martes, 26 de mayo de 2015

EL IRREGULAR ARANDA



Acaba de fallecer Vicente Aranda.

Dicen que es imposible hablar de cine español sin referirnos a este director catalán. No lo dudo, aunque todos supondréis que no es ni mucho menos mi cineasta favorito. 

Hay tres razones por las que Aranda nunca me ha gustado: su filmografía es muy irregular, padecía una obsesión sexual patológia que deformaba incluso sus mejores películas, y, por si fuera poco, era un izquierdista resentido que contribuyó a consolidar en la sociedad española una imagen sesgada e injusta de la Guerra Civil.

En efecto ha rodado subproductos que no deberían ser citados ni en un pobre blog como este. Uno de ellos es la histriónica, oportunista y repugnante Cambio de sexo (1976), con una jovencísima Victoria Abril haciendo el papel de un maricón (encima con padre facha) que decide pasar por quirófano para quitarse el ciruelo. La intenté ver el año pasado y no pude terminarla tales fueron mi asco y mi indignación. Otras mierdas de Don Vicente son las cintas semipornográficas que rodó también en los setenta, La muchacha de las bragas de oro (1979), Si te dicen que caí (1989), Celos (1999) y una lamentable adaptación en 1994 de la novela La pasión turca del también pervertidísimo Antonio Gala.

Sus incursiones en el género “histórico-político” me parecen también nefastas. Su más insultante panfleto fue la conocida serie televisiva Los jinetes del alba (1990), ambientada en un balneario de lujo durante la llamada Revolución de Asturias y los meses previos al Alzamiento, con un Jorge Sanz, una Maribel Verdú y una Victoria Abril (su trío favorito) despelotándose cada cuarto de hora y mostrando a España entera qué heroicos fueron los milicianos anarquistas y qué malvados los guardias civiles y los “fascistas”. La otra gran muestra de su fervor republicano fue Libertarias (1996), de la que solo se salva la banda sonora. Recuerdo que fui al estreno con mi novia y la chica se pensaba que me iba a dar algo.

Vicente Aranda, durante el rodaje de Carmen (2006)

Pero no sería justo si no hablase de dos obras suyas que considero auténticas alhajas sin las cuales nuestro cine no sería lo mismo. Me refiero a Amantes (1991) y a El lute: camina o revienta (1987).

La primera merece una matrícula de honor por su extraordinaria ambientación en el Madrid de los años 50 y por su lograda captación de entornos sociales y psicologías tan opuestos como los de Trini (Verdú) y Luisa (Abril), novia y querida respectivamente del muchacho protagonista, interpretado por un solvente Jorge Sanz. Es una lástima que una escena concreta que no hace falta describir porque todos conocemos dañe todo el conjunto, de forma que esta cinta sórdida (pero excelente) sea normalmente recordada como chabacana y obscena.

En cuanto a la primera parte de El lute (El Lute II: mañana seré libre es también meritoria pero menos) solo puedo decir que para mí se trata, sin ningún género de duda, de uno de los mejores filmes del cine español de todos los tiempos. Adaptación parcial de las memorias del famoso merchero Eleuterio Sánchez (que desde luego no escribió él), retrata fielmente y con dureza la marginalidad social en pleno desarrollismo tardofranquista, con un Imanol Arias insuperable, unas interpretaciones y unos diálogos soberbios, un ritmo narrativo de quitarse el sombrero y una crítica sólida a muchos aspectos de la última etapa del régimen anterior. 

Dejo unas escenas de El lute: camina o revienta como recuerdo a este polémico director. Descanse en paz.

3 comentarios:

  1. Aprendiz de brujo26 de mayo de 2015, 18:14

    A mi este señor me parecía un pésimo cineasta. Solo salvo El LUTE, donde Imanol Arias está sublime.Amantes me parece un truño insoportable y solo sirve para aliviar tensiones. El sexo lo rodaba muy bien, pero por lo demás me parece mediocre. Libertarias y la ya reseñada Amantes me hicieron tomar la decisión de no volver a ver una película entera seguida de este señor.Vamos al lado de Cuerda, Berlanga, Amenabar... un director vulgar.

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  2. Tengo la misma opinión que vosotros. Anoche precisamente, estuve viendo un reportaje sobre él en "Días de cine" y, sencillamente me pareció una auténtica "m" y, él, un viejo verde.

    Me he comprado un Optoma y un par de pantallas. Disfruto mejor que nunca del buen cine, sobre todo aprovechando las noches cálidas de terral que lo pongo en el patio.
    Parece un gran desembolso al principio pero, cuando echas cuentas de lo que te ahorras en entradas y palomitas, en poco más de un año en mi caso, lo tengo amortizado.
    Es una gozada.

    Feliz finde, chicos.

    Un abrazo

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  3. Brujo, aún recuerdo las procacidades que comentó usted en el post de La pasión turca...

    Nago, es el Home cinema ese, ¿no? Que envidia me da usted, yo muchas pelis las veo en la pantalla del ordenador. De todos modos, esos lujos asiáticos que usted nos refrota por los hocicos tengo entendido que pronto serán proscritos en este país por Podemos.

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