martes, 14 de julio de 2009

COMERCIANTES AVARICIOSOS

Muchas veces culpamos a las grandes superficies por su falta de ética a la hora de machacar al pequeño comerciante. Aprovechando su influencia y poder, extienden sus tentáculos monopolísticos para lograr que se modifiquen todas las reglas, hasta el punto que se hace imposible competir con ellos: fuerzan a las negociaciones con los proveedores; alteran los horarios de apertura; logran ventajas fiscales y económicas de la Administración; explotan a sus empleados vilmente...

Sin embargo, hoy voy a romper una lanza a favor de la seriedad y el buen trato que se recibe en muchos de estos grandes comercios en contraposición con ciertas prácticas, también muy poco éticas, que practican algunos pequeños comerciantes y que, seguramente, todos nosotros habremos padecido alguna vez. Por cierto, animo a que se compartan en los comentarios.

Podría extenderme y hablar del pésimo trato que el cliente recibe en muchas ocasiones; de los manejos que se traen con los precios en las rebajas; de la falta de palabra en los plazos; de la ausencia de conocimientos sobre los objetos propios de su comercio; de la antigua costumbre de forzar las pesas y aparatos de medida; de engañar a las viejecitas con el cambio; de colar, en cada kilo de naranjas, una o dos en mal estado... Pero prefiero centrarme en el tema de los cartelitos en que anuncian que no se devuelve el dinero.


Entiendo que un comerciante pequeño no esté dispuesto a devolver el importe de un artículo cuando el cliente, una vez adquirido, se arrepienta de su elección. Es más, me parece un detalle que el minorista esté dispuesto a hacerte el típico vale para que efectúes otras compras en su establecimiento por el mismo valor. Pero negarse a devolver el efectivo cuando el producto adquirido es defectuoso o no cumple con las especificaciones garantizadas por el vendedor es de tener una cara impresionante, de ser un auténtico estafador criado en la cultura del pelotazo y, sobre todo, un imbécil redomado, que prefiere pringarse en unos pocos euros antes que conservar buenos clientes y ganarse fama de serio y honrado. Eso sin contar lo mal que debería pasarlo cualquier persona decente si un cliente le «montara un pollo» delante de otros o le interpusiera la correspondiente hoja de reclamaciones o una denuncia.

Bien es cierto que muchos de estos impresentables se aprovechan de la cada vez más extendida timidez y vergüenza de muchos, que prefieren ignorar que les están estafando con tal de no discutir y buscarse problemas; actitud que no logro distinguir claramente de la estupidez: ¿les cuesta tan poco esfuerzo ganar el dinero? ¿De verdad necesitan tanto otros productos del mismo comercio como para aceptar un vale? ¿Tienen miedo de un vendedor con pinta de ogro? ¿Qué les va a hacer, pegarles? ¿No saben rellenar una hoja de reclamaciones?

En fin, que por mi parte, salvo comerciantes ya conocidos, serios y de confianza, que los hay, soy partidario de comprar en grandes superficies o a los gitanos del mercadillo que suelen demostrar más honradez que muchos tenderos encorbatados de tres al cuarto.


10 comentarios:

  1. Soy cliente habitual de los Ríchals y doy fe de su seriedad en el trato. Allí sabes a qué vas, y no hay sorpresas.

    También pienso, como tú, que hay muchos afamados establecimientos, de muchos sectores, que están hechos de malos clientes. Quiero decir que cuando algo está mal hecho, mal servido, tiene mala calidad, o se han pasado en la cuenta mucho cliente prefiere callar por un mal sentido del pudor o vaya usted a saber por qué.

    Y no señor, hay que protestar, pedir el libro de reclamaciones y denunciar el abuso. Así se mejora. Y mejoramos todos.

    También te digo que hay plazas muy jodidas: el Valladolid minorista da pena muchas veces por alicorto y paleto.

    ResponderEliminar
  2. Yo sólo compro donde me devuelvan el dinero. Muchas veces, ante la necesidad o las prisas o por una venta agresiva en la que te ves rodeada de dos o tres dependientas diciéndote lo genial que te queda algo o lo bueno que es tal producto (que en realidad no lo es), me dejo convencer, luego llego a casa y mi madre me baja de la nube y me toca ir a devolver la compra.

    Lo que mas detesto y saca lo peor de mi es cuando te toman por idiota. El otro día fui a comprar una cosa y le pregunté a la dependienta si lo podía devolver, y me dijo que claro que no había problema, y después de pagar me suelta que el dinero no me lo devolvía...

    En situaciones en las que me tocan la moral prefiero callar aunque quede como una idiota, porque como me salga el genio... :s

    ResponderEliminar
  3. Ser comerciante es una de las profesiones que se prestan más a la rapiña, al engaño y a la inmoralidad. No me fío mucho de aquellos que para ganarse la vida necesitan convencer a la gente de algo. De hecho, en las etapas más gloriosas de nuestra Patria, los cristianos viejos no se dedicaban al comercio, que era cosa de judiorros.

    Por mucho que ideológicamente tenga claro que hay que proteger al pequeño comerciante de la usura capitalista de los hipermercados, etc, al final, como hombre pragmático, voy mucho a El Corte Inglés, donde lo encuentro todo junto y me devuelven la pasta sin preguntar si tengo cualquier problema.

    ResponderEliminar
  4. Bueno en una gran superficie como el Corte Ingles por ejemplo,tampoco te devuelven el dinero en metálico en caso de querer cambiar el producto,sino que te dan una especi de pagares por el importe correspondiente para que lo gastes eso si solo en sus instalaciones.En cuanto a lo que dices de los tenderos,y hablo por mi experiencia,predominan los buenos profesionales frente a los caraduras,aunque por supuesto de estos últimos también los hay.

    ResponderEliminar
  5. Hay bastante caradura dentro de la profesión de comerciante. Pero si te tima un tendero tradicional, al menos puedes reclamar a una persona perfectamente identificable. En una gran superficie tus quejas se van a estrellar siempre contra un muro de burocracia, si es que no te mandan a los "seguratas" por ponerte demasiado protestón. Sólo se salva el Corte Inglés, que tiene esta particular política de dar siempre la razón al cliente. Como contrapartida los artículos son más caros que en un comercio tradicional (los he llegado a ver al doble de precio).

    ResponderEliminar
  6. Buenas tardes:

    Supongo que en como toda profesion. Los hay buenos y los hay malos. Eso si no se yo si un comerciante puede permitirse el lujo de que se corra la fama de que te tima...
    Para mi esa es una garantia clara de cierre de establecimiento.
    En el fondo son politicas de empresa y como estamos en un "libre mercado" que cada uno vaya al comerciante que mas le guste.

    Un saludo

    ResponderEliminar
  7. De todas formas, daos con un canto en los dientes con los comerciantes españoles. En otros países, por ejemplo, que yo conozca Francia, estás obligado en ciertos comercios a comprar algo si tocas las cosas.

    ResponderEliminar
  8. Bueno, Brigante, digo yo que dependerá de qué toques. Yo también obligaría a las viejas que tantean y soban la fruta y otros alimentos. Me parece una guarrada.

    ResponderEliminar
  9. Pués yo, Suso a los Richals nada.A un vecino de mi suegra se la liaron bien,les compró una bañera nueva con su pegatina y todo y se gastó la pasta en un albañil,al finalizar la obra y ponerse a limpiar el baño,¡oh sorpresa! debajo de la pegatina habia una grieta que no veas..Se le ocurrió ir a reclamar y por poco no la cuenta.Me acuerdo en mi pueblo hace años cuando no habia competencia,la señora...menuda jeta tenia!si comprabas una docena de huevos te los metia en un paquete a granel y casi siempre se confundia,claro a favor suyo,te metia once,si no te coscabas apañado ibas si la decias algo,el que querias engañar eras tu.Como las grandes superficies no lo hay.

    ResponderEliminar
  10. yo antes de conocerlos, apoyaba al pequeño comerciante, despues de conocerlos, los odio.

    yo los llamaría los pequeños sinverguenzas, porque de diez, se salva uno.

    el colmo de lo lamentable, era un churrero, que vendía la bollería a las cafeterías, si le pedían 40 porras, el llevaba 38 o 39.

    el carbonero, llenaba las pocas calderas de carbón que quedan en madrid, facturaba 300 kilos, y solo había metido 200.

    en fin, son gente lamentable.

    ResponderEliminar

Agradecemos tu interés por el blog y valoramos muchísimo tus comentarios. Sería ideal que intentáramos centrarnos en el tema propuesto y que evitáramos comentarios de mal gusto. La única norma de La pluma viperina es el máximo respeto hacia todos los participantes.