sábado, 30 de abril de 2011

EL MOCO Y LA PAZ

Hace años viví una situación que cada vez que me acuerdo todavía se me revuelven las tripas.

Tras un intenso domingo de estudio, me fui solito a Misa, a última hora, a la iglesia de los jesuitas de mi ciudad. Al poco de sentarme, lo hizo justo a mi lado una extraña chica de unos veinte años y rápidamente me percaté, por su forma de mirar y de moverse, de que la pobre muchacha padecía algún tipo de minusvalía intelectual, o sea que, en términos caritativos, le faltaba un hervor.

Yo seguía la Misa concentrado a pesar de que a veces la notaba rebullir, hacer muecas y otras cosas raras propias de su condición, y de repente observé de reojo que había comenzado a efectuar labores intensivas de prospección con un dedo en sus fosas nasales, extrayendo con parsimonia pequeñas mucosidades con las que jugueteaba después con el pulgar y el índice para terminar lanzándolas a lo lejos con una toba o, una de las veces, metiéndoselas en la boca. Una escena dantesca que me dio la vuelta al estómago y me obligó a mirar al cura fijamente sin atreverme a ladear la cabeza por miedo a vomitar allí mismo.

La chica estuvo como diez minutos dale que te pego, pimba, pimba, con el dedazo engullido por la nariz, como si hubiera encontrado un tesoro la muy cerda, y, encima, de vez en cuando, me miraba con los ojos perdidos y me dedicaba una sonrisa tontorrona, que bien podía interpretarse como un gesto característico de su tara o como un “¿gustas?” para invitarme a su festín. Estaba horrorizado, deseando que acabara la Misa para salir huyendo despavorido.

En mitad de una de mis incipientes arcadas, caí en la cuenta de la insoslayable realidad que se avecinaba, pues ya íbamos por el Padrenuestro y en unos pocos minutos llegaría el rito de la paz, viéndome obligado a estrechar la mano a la zampamocos. Atacado por una suerte de sudor frío comprobé por el reloj que era diestra y que las extracciones las estaba llevando a cabo con la mano derecha. Una repugnancia solo de imaginármelo, con que figuraos llegado el momento; podía ser sin duda una de las experiencias más traumáticas de mi vida.

Rápidamente comencé a barajar las posibles escapatorias que se me ofrecían. Descartada la posibilidad de hacer de tripas corazón e imaginar al darle la paz que estaba estrujando un pedazo de blandiblú, solo me quedaba hacerme el tonto y mirar para otro lado para evitar el trance, levantarme un poco antes y salir de la iglesia (seguro que era más grave para mi alma llenarme la mano de cocos que perder una Misa) o espetarla directamente, si me tendía la mano, que no me salía de los cojones darle la paz con los dedos pringosos después de la fondué que había montado, ya que prefería no echar la raba en mitad de la Casa del Señor.

Estaba ponderando todas las opciones cuando, no sé si porque Dios se apiadó de mí, porque la chavala vio mi rostro demudado (no creo) o porque tuve mucha suerte sin más, mi peculiar compañera de asiento, tras unas leves convulsiones, guiños y torceduras de boca, se puso en pie y se largó justo en el momento en que el sacerdote decía “La paz os dejo, la paz os doy, no mires nuestros pecados sino la Fe de tu Iglesia…”

¡Menudo rato pasé! Otros domingos la vi de nuevo en la misma iglesia pero ya andaba yo vivo para situarme a diez bancos de distancia por lo menos.

jueves, 28 de abril de 2011

¡QUÉ MACHOTAS!

A muchas eso de la igualdad, la liberación y la incorporación de la mujer al trabajo les queda grande. En vez de enriquecer sus empresas y sus tareas profesionales con las no pocas virtudes y habilidades propiamente femeninas, no solo se dedican a poner en evidencia sus más oscuros complejos, sino que imitan como loritos los patrones de conducta masculinos, y no los más positivos, sino los más deplorables.

Poco antes de Semana Santa acudí a una comida de trabajo con gente muy principal, jefazos y jefazas varios. Enfrente de mí y a mi lado se sentaron dos separadas de 40 tacos muy delgadas y sofisticadillas, con mucha pinta de aficionadas al sexo no convencional y de esas que, al nacer, le dijo la matrona a su madre: “señora, ha tenido usted una divorciada”. En un momento dado de la tediosa conversación que yo seguía reprimiendo bostezos, comenzaron a hablar entre ellas, medio en serio medio en broma, de sus respectivos secretarios personales, quejándose pícaramente de que eran gordos, mayores y calvos, y una exclamó:

- De verdad, a ver si me ponen a un veinteañero cachas que me alegre la vista por las mañanas.

- ¡Sí! –pió la
otra - , y así, al pasar, poder darle un azote en el culete y amenizar el trabajo.

Ni que decir tiene que todos los que estaban comiendo alrededor, hombres y mujeres, excepto un servidor, celebraron la ocurrencia con sonoras carcajadas. Yo pensaba para mis adentros: “putas, más que putas”, y me preguntaba atónito qué pasaría si llego yo a soltar que quiero que me cambien a los eficientes auxiliares administrativos de mi departamento por una rapaza tetona que me despierte "del todo" a primera hora y con la que solazarme cuando me muestre el culo tras dejarme el portafirmas. Lógicamente nadie se habría reído y hubiera quedado como un enfermo baboso y machista candidato a denuncia por acoso sexual.

Las zorras feministas hablan de igualdad, de dignidad y de respeto cuando su única aspiración es ocupar el puesto del macho dominante de la manada.

Es como lo que ha pasado el otro día con la anciana periodista Mercedes Milá cuando en la entrega de los Premios Limón de la prensa, le agarró de pronto el paquete al jovencísimo reportero de LaSexta Jordi Maestre al tiempo que le piropeaba y le besaba en la boca sin venir a cuento (si es que eso puede venir a cuento alguna vez en televisión). Por obvias razones estéticas me niego a poner el vídeo, pero estoy convencido (y perdón por la tosquedad) de que si esa vieja bruja me rozara a mí el cucurucho, aunque fuera medio segundo, se me quedaría insensible a cualquier estímulo durante una larga temporada.

La pregunta en el caso de la basta de Mercedes es la misma:
¿Qué pasaría si por ejemplo Matías Prats le diera un pellizco en la teta a una chica que le estuviese entrevistando al grito de “¡qué buena estás!” ¿La gente le reiría la gracia o Matías quedaría inhabilitado para siempre para ejercer su profesión?

Me parece que
ya va siendo hora de que ellas, o muchas de ellas, aprendan el significado de la palabra coherencia, empiecen a respetar lo que siempre exigen que se respete y dejen de jugar a la ley del embudo. Ah, y se enteren de una vez de que por mucho que finjan estar salidas, nunca les quedará tan auténtico como a nosotros, que nos sale natural como la vida misma.

martes, 26 de abril de 2011

COMUNISTAS



Hay muchos tipos distintos de anticomunismo; tan distintos que a veces cuando leo u oigo hablar a algunos anticomunistas, pienso que casi es preferible el comunismo más pedestre que su libremercantilismo insolidario y tan criminal como en su día lo fueron las democracias populares de la órbita soviética. Me escaman todos esos antimarxistas, tipo Ussía y Losantos, que solo lo son porque les jodería dejar de ser ricos, o que les expropiaran las fincas o las fábricas. Las actitudes de lucha de clases me repugnan tanto en rojos como en derechones. Pero está claro que la derecha más cerril utiliza un discurso contra el comunismo que en mi opinión no da nada en el clavo y además se diluye en datos y cifras que, como en el caso del Libro Negro, no sirven como crítica sólida, más que nada porque si contáramos las víctimas del capitalismo con los baremos de este libro, no sé yo quién ganaría el concurso de asesinos.

Uno conoce bien a los auténticos comunistas y de verdad de la buena que son unos tíos que dan miedo, unos sujetos siniestros y dañinos que seguirían siéndolo aunque no se hubieran dedicado a matar gente a mansalva, sin quitar importancia alguna a sus crímenes (ni a los del capitalismo).

Si me preguntaran qué es lo que más odio del comunismo, respondería rápidamente que sus estrategias de manipulación de los sentimientos y valores populares, a través del engaño y de la infiltración sibilina, para el logro de sus objetivos inmediatos, que son el enfrentamiento entre clases, la destrucción de la Fe Católica, la aniquilación de la Iglesia y su influencia moral, y la imposición de su visión materialista a todos los niveles (ética, familia, sexualidad, economía…)

Los comunistas siempre han sido unos tipos listos y precisamente por ello han hecho tanto daño. En los años 60 se dieron cuenta de que sus ideas tenían poco futuro en Europa occidental por tres razones fundamentales: porque había demasiados cristianos consecuentes con su Fe que no estaban dispuestos a aceptar el ateísmo marxista; porque existían amplias masas populares con sentimientos nacionalistas incompatibles con el internacionalismo rojo, y porque en casi todas las potencias occidentales ya había implantadas democracias parlamentarias con solera en las que no había espacio para los defensores de la dictadura del proletariado.

Pero en vez de arrugarse, los marxistas diseñaron tres estrategias maquiavélicas para hacerse un hueco (cada vez mayor) en nuestros países.

La primera, la más hábil y la más funesta fue la llamada Teología de la Liberación, que, a diferencia de lo que muchos creen, no es un fenómeno de origen hispanoamericano, sino netamente europeo (en concreto, alemán). Los comunistas supieron infiltrarse en los seminarios, en los noviciados, en las parroquias y en las misiones para sembrar en millones de corazones católicos la semilla del odio de clase. Sin duda en parte por culpa de la propia Jerarquía, muy pronto la frase de que “Jesucristo fue el primer comunista” estaba en boca de medio mundo. El marxismo envenenó grupos de apostolado tan veteranos como Acción Católica (la JOC), fundó organizaciones perversas (comunidades de base o Cristianos por el Socialismo) y encizañó a órdenes de trayectoria intachable como la Compañía de Jesús, que terminaron vendidas a movimientos y guerrillas de izquierda en Centroamérica y Sudamérica.

La segunda fue su intento, exitoso en muchos casos, de encauzar los sentimientos nacionalistas de las clases más populares hacia fines puramente marxistas. Fue tras su abducción por el comunismo, cuando muchos movimientos separatistas fueron derivando sus estrategias hacia el terrorismo desestabilizador, muchas veces contra objetivos financieros. Buenos ejemplos son el IRA, el Frente de Liberación Nacional de Córcega o la ETA.

Y la tercera fue la invención del eurocomunismo para poder desarrollar su actividad política en los países occidentales. So capa de un rechazo nominal al modelo soviético, los eurocomunistas siempre han sido los mismos perros con distintos collares y si formalmente se disfrazaron de socialdemócratas y relegaron su discurso radical al consumo interno fue únicamente por necesidad, no por convencimiento. En el fondo, en todas las organizaciones de inspiración marxista de nuestro entorno sigue anidando el odio a la libertad y a la propiedad privada, la chulería dictatorial, la afición al chantaje y a la extorsión política, el gusto por la violencia y el anticlericalismo irracional, entre otras perlas, por mucho que se vistan de lagarterana.

La consecuencia práctica de estas tres turbias, aunque inteligentes estrategias es que la izquierda europea, a pesar de haber fracasado política y económicamente, ha conquistado la sociedad: sus valores, su mentalidad y sus aspiraciones. Ha sabido imponer poco a poco en la calle, en los institutos, en los sindicatos y en las asociaciones juveniles o de vecinos su visión de la juventud, de la religión, de la educación, de la rebeldía, del ocio, de las relaciones familiares y de pareja, y hasta de la historia de España.

domingo, 24 de abril de 2011

RELEYENDO "EL PADRINO" (18): LA CABEZA DE CABALLO





Sabía que no podría evitar la tentación de extractar en Releyendo el padrino el pasaje que, llevado al celuloide, se convertiría en una de las escenas más emblemáticas de la historia del cine. Tantas veces vista, comentada y parodiada, muchos somos ya inmunes a su fuerza, pero no hay nadie que lea la novela o vea la película por primera vez que no quede sobrecogido ante la que sin duda es la advertencia más macabra de los Corleone en todo el relato.

Además del detalle del paquete de pescado
(“Luca está durmiendo con los peces”), la práctica de avisar-amenazar a los enemigos dejando sobre su cama el cadáver de una mascota o un animal querido se remonta a los orígenes de la mafia siciliana.


"Casi había olvidado el problema de Johnny Fontane, cuando su secretario le anunció una llamada telefónica desde California. Sabía quién estaba al otro extremo del hilo.

—Al habla Hagen —dijo.

La voz que llegó a través del teléfono resultó casi irreconocible para Hagen, tanto era el odio que trasuntaba.

—¡Maldito hijo de puta! —gritó Woltz—. ¡Haré que os metan a todos en la cárcel! ¡Cien años vais a estar allí! ¡Si es preciso, me gastaré hasta el último centavo para destruiros! ¡Y a ese Johnny Fontane le voy a cortar los cojones! ¿Me oyes, cerdo italiano?

Hagen se limitó a decir, suavemente y con amabilidad:

—Soy irlandés.

Se produjo una larga pausa, que terminó con el clic producido por el auricular al ser colgado. Hagen sonrió. Woltz no había proferido ni una sola amenaza contra Don Corleone. El genio tenía su premio.

Jack Woltz dormía siempre solo. Tenía una cama lo bastante grande para diez personas y un dormitorio tan espacioso como una sala de baile, pero había dormido solo desde la muerte de su primera esposa, acaecida diez años antes. Eso no significaba que no tuviera relaciones con mujeres, pues a pesar de sus años seguía manteniendo un gran vigor físico. Sin embargo, lo único que le estimulaba era el contacto con muchachas muy jóvenes, y además había aprendido que su cuerpo y su paciencia solamente toleraban unas pocas horas, al atardecer.

Aquel jueves por la mañana, extrañamente, Woltz se había despertado muy temprano. La luz del amanecer daba a su enorme dormitorio el aspecto de una brumosa pradera. Al pie de la cama había una figura muy familiar, y Woltz se esforzó por distinguirla mejor. Era una cabeza de caballo. Todavía medio dormido, Woltz encendió la lámpara de la mesita de noche... y lo que vio le produjo náuseas. Le pareció como si le hubieran golpeado el pecho con un martillo, su corazón empezó a latir a gran velocidad, y sintió arcadas. El vómito cayó sobre la gruesa y lujosa alfombra.

Separada del cuerpo, la negra y sedosa cabeza del caballo Jartum estaba rodeada de un gran charco de sangre. Los tendones, blancos y delgados, pendían; el morro estaba cubierto de espuma, y aquellos ojos grandes que habían brillado como el oro tenían ahora un vidrioso color apagado. Woltz sintió un terror animal, que le hizo llamar a gritos a sus criados y maldecir a Hagen, llenándolo de insultos, a pesar de que éste no podía oírle, pues estaba muy lejos. El mayordomo se alarmó al ver a su patrón en aquel estado. Primero llamó al médico personal de Woltz, y luego al vicepresidente de los estudios. No obstante, Woltz consiguió recuperarse antes de la llegada de ambos".

viernes, 22 de abril de 2011

JESÚS MUERE EN LA CRUZ

Brazos rígidos y yertos
Por dos garfios traspasados
Que aquí estáis por mis pecados
Para recibirme abiertos
Para esperarme clavados.

Cuerpo llagado de amores
Yo Te adoro y yo Te sigo
Yo, Señor de los Señores,
Quiero partir Tus dolores
Subiendo a la cruz contigo.

Quiero en la vida seguirte
Y por Tus caminos irte
Alabando y bendiciéndote
Y bendecirte sufriendo
Y muriendo bendecirte.

Que no ame la poquedad
De cosas que van y vienen
Que adore la austeridad
De esos sentires que tienen
Sabores de eternidad.

Que sienta una dulce herida
De ansia de amor desmedida
Que ame Tu ciencia y Tu luz
Que vaya, en fin, por la vida
Como Tú estás en la cruz.

De sangre los pies cubiertos
Llagadas de amor las manos
Los ojos al mundo muertos
Y los dos brazos abiertos
Para todos mis hermanos.



Fuente: Liturgia de las horas

miércoles, 20 de abril de 2011

UNA PELI CON MENSAJE PARA ESTAS VACACIONES

Vamos a recomendar una buena película para los fieles de La Pluma, los que seguís ahí leyéndonos, incluso en una semana como esta en la que cae en picado el movimiento blogosférico. Algún día tendré que escribir una entrada titulada: "¿Por qué la gente solo lee blogs en horario de trabajo?”.

Aunque mi recomendación no es apta para los alérgicos a los dramones y a las desgracias, pienso que se trata de una buena película, de las que dejan huella. Voy a hablar de Amanecer de un sueño, estrenada el año pasado, dirigida por Freddy Mas Franqueza
y protagonizada por un magnífico Héctor Alterio y por Alberto Ferreiro, que es ese chico de mirada lánguida que hizo el papel de fascista bueno en La Señora.

Una joven madre soltera de Tarragona, bastante puta, encasqueta a su hijo de 7 años a su padre viudo, desapareciendo después para siempre con un golfo. El pobre anciano no está nada acostumbrado a los niños y no sabe como tratar a su nieto, al que ni siquiera conocía. Al principio, al gruñón de Pascual le cuesta hacerse con el chico, pero poco a poco una corriente de simpatía y después de cariño surge entre los dos. Quince años después Pascual empieza a padecer síntomas de Alzheimer y es su nieto Marcel quien tiene que ocuparse de la persona que más quiere del mundo, lo que le lleva a un enfrentamiento con su novia, con la que tenía previsto irse a vivir.

La película plantea cuestiones fundamentales y muy de actualidad, pero sobre todo quiere ser un homenaje a los enfermos de Alzheimer y a sus familias. Se trata de una reflexión sobre la generosidad que nace del amor, planteando la disyuntiva de hasta qué punto un chico joven debe renunciar a su independencia, a sus sueños e incluso a su pareja para hacerse cargo de un familiar que, por otra parte, lo dio todo por él cuando era un crío.

Peli para ver con el paquete de kleenex en la mano y con la mente despierta para meditar sobre el devenir materialista de nuestros tiempos, en los que el Yo-mí-me-conmigo se impone a cualquier sentimiento y deber.

Ah, y lo más impactante, el final.

Y Héctor Alterio… ¡qué pedazo de actor! Y luego critican a los muchachos de la Triple A argentina, gracias a los cuales Héctor se vino a nuestro cine

lunes, 18 de abril de 2011

COMPAÑEROS DE VIAJE


Ahora que llegan las vacaciones de Semana Santa y que muchos haremos alguna salidita, conviene reflexionar sobre un tema que no por obvio se tiene siempre en cuenta a la hora de viajar, y es la importancia que tiene escoger bien a los compañeros de viaje.

Cuando uno es joven y lo único que importa es agarrar el macuto y largarse a donde sea y como sea, no suele ponderarse como es debido algo tan esencial como la compañía. En mis tiempos adolescentes y universitarios me iba de excursión, de acampada o de viaje de ecuador en manada, con quien se apuntase, porque mi prioridad era salir y no me andaba con muchos remilgos de con quiénes iba a pasar los ocho días. En el grupo podía haber amigos majos, gente que me da daba igual y, por supuesto, algunos conocidos o amigos de amigos a los que no tragaba, pero era como si los posibles malos rollos se diluyeran en la juerga general del rebaño.


Pero según me he ido haciendo viejo me he vuelto cada vez más exquisito. Ya que buena parte de mi tiempo lo dedico al trabajo y a otros compromisos ineludibles en los que me toca aguantar de cerca a personajes de los que, si fuera por gusto, permanecería alejado al menos 1.000 kilómetros, es justo y razonable que mis escasos día de asueto al año los disfrute con quien a mí me da la gana. Cada vez valoro más una compañía de calidad en mis horas de ocio y rechazo sin disimulos alternar en ese tiempo sagrado con gente pesada, conflictiva, agonías o que me incomode por cualquier motivo. También suelo evitar por sistema relacionarme demasiado con personas que no me aportan nada, con las que no puedo aprender cosas o que tienen unas inquietudes absolutamente opuestas a las mías.


Pero en los viajes seleccionar bien a los compañeros es todavía mucho más fundamental que para irse de cañas. Las cañas duran dos o tres horas, pero de periplo por los mundos de Dios puedes pasarte diez días con sus noches, con sus comidas y cenas, con sus visitas a museos o monumentos, con sus caminatas agotadoras y con sus mil decisiones en común sobre mil aspectos de la intendencia o el planning del viaje. En los viajes la convivencia es muy estrecha y se suele presentar el caldo de cultivo perfecto (sobre todo por el cansancio) para que se produzcan toda clase de desavenencias en temas aparentemente menores pero que crecen como bolas de nieve tras una o dos semanas de contacto continuo. Por eso me parece tan importante decidir bien con quién vamos a viajar si queremos evitarnos disgustos o estropear unos días que deberían ser en teoría los más divertidos del año.


A modo enunciativo, voy a dar unas reglas de oro para escoger compañeros de viaje, aunque me gustaría que los amables lectores las completaran con sus experiencias y puntos de vista:


1.- Nunca viajes con un amigo o familiar, por muy bien que te caiga, al que hayas visto más de una vez provocando discusiones y polémicas absurdas e innecesarias. Un sujeto capaz de encabronarse por una idiotez mientras está cómodamente sentado tomando un cubata puede ser una bomba de relojería tras cinco horas pateando las calles de Roma con casi cuarenta grados a la sombra.


2.- Escoge a gente que tenga los mismos objetivos y expectativas que tú en ese viaje concreto. A ver si luego te va a pasar como a unos conocidos míos, que se juntaron para ir a Palma de Mallorca y, como unos solo querían salir de fiesta, beber y dormir toda la mañana, acabaron como el rosario de la aurora con quienes preferían hacer turismo por los pueblos y ver museos.


3- En relación con lo anterior, viaja siempre con personas con concepciones de ocio e inquietudes culturales similares o, al menos, no opuestas. Si eres bastante insensible al arte o a la arquitectura, como es mi caso, no es aconsejable viajar con culturetas de alto standing que te tengan enclaustrado en museos durante toda la semana de vacaciones.


4- Evita a los cabezotas. Busca siempre la flexibilidad en un compañero de viaje.


5- Asegúrate de que tus compañeros de viaje, dependiendo del tipo de actividad programada, tengan un ritmo vital parecido, o incluso una forma física similar a la tuya. Es decir, que no pretendas hacer el Camino de Santiago con una cuñada obesa o juntarte con tipos cansinos cuando tú eres proactivo o con gente acelerada cuando a ti te gusta tomarte las cosas con calma, porque podéis acabar a palos.


6.- Salvo que tengas la misma afición, evita siempre a los plastas que se van parando todo el rato para hacer fotos o vídeos. O sea evítanos a mi amigo Teutates y a mí.


7.- Si eres soltero/a y tu intención es… ya sabes… en alguna localidad costera (Jacobita, ya sabemos que es una cochinada), rechaza la compañía de amigos/as notoriamente más atractivos/as que tú, porque si no puedes acabar con la moral por los suelos, como le sucedió a mi poco agraciado conocido X, que se tenía que volver todas las noches solo al hotel y encima a veces se encontraba la habitación que compartía con un amigo ocupada por este y por alguna señorita.


8.- Si tienes un nivel nulo de inglés, elude viajar a Londres con amigos de similares características.


9.- Nunca jamás viajes con alguien a quien vayas a conocer por primera vez en el viaje ni lo hagas con tu novia/mujer y otra pareja cuando solo os conocéis o sois amigos dos personas del cuarteto, sobre todo si las que no se conocen son ellas.


10.- Procura no viajar con matrimonios con niños si tú eres soltero o no tienes críos y el mundo de la infancia no te entusiasma precisamente.


11.- Aunque suene muy mal, intenta viajar con amigos con niveles similares de renta o con parecida mentalidad de gasto. Pasar unas vacaciones con un rata o con un gastador compulsivo puede llegar a aguar la fiesta, si tú eres justo lo contrario, a la hora de afrontar gastos comunes, elección de restaurantes, decisiones sobre si comer de bocadillo en determinados momentos, etc. Este tipo de detalles es importante hablarlos antes de salir.


12.- Si eres católico y para seguir pareciéndolo en tu círculo familiar cometes la hipocresía de irte a escondidas de vacaciones con tu novio/a, arregla bien las coartadas con tus amigos porque luego pasa lo que pasa. A ver si va a sucederte como a mi amigo Y, que su madre se encontró en la calle con los colegas con quienes aseguró haberse ido de camping...


Y sobre todo, estos consejos aplícatelos a ti mismo siendo abierto, flexible y respetuoso con tus compañeros de viaje. Intenta alcanzar consensos en los que unas veces cedas tú y otras tus acompañantes. Evita conflictos que amarguen tus vacaciones. Es mejor callar y aguantar (hasta unos límites) y después apuntar para siempre en la lista negra a los compañeros indeseables que montar una bronca que siempre recuerdes con desagrado.

sábado, 16 de abril de 2011

OPERACIÓN B.S.O. (8): DIRTY DANCING




No me suelen entusiasmar las versiones de las canciones; de hecho todavía no he encontrado ningún tema versionado que me guste más que el original. Animo a todos a intentar ponerme algún ejemplo que me haga desterrar mi prejuicio.

Sin ir más lejos, oyendo el otro día Los 40 en el gimnasio, me escandalicé más de la cuenta con la versión que ha sacado Black Eyed Peas de la maravillosa (I´ve had) the time of my life, tema principal de Dirty Dancing (1987), una de mis películas románticas favoritas (sí, no me llaméis maricón), que le valió el Oscar a la mejor banda sonora (ver vídeo de arriba).

La cutrez estridente, a caballo entre el rap y el techno, de estos jichos californianos (ver vídeo abajo) me parece un insulto a la bonita canción interpretada por Bill Medley y Jennifer Warnes que nos puso a todos la carne de gallina en el baile final del filme de Ardolino.

Y hablando de la inolvidable B.S.O. de Dirty Dancing, aprovechemos para recordar Shé´s like the wind.



ENCUESTA SOBRE SUSTITUTOS DE ZP

Pregunta: ¿Crees que alguno de los socialistas posibles sucesores de ZP lo habría hecho mejor en estos años de crisis?

Nº de votantes: 20


Duración:7 días


Respuestas:


a) Sí. 6 votos (30%)


b) No. 10 votos (50%)


c) No sé. 4 votos (20%)

miércoles, 13 de abril de 2011

HECHICEROS EN LA TELEVISIÓN CATÓLICA.

Soy un mal católico y peor practicante. Seguramente poseo todos los vicios y defectos habidos y por haber. Carezco totalmente de sentido de la modestia e, incluso, de la proporción. Y lo demuestro con estás dos últimas frases que acabo de escribir. Pero si de algo me puedo enorgullecer es de no ser un pelota ni un judiorro dispuesto a vender su alma por treinta monedas de plata.

Y quizás hoy, además, voy a sembrar la polémica. Y simplemente porque no entiendo cómo la Conferencia Episcopal no sólo no reacciona como es debido ante ciertas cosas. No sólo pasó de excomulgar al Rey Juan Carlos y al 90% de los parlamentarios españoles por la reforma de la ley del aborto con argumentos difícilmente digeribles. Tampoco condenó expresamente al Gobierno Aznar por aprobar las píldoras abortivas y una aberrante ley de reproducción asistida, tras presentar a los obispos un borrador falso, y asintió complaciente a la visita a Roma de Ana Pastor, entonces ministro de Sanidad, enfundada en su mantilla y su peineta. Quizás no entiendo los intrincados laberintos de la política.


A lo mejor soy demasiado corto para comprender que ciertas cosas no se pueden resolver a mandoble limpio o convocando cruzadas o muriendo en el circo. No sé, puede que San Ambrosio estuviera equivocado en estos tiempos en los que el Honor, la Verdad, la Lealtad y todas esas bagatelas tan fachas y preconciliares no tienen cabida entre los presupuestos y los planes estratégicos.


Puede que esté atontado y que, por eso, no comprenda que en la cadena de televisión de la Conferencia Episcopal Española, Popular Televisión, se retransmita, en horario nocturno, programas de telehechicería presentados por estafadoras nacionales y sudamericanas. Sabiendo que no sólo es una estafa si no, ante todo, un pecado, uno se pregunta si no será Alfredo Pérez-Rubalcaba o algún grado 33 quien programa la parrilla, generalmente muy mala, de esta emisora. ¿Para cuando sus ilustrísimas nos obsequiarán con pornografía o con, seguramente muy rentables, spots de abortorios?


Catecismo de la Iglesia Católica #2117: Todas las prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo -aunque sea para procurar la salud-, son gravemente contrarias a la virtud de la religión. Estas prácticas son más condenables aún cuando van acompañadas de una intención de dañar a otro, recurran o no a la intervención de los demonios. Llevar amuletos es también reprensible. El espiritismo implica con frecuencia prácticas adivinatorias o mágicas. Por eso la Iglesia advierte a los fieles que se guarden de él. El recurso a las medicinas llamadas tradicionales no legítima ni la invocación de las potencias malignas, ni la explotación de la credulidad del prójimo.


Más sobre este tema: Los brujos de Atocha.

martes, 12 de abril de 2011

MUJERIEGOS Y SALIDOS


Aunque el imaginario popular confunde frecuentemente ambas figuras, conviene distinguir muy bien al mujeriego del salido.


Al primero le fascinan las mujeres; le encanta su compañía y admira su belleza y su feminidad. El segundo solo ve en ellas la satisfacción de una necesidad.

El seductor de raza se lleva bien con las mujeres porque tiene ese don, mientras que el sátiro solo finge congeniar con ellas porque le resulta imprescindible para alcanzar su objetivo.


El donjuán halaga con gracia y bromea arrancando sonrisas, pero el obseso llega a ser pelotillero y hasta servil con la mujer objeto de su deseo.


El mujeriego es como un cazador de ciervos y el salido como un trampero de alimañas.


El casanova dispara con una sola bala a la presa que selecciona, pero el guarro tira al bando de perdices a bulto y con cartucho de perdigones.


El mujeriego se ilusiona con todas como si fueran la primera y el pervertido siempre se acerca a cualquiera como si fuera la última.


El conquistador se retira o desaparece con salero y, al final, sabe quedar bien. El baboso siempre engaña y por eso suscita el odio de todas las que pasan por sus brazos.


El ligón impenitente es un hombre cariñoso y, en cambio, el lascivo es interesado y apremiante.


El enamoradizo se gasta el dinero para disfrutar con la chica que le gusta. El lujurioso solo invierte para aliviar su ardor.


Ellas siempre guardan cariño a los tenorios y los consideran unos sinvergüenzas encantadores, pero darían lo que fuera por borrar de su memoria el rostro del obsceno con el que un día se acostaron.


Los hombres envidian a los mujeriegos y desprecian a los salidos por muchas relaciones que tengan.


El seductor besa y el libidinoso chupa…


El hombre faldero puede que tenga un problema afectivo, pero la tara del rijoso es fisiológica.


Un donjuán disfruta toda la noche y un calavera solo los últimos veinte minutos.



¿A vosotras se os ocurren más diferencias?

domingo, 10 de abril de 2011

UN MUNDO SIN FIN

Me caen gordos los culturetas pedantes que denigran por sistema todas las novelas best seller y todas las películas exitazo de taquilla únicamente por el hecho de ser muy comerciales. A diferencia de ellos, uno piensa que la finalidad primordial de una novela y de una película de ficción es llegar a las masas y entretener, y, si no logran este objetivo, son un fiasco, por muchos supuestos valores artísticos o literarios que tenga el producto. Es más, para mí las mejores creaciones son aquellas que saben combinar con equilibrio estos valores estéticos con la noción de espectáculo o entretenimiento. Los cultillos también suelen olvidar que con un libro que no sea una joya literaria o con una peli que no sea una obra maestra puede contribuirse en gran medida a difundir la cultura y a despertar la curiosidad del público por el arte, la ciencia o la historia, mientras que las obras exquisitas pero coñazos ayudan poco o nada a estos fines divulgativos más allá de una minoría selecta pero generalmente gilipollas.

En esta faceta divulgativa podría encuadrarse perfectamente la exitosa novela de Ken Follett Los pilares de la Tierra (1989). Probablemente a este autor británico no podamos considerarle el Cervantes del siglo XXI. Ningún experto discute que las tramas de Follett incurren en multitud de tópicos del thriller (su género favorito) y del folletín romántico, y que están más pensadas para enganchar al lector que para dejar huella en la historia de la literatura. Nadie duda que su técnica narrativa es limitada y que sus simplificaciones históricas pueden resultar insultantes para los iniciados. Pero Follett, con todos sus defectos, marcó un antes y un después en la novela histórica; es, por así decirlo, el padre de un subgénero: la novela medieval sobre el desarrollo de las ciudades; ha sido miles de veces imitado; ha hecho disfrutar a casi 6 millones de lectores al tiempo que les metía el gusanillo por un período tan fascinante como el Medievo, y, por si fuera poco, han hecho una serie televisiva con su novela.

Este famoso libro, que casi todos hemos leído, desgrana en más de mil páginas las incidencias político-sociales alrededor del proyecto de construcción de una iglesia gótica en una localidad del sur de Inglaterra en pleno siglo XII, con el trasfondo de varias historias de amor, de justicia y de venganza. Me gustó tanto que cuando en 2007 anunciaron su segunda parte, Un mundo sin fin, me dije que no podía perdérmela, aunque, entre unas cosas y otras, no he podido acabarla hasta hace poco.

Sinceramente no he leído esta novela con el prejuicio de que segundas partes nunca fueron buenas, aunque sí preguntándome con inquietud por qué el simpático novelista galés ha esperado veinte años para dar continuación a Los pilares, y algo alarmado por los comentarios que amigos y familiares me iban haciendo según se la terminaban. Casi todos coincidían en que era mucho peor que su antecesora y bastante pesada.

El nuevo tocho se ambienta también en la ciudad de Kingsbridge, pero dos siglos más tarde. Varios personajes son descendientes de los que vivieron en la época del prior Philip. Resumiendo a grandes rasgos, la novela narra los denodados esfuerzos de una monja enfermera (Caris) y de un joven constructor (Merthin), enamorados el uno del otro, para sacar a Kingsbridge del feudalismo y convertirla en un burgo libre, mientras luchan contra el oscurantismo y los intereses de los poderes fácticos del siglo XIV. El telón de fondo es la peste negra, sus consecuencias y la forma de combatirla; las dificultades para ejecutar costosas infraestructuras como un puente y una alta torre, imprescindibles para impulsar la vida comercial de la ciudad, y la guerra de Eduardo III contra Francia.

Un balance justo sobre esta obra me lleva a dos conclusiones:

La primera es que el nuevo libro de Follett no es ni mucho menos tan insustancial como me habían augurado. En realidad lo he pasado bien con la trama, he aprendido muchas cosas sobre la medicina en aquellos tiempos y me ha servido de acicate para curiosear sobre ciertas etapas de la historia de Inglaterra que desconocía por completo. En este sentido, vuelvo a aplaudir a Mr. Ken por su labor investigadora y por el mérito de acercarnos a los profanos ciertos detalles históricos que de otro modo seguramente nunca habríamos conocido.

Sin embargo, su principal defecto no es baladí. El lado oscuro de Un mundo sin fin lo constituye el hecho tan patético de que se trata de una burda copia del primer best seller. Suponemos que deseoso de seguir sacando tajada de Los pilares y desprovisto de mejor inspiración, Follett ha escrito el mismo libro y eso se nota nada más empezar.

En primer lugar, sus personajes son idénticos a los del siglo XII. Repite al dedillo los mismos tipos humanos y los mismos comportamientos y actitudes. Salta a la vista que Merthin es igual que Jack, que Caris es Aliena o que el malvado Ralph es William Hamleigh, que incluso tiene un escudero idéntico al de este pero cambiado de nombre. La repetición de los mismos tipos esquemáticos es tan manifiesta que uno se desilusiona nada más abrir el libro y se da cuenta de las graves limitaciones del autor para desarrollar personajes diferentes y con matices.

Pero pasa lo mismo con la trama. Las historias de amor y los equívocos paterno-filiales son clavados a los de la anterior historia, incurriendo encima mucho más que esta en los clichés telenoveleros con los que tanto se cebaron en su día los críticos literarios. Por si no fuera bastante, la línea argumental también se reproduce sin disimulo alguno, con el agravante de que el esquema narrativo es notablemente más simple y previsible que el empleado con las aventuras de Jack y Aliena. La novela carece de unidad y coherencia internas y al terminar de leerla casi se tiene la sensación de haber leído varias novelas distintas e independientes con los mismos protagonistas y ambientación, juntadas hasta alcanzar las 1.200 páginas. En vez de servirse de un iter lógico y común a toda la narración, el escritor ha recurrido a hilvanar diferentes problemas y desgracias que suceden en Kingsbridge, que son ingeniosamente resueltos por Caris y Merthin; uno detrás de otro, como si fueran historietas de Mortadelo.

Como defecto menor pero decepcionante está la insistencia machacona (y comercialona) de Follett en hacernos tragar que una mujer en la Baja Edad Media tenía la misma iniciativa, el poder de convocatoria, la relevancia social y el margen de maniobra que cualquiera de las putillas de Sexo en Nueva York.

sábado, 9 de abril de 2011

ENCUESTA SOBRE LA INTERVENCIÓN EN LIBIA


Pregunta: ¿Estás de acuerdo con la intervención española en la operación en Libia?

Nº de votantes:46

Duración:10 días

Respuestas:

a) Sí. 10 votos (21%)

b) No. 35 votos (76%)

c) No lo tengo claro. 1 voto (2%)

jueves, 7 de abril de 2011

¿ME COMPRO EL TWIZY?

Hoy, en el circuito de Montefontaine (París), Renault ha presentado a la prensa el Twizy, el coche eléctrico que pronto empezará a fabricarse en exclusiva en la planta de Valladolid.

A mí no me gustan mucho los coches, pero debo reconocer que estos inventos tan modernos y ecológicos sí me atraen. El cacharro en cuestión me parece una monada y tengo además curiosidad e interés en el papel que jugarán en el futuro los vehículos eléctricos. Creo que supondrán una auténtica revolución en nuestras costumbres y en la forma de concebir la locomoción. Sinceramente tengo tentaciones de comprarme el Twizy en cuanto salga. Costará menos de 7.000 euros. Una de sus versiones va a poderse conducir por menores de 16 años sin carnet. La batería se alquila y cuesta de 45 euros al mes para un total de 7.500 kilómetros. Es un vehículo barato, fácil de aparcar, ecosostenible (perdón por la progretada) y, sobre todo, bonito bonito…

Lo malo es que mi pragmatismo está por encima de cualquier consideración estética, ecológica o económica, y por eso no me lo compraré. Ya de entrada albergo cierta desconfianza hacia el producto, puesto que todavía estamos en fase experimental en lo que a coches eléctricos se refiere y no me apetece nada hacer de conejillo de indias. Tiene pinta de pasar como con los primeros móviles que vendían con cámara, en 2002, que te salía la gente en las fotos como en el holograma de un fantasma. Primero que lo prueben otros y después, si eso, ya me lo pensaré.

Pero es que el coche en realidad no es un coche, sino un cuadriciclo pesado, es decir prácticamente una motocicleta, con todos los inconvenientes que ello conlleva, ya que solo se puede llevar a un pasajero y en vez de maletero tiene una mierda de bolsa semirrígida de cincuenta litros de capacidad. ¡Como para irse al Mercadona o montar a un par de amigos! Por otra parte, solo alcanza una velocidad de 75 por hora (45 la versión sin carnet) y tiene el inconveniente gravísimo (que yo desconocía hasta hace poco) de que la batería no tiene más autonomía que para 60 a 115 kilómetros y tarda en cargarse más de tres horas, así que el cochecito solo está pensando para darse un paseín por la ciudad y siempre al loro de no quedarte tirado, aunque cuenta con un servicio de asistencia y remolque hasta el punto de carga más próximo.

Conclusión: La historia que nos están vendiendo de que el Twizy es un coche popular, la solución para que tengan un turismo tanto ricos como pobres, no es más que una cantinela porque al final, dadas sus infinitas limitaciones y el engorro de la batería, quienes se lo compren lo harán por puro capricho, como segundo coche para callejear. O sea que es un coche (¿o moto?) pensado para gente a la que le sobre un millón y pico de las antiguas pesetas.

Yo me esperaré por lo menos a que los avances tecnológicos permitan una autonomía similar a la de una recarga de gasolina y a que me pongan un maletero como Dios manda. Y como muchos opinen como yo, me temo que los funcionarios de FASA (cobran casi tanto dinero público como los junteros) se van a comer el Twizy con patatas.

martes, 5 de abril de 2011

JOSÉ ANTONIO SALE EN "LA REPÚBLICA"


Anoche numerosos admiradores de la figura humana y política de José Antonio Primo de Rivera aguardábamos, con una mezcla de curiosidad y desconfianza, la aparición por vez primera de este personaje histórico en una serie televisiva de ficción. De hecho, a pesar de ser un icono y hasta un mito para varias generaciones de españoles, el fundador de la Falange nunca había sido interpretado hasta ahora por un actor ni en el teatro, ni en el cine, ni en la pequeña pantalla.

Las expectativas, ya digo, mezclaban curiosidad y desconfianza. Curiosidad, naturalmente, por saber cómo encarnarían a este político irrepetible en una producción tan exitosa como 14 de abril. La Republica; pero desconfianza, ante todo, por los derroteros tendenciosos que la serie está tomando en sus capítulos más recientes. En mi ingenuidad, y basándome en el tratamiento aceptable que tuvo el fascismo italiano en La señora (de la misma guionista), había albergado la esperanza de que José Antonio no saliera demasiado mal parado, pero debería haber tenido en cuenta que Pablo Márquez no dejaba de ser un personaje de ficción en una época relativamente neutra como los años veinte, mientras que el hijo mayor de Don Miguel Primo de Rivera fue un señor de carne y hueso que suscitó en la II República y suscita hoy el odio más fanático del PSOE, partido que al fin y al cabo ha pergeñado esta serie de La Primera.

El defecto s grave del guión de 14 de abril. La República es su obsesión por transmitir la idea de que entre el 31 y el 36 hubo unos bondadosos políticos avanzados pero moderados (los socialistas), otros también moderados que aceptaban el juego democrático aunque eran unos ricos burgueses que guiñaban el ojo al golpismo (Acción Popular- la CEDA) y, por último, unos cabrones con pintas, radicales y siniestros, que echaron a perder la gran oportunidad democrática de España (anarquistas, comunistas, ultraderechistas alfonsinos y "fascistas" de todo pelaje). Este mensaje tan inexacto, que hasta hace dos episodios (ayer emitieron el 11º) se asomaba de forma subliminar, ya está saliendo a la superficie teñido de peligroso sectarismo y aliñado, como no podía ser de otro modo, con multitud de pullas a una Iglesia Católica caricaturizada por un jesuita avaricioso, ladrón y facha, y por unas monjitas de clausura que a cambio de un donativo son capaces de revelar los más íntimos secretos de cualquiera. Por eso en el fondo no me ha extrañado lo que han hecho anoche con José Antonio.

En el episodio de ayer la familia De la Torre aprovecha un encuentro entre el joven Primo de Rivera y el supuestamente recién creado partido Acción Popular para rogarle que interceda por el Teniente Coronel Hugo de Viana, amigo de la familia encarcelado por su participación en la Sanjurjada de agosto del 32.


Voy a ir desgranando los aspectos que más me han sorprendido y disgustado de la aparición televisiva de José Antonio, basándome tanto en los datos personales como en los históricos.

José Antonio, interpretado por un actor que aún no he conseguido indentificar, aparece dos o tres veces durante una tertulia en una cafetería, aunque no se le oye hablar. Lo que más llama la atención, sin duda, es que viste camisa negra con tirantes, una pincelada grotesca y gratuita con la que se pretende etiquetar de entrada al personaje histórico, que si bien nunca ocultó su admiración por Mussolini (lo conocía personalmente y tenía su retrato en su despacho), no llegó a una identificación tan formal con el líder italiano como para vestir el uniforme institucional de su movimiento. No existe constancia alguna de este detalle, que además resulta especialmente inverosímil en un caballero de la talla de José Antonio en el contexto de una entrevista de acercamiento a un partido político tan opuesto (al menos de boquilla) a las soluciones fascistas.

Aparte del aspecto chulesco que intencionadamente se muestra con grave injusticia con la realidad histórica, hay otras connotaciones muy negativas con las que se pretenden fomentar los prejuicios de los telespectadores hacia el que justo un año después de lo narrado en el episodio crearía Falange Española. Por un lado, la primera vez que se le cita, en una conversación entre Agustín de la Torre y su hijo, se le alude repetidamente como “el marqués de Estella”, título que José Antonio poseía pero no utilizaba y por el que desde luego no era conocido por entonces. A ello hay que añadir las insinuaciones sobre su vinculación y su simpatías por el golpe de Sanjurjo, cuando lo cierto es que, aunque fue encarcelado en esas fechas, nada pudo probarse y salió de la cárcel sin cargos. La intención de los productores televisivos es presentar al personaje como un señorito y aristócrata de derechas que empezó a conspirar contra la República cuatro años antes de la guerra.


Por si fuera poco, la guionista se permite que los caciques de la familia De la Torre, fundadores de Acción Popular (futura CEDA) califiquen despectivamente como “populista” al primogénito del General, como si su sentido de la justicia social, su sindicalismo y su aspiración a una revolución profunda, elementos que precisamente lo diferenciaban de la derecha de Gil Robles, no fueran más que una mera pose o una engañifa.

Las inexactitudes no terminan ahí. Ya en el terreno histórico, me ha dejado con los ojos como platos ese supuesto deseo del futuro dirigente falangista de contactar, e incluso intentar ingresar, en Acción Popular, cuando la antipatía de José Antonio por Gil Robles era antigua (desde sus tiempos universitarios) y más que manifiesta, y se acrecentó aún más, si cabe, cuando ambos coincidieron como diputados en las Cortes a partir de noviembre de 1933. De jovencito no había tragado a la Asociación de Estudiantes Católicos del derechista salmantino; en su actividad parlamentaria protagonizó agrias polémicas con él, y en la calle los falangistas y las juventudes de la CEDA habían sufrido unos pocos encontronazos violentos que habrían sido muchos más de no ser por el famoso amariconamiento de los muchachos de las JAP. Los únicos contactos (infructuosos) de la Falange con la derecha se produjeron de cara a las elecciones del 36 para contrarrestar la fuerza del Frente Popular.

Por lo demás parece muy improbable una entrevista de esa naturaleza entre José Antonio y Acción Popular, ya que esta decía aceptar expresamente el régimen y la legalidad republicanas, así como las fórmulas liberal-parlamentarias, justo todo lo contrario a los posicionamientos de aquel. Y seguramente en aquella época (1932), a José Antonio, que aún conservaba algunos ribetes monárquicos, le habría repugnado la postura de la CEDA embrionaria de no pronunciarse sobre la forma de estado a implantar en el país.

Desconozco si el padre del falangismo volverá a tener alguna aparición en la serie, pero en su caso tendré mucho gusto (o disgusto) de analizarlas en los comentarios de este mismo post. Yo rezo para que no vuelva a salir, ni él ni ninguno de sus correligionarios, pues me temo muchas más manipulaciones e insultos a la Historia y a sus protagonistas. Por lo pronto, todo apunta a que el pretendiente engreído y macarra de Beatriz de la Torre, amigo de los Primo de Rivera, será uno de los primeros militantes de Falange. De ahí a las escenas con los camisas azules apaleando y fusilando a los arcangélicos socialistas, va un paso.

domingo, 3 de abril de 2011

TRAILERS

He observado que en general soy bastante menos influenciable que la media por las modas, por la publicidad o por cualquier charlatán que pretenda convencerme de que compre algo. Seguramente se deba a mi actitud defensiva por culpa de toda la ralea de iluminados y vendecacerolas que a lo largo de mi vida me he ido topando en los mundillos religiosos e ideológicos, así que estoy más que harto de que me intenten dar la brasa y colocar motos de todo tipo.

Sin embargo, hay una modalidad publicitaria con la que siempre pico para mi desgracia. Me refiero a los trailers de cine. Suelo ir al cine un par de veces al mes y siempre me pasa igual. Al final de cada tráiler de los que ponen antes de la película, casi siempre digo: “Esa, esa, yo quiero ver esa”. Vamos, que me la meten doblada, porque me las trago todas por los anuncios. Menos mal que después no siempre pago por verlas, ya que la mayoría me las apunto y las consigo en su momento con métodos inconfesables, pero hay unas cuantas que sí voy al cine a tragármelas.

Y está demostrado: siendo optimistas, solo una de cada diez películas de estreno merece ser vista. El resto son un coñazo o son el mismo filme que has visto cien veces (sobre todo thrillers) con diferentes formatos, actores y guiones, que se te olvidan nada más aparecer los créditos finales. Pero me deja maravillado eso de los trailers, que es un verdadero arte. Se necesita ser listo para seleccionar dos minutos de escenas y hacer creer a la peña que una bazofia insufrible es un peliculón entretenidísimo. Tiene mérito, sí.

Para mí, la clave está en que la mayoría de los guiones tienen un planteamiento muy atractivo, pero después la pifian en el desarrollo y sobre todo en el final, alargando excesivamente el metraje o cayendo en los tópicos habituales de Hollywood. También sucede que en casi todas las películas, por muy patéticas que sean, hay tres o cuatro escenas vistosas (basadas normalmente en los efectos especiales) o tres o cuatro diálogos originales. El truco está por lo tanto en presentar en unos minutos el planteamiento sugerente y esas pocas secuencias bien mezcladas, sacando partido a la banda sonora, y en dejar la cosa en suspenso, para que a los que estamos en la butaca se nos queden unas ganas locas de ver la peli entera. A mí ya digo que me engañan como a un chino.

Luego vas a verla y sales bufando y acordándote de la madre del director y del autor del extracto publicitario.

De todos modos, en estos avances alguna vez incurren en una estratagema que a mí me pone en guardia. Se trata de esa frase tan sospechosa de “Del director de tal película” o, aún peor, “del productor de tal otra”. Cuando intentan atraer al público rememorando una vieja gloria de un cineasta o de un miembro del equipo artístico, mala señal. Es indicio de que el producto es malo, tan malo que incluso costaría llenar las salas con el tráiler más hábil, de modo que no les queda otra que apelar al recuerdo de otra peli que les salió mejor. Es matemático; jamás he visto algo con ese tipo de señuelo que haya merecido la pena. De hecho, esas películas ya las descarto por sistema.

Normalmente los trailers me recuerdan a algunas mujeres coqueteando. Solo sacan su lado más simpático, te medio aturden con los efectos especiales de un escote de Wonderbrá, te enganchan con su risa cantarina o con un par de secuencias de simpatía arrolladora, y luego… tururú. Después el guión completo aburre y a los efectos especiales se les ve el truco.