La hocicuda, la única víbora en Castilla y en el sur de España |
Uno de los animales más
peligrosos de España es la víbora, que muerde a más de mil personas y causa
entre tres y cinco muertes al año. No obstante, las especies presentes en la Península Ibérica son las menos venenosas de toda la subfamilia
viperinae, lo cual es todo un alivio.
Los vipéridos españoles pueden ser de tres especies muy bien diferenciadas cuyas distribuciones geográficas apenas se solapan entre sí, por lo que es fácil adivinar qué clase de víbora nos ha clavado los colmillos solo por la zona del país en la que nos encontremos.
La especie más ampliamente distribuida es la víbora hocicuda (Vipera Latastei), que se extiende por todo el territorio peninsular a excepción de Galicia y del Cantábrico. Mide entre 50 y 60 centímetros, y destaca por su color pardo, su pronunciado cuerno en la punta del hocico y su grueso dibujo dorsal en zigzag.
La más peligrosa es la famosa víbora áspid (Vipera Aspis), que habita en la zona pirenaica, en Álava, La Rioja y parte de Soria y de Burgos. Es la más grande con diferencia (80 centímetros), tiene un color grisáceo, una llamativa banda negra tras los ojos y una franja dorsal mucho más delgada que la de la hocicuda. También presenta un cuernecillo en la nariz, pero más discreto que el de la Vipera Latastei. Su veneno es bastante más potente que el de sus primas.
Los vipéridos españoles pueden ser de tres especies muy bien diferenciadas cuyas distribuciones geográficas apenas se solapan entre sí, por lo que es fácil adivinar qué clase de víbora nos ha clavado los colmillos solo por la zona del país en la que nos encontremos.
La especie más ampliamente distribuida es la víbora hocicuda (Vipera Latastei), que se extiende por todo el territorio peninsular a excepción de Galicia y del Cantábrico. Mide entre 50 y 60 centímetros, y destaca por su color pardo, su pronunciado cuerno en la punta del hocico y su grueso dibujo dorsal en zigzag.
La más peligrosa es la famosa víbora áspid (Vipera Aspis), que habita en la zona pirenaica, en Álava, La Rioja y parte de Soria y de Burgos. Es la más grande con diferencia (80 centímetros), tiene un color grisáceo, una llamativa banda negra tras los ojos y una franja dorsal mucho más delgada que la de la hocicuda. También presenta un cuernecillo en la nariz, pero más discreto que el de la Vipera Latastei. Su veneno es bastante más potente que el de sus primas.
Por último, está la víbora de
Seoane (Vipera seoanei), la más menuda de todas. Se encuentra solamente en
Galicia y en toda el área cantábrica. Su coloración varía mucho y su piel puede presentar hasta cinco patrones distintos, incluyendo el marrón liso. Es la única especie
en la que pueden apreciarse (en algunos patrones) tonos muy claros o blancos, y carece por
completo de protuberancia nasal.
La mordedura de víbora deja las dos marcas de los colmillos y produce una intensa inflamación de varios días de la zona afectada, que puede llegar a impedir casi completamente la circulación sanguínea y provocar pérdida del pulso y del conocimiento. Es imprescindible el ingreso hospitalario y la administración de un antisuero. Cada tratamiento cuesta alrededor de 2.000 euros a los servicios de salud.
La mordedura de víbora deja las dos marcas de los colmillos y produce una intensa inflamación de varios días de la zona afectada, que puede llegar a impedir casi completamente la circulación sanguínea y provocar pérdida del pulso y del conocimiento. Es imprescindible el ingreso hospitalario y la administración de un antisuero. Cada tratamiento cuesta alrededor de 2.000 euros a los servicios de salud.
Víbora de Seoane o Cantábrica |
Suele creerse que las víboras son
las únicas serpientes venenosas de España, pero nada más lejos de la realidad.
Existen otros dos ofidios que también inyectan veneno: la culebra bastarda (Malpolon Monspessulanus) y
la culebra cogulla (Macroprotodon Cucullatus). La bastarda puede
encontrarse en toda la Península menos en el norte, es de color verdoso y alcanza los dos metros y pico. En cambio, la cogulla, que es endémica de
España, solo se distribuye por la mitad sur, es marrón, ostenta un collar negro inconfundible y mide apenas 40
centímetros. La ponzoña de ambas es sensiblemente más suave que la de las
víboras, y además, debido al pequeño tamaño de sus mandíbulas, les resulta difícil morder a un humano.
La principal diferencia entre una víbora y una culebra es que aquellas tienen la cabeza de forma triangular, mientras que en estas parece una prolongación del cuerpo.
La principal diferencia entre una víbora y una culebra es que aquellas tienen la cabeza de forma triangular, mientras que en estas parece una prolongación del cuerpo.
¿En cuál de los ejemplares descriptos se habrá inspirado Iriarte?:
ResponderEliminar“Aunque las dos picamos (dijo un día
la víbora a la simple sanguijuela),
de tu boca reparo que se fía
el hombre, y de la mía recela.”
La chupona responde: “Ya, querida;
mas no picamos de la misma suerte:
yo, si pico a un enfermo, le doy vida.
Tú, picando al más sano, le das muerte.”
Vaya ahora de paso una advertencia:
muchos censuran, sí, el lector benigno;
pero a fe que hay bastante diferencia
de un censor útil a un censor maligno.
No confundamos la buena con la mala crítica.
(Tomás de Iriarte, núm. 68)
Señor Neri, muy instructiva esta serie de animalitos "picantes", pero a uno le entra cada vez más canguelo en eso de acercarse al campo.... Este verano, el gato de un amigo, que vive en un chalet en medio del campo, le obsequió, después de una de sus habituales cacerías, con una hocicuda sin rematar. El susto que pasó todavía le dura. No se como la consiguió sacar del jardín de su casa, pero la devolvió al campo, eso sí, un tanto malherida después de los mordiscos del gato.
ResponderEliminarMuy bueno, Iriarte, Tábano. Es verdad que en sus tiempos los médicos usaban sanguijuelas para practicar sangrías en teoría beneficiosas. El paralelismo con la censura me parece brillante.
ResponderEliminarTeutates, lo de devolver viva a la víbora a su hábitat, no sé. Mi sensibilidad con los animalitos no llega a tanto, y menos con las serpientes venenosas. Quizá en la próxima ocasión su amigo se quede sin gato por no haber adoptado medidas preventivas.