Cada día estoy más convencido de que ingresar dos sueldos en casa es el gran timo de la estampita, de que trabajar los dos cónyuges en muchos casos no sólo no mejora la calidad de vida de la familia, sino que la empeora a todas luces, pues en el fondo uno de los dos está currando únicamente para pagar los gastos derivados de que una segunda persona trabaje.
Puede parecer exagerado, pero es así. Hace no tantos años sólo entraba un sueldo en las familias y la gente se apañaba bien, o al menos eso parecía. Muchos matrimonios con ingresos ajustados tenían más de dos hijos, a los que vestían, alimentaban, daban estudios, etc. Tenían coche, disfrutaban de un ocio razonable, de vacaciones en agosto… y llegaban a fin de mes. Ahora en cambio se tienen dos salarios, menos hijos (a veces ninguno) y da la impresión de que la pasta no llega para nada, de que el que más y el que menos anda apretadito el día 30.
Nos han metido en tal escalada de consumismo que nos pasamos la vida trabajando como negros para pagar unas gilipolleces que no necesitamos para nada, que dudosamente nos hacen vivir mejor o más cómodos y que además, como ya he dicho, muchas veces son la mera consecuencia de estar trabajando dos personas en la familia (o por lo menos, no compensa la diferencia una vez hechos los cálculos)
Evidentemente esta situación se acentúa cuanto más bajos son los sueldos, pero no siempre. Creo que es la tónica general que uno de los miembros de la pareja se pase diez o más horas eslomado fuera de casa para pagar el derecho a que la mujer trabaje. Yo más que derecho lo llamaría imposición esclavista o estrategia empresarial para incrementar el consumo, pero bueno.
Cuando trabajan los dos, surgen un montón de gastos asociados directa o indirectamente a este hecho. Para empezar lo más típico es que sea necesario tener dos coches y que el segundo se utilice sólo para trabajar, con todos los costes que ello conlleva. Algo parecido podríamos decir algunas veces del vestuario. Además es muy frecuente que en las ciudades grandes o medianas los trabajadores coman fuera . Si tienen tiempo de comer en casa, el coste de la alimentación generalmente es más alto, ya que con las prisas no hay tanta posibilidad de andar mirando ofertas o de preparar platos caseros y por lo tanto bastante más asequibles que los precocinados u otros inventos para ahorrar tiempo en la cocina que cada vez están más al orden del día. Finalmente, los niveles de estrés y hastío que provoca este estilo de vida, así como las pocas horas que se tienen para estar con la pareja, son por lo general motivo de muchos gastos extras el fin de semana: lo que apetece después de cinco días agotadores es pasar de cocinar y salir a un restaurante, y no reparar en gastos para descansar y relajarse, viajar y hacer cosas diferentes que rompan un poco la monotonía. Es muy comprensible, pero muy caro.
Y por supuesto tener hijos sale mucho más caro trabajando los dos. Me estoy refiriendo no sólo a guarderías y cuidadores, sino a toda clase de actividades extraescolares y otras mandangas diseñadas exclusivamente para aparcar a los niños, incluso durante las vacaciones y los fines de semana, que es cuando puede pasarse tiempo con ellos.
Y eso por no hablar del servicio doméstico que muchas veces se contrata, más que por holgura económica como sucedía hace años con quien tenía chacha, por mera falta de tiempo material para hacer uno mismo las tareas de limpieza más elementales.
Por añadidura, estoy convencidísimo de que el hecho social de los dos sueldos por familia ha disparado los precios, e –insisto- cada vez se mira menos lo que se paga, por falta de tiempo, de ganas o sencillamente porque se tiene el dinero o “no voy a estar rateando, que para eso nos matamos a trabajar los dos”.
Aparte de todo esto, el contar con dos sueldos predispone casi en el 100% de los casos, por las razones expuestas y por otras, a incrementar la partida de ocio hasta límites de pura esquizofrenia. Parece que ya no nos conformamos con nada a la hora de disfrutar del tiempo libre, que sólo se puede disfrutar gastando y además gastando mucho. Nos hemos inventado o nos han impuesto mil necesidades artificiales: Últimas tecnologías, televisiones gigantescas, viajes exóticos (con la excusa –falsa- de que es más barato viajar al Caribe que a Santander), gimnasios imprescindibles, gustos cada día más pijos y refinados, y la sacrosanta religión de los bares de copas donde nos clavan por cuatro combinados lo que nos cuesta comer una semana.
Confieso participar en parte de este estilo de vida y haberme convertido a la fe del consumo mucho más de lo yo mismo me creo, pero os juro que muchas veces pienso que tendría que haber nacido al menos 50 años antes. Estoy convencido de que tendría menos cosas materiales, pero casi seguro que sería más feliz y llevaría una vida más plena y más mía.
Puede parecer exagerado, pero es así. Hace no tantos años sólo entraba un sueldo en las familias y la gente se apañaba bien, o al menos eso parecía. Muchos matrimonios con ingresos ajustados tenían más de dos hijos, a los que vestían, alimentaban, daban estudios, etc. Tenían coche, disfrutaban de un ocio razonable, de vacaciones en agosto… y llegaban a fin de mes. Ahora en cambio se tienen dos salarios, menos hijos (a veces ninguno) y da la impresión de que la pasta no llega para nada, de que el que más y el que menos anda apretadito el día 30.
Nos han metido en tal escalada de consumismo que nos pasamos la vida trabajando como negros para pagar unas gilipolleces que no necesitamos para nada, que dudosamente nos hacen vivir mejor o más cómodos y que además, como ya he dicho, muchas veces son la mera consecuencia de estar trabajando dos personas en la familia (o por lo menos, no compensa la diferencia una vez hechos los cálculos)
Evidentemente esta situación se acentúa cuanto más bajos son los sueldos, pero no siempre. Creo que es la tónica general que uno de los miembros de la pareja se pase diez o más horas eslomado fuera de casa para pagar el derecho a que la mujer trabaje. Yo más que derecho lo llamaría imposición esclavista o estrategia empresarial para incrementar el consumo, pero bueno.
Cuando trabajan los dos, surgen un montón de gastos asociados directa o indirectamente a este hecho. Para empezar lo más típico es que sea necesario tener dos coches y que el segundo se utilice sólo para trabajar, con todos los costes que ello conlleva. Algo parecido podríamos decir algunas veces del vestuario. Además es muy frecuente que en las ciudades grandes o medianas los trabajadores coman fuera . Si tienen tiempo de comer en casa, el coste de la alimentación generalmente es más alto, ya que con las prisas no hay tanta posibilidad de andar mirando ofertas o de preparar platos caseros y por lo tanto bastante más asequibles que los precocinados u otros inventos para ahorrar tiempo en la cocina que cada vez están más al orden del día. Finalmente, los niveles de estrés y hastío que provoca este estilo de vida, así como las pocas horas que se tienen para estar con la pareja, son por lo general motivo de muchos gastos extras el fin de semana: lo que apetece después de cinco días agotadores es pasar de cocinar y salir a un restaurante, y no reparar en gastos para descansar y relajarse, viajar y hacer cosas diferentes que rompan un poco la monotonía. Es muy comprensible, pero muy caro.
Y por supuesto tener hijos sale mucho más caro trabajando los dos. Me estoy refiriendo no sólo a guarderías y cuidadores, sino a toda clase de actividades extraescolares y otras mandangas diseñadas exclusivamente para aparcar a los niños, incluso durante las vacaciones y los fines de semana, que es cuando puede pasarse tiempo con ellos.
Y eso por no hablar del servicio doméstico que muchas veces se contrata, más que por holgura económica como sucedía hace años con quien tenía chacha, por mera falta de tiempo material para hacer uno mismo las tareas de limpieza más elementales.
Por añadidura, estoy convencidísimo de que el hecho social de los dos sueldos por familia ha disparado los precios, e –insisto- cada vez se mira menos lo que se paga, por falta de tiempo, de ganas o sencillamente porque se tiene el dinero o “no voy a estar rateando, que para eso nos matamos a trabajar los dos”.
Aparte de todo esto, el contar con dos sueldos predispone casi en el 100% de los casos, por las razones expuestas y por otras, a incrementar la partida de ocio hasta límites de pura esquizofrenia. Parece que ya no nos conformamos con nada a la hora de disfrutar del tiempo libre, que sólo se puede disfrutar gastando y además gastando mucho. Nos hemos inventado o nos han impuesto mil necesidades artificiales: Últimas tecnologías, televisiones gigantescas, viajes exóticos (con la excusa –falsa- de que es más barato viajar al Caribe que a Santander), gimnasios imprescindibles, gustos cada día más pijos y refinados, y la sacrosanta religión de los bares de copas donde nos clavan por cuatro combinados lo que nos cuesta comer una semana.
Confieso participar en parte de este estilo de vida y haberme convertido a la fe del consumo mucho más de lo yo mismo me creo, pero os juro que muchas veces pienso que tendría que haber nacido al menos 50 años antes. Estoy convencido de que tendría menos cosas materiales, pero casi seguro que sería más feliz y llevaría una vida más plena y más mía.
Y que lo digas, Al Neri. La escalada de consumismo que nos embarga lleva a la deshumanización del individuo. Y creo que uno de los detonantes, y que además es yugo que exclaviza a la mayoría, son las inmensas hipotecas.
ResponderEliminarAntes ocurría, al menos en la época de mis padres, que, cuando felizmente tomaban las riendas de su vida en común (después, claro, de un sacrosanto matrimonio) tras mucho mirar decidian ir a vivir a un pisito minúsculo, apañado, pero que para la recién pareja era ideal. Después de la mano femenina de ella (guiada también por madre y suegra) el pisito quedaba coqueto y monísimo, pequeñito pero ideal. Y poco a poco irían llenándolo de cariño, amor, comprensión..., y también de muebles, televisión (si podían), cortinas, etc.
Y qué decir de la generación anterior, la de mi abuela. En el mejor de los casos lo primero que conseguían era una habitación en una casa con derecho a cocina. Algo inimaginable hoy en día.
Sin embargo hoy todo es distinto, aunque las posibilidades económicas en muchos casos no sean mejores que generaciones atrás.
En algunos casos son incluso peores.
Hoy en día ninguna pareja que se precie se casa/arrejunta/amontona (no se me ofendan) si no es en un chalet/pareado/adosado con jardín de 4 metros cuadrados, barbacoa y garaje para dos coches.
Y digo yo: y para qué quieren una casona de, en algunos casos más de 200 metros, una pareja que como mucho tendrá un perro de aguas al que llamará Fifí, y que encima no le dejarán dormir dentro porque, como no hay casi nadie viviendo en la urbanización aún (jodido pagar tanto por la casita), pues el pobre perro vive aterrorizado por los ruidos que escucha por las noches y deja la cocina perdida de cagarros y meaditas.
¿Para qué demonios quieren un plasma de 52 pulgadas en el salón, una de 22 en la cocina, otra de 20 en la habitación y hasta una de 14 en el baño si, como bien dice Neri, ni siquiera comen en casa?
Pero lo importante es tenerlo, aunque no sepas para qué, ni lo uses habitualmente.
Sin embargo, lo habitual es que el sueldo de un integrante de la pareja vaya enterito a la hipoteca monstruosa.
Por azares del destino, o por sibilino adoctrinamiento (vaya usté a saber), hoy por hoy es difícil ver una pareja dispuesta a apretarse el cinturón, a no querer un chalezaco inmenso, e irse a vivir a un pisito pequeño, pero posible.
Ni a renunciar a sus semanitas de vacaciones en todo plan-tutiplén, siempre en costa, y si es en otro continente, pues mucho mejor.
Misterios del consumismo feroz.
La verdad es que sorprende mucho la cantidad de tiempo que pasa la gente fuera de su casa. No solo en el trabajo, sino de comidas/cenas/copas, de viajes, de compras, de gimnasio, en el cine, lo que sea......
ResponderEliminarParece como si se les vinieran las paredes encima. No se..
Si además tenemos en cuenta lo caro que resulta tener vivienda propia, entonces el asunto llega al absurdo.
¿Que opina el persona?¿Es esta una percepción totalmente incorrecta?.
Al Neri, menos monsergas y más coherencia en tu vida, mañana mismo deja tu trabajo y a hacer labores domésticas mientras tu mujer trabaja. Sin dudar con un sólo sueldo vivirás mejor y serás más feliz.
ResponderEliminarPalabrería barata.
Los avances en ocio me parecen muy bien y creo que mejoran la calidad de vida, otra cosa es hacer un gasto irresponsable o vivir por encima de las posibilidades de uno.
ResponderEliminarTrabajar los dos sin duda tiene contrapartidas negativas, asi que cada cual vea si le compensa o no le compensa.
Estoy de acuerdo con dulcinea, la clave no está en si es mejor o no que trabajen los dos, desde luego que si en la pareja uno de los dos gana 3000 euracos al mes, y el otro 800, pues que quiere que le diga, el de 800 a casita, que lo comido por lo servido, pero si los dos ganan 800 si quieren tener una vida digan sin muchos lujos, encesitan los dos sueldos y un poco de suerte.
ResponderEliminarSeñor Neri, tambien coincido con el señor anónimo, en su caso particular, la solución la tiene usted, deje de trabajar y dediquese a las tareas del hogar para completar su vida a su gusto.
Esa entrada Neri, no te la crees ni tú después de 12 copas y media docena de pastillitas de colores.
ResponderEliminar¿Vivís en un mundo paralelo?
En mi ciudad un pisito de segunda mano, de 70 metros, está por encima de los 150.000 euros.
Nada de chalets, ni pisazos de lujo, no. Hablo de un espacio con paredes donde puedas vivir dignamente.
Salvo que alguno tenga un sueldo de ministro, el mileurismo hace que sea obligatorio que los dos cónyuges trabajen. Yo no paso los fines de semana desquiciado, entregándome a los placeres de "Irina´s friends" ni practicando puenting, ni siquiera comiendo donde Ferrán Adriá.
Nuestros padres vivían felices con lo que tenían...¡porque no conocían más! ¿Cómo puedes desear lo que no conoces?
Eso de tener dos coches, comer siempre fuera,..., ¿nadie conoce a gente que va a trabajar en metro?
No estoy nada de acuerdo con mucho de lo que se ha comentado aquí. La gente paga su hipoteca, su luz, su agua, su gas,... y caprichos pocos.
Para caprichosos (y feos además) los funcionarios.
Está la cosa buena, como para no ingresar dos sueldos en casita....Neri, me apunto a lo que te han dicho por ahí, quédate en casa haciendo las labores del hogar y que tu mujer/marido, trabaje para los dos....
ResponderEliminarA mí me ha gustado mucho la entrada y algunos de los comentarios.
ResponderEliminarYo creo que el trabajar los dos en la pareja sólo da problemas, cuando no se tienen hijos no lo veo tan negativo, y es que no se va a quedar uno de los dos en casa mirando las paredes, pero cuando se tienen hijos uno de los dos debe encargase de ellos y de la casa (a no ser que tengas a tus padres dispuestos a cuidarte los niños, hacerte comidas, y si además te quitan plancha pues mejor, pero eso ya entra en la conciencia de cada uno)
Lo que está claro es que las hijas de Eva han salido perdiendo con la mal llamada "liberación de la mujer". Ahora es cuando la mujer está más esclavizada que nunca en nuestra sociedad (si nos vamos a la islámica ahí la mujer está igual de mal que hace 5 siglos, pero esos son para darles de comer aparte).
ResponderEliminar¡Pues voto a brios! que yo si dejaba mi curro y me entregaba al cuidado de mis niños y el hogar. Así me ahorraba el sueldo de la chica que los cuida ahora.
ResponderEliminarSi no lo hace mi mujer, lo hago yo en cuanto ella gane un poquito más. ¡Me lleva los demonios la idea de tener que pagar a una tipeja para que haga por dinero lo que me corresponde hacer a mi por amor...!
Los que criticáis hoy al Sr. Neri tenéis toda la pinta de ser de esas conciencias intranquilas que han optado por vivir una vida profesionalmente rica que os aporta una falsa felicidad basada en la superación de retos, las relaciones personales (siempre superficiales), y en general, una vida más gratificante sin las complicaciones soportar los sinsabores del día a día en un hogar bien llevado. Eso, o quizá pertenecéis al bando que tan bien definió Tailer Durden: “Tenéis empleos que odias pra comprar mierda que no necesitáis”: Una vida dominada por una ingente carga de necesidades absurdas que habéis asumido como indispensables para el desarrollo de vuestr vida y que tan bien define el Sr. Lampone.
Coincido con Aprendiz en que me ha gustado mucho la entrada y las diferentes matizaciones -puyas para el sr. Neri incluidas- que han hecho los amables lectores.
ResponderEliminarA mi entender el planteamiento general de Al Neri es correcto, aunque es cierto que cada caso debería resolverse atendiendo a sus condiciones particulares. Personalmente, creo que el quid de la cuestión está en construirse un buen "orden de prioridades" que aunque no garantizará la felicidad, desde luego contribuirá mucho a ella.
Coincido con usted s.r Neri y con otros de los comentaristas en su línea.
ResponderEliminarYo creo que habría que distinguir, eso sí, varias cosas.
En mi pequeña ciudad, un piso de poco más de 60 metros cuadrados me costó hace unos años más de 125000 euros. Con mi sueldo (y no noy un magnate) lo puedo pagar y, además, podría correr con los gastos de una esposa y un hijo o quizás dos pero con los cinturones bien apretados y también bien apretados en la casa. No quiero ni pensar en esta situación en el caso de un mileurista.
Con mi edad, mis padres, con empleos menos cualificados, se casaron y compraron un piso de más 100 metros que pagaron en un año.
Y es que lo de que trabajen el hombre y la mujer ha llevado a que en proporción se tenga la misma capacidad adquisitiva que hace 40 años (los costes productivos inorgánicos son mucho menores) pero con dos sueldos en la paraja, esto es, ¡¡¡AHORA GANAMOS LA MITAD!!!
Así, en muchos matrimonios la mujer no trabja por volunta propia sino por presiones sociales y sobre todo por presión económica y por necesidad. Con todo lo que eso supone en las mujeres (lo he vivido muy de cerca): depresiones, probelmas físicos... Y, qué duda cabe, en la convivencia familiar y en la educaci´n de los hijos.
Yo creo que es correcto que la mujer trabaje fuera dle hogar (trabajar en la casa también es un trabajo: y muy duro y poco valorado) pero lo ideal es que lo hiciera aquella que verdaderamente lo deseara y no por simple necesidad o presión social ("Ay, Puri, si trabajas en csas eres una simple maruja").
Esto se podría lograr, comenzando, por ejemplo, tomando ejemplos de naciones como Francia, Alemania o Dinamarca, donde las ayudas sociales por hijos permiten que la mujer se quede en casa.
Es demoledor el dato que aporta el sr.Subdirector: ¡100 metros de casa pagados en un año! Es evidente qe las cosas han cambiado y se han complicado.
ResponderEliminarPero también es cierto que quien hoy en día quiere dedicarse a las labores del hogar, puede. Es muy interesante eso de las presiones sociales. Conozco muy bien a una buena esposa y madre que se puso a trbajar precisamente porque su familia y su grupo de amigas acabaron acomplejándola por dedicarse a la casa. Ella no es del todo feliz (tampoco desgraciada), pero al menos no tiene que soportar el bombardeo constante y diario de las insinuaciones y puyas que recibia permanentemente...
Sr. Subdirector,
ResponderEliminar¿Ya ha encontrado a una voluntaria para apretarse en su pisito?. Lo que me parece increible es pagar un piso de 100m en un año, tan modestos no serían los sueldos...
Eso de tener un piso en propiedad es algo que en España empezó a ocurrir hacia los años 60 más o menos. O sea, antesdeayer como quien dice.
ResponderEliminarSi la gente podía comprarse un piso era por dos razones fundamentalmente: 1) el precio era razonable, y 2) (más importante) las hipotecas eran a tipo fijo en periodos de inflación por las nubes, o sea que los pisos se pagaban solos como quien dice, y quien se comía el marrón era el banco.
La llamada "liberalización " de la mujer al final le ha supuesto un proceso de "neoexclavitud" ya no solo tiene que responder de sus responsabilidades como mujer, madre y ama de casa, también de sus responsabilidades profesionales, menuda paradoja...
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo con la teoría, Al Neri. No obstante, cada familia es un mundo y muchas veces no queda más remedio. Porque,como dice el anuncio, donde caben dos caben tres... pero no comen tres ni se pueden escolarizar tres...En mi caso, cuatro+ dos.
ResponderEliminarEso sí... Es un buen ejercicio coger a los hijos y hacer una lista de todo lo prescindible. Y,como la vaca no da para más...porque no da, es espectacular el resultado de años apretándonos el cinturón. Al principio debes decir NO y explicar las razones, que muchas veces no son sólo económicas...Ahí también juega un papellos principios. Al cabo de un tiempo son ellos mismos los que saben distinguir y son capaces de argumentar su postura y su estilo de vida ante sus compañeros.
Las tareas de la casa... se reparten y todos tienen una función...porque la casa es de todos.
Lo que no es una necesidad... puede esperar a Reyes, tanto adultos como niños.
Las cosas de casa... se cuidan. Han de durar. Si se rompen no hay recambio.
Para comer no es necesario llenar la nevera de pijadas. La pijadas para un día excepcional, un cumpleaños...
Los pasteles de cumpleaños... hay libros de recetas que explican sencillito cómo se hacen.
El material escolar... no hace falta renovarlo cada año. Casi todo, incluido libretas que sólo etán empezadas, se puede alargar un año más...excepto los libros, claro.
Y a partir de los 16 se puede trabajar o dar una clase particular... Con menos se puede hacer de canguro. Así saben lo que vale un peine.
Etc....
Y los padres por delante.
Has abordado un tema que me toca el pie. Ellos a veces dicen que si son de otra galaxia. Al tiempo... Probablemente de la austeridad llevada con dignidad depende que sepan enfrentar los futuros retos, que los habrá. Y tal vez no se desmoronen porque no han podido comprar X o han de esperar un tiempo para Y.
Un saludo
100% de acuerdo con Sunsi.Y sobre eso que dices de "los padres por delante". A mi me parece que el problema a la hora de apretarse el cinturón no son tanto los niños (que les cuesta nada conformarse con poca cosa) como los padres, primero porque a todos nos mueve una natural inclinación a dar de todo a nuestros hijos, nos gusta verles felices y contentos disfrutando de esto y de aquello. Y segundo, creo que los mayores tenemos más manías y más apegos que los pequeños a los que no les ha dado tiempo de hacerse con esas manías y apegos. En fin, que la dificultad somos los padres, no los hijos.
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