El otro día me enteré de que a un conocido mío le ha sucedido algo que yo, sinceramente, calificaría de paranormal. Resulta que hace un par de meses lo dejó con su novia, con la que llevaba seis años, y a pesar de ello quedaron estupendamente, es decir no solo dirigiéndose el saludo cuando se cruzan por la calle, sino manteniendo una afectuosa amistad e incluso saliendo, como antes, en el mismo grupo de amigos. Ojo, que este no es el suceso surrealista al que me refiero. En mi opinión es una verdadera lástima que una relación de noviazgo de años se disuelva de repente sin dejar vivo siquiera un contacto mínimo. Salvo en casos de rupturas tumultuosas tras agrias broncas, malos tratos o infidelidades, no considero lógico que un vínculo tan duradero de afecto, de confianza y de conocimiento mutuo (no en vano las ex serán de las personas que mejor le conocen a uno y viceversa) se transforme, de la noche a la mañana, en una indiferencia de por vida con nulo trato y total falta de interés del uno por el otro. Soy consciente de las dificultades prácticas, de diversa índole, para mantener una comunicación regular, pero….
Bueno, al tema. No me pareció raro que siguieran siendo amiguitos, aunque un poco quizá el alcance de esta “nueva” amistad. Lo que sí me extrañó y mucho, no sé si porque yo soy un troglodita o ellos (o más bien él) tienen la sangre de horchata, es que la chica ha empezado a salir ahora con uno de los más íntimos colegas de mi conocido y este, por lo que me cuentan, se ha quedado tan pancho, ha aceptado la situación con absoluta normalidad y sale de pinchos y de copas en compañía de la nueva pareja y de otros amigos sin ningún rubor.
Uno es civilizado pero no tanto. Ya sabemos que en teoría, después de cortar una relación, cada uno es libre de rehacer su vida (qué cursi) como y con quién le salga del moño, sin que ello deba provocar incomodidad ni celos en la otra persona. Ya sabemos que objetivamente sería injusto decirle a un amigo que ni se le pase por la cabeza salir con nuestra ex novia o ex mujer so pena de arrancarle la cabeza. De hecho, también en teoría, el amigo no cometería ninguna deslealtad liándose con nuestra ex, puesto que esta ha vuelto al mercado, está libre y nada la une ya a nosotros sentimentalmente hablando. Podrá ser, en efecto, una situación muy justa y sin tinte alguno de traición, pero, coño, reconozcamos que al común de los mortales estas cosas le sientan como un tiro y, precisamente por ello, la peña debería cortarse un poco y hacerse a la idea de que la antigua pareja de un amigo es terreno más bien vedado, o que está feo empezar a salir con los amigos o amigas más cercanos de la persona con la que tuvimos una relación. Y subrayo lo de cercanos, porque, claro, a un conocidillo con el que te vas de cañas de vez en cuando no hay por qué tenerle la más mínima consideración en lo tocante a mujeres.
Creo que hay un matiz que no he aclarado bien. En realidad un amigo no hace nada malo saliendo con tu ex, pero, como tú tienes todo el derecho a sentirte incómodo por ello, ese amigo simplemente tendrá que elegir entre una relación amorosa con esa chica o la relación de amistad contigo en los mismos términos que se mantenía hasta ahora, y la decisión que tome será muy legítima. No digo que porque un colega se vaya a vivir con la que fue tu mujer hasta hace un año le rompas los dientes o dejes de dirigirle la palabra, pero probablemente lo que él tampoco puede esperar es que las cosas sigan como siempre, que haya la misma confianza, el mismo buen rollo y tengas las mismas ganas de verle/verles que antes. En función de lo civilizado que sea cada cual la cosa puede terminar a golpes de bate de béisbol o en una cortesía más o menos forzadilla, manteniendo las formas pero poco más.
¿Por qué razones objetivas le molesta a la gente que sus anteriores parejas salgan con sus amigos? Es difícil de explicar, pero seguramente se mezclen varios factores. Por una parte este tipo de situación te puede hace perder el control sobre la frecuencia con la que ves o te relacionas con una ex. Hay gente que admitiría encantada mantener el contacto con su anterior novio o novia mientras dicho contacto fuera esporádico o se circunscribiera a contextos muy concretos, pero le llevarían los demonios de verse obligado a alternar con la ex pareja cada sábado delante de toda la pandilla, que, dicho sea de paso, seguramente se descojonaría del panorama. A ello hay que añadir el delicado factor de la intimidad. Seamos sinceros, hombre: ¿cuánto tiempo se tarda, desde que se empieza a salir con alguien, en hablar en mayor o menor medida de los ex? En este tema yo personalmente siempre he apostado por la discreción y por el respeto hacia quién compartió su vida conmigo en el pasado, pero…. ¿podemos garantizar que todo el mundo hace esta apuesta? ¿Tenemos la certeza de que nuestra ex novia, al mes de salir con nuestro amigo del alma, no empezará a desgranarle nuestras intimidades con todo lujo de detalles? Y no me refiero, qué va, a los pormenores sexuales (aunque también podría suceder y ya se sabe que todas las comparaciones son odiosas), sino a los posibles comentarios o incluso críticas sobre la forma de ser o los supuestos defectos de uno, las dificultades que hubo en la relación, los motivos de la ruptura y mil etcéteras más. Sobre todo ellas, ya se sabe cómo son, que no se callan ni debajo del agua, y al final tu amigo puede acabar atesorando un inagotable repertorio de información sobre aspectos de tu vida o de tu pasado que en ningún modo habrías compartido con él por tu propia voluntad.
Resumiendo: que es comprensible que situaciones de este tipo sean muy incómodas y que alucino con que que mi conocido se sienta, al menos en apariencia, como pez en el agua viendo a uno de sus mejores amigos haciéndose arrumacos con la que, hasta hace dos días, se los hacía a él.