Ser corrupto no consiste solo en tener caja B en el partido, lucrarse a base de comisiones y prevaricar en la política urbanística. También es corrupción chanchullear el programa electoral incluyendo medidas impactantes a sabiendas de que jamás se implementarán y, sobre todo, cambiar descaradamente de ideas y de estrategia según convenga para pillar cacho en la tarta del poder.
Podemos presentó ayer en Madrid su documento “definitivo” de propuestas económicas, en el que renuncia sin sonrojo a los puntos más emblemáticos y electoralistas del programa que le valió cinco eurodiputados la pasada primavera. Iniciativas como la jubilación a los 60, el impago de la deuda, la “renta universal” y el abandono del euro han sido fuertemente suavizadas o borradas sin más en un intento de trazar “un diagnóstico realista” y desradicalizar el mensaje. La cosa es no cabrear demasiado a la banca ni asustar a la gente de orden que se está pensando muy en serio votarles.
Si ya en estas fases tan preliminares, Pablo Iglesias no tiene reparos en dar giros a la derecha y bajarse los gayumbos hasta los tobillos, es fácil imaginar hasta dónde llegaría para no perder una mayoría en el Congreso.
Podemos acabará siendo lo que fué el PSOE en los 80. Puede que dé miedo a personas muy conservadoras, como el PSOE en su época de esplendor, pero va para partido de referencia del sistema.
ResponderEliminarY el PP verá surgir tarde o temprano un Podemos de derechas que los va a jubilar.
O sea, "Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie", la conocida paradoja de Lampedusa en El Gatopardo.