Hace muy poco un lector
del blog me hacía una crítica que considero muy injusta. En medio de una absurda discusión sobre quién de los dos tenía la “mente más abierta”, terminó
reconociendo que yo suelo leer libros y autores de ideas políticas
diametralmente opuestas a las mías, pero puntualizó que yo a mis enemigos más
que leerlos, los investigo. “Neri, tú lees a tus contrarios con el cerebro bloqueado
por los prejuicios. No quieres conocerlos, ni enriquecerte con sus puntos de
vista, ni contrastar sus opiniones con las tuyas. Solo buscas reforzar tu
posición y los miras con lupa a la caza de datos que confirmen todo lo malo que piensas de ellos, desechando todo lo demás”, me escribía el muy cabrón.
Este tío se ve que no ha conocido en su vida a un verdadero talibán con la sesera cerrada a cal y canto. Yo sí he tenido el "gusto" y los he visto no solo descartando para sí mismos multitud de lecturas por la ideología del autor, sino imponiendo a sus discípulos los libros que podían o no podían abrir. Yo no he hecho eso jamás.
¿Leo a mis enemigos con prejuicios? Pues sí, probablemente; es algo humano. ¿Busco reforzar mi posición? Puede ser, pero en todo caso será porque tengo una posición, no como otros que nunca saben qué pensar sobre ningún tema. Ya lo dijo Chesterton: “No tengas la mente tan abierta que se te caiga el cerebro”.
Sinceramente no sé qué problema hay. Más que nada no entiendo como esto puede ser objeto de censura. Es natural que la gente tenga sus opiniones y reciba las ajenas y sobre todo las contrarias con cierto recelo. Esto no implica cerrazón. Tener una actitud abierta consiste, en primer lugar, en aceptar información sobre creencias diferentes a las nuestras (que no es moco de pavo), y, después, en ser capaces de evaluarla con serenidad distinguiendo lo que se amolda a nuestros valores, lo que no se adapta del todo pero podría complementarlos e incluso modificar nuestra posición de salida, y, por último, aquellos puntos incompatibles de raíz con nuestra postura que no tenemos por qué aceptar si no nos convencen o, peor aún, nos repugnan. Yo creo que cumplo el requisito, vaya, que no soy tan cerril. A mí me parece que leo a todo el mundo y que las cosas que no me gustan las critico con argumentos razonados. Es lo que intento hacer en este blog desde hace siete años.
Aunque por supuesto que hay determinadas ideas que es normal rechazar de plano, sin necesidad de mayores profundizaciones, a poco sentido de la moral y de la decencia que se tenga. ¿O no?
Me gustaría ver cómo reaccionaría este chisgarabís que me llama a mí fanático y me pone verde si a él le invitaran a leer, por ejemplo, el Mein Kampf, un libro muy aburrido pero que tiene, aunque algunos no lo crean, partes rescatables. No se leería ni el prólogo y gracias si no lo quemaba antes de cinco minutos, lo que demuestra que al final esto de la “mentalidad abierta” es un poquito subjetivo. Hoy, como en todas las épocas, existen unos dogmas y los obtusos son aquellos que se resisten a asimilarlos. En cambio, repudiar con obstinación, incluso sin conocerlas, las doctrinas que cuestionan dichos dogmas es un síntoma de excelente salud democrática. Así está el patio.
Este tío se ve que no ha conocido en su vida a un verdadero talibán con la sesera cerrada a cal y canto. Yo sí he tenido el "gusto" y los he visto no solo descartando para sí mismos multitud de lecturas por la ideología del autor, sino imponiendo a sus discípulos los libros que podían o no podían abrir. Yo no he hecho eso jamás.
¿Leo a mis enemigos con prejuicios? Pues sí, probablemente; es algo humano. ¿Busco reforzar mi posición? Puede ser, pero en todo caso será porque tengo una posición, no como otros que nunca saben qué pensar sobre ningún tema. Ya lo dijo Chesterton: “No tengas la mente tan abierta que se te caiga el cerebro”.
Sinceramente no sé qué problema hay. Más que nada no entiendo como esto puede ser objeto de censura. Es natural que la gente tenga sus opiniones y reciba las ajenas y sobre todo las contrarias con cierto recelo. Esto no implica cerrazón. Tener una actitud abierta consiste, en primer lugar, en aceptar información sobre creencias diferentes a las nuestras (que no es moco de pavo), y, después, en ser capaces de evaluarla con serenidad distinguiendo lo que se amolda a nuestros valores, lo que no se adapta del todo pero podría complementarlos e incluso modificar nuestra posición de salida, y, por último, aquellos puntos incompatibles de raíz con nuestra postura que no tenemos por qué aceptar si no nos convencen o, peor aún, nos repugnan. Yo creo que cumplo el requisito, vaya, que no soy tan cerril. A mí me parece que leo a todo el mundo y que las cosas que no me gustan las critico con argumentos razonados. Es lo que intento hacer en este blog desde hace siete años.
Aunque por supuesto que hay determinadas ideas que es normal rechazar de plano, sin necesidad de mayores profundizaciones, a poco sentido de la moral y de la decencia que se tenga. ¿O no?
Me gustaría ver cómo reaccionaría este chisgarabís que me llama a mí fanático y me pone verde si a él le invitaran a leer, por ejemplo, el Mein Kampf, un libro muy aburrido pero que tiene, aunque algunos no lo crean, partes rescatables. No se leería ni el prólogo y gracias si no lo quemaba antes de cinco minutos, lo que demuestra que al final esto de la “mentalidad abierta” es un poquito subjetivo. Hoy, como en todas las épocas, existen unos dogmas y los obtusos son aquellos que se resisten a asimilarlos. En cambio, repudiar con obstinación, incluso sin conocerlas, las doctrinas que cuestionan dichos dogmas es un síntoma de excelente salud democrática. Así está el patio.
seguramente su lector es envidioso, de su prosa y sus ideas,temeroso de que le convenza...no le critica le envía un SOS
ResponderEliminarYo conozco al sujeto que dijo eso,(no exactamente eso) y solo puedo decir que Sinretorno tiene mucha razón.
ResponderEliminarno le conozco....
ResponderEliminarA mi a veces también me pasa. Tengo un vecino socialista y, se me cierra todo cuando le veo.
ResponderEliminarMe reconozco. Ni siquiera acepto una excusa en según que temas.
Cada vez más.
Pero creo que lo suyo es peor. Je je...
ResponderEliminarCreo.
Gómez Dávila dejó cantidad de escolios relativos al tema, van algunos:
ResponderEliminar-La legislación que protege minuciosamente la libertad estrangula las libertades.
-El ironista desconfía de lo que dice sin creer que lo contrario sea cierto.
-Necesitamos que nos contradigan para afinar nuestras ideas.
-Negarnos a considerar lo que nos repugna es la más grave limitación que nos amenace.
-Entre adversarios inteligentes existe una secreta simpatía, ya que todos debemos nuestra inteligencia y nuestras virtudes a las virtudes y a la inteligencia de nuestro enemigo.
-Los prejuicios defienden de las ideas estúpidas.
-Hombre inteligente es el que mantiene su inteligencia a una temperatura independiente de la temperatura del medio que habita.
-El prejuicio de no tener prejuicios es el más común de todos.
-El Estado moderno fabrica las opiniones que recoge después respetuosamente con el nombre de opinión pública.
-Un léxico de diez palabras basta al marxista para explicar la historia.
-El inferior siempre tiene razón en las disputas, porque el superior se ha rebajado a disputar.
-Ser cristianos es hallarnos ante quien no podemos escondernos, ante quien no es posible disfrazarnos. Es asumir la carga de decir la verdad, hiera a quien hiera.
-Mientras más libre se crea el hombre, más fácil es adoctrinarlo.
-El diálogo entre comunistas y católicos se ha vuelto posible desde que los comunistas falsifican a Marx y los católicos a Cristo.
-Por tonto que sea un catecismo, siempre lo es menos que una confesión personal de fe.
-Sólo es inteligente el que no teme estar de acuerdo con tontos.
-La creencia en la solubilidad fundamental de los problemas es característica propia al mundo moderno. Que todo antagonismo de principio es simple equívoco, que habrá aspirina para toda cefalalgia.
-La verdadera religión es monástica, ascética, autoritaria, jerárquica.
Le conozco hace muchos años Señor Neri, y no creo que usted tenga una mente cerrada, es más su amplitud de conocimientos sobre ideologías contrapuestas y su amplio bagaje como lector de todo tipo de literatura lo quisiera para mí. Creo que en su caso sus posicionamientos son consecuencia de una profunda reflexión y una elección libre y contrastada, lo que no quiere decir que esté en posesión de la razón absoluta.
ResponderEliminarUsted en un acérrimo defensor de sus creencias y sus posturas, fruto de creer firmemente en lo que piensa y siente que es completamente coherente con sus valores. Pero obviamente para gustos están hechos los colores y en temas ideológicos, sociales o religiosos cada uno se posiciona dónde mejor le parece.
tómeselo como un desafío, hombre. Y reproduzca esos pedacitos rescatables de la obra que cita. Quizá se sorprenda con los comentarios, incluso del crítico de marras
ResponderEliminarMuchas gracias, Sinretorno y Teutates: comentarios como los suyos son los que hay que hacerme y no como los de este menguado.
ResponderEliminarPorteño, frases con mucha miga, en efecto. Recomiendo su lectura sosegada por todos los amigos de La pluma viperina.
POLITÍCOLA, he pensado muchas veces hablar en profundidad del nacionalsocialismo alemán y en particular sobre su relación con la religión y la Iglesia Católica, pero es un tema con muchas aristas, complicado de abordar y con el que seguro que cabreo a todo el mundo.
En el mundo Blogger, como en la vida misma, Dios los cría y ellos se juntan. Basta observar un poco por encima la línea editorial de todos ellos para hacerse una idea del tipo de comentaristas que arrastra. Todos asienten, a todos les parece chupiguay lo que dice su dueño, que censura, con frecuencia y de forma indiscriminada y sin miramientos todo aquello que le desagrada o lo utiliza para hacer chanzas despectivos e insultantes y de este modo incrementar la fila de comentarios. .
ResponderEliminarSi usted fuera un talibán, no tendría los comentaristas tan dispares, tan opuestos en muchos casos a sus ideas, tan críticos y de tanto nivel como tiene. Empezando por mi misma (y no precisamente por el nivel de mis comentarios que soy el farolillo rojo) que me encuentro en las antípodas de sus ideas respecto a la fe, por ejemplo.
Yo jamás tendría en mi mesilla de noche el libro rojo de Mao ni cincuenta sombras... No necesito abrir tanto mi mente. Como tampoco necesito fustigarme leyendo lo que no me gusta.