En el mundo profesional en el que me muevo padecemos muchas veces situaciones de estrés. No sucede todos los días y hay etapas relativamente tranquilas como la que ahora estoy teniendo, pero cuando las cosas se tuercen o el Gran Jefe tiene una urgencia, vivimos momentos de verdadera tensión, jornadas maratonianas y horarios infernales. Hay días que apenas puedo comer o en los que he salido de casa de noche y he vuelto también de noche. A veces no solo me han dado un plazo irrisorio para cumplir una tarea compleja, sino que mientras la estoy llevando a cabo con la máxima concentración, no hacen más que llamarme por teléfono para achucharme y meterme prisa: “¿para cuándo va a estar?”, “¡date prisa, es para ya!”. Un horror. Esos días suelo volver a casa con dolor de cabeza y desando caer derrengado en la cama.
Tengo un par de compañeros que siempre afirman sacar lo mejor de ellos mismos y trabajar más eficazmente en situaciones de tensión. Dicen que la adrenalina potencia sus capacidades y que estar en guardia les hace funcionar como un reloj. Además ayer, en un curso al que asistí, un psicólogo nos dijo exactamente lo mismo, que el estrés es bueno para trabajar bien.
Quizá soy un agonías o un asfixiado, pero yo desde luego no estoy nada de acuerdo. Por supuesto que la situación contraria al estrés, es decir pasarse meses tocándote la vaina, no favorece en nada el rendimiento y la mente despierta, pero a mí determinado nivel de prisas y de presión terminan bloqueándome y reduciendo bastante mis habilidades. Vamos, que si se ponen a darme leña a saco, me tiendo a aturullar y a hacer las cosas con los pies; mi capacidad de atención se reduce, sobre todo en los detalles, y mi margen de error se dispara.
Naturalmente entiendo que en un trabajo como el mío haya prisas, cañas –no de cerveza- y hasta cajas destempladas cuando la situación lo exige. Trabajamos para quien trabajamos y a veces las urgencias se imponen violentamente porque no queda más remedio. En estos casos, defiendo la necesidad de estar al pie del cañón, exprimirse a tope y darlo todo, aunque el Gran Jefe debería hacerse cargo de que si un informe que en condiciones normales se redacta en dos semanas, se prepara en una hora, es natural que tenga limitaciones, simplificaciones y olvidos (errores formales o tipográficos, no, porque entonces nos cortan los cojones).
Sin embargo, observo que un porcentaje sospechosamente alto de los estreses y prisas viene de la falta de planificación previa y de la improvisación. Buena parte de los ahogos se deben a que alguien no ha sido capaz de anticiparse a una necesidad que iba a surgir tarde o temprano o a que, por motivos que no vienen al caso, se han ido dejando los temas aparcados a la espera de vete tú a saber que situaciones que podrían producirse o no. En mi trabajo también es habitual que yo tenga que sacar un tema a la carrera porque otros departamentos lo han tenido parado durante semanas mientras disfrutaban de amenas tertulias en la cafetería. Es en todos estos casos cuando llevo peor el estrés porque a mi agobio se suman el cabreo por la certeza de que si alguien hubiera andado vivo hace un mes yo no andaría ahora corriendo por los pasillos.
Pero en resumen: el estrés, al menos en mí, no desarrolla potencialidad alguna y más bien me las inhibe todas.
Tengo un par de compañeros que siempre afirman sacar lo mejor de ellos mismos y trabajar más eficazmente en situaciones de tensión. Dicen que la adrenalina potencia sus capacidades y que estar en guardia les hace funcionar como un reloj. Además ayer, en un curso al que asistí, un psicólogo nos dijo exactamente lo mismo, que el estrés es bueno para trabajar bien.
Quizá soy un agonías o un asfixiado, pero yo desde luego no estoy nada de acuerdo. Por supuesto que la situación contraria al estrés, es decir pasarse meses tocándote la vaina, no favorece en nada el rendimiento y la mente despierta, pero a mí determinado nivel de prisas y de presión terminan bloqueándome y reduciendo bastante mis habilidades. Vamos, que si se ponen a darme leña a saco, me tiendo a aturullar y a hacer las cosas con los pies; mi capacidad de atención se reduce, sobre todo en los detalles, y mi margen de error se dispara.
Naturalmente entiendo que en un trabajo como el mío haya prisas, cañas –no de cerveza- y hasta cajas destempladas cuando la situación lo exige. Trabajamos para quien trabajamos y a veces las urgencias se imponen violentamente porque no queda más remedio. En estos casos, defiendo la necesidad de estar al pie del cañón, exprimirse a tope y darlo todo, aunque el Gran Jefe debería hacerse cargo de que si un informe que en condiciones normales se redacta en dos semanas, se prepara en una hora, es natural que tenga limitaciones, simplificaciones y olvidos (errores formales o tipográficos, no, porque entonces nos cortan los cojones).
Sin embargo, observo que un porcentaje sospechosamente alto de los estreses y prisas viene de la falta de planificación previa y de la improvisación. Buena parte de los ahogos se deben a que alguien no ha sido capaz de anticiparse a una necesidad que iba a surgir tarde o temprano o a que, por motivos que no vienen al caso, se han ido dejando los temas aparcados a la espera de vete tú a saber que situaciones que podrían producirse o no. En mi trabajo también es habitual que yo tenga que sacar un tema a la carrera porque otros departamentos lo han tenido parado durante semanas mientras disfrutaban de amenas tertulias en la cafetería. Es en todos estos casos cuando llevo peor el estrés porque a mi agobio se suman el cabreo por la certeza de que si alguien hubiera andado vivo hace un mes yo no andaría ahora corriendo por los pasillos.
Pero en resumen: el estrés, al menos en mí, no desarrolla potencialidad alguna y más bien me las inhibe todas.
Yo me uno al grupo de los que funcionan bien con tensión, sr. Neri. No es que necesite tensión y presión para trabajar bien (también trabajo bien cuando todo está tranquilo) pero reconozco que, en general, me crezco cuando hay prisa y tensión.
ResponderEliminarYo diría que esto es como en atletismo: hay gente que domina las carreras de fondo, gente que se maneja bien en distancias medias y gente buena para velocidad. Lo mío son los 50 ó 100 metros lisos y si es con obstáculos, mejor.
Otra cosa es que no lo pase mal en la carrera, que conste. Lo que dice usted de que la prisa y los problemas los hayan creado otros influye mucho para pasarlo peor. En cualquier caso, suele haber momentos en los que llego a disfrutar del carrerón.
Y vuelvo a insistir en que esa facilidad para los esfuerzos explosivos no lleva consigo que si no hay tensión no mueva un dedo; al menos en mi caso, por suerte puedo correr los 10.000, incluso una marathon, con tiempos aceptables y con momentos de disfrute.
Todo esto referido siempre al trabajo, porque en otros temas ,incluídos en los que está pensando Aprendiz de Brujo, la cosa puede cambiar...
Saludos (relajados) para todos.
¡Buenaaaaasss!
ResponderEliminarPerdone Al, ¿pero que hace usted en un Curso en el que ¡¡¡un psicólogo!!!
dice tales gilipolleces?
Supongo que será de asistencia obligatoria por el trabajo ¡pero no haga ni caso!
En primer lugar porque esta gente - psicólogos, psiquiatras...- es peligrosa, habitualmente, a no ser que sean grandes profesionales de toda confianza, son unos pedantes que han hecho la carrera con los libros de autoayuda de Dale Carnegie.
Segundo: ¡el estrés es malísimo, hay estudios que lo relacionan hasta con el cáncer! no sabe usted lo que lamento eso que cuenta usted de que hay temporadas en que ¡pobre! lo tiene que padecer. Y le doy la razón, en el trabajo cuando hay que ir acelerado es que ha fallado alguien o algo.
Y tercero y último: Acuérdese de que el memo de Zp le dijo ¡con el micro abierto! a Gabilondo "Tensión, Iñaki, necesitamos tensión".
Una cosa que dice el burro este debe de ser interpretada siempre al revés o sea Tolerancia 0 con el estrés.
¡Cuidese mucho, amigo, Al, cuidese!
Muy afectuosamente
Asun
Durante una temporada pensé que el estrés me ayudaba a pensar, a ser más rápida, pero he descubierto que no es así, confundía estrés con tener un calendario de tareas que cumplir, cuando ese calendario no existe, porque desgraciadamente el trabajo no llama a la puerta, tengo tal desánimo y apatía que me impide trabajar en lo más elemental con un ritmo responsable, sin embrago cuando hay una fecha programada, unas tareas, un tiempo relativamente corto, pero no exagerado, es cierto que pienso más rápido, me siento mejor y termino mi tarea con satisfacción. Sin embargo, la situación de "esto es para ayer", me pone de mal humor, suele ser porque ayer alguien se pasó todo el día de cafés.
ResponderEliminarYo creo que en general lo que ocurre no es que la gente trabaje mejor bajo presión, sino que no es capaz de untarse hasta que no le llega el agua al cuello. Es lo que pasa en la Universidad con los estudiantes, hasta que no llegan los exámenes no se reacciona, y dudo que una persona que se haya tirado así todos los años de su carrera luego pegue el cambio al trabajar.
ResponderEliminarLo que quiero decir es que al final el trabajo lo hará porque no queda más remedio, pero si se hubiera hecho con más tiempo hubiera salido mejor.
Yo en particular no puedo trabajar bajo estrés.
Creo que hay dos terminos uno es el estres y otro el distres.
ResponderEliminarDespues de explicar la fisiología del estrés deberian haber explicado las consecuencias negativas del mismo el distres.
Yo prefiero estar un poco en tensión para rendir más, al menos en el estudio es así, la víspera del examen memorizas a toda velocidad.
ResponderEliminartrabajo bien bajo tensión, pero no mola en absoluto
ResponderEliminarHolla su espacio online es muy hermoso,es la tercera vez que hay visitado su website, buen espacio!
ResponderEliminarAdios
Yo sí necesito un poco de tensión para rendir mejor. La molicie me vence.
ResponderEliminarPero lo que creo importante de su post es el detalle siguiente: la mierda chorrea.
Esto es, los de arriba la cagarán sin contemplaciones siempre que los de abajo traguen y acaben solucionando los problemas aunque sea corriendo y a última hora.
Generalmente, siempre llega una asignación para compra de material me suelen dar una semana para decidir qué necesito y presentar unos presupuesto exactos para su aprobación que será varias semanas después. Y así, lo han todo en la Consejería: todo es urgente.
Y no creo que sea casual. Que todo corra prisa para que no se pueda hacer correctamente.
Que haya muchas cosas urgentes para siempre demorar lo verdaderamente importante.
Y los trepas que hay en el medio, agachando la cabeza y nunca replicando que así no se puede ni se debe trabajar. No sea que, de otra forma, no asciendan. Ascender tragando mierda y lamiendo culos.
Coincido con lo que comenta mi querida Mª Asunción Balonga; trabajar bajo presión y stress es criminal.
ResponderEliminarNo sólo afecta la salud, si no que afecta las relaciones personales, a la familia, al entorno laboral.
Rindes menos y con menor calidad, no disfrutas de lo que haces, vives en un agónica sucesión de días, de meses, en un tunel donde no se percibe la luz que indica que el final está cerca.
Horrible...
Yo solo digo una cosa. De aquí el que más,( y mejor)va a vivir es el gran Ignatus.Nos va a enterrar a todos menos a los que no tienen hijos.
ResponderEliminarYo soy un desastre, no puedo dar lecciones laborales.
Odio el estrés con toda mi alma, pero cuando estoy estresado es cuando más rindo,( a costa de la salud mental, claro)
Buen jueves a todos.
Yo creo que para conservarse bien hay que trabajar poco y no tener descendencia.
A mí me pasa a veces que cuando estoy bajo presión hago las cosas muy deprisa y tengo la sensación de que estoy rindiendo mucho, pero después a la corta o a la larga hay que arreglar muchos errores o repetir las cosas que se han hecho mal por culpa de las prisas, por lo que computando en conjunto has ido mucho más lento de lo que crees.
ResponderEliminar¡Pero bueno! ¿Qué imagen tienes de mí, Aprendiz de Brujo?
ResponderEliminarCierto es que soy conserje y que, salvo en ocasiones, el trabajo no es abrumador. Pero vamos, que yo tampoco dejo que se me acumule (y que conste que estoy solo en un centro similar a otros en los que hay el doble de conserjes).
Pero bueno, es cierto que lo que me gusta de mi curro es que generalmente puedo hacerlo con calma y me puedo permitir el lujo de estar 10 minutos explicándole a un alumno cualquier duda que tenga en vez de limitarme a dar unos papeles o señalar un cartel. Y creo que eso les ayuda y lo valoran.
Precisamente mañana es la ceremonía de graduación de los de último curso y me consta que, al igual que algún otro año, los alumnos meterán mi nombre en los agradecimientos del discurso (afortunadamente no puedo ir porque seguro que se me escapaba alguna lagrimilla).
De lo que dices de los niños, tienes más razón que un santo: seguro que quitan un montón de años.
Y respecto a lo dicho por Aprendiz de que el que es vago estudiando también lo será currando tengo que decir que yo debo de ser la excepción pues como estudiante siempre he sido perezoso, pero nunca en el trabajo (al menos comparativamente hablando).
Del tema en sí, yo creo que respondo bastante bien en las situaciones de estrés. Pero también creo que lo que para uno es un nivel normal de trabajo para otros puede ser algo estresante: vamos, que he oído a gente quejarse agobiada por auténticas nimiedades en el curro. Y en general, como comentáis, cuanto menos se hace más te abruma lo poco que haya que hacer.
Agur.
estrés=ansiedad=taquicardia= angina de pecho.
ResponderEliminarCuidese! y tómese la vida con más calma hombre.
A AdB, mi respetado amigo, por mal nombre "tesoroencantocielitolindo" que sólo puedo usar yo:
ResponderEliminar¡qué razón tiene usted cuando dice que "para conservarse bien no hay que tener descendencia".
Permítame matizar: yo tengo 5 hijos como 5 soles a los que adoro y que volvería a tener, sin dudarlo.
Pero así como de pequeñitos me daban mucha vidilla y múltiples satisfacciones, ahora que son jovenzuelos y adolescentes, ¡qué cruz!, ¡discusiones, noches en blanco temiendo que les ha pasado algo, cuartos con un desorden que recuerda los efectos devastadores del paso del "Enola gay", un sinvivir!...
Bueno, querido amigo, me alegro de tener ocasión de volver a dirigirme a usted que es un hombre tan encantador.
(estoy haciendo méritos para arrebatarle a perroviejo la Presidencia de su Club de fans...sshhhh...:-)))
Afectuosamente
Asun
Eh, eh se va una a trabajar unos días y le quitan hasta la presidencia del club de fans, AdB no la dejes ¿vale?.
ResponderEliminarEn mi vida laboral anterior (pre-maternidad) he tenído momentos de estres y nunca me ha parecido que me hagan rendir más, ahora mi trabajo es más bien paradillo y pelín aburrido algunos días.
Ignatus no me hagas ni puto caso. Es envidia cochina.Mi ideal de vida pasa por tener un puesto de trabajo similar al tuyo.Seguro que eres un conserje cojonudo.Y seguro que también tienes tus movidas como tol mundo. Recuerda: a esas llaves hay que darles vidilla. que partiditas, que fiestuquis...eins?.Esto me pasa por ver Porquis 2, veinte veces.
ResponderEliminarMarian, Asun, sois unas madres y esposas ejemplares ambas. Os voy a cesar (por decentes), como miembras del consejo de administración de mi inexistente club de fans que infundó Marian,(gracias Perroviejo).
En serio, agradezco vuestro afecto, que es mutuo por otra parte.
Pues si no te hago caso a ti, AdB, ¿para qué entro en el blog?
ResponderEliminarDe lo de las llaves me da a mí que poca vida las doy. Un día le dije al manitas-arreglatodo del centro que mirase una cerradura de un aula que no cerraba bien. Esta fue la conversación.
Manitas: "le doy la vuelta al bombín y en paz. Por el otro lado irá bien, como por dentro no se cierra nunca con llave".
Ignatus: "¿Cómo que no? ¿Y cuando me encierro yo con alguna alumna?"
Manitas: (mirandome de arriba a abajo, recreándose en mis pintas de pardillo) "Me parece a mí que eso no se te arregla a ti de aquí a que te jubiles"
Ignatus: "Ya te digo..."
Y no echamos a reír.
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Lo más que he hecho con las llaves ha sido entrar algún fin de semana para mirar algo concreto en internet, para coger un periódico de los que no leemos hasta el lunes o para jugar con mi hijo a pillar en el patio... Y es que Dios da el pan a quien no tiene dientes.
Por cierto, que es raro que hablando de estrés nadie haya mencionado esta escena.
Salud.
Asunción, mujer, que yo nunca he provocado efectos devastadores... ¿O lo de enola gay no es por mí?
ResponderEliminarMe gustaría decir, ahora un poco más en serio, que una cosa muy hermosa de este blog es el entrelazamiento tan bonito y creo que tan sincero que se produce a veces entre los comentarios (no necesariamente entre los comentaristas...), como ha sucedido en los comentarios anteriores.
Así que un saludo especialmente cordial para todos.