El mes pasado el Ministerio de Empleo decidió ampliar a todos los parados la posibilidad de capitalizar el 100% de su prestación para invertir en un negocio. Hasta ahora solo se concedía este “beneficio” a los menores de 30 años y a las personas con discapacidad. Los hombres mayores de 30 y las mujeres mayores de 34 (no entiendo la diferencia) solo podían cobrar por adelantado el 60%.
La medida se enmarca en una política más amplia de incentivo del autoempleo, que persigue dinamizar la economía facilitando e impulsando la actividad de los emprendedores.
Permitir el cobro anticipado de la totalidad del paro me parece una pésima solución a los problemas de España y de las familias.
Esta alternativa obvia la verdadera naturaleza de la prestación por desempleo; estamos hablando de una ayuda cuya esencia es precisamente la periodicidad mensual y su objetivo cubrir las necesidades básicas del parado durante un determinado período de tiempo. Esto se compadece muy mal con pagarle todo el dinero a la vez a quien justifique su inversión en una PYME, pues de este modo el Estado no garantiza, como es su obligación, la manutención del beneficiario durante el tiempo que le corresponda (un máximo de dos años), sino que deja al azar el cumplimiento del fin de la prestación.
¿Qué sucede si se abona a un individuo el 100% de su paro, lo destina a la creación de una empresa, y el proyecto fracasa estrepitosamente y ha de cerrar en cuatro meses sin haber ganado un euro? ¿Quién lo mantendrá entonces si ya ha agotado toda la ayuda?
Podría ser razonable cierto grado de capitalización (un 33% como máximo), atendiendo a circunstancias muy concretas y exigiendo, desde luego, la existencia de unos ingresos suficientes en la unidad familiar del interesado para prevenir desenlaces dramáticos. Pero dar el 100% a todo el mundo que lo pida se me antoja una barbaridad. Ante situaciones de paro forzoso, la misión de los poderes públicos es asegurar la protección social y económica a los afectados y a sus familias, y no animarles a jugar a la ruleta rusa.
Las prestaciones por desempleo son para comer y vestirse, no para emprender aventuras inciertas y quedarse después con una mano delante y otra detrás.
Sus argumentos son muy razonables, pero para una persona de más de 45 o 50 años, que nunca más será contratado en ningún sitio, la capitalización del paro es su última bala para no tener que vivir de la caridad, una vez acabado el período de paro y agotados los ahorros que pueda tener.
ResponderEliminarOtra cosa es que muchos proyectos empresariales son inviables, por falta de cualificación o por falta de mercado.
opino como Alco. La capitalización es una opción, no una obligación.
ResponderEliminarNo obstante también estoy de acuerdo con Neri en que hay otras maneras de facilitar la auto creación de empleo. Para ello se creó el ICO, antes de que acabase sirviendo para ... nada. O el CESCE, antes de que emplease sus fondos para asegurar aventuras peregrinas como la de SACYR en el Canal de Panamá