendas de su barrio. Imagínese que el panadero de la esquina empieza a poner carteles diciendo que en la panadería "La Puri", de dos calles más allá, venden el riche algo más barato, pero que es más pequeño y utilizan una harina peor. ¿A usted le parecería normal y sano, o más bien una práctica propia de lobos sin escrúpulos?
ResponderEliminarPues hombre, Neri, si en "La Puri" estuviesen dando gato por liebre o haciendo publicidad engañosa no me parecería mal que alguien (un competidor o quien fuese) les sacase los colores (aun por propio interés en el caso del competidor).
ResponderEliminarAunque tienes razón en que así visto, entre empresas pequeñas y sin mediar motivo alguno, sí que veo más claro que está feo, sí.
Más hijoputesca me parecen las campañas de captacion de clientes por parte de las compañías de telecomunicaciones. Si estás dentro se olvidan completamente de tí, pero si cambias de compañía te dan el oro y el moro para que te quedes, hace poco he conseguido reducir 10 euros mi factura de internet solicitando la portabilidad a otra compañía, hace dos meses había llamado a mi compañia para que me redujeran el precio y no conseguí nada...
ResponderEliminarRecuerdo en una clase de derecho mercantil, hablando de la publicidad, el profesor nos mencionó un anuncio de pepsi en una campaña promocional, que daban puntos canjeables por regalos. En el anuncio decían que incluso con tropecientos millones de puntos podías canjearlo por un avión Harrier.. un empresario estadounidense hizo cuentas y le salía mucho más barato comprar botellas de pepsi y canjear los puntos que comprar el avión y eso hizo. Pepsi alegó que sólo era un anuncio y que en su catálogo de puntos no aparecía el avión, pero la justicia americana dio la razón al empresario, porque en USA todo lo que aparece en los anuncios ha de ser real en defensa de los consumidores. Esto aquí no es así. Los yanquis alguna cosa bien hacen.
La mejor forma de entender la posición de Al Neri es con el ejemplo que él mismo ha puesto. Una cosa es promocionar tus productos; bajar los precios; hacer ofertas... y otra cosa es poner un anuncio que diga que tu tienda es mejor que la de al lado.
ResponderEliminarClaro que creo que en las asignaturas se debería debatir más sobre la ética de los negocios. Pero no sé si tiene sentido en esta sociedad del todo vale. Estaría bien quizás preguntarse si esta sociedad es así porque realmente piensa que todo vale, o porque nadie le enseña que no todo vale...
con matices pero esencialmente de acuerdo Sr. Neri. El único matiz es que estas prácticas son más tolerables en los bienes de uno o dos euros que en los de más enjundia. En el sector bancario o asegurador, el mercadeo nos lleva a una desconfianza generalizada hacia el producto y ello es nocivo.
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