Al PSOE le podremos acusar de demagogo, de inmoral, de ultraizquierdista, de manipulador, de enemigo de España, de criminal o de progre, pero difícilmente podremos reprochar a este partido actitudes esencialmente incoherentes.
Es más, a mí me parece que los afiliados al PSOE tienen que sentirse muy orgullosos de su militancia política, pues, nos guste o no, ZP está llevando a buen puerto los ideales de cualquier hombre de izquierdas de nuestro tiempo. Hasta ahora, el señor del talante ha casado a las parejas de “gays y lesbianas”; se ha vengado de Franco en nombre de todos los rojos de España con su Ley de Memoria Histórica; ha impuesto la paridad de género en las elecciones; ha convertido la violencia doméstica en prioridad nacional; ha potenciado la “alianza de civilizaciones” y ha tendido su manga ancha a todos los inmigrantes; ha dialogado hasta la extenuación para solucionar el “conflicto vasco”; a nivel internacional, ha dado la espalda al capitalismo y ha acercado posturas con regímenes alternativos de Hispanoamérica. Por si fuera poco, cuando culminen estas dos legislaturas tenebrosas, nos habrá “regalado” el derecho al aborto libre y a “morir con dignidad”. Nadie puede discutir que todos estos logros satisfacen plenamente las viejas reivindicaciones ideológicas de la progresía más cañera.
Por el contrario, los niveles de desideologización y la actitud vergonzante del PP difícilmente satisfacen nada ni a nadie. La semana pasada, en el Congreso Regional de este partido en Castilla y León, el Presidente Herrera aseguró que el PP es “reformista, moderado y de centro” y que es “un partido de cercanía, próximo e integrador, en el que nadie sobra (…), abierto al mundo, orgulloso y sin complejos”. Esto es lo mismo que no decir nada. Nada de ideas. Nada de principios. Nada de valores. Nada de alternativas valientes a los desaguisados sociatas. Los “centrismos”, “reformismos” y demás soplapolleces son los comodines políticos de hoy en día, el arlequín en la baraja de quien juega a sumar votos y cargos olvidándose de sus convicciones. Esas mismas palabras mágicas le podrían valer a cualquier formación política moderna de cualquier signo.
Es más, a mí me parece que los afiliados al PSOE tienen que sentirse muy orgullosos de su militancia política, pues, nos guste o no, ZP está llevando a buen puerto los ideales de cualquier hombre de izquierdas de nuestro tiempo. Hasta ahora, el señor del talante ha casado a las parejas de “gays y lesbianas”; se ha vengado de Franco en nombre de todos los rojos de España con su Ley de Memoria Histórica; ha impuesto la paridad de género en las elecciones; ha convertido la violencia doméstica en prioridad nacional; ha potenciado la “alianza de civilizaciones” y ha tendido su manga ancha a todos los inmigrantes; ha dialogado hasta la extenuación para solucionar el “conflicto vasco”; a nivel internacional, ha dado la espalda al capitalismo y ha acercado posturas con regímenes alternativos de Hispanoamérica. Por si fuera poco, cuando culminen estas dos legislaturas tenebrosas, nos habrá “regalado” el derecho al aborto libre y a “morir con dignidad”. Nadie puede discutir que todos estos logros satisfacen plenamente las viejas reivindicaciones ideológicas de la progresía más cañera.
Por el contrario, los niveles de desideologización y la actitud vergonzante del PP difícilmente satisfacen nada ni a nadie. La semana pasada, en el Congreso Regional de este partido en Castilla y León, el Presidente Herrera aseguró que el PP es “reformista, moderado y de centro” y que es “un partido de cercanía, próximo e integrador, en el que nadie sobra (…), abierto al mundo, orgulloso y sin complejos”. Esto es lo mismo que no decir nada. Nada de ideas. Nada de principios. Nada de valores. Nada de alternativas valientes a los desaguisados sociatas. Los “centrismos”, “reformismos” y demás soplapolleces son los comodines políticos de hoy en día, el arlequín en la baraja de quien juega a sumar votos y cargos olvidándose de sus convicciones. Esas mismas palabras mágicas le podrían valer a cualquier formación política moderna de cualquier signo.
Con este bagaje “doctrinal”, con este entusiasmo, ¿a quién quieren ilusionar los peperos?. ¿Cómo pretenden levantar pasiones preocupándose más de su imagen aséptica de centristas que de borrar las huellas terribles de sus supuestos adversarios? Todos sabemos que el PP en el poder jamás se replantearía lo de las bodas entre invertidos, ni derogaría de Ley de Memoria (precisamente un insulto a la memoria de media España), ni frenaría de ningún modo los atentados contra la bioética que pronto se llevarán a cabo, también en forma de Ley.
Sinceramente, me parece que el PSOE es un partido bastante más comprometido y coherente con sus sueños que los chicos de Mariano, que ni siquiera tengo claro que sueñen.