Acabo de terminar de leer este libro, y la impresión general ha sido buena, aunque reconozco que esperaba más de él. Desmonta muchas de las mentiras en las que se basan los nacionalismos catalán y vasco.
Consta de dos partes claramente diferenciadas. En la primera, expone brevemente la biografía de alrededor de sesenta personajes históricos catalanes y vascos que el nacionalismo exalta por considerarlos artífices o defensores de Cataluña y El País Vasco: escritores, músicos, militares, religiosos, políticos, etc. De todos ellos, en el libro se destaca precisamente su faceta de patriotas, pero no catalanes ni vascos, sino españoles. Faceta que el nacionalismo descaradamente oculta o manipula para conseguir el objetivo de que los ciudadanos de las regiones en las que gobiernan profesen una profunda animadversión hacia España (cuando no odio).
La segunda parte, un epílogo largo, es bastante más entretenida. Describe los instrumentos que el nacionalismo utiliza para difundir su doctrina basada en manipulación y mentira: propaganda con fondos públicos, empresas afines, control de la educación, etc. Es especialmente curioso ver cómo se sacan de contexto hechos históricos, se tergiversan e incluso se reinventa la Historia para intentar exaltar la de unos países que jamás existieron.
Una de las conclusiones más importantes que extrae es que la mayor dificultad que existe para derrotar al nacionalismo estriba en la diferencia de miras: mientras el Estado Español tiene completamente abandonada la educación, los nacionalistas centran sus esfuerzos en adoctrinar a la población desde la infancia, inculcándola el odio a España y sus tesis (interesadamente equivocadas) desde el principio, siendo así más difícil erradicarlas, aunque sea con la verdad y los hechos por delante.
Consta de dos partes claramente diferenciadas. En la primera, expone brevemente la biografía de alrededor de sesenta personajes históricos catalanes y vascos que el nacionalismo exalta por considerarlos artífices o defensores de Cataluña y El País Vasco: escritores, músicos, militares, religiosos, políticos, etc. De todos ellos, en el libro se destaca precisamente su faceta de patriotas, pero no catalanes ni vascos, sino españoles. Faceta que el nacionalismo descaradamente oculta o manipula para conseguir el objetivo de que los ciudadanos de las regiones en las que gobiernan profesen una profunda animadversión hacia España (cuando no odio).
La segunda parte, un epílogo largo, es bastante más entretenida. Describe los instrumentos que el nacionalismo utiliza para difundir su doctrina basada en manipulación y mentira: propaganda con fondos públicos, empresas afines, control de la educación, etc. Es especialmente curioso ver cómo se sacan de contexto hechos históricos, se tergiversan e incluso se reinventa la Historia para intentar exaltar la de unos países que jamás existieron.
Una de las conclusiones más importantes que extrae es que la mayor dificultad que existe para derrotar al nacionalismo estriba en la diferencia de miras: mientras el Estado Español tiene completamente abandonada la educación, los nacionalistas centran sus esfuerzos en adoctrinar a la población desde la infancia, inculcándola el odio a España y sus tesis (interesadamente equivocadas) desde el principio, siendo así más difícil erradicarlas, aunque sea con la verdad y los hechos por delante.
Hola, leonardo:
ResponderEliminarCon respecto a tu interesante mensaje sobre este libro quiero hacer un apunte y una petición.
El apunte es señalar , de modo general para cualquier libro o fuente, que siempre es conveniente analizar las cosas sabiendo quién las dice. Yo no sé quién es el autor (desconozco la mayoría de las cosas de este mundo pues mi incultura es enciclopédica), pero en tus palabras (supongo que, aun siendo tuyas, son también las del autor) "la mayor dificultad (...) para derrotar al nacionalismo" (¿por qué hay que derrotar al nacionalismo?), se ve un claro posicionamiento que amenaza con mermar la objetividad.
Esto se confirma con el hecho de que de todos los personajes estudiados por el autor (unos 60), ninguno haya sido nacionalista, sino más bien al contrario. Se puede deducir, sin posibilidad de error, que o bien el autor no es muy fiable en sus investigaciones o, cuando menos ha seleccionado los que le han interesado, pues es absolutamente imposible que no haya encontrado ninguno que verdaderamente fuese, pensase o actuase como un nacionalista: es decir, ha ocultado los datos (o los personajes) que no le "cuadraban" para defender su tesis. Los datos que usa pueden ser correctos, pero esta falta obvia de objetividad les resta credibilidad.
Por otro lado, leonardo, mi petición es que, si tiene tiempo y ganas, comentase alguna de esas mentiras o hechos manipulados que menciona el libro, pues siempre se recuerdan mejor las cosas con un ejemplo concreto (y así podré presumir de haberlo leído ;-)
Y, respecto al tema de los nacionalismos quiero decir que personalmente es algo que respeto (un nacionalismo moderado, como me gusta en general todo). No obstante pienso, como defiende el libro, que los nacionalistas vascos y catalanes manipulan este asunto, y que a menudo lo manejan egoístamente y sin escrúpulo para sacar un cierto beneficio económico, sin reparar en el perjuicio (de imagen) que sufren ellos mismos y el daño a España.
He dicho. Agur.
Ignatus, hay ámbitos y circunstancias en los que la moderación no tiene cabida alguna y en los que un hombre que se viste por los pies ha de dar un paso en una dirección o en la contraria. Uno no puede ser moderadamente del Madrid, ni moderadamente cristiano, ni por supuesto, moderadamente español o nacionalista. Esto de la moderación me parece la coartada perfecta para comulgar con partidos como el PNV, que son los que a la postre alimentan las esperanzas de los más radicales.
ResponderEliminarLos nacionalismos Vasco y Catalán son la gran mentira, la patraña con mayúsculas de nuestra historia contemporánea, ello con independencia de que el tal Laínz éste (al que no tengo el gusto de haber leído) sea o no sea objetivo en sus argumentos y con indepencencia de que los tuyos no carezcan de lógica en esta ocasión.
Pero en tanto en cuanto el conjunto de los españoles, que ostenta la soberanía de este país, no diga lo contrario, España es una e indivisible. Así que ya me dirás tú donde encajamos al nacionalismo en este escenario.
Y no te quepa duda que frente a la manipulación y la distorsión histórica de la que hacen gala cada día los nacionalistas en España (perdón por la paradoja) solo cabe el afán de derrotarlos.
Sr. Ignatus: el libro versa sobre personajes que, mostrándolos el nacionalismo como nacionalistas o independentistas, resulta que una vez analizandas su vida y obras no lo son. Claro que hay personajes nacionalistas, pero no son el objeto de este libro.
ResponderEliminarObjetivas son las matemáticas. El resto de cosas, no. Entiendo que el autor de este libro no pretende ser objetivo, sino contar verdades.
He utilizado el término "derrotar" porque creo firmemente que hay que derrotar al nacionalismo. No recuerdo que el autor lo utilizase, porque de haber sido así, seguramente el libro habría sido censurado. En este sentido, estoy completamente de acuerdo con j.m.
Ejemplos clarísimos que cita el libro son los de muchos hombres vascos y navarros que conquistaron el nuevo mundo en nombre de españa. Para el nacionalismo, lo hicieron obligados porque vivían bajo la opresión de la Corona. En muchas de las placas conmemorativas, incluso se ha eliminado cualquier referencia a España.
Apreciado j.m, según la RAE, "nacionalismo" es:
ResponderEliminar-"Aspiración o tendencia de un pueblo o raza a tener una cierta independencia en sus órganos rectores."
Por tanto, el nacionalismo encaja perfectamente con la España indivisible de la que hablas, y que, "en cuanto el conjunto de los españoles, que ostenta la soberanía de este país, no diga lo contrario" (te cito porque coincido con tus palabras) mantiene 17 comunidades autónomas, con sus órganos propios de gobierno (y pidiendo más autonomía y dinero, algo perfectamente legítimo).
Otra de las acepciones dice que es la "ideología que atribuye entidad propia y diferenciada a un territorio y a sus ciudadanos, y en la que se fundan aspiraciones políticas muy diversas", algo también perfectamente válido dentro de España y de su marco jurídico: quien quiera creer que tiene unos atributos diferentes y, en base a ello, pedir constituirse de una u otra forma (incluso independizarse) está en su perfecto derecho, buscando, eso sí que "el conjunto de los españoles, que ostenta la soberanía de este país, no diga lo contrario". Para poder convencer a un país de que diga algo, primero tienes que tener el derecho a decirlo tú, y ese derecho es el que yo no quiero negar a los nacionalistas.
Por tanto, sí creo que hay medias tintas entre lo tolerable (su derecho a pedir lo que sea) y lo intolerable (caso extremo y obvio, el recurrir a la violencia, para "convencer" a España)
Como comentario último, por si mis palabras inducen a pensar lo contrario, conste que yo no votaría (ni aunque pudiera) al PNV ni a ningún otro partido nacionalista, y que de hecho me parece mal (muy mal) la sumisión que se les rinde cuando se pacta con ellos por necesidad, pero no por ello creo que no deban existir.
Un cordial saludo, a todos y gracias a j.m por su amable comentario sobre la lógica de los argumentos por mi expuestos al hablar del libro.
Querido Ignatus, en efecto, individual o colectivamente, uno puede pedir hasta la luna mientras se haga del modo y manera pactado por el conjunto. No hay cosas ilegales en sí mismas. Solo es ilegal lo que queda al margen de ese pacto común.
ResponderEliminarPero hablar de nacionalismo es hablar siempre de interes encontrados, y el beneficio de los nacionalistas es el perjuicio de los españoles. Y aquí de verdad que no veo medias tintas posibles...
Respecto al libro que cita Leonardo, creo que ahora está clara la intención del autor: no tanto hablar de nacionalistas de verdad (que haberlos, haylos) sino hablar de los que el nacionalismo, siempre voraz y rapiñero, se adueña por la cara.
Espanyoles: Acabaréis mordiendo el polvo y hablando todos catalá. Y sino al tiempo.
ResponderEliminarSaludos mis siervos, Hoy seré el azote Nacionalista
ResponderEliminarVIVA EL IMPERIO ESPAÑOL. VIVA ESPAÑA Y VIVA EL REY. NO ME IMAGINO UNA ESPAÑA SIN MI REY.
El nacionalismo catalán y vasco no existe, puesto que no son una nación y nunca lo serán.Por lo que al no ser nación su nacionalismo es improdecente.
Pruebas: Una nación no llora porque no tiene agua, y se la hemos tenido que llevar o si o si pues pertenecena al Estado Español.
En cambio si España no tiene agua, nos jodemos y punto, con un par de huevos. Y en lugar de agua bebemos Barcelo, y nos bañamos y limpiamos con leche o cerveza si hiciese falta.
Una Nación tiene fronteras. Y esa gente no la tiene. Puesto que yo al ir a Barcelona o a Bilbao, no pasé ninguna frontera y no la vi.
Además todo Catalán y Vasco al entrar según ellos en España en ningún momento se le trata como inmigrante ilegal. Y si fuesen una nación al entrar en España deberían tramitar su permiso.
-Por estudio.
-Por turismo.
-Por trabajo.
Y no lo hacen, pues no lo necesitan.
Muchisima, pero muchisima gente de esa zona está atemorizados por cuatro personas, y no se pueden expresar libremente, y hay que liberarlos.
Y por último como aviso, si se ponen chulos mando a la estrella de la muerte, cojo su territorio y les mando a todos con JODA, OBI WAN y COMPAÑIA.
pd a LOUIS: No acabarán hablando los españoles, catalán ni vasco, puesto que a esta gente el aprender idiomas se les da fatal.
Espero leer el libro algún día. Me adhiero a los comentarios de Leonardo y de J.M. Gracias por exponer tan claramente y con tanto sentimiento lo que significan los nacionalismos en España y la actitud a tomar.
ResponderEliminarEl nacionalismo es un tema que da para mucho, pero me gustaría ser breve porque si no, no hay quien se lea los comentarios. Resumo mi postura en 4 puntos:
- Para mí los nacionalismos, incluido el español que defiende la extrema derecha, son algo muy negativo porque implican un apego casi físico a elementos accesorios para el ser humano como lo son la lengua, la raza o el territorio; suponen normalmente una actitud de cerrazón hacia todo lo diferente, que se percibe como una amenaza, y suelen estar enraizados en el fanatismo cerril y en concepciones manipuladas de la historia.
- Para mí la Unidad de España es algo sagrado, indiscutible, irrenunciable e irreversible. Mis razones no son las de un nacionalista, pues yo no defiendo a España porque me crea que somos los mejores, ni porque me gusten mucho sus costumbres o sus paisajes, ni porque tema contaminaciones extranjeras. Yo estoy orgulloso de mi Patria porque creo que históricamente ha contribuido enormemente a mejorar la dignidad humana en todo el planeta, a defender valores fundamentales cuando han estado en peligro y a difundir una religión basada en el amor, en el perdón y en las necesidades de los más débiles. Por eso defiendo la Unidad Española, pero no sólo la unión de los territorios, sino principalmente la de sus gentes, la de su imagen en el exterior, la de sus tareas históricas… Concibo España como un quehacer común, como un gran proyecto que exige unidad.
- Esta Unidad es perfectamente compatible con la descentralización administrativa y con la defensa y exaltación de las muchas culturas y lenguas que conviven en España. Con lo que no es compatible es con el egoísmo regional, con la falsificación de la historia de los Reinos peninsulares y con la imposición y discriminación que en diversos aspectos se practica en Vascongadas, Cataluña o Galicia.
- Como dice Leonardo, la educación es esencial, y España debe tomar ese camino reeducativo para recuperar la voluntad y el cariño de los españoles, o al menos para que no vivan en la mentira. Pero de forma simultánea, y aunque sea incompatible con el actual marco jurídico, soy partidario de una política represiva contra todas las manifestaciones del nacionalismo –violento o pacífico-, empezando por tipificar los delitos contra la Unidad de España y regular las penas más severas contra todo indicio político de secesionismo. Habría que combinar educación y represión porque la primera sin la segunda nos deja fuera de campo a unas generaciones contaminadas e irredimibles, y la segunda sin la primera es una brutalidad sin sentido.
Uf, yo casi no me atrevo a opinar por miedo a provocar la III guerra mundial, pero pienso parecido a lo de las Cruzadas: los nacionalismos son fanatismos inventados para ganar dinero.
ResponderEliminarNo he leído el libro, pero por lo que cuenta el señor Leonardo estoy totalmente de acuerdo con lo que dice, y es cierto que los nacionalismos han tratado de adherirse a personajes históricos, manipulando sistemáticamente las ideas de muchos de ellos.
ResponderEliminarSin ir más lejos, Sabino Arana, fundador del PNV y del nacionalismo vasco tiene entre sus escritos algunos defendiendo a la patria española, y por algo sus obras no son difundidas de forma íntegra por el nacionalismo vasco, sino sólo las enseñanzas que a estos les convienen. Cuando se les pregunta por ello a los nacionalistas dicen que en esa época había perdido la razón ...
Por otra parte estoy de acuerdo con el autor del libro y con Leonardo en el sentido de que los nacionalismos (y ahora el gobierno a través de "educación para la ciudadanía") utilizan la educación para adoctrinar a sus niños en el odio a España, al idioma español y a los españoles, haciéndoles creer que somos agresores que queremos robarles su dinero y su lengua, manipulando y cercenando la historia a su gusto.
En las tres comunidades nacionalistas por antonomasia, Cataluña, País Vasco y -ahora también- Galicia, se dan fenómenos similares:
* Ikastolas, Galescolas, y escolas en las que se enseña exclusivamente el idioma propio despreciando al español. En Cataluña y en el País Vasco es imposible encontrar un colegio público en el que la lengua vehicular sea el castellano, y lo que es más se vigila que los niños no hablen en la lengua de todos ni siquiera en los recreos.
* Se multa a quien utiliza el castellano en tiendas, en la administración, etc, impidiendo que el resto de ciudadanos de España accedan a dichos trabajos. Incluso el gobierno catalán está haciendo una campaña para que los inmigrantes aprendan catalán y no español.
* Todos estos nacionalismos son expansionistas, y quieren conquistar territorio: El País Vasco quiere Navarra, el condado de Tremiño, y el País Vasco Francés; Cataluña quiere la Comunidada Valenciana, y Baleares, al menos, y pronto Galicia reinvindicará el Bierzo.
* En estas comunidades se fomenta la idea de que el resto de comunidades se aprovechan de su riqueza y dan más dinero del que reciben (cosa que debería ser lógica para todo el mundo), y se fomenta que sus ciudadanos consuman productos propios mientras se critica que el resto de españoles no quieran comprar sus productos.
No sé a ustedes, pero a mí muchas de estas actitudes me parecen más propias de nacional-socialistas y fascistas que de nacionalistas moderados.
Cuando antes he dicho: "En estas comunidades se fomenta la idea de que el resto de comunidades se aprovechan de su riqueza y dan más dinero del que reciben (cosa que debería ser lógica para todo el mundo)" me refería a que fomentan la idea de que ellos dan más dinero del que reciben, y que parece lógico y solidario que los territorios (al igual que los ciudadanos) de un mismo país que tienen más dinero sean solidarios a través de sus impuestos con los que menos tienen.
ResponderEliminarPor desgracia, tendemos a leer a aquellos autores o informarnos por aquellos medios que, en lo básico, coinciden con nuestras ideas, reforzándolas de esa manera. Como bien decía "Aprendiz de brujo" en un post pasado cualquiera que quiera buscar encontrará un libro de un autor que desmonte todas las ideas del autor de este libro. Como nos pasaba cuando estudiábamos filosofía, si intentamos ser objetivos parece que todos tienen razón (o razones mejor dicho) aunque sea desde polos opuestos.
ResponderEliminarA mí particularmente cualquier tipo de nacionalismo me parece una solemne tontería, incluidos por supuesto el vasco, el catalán y el español.
La expresión "nacionalismo español" es algo que me repatea, no lo puedo evitar. Entre otras cosas, porque es una contradicción en sí misma. Quienes apostamos por una España unida no somos excluyentes. Los nacionalistas periféricos sí lo son por naturaleza. Al menos así lo entiendo yo.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con Leonardo y JM en que hablar de nacionalismo español es una paradoja. Podríamos hablar de tal concepto refiriéndonos a alguien que defendiera una regresión arbitraria en el estado de las autonomías, o que se opusiera por motivos étnicos o culturales a cesión de competencias a los entes supranacionales. Esto en España apenas se da. Por otra parte creo que el mayor error de la exitosa transición y democracia española de la que disfrutamos es la cesión de la competencia de educación a las Comunidades Autónomas. Alguien debería responder por ello. Creo que hubiera sido menos dañoso pasar a un estado federal, (que en la mayoría de casos es menos descentralizado que el nuestro), que ceder la educación.
ResponderEliminarGracias veneficus y leonardo por darme los ejemplos que pedía en mi primer plumazo.
ResponderEliminarSaludos.
Ignatus, espero que no utilice mis ejemplos para decir que ha leído el libro, porque yo no lo he hecho, sino que he dicho algunos de los muchos que hay y que se me han ido ocurriendo.
ResponderEliminarA mí, como a Leonardo, me repatea cuando se habla de nacionalismo español. Parece que aquí los únicos que no podemos defender nuestros valores, nuestra historia, nuestra lengua, nuestra cultura, nuestra bandera y hasta nuestra religión, somos los españoles, cuando, como dice Al Neri creo que podemos estar muy orgullosos de todo ello, obviamente puesto en su contexto histórico, y especialmente si se compara con la actuación de otras naciones en el mismo contexto histórico.
Totalmente de acuerdo con el resto del Cuatrivirato. Los españoles debemos estar muy orgullosos de lo que nuestra patria ha representado en la Historia. Nada que añadir a lo dicho por ellos.
ResponderEliminarEn cuanto a aceptar la ruptura de España por seguir las reglas de no se qué << juego >> (ni que esto fueran las canicas o las chapas) o si lo desea una mayoría o no sé qué cosas parecidas, sólo me gustaría señalar que existen principios irrenunciables a pesar de que las urnas digan lo contrario. Aunque el 100 % de los españoles, salvo otros cuantos y yo, decidiera que España debe romperse, nunca lo aceptaría.
LA MAYORÍA (la masa, la plebe, el vulgo, el populacho)CASI SIEMPRE SE EQUIVOCA Y ES TIRÁNICA.
Otro tema es el de los cauces pacíficos. No soy pacifista; no creo que la violencia física, o la ausencia de ésta, sean buenas o malas por sí mismas. No quiero decir que el fin justifique los medios, pero si el fin es noble y los medios violentos proporcionados, la violencia es justa. Dejando de lado que existen muchos tipos de violencia, tanto o más crueles que cualquier violencia física, la existencia y mantenimiento de todo orden social se basa, en último término, en la represión, la coacción y la violencia: si no creo en la ley, la cumplo porque, de otra forma, me multan o me encarcelan o me apalean o me matan. Es la justicia de dicho orden el que justifica o deslegitima la violencia que lo sostiene.
En primer lugar me posicionaré contra el nacionalismo (periférico o español) ya que trata de utilizar un sentimiento de pueblo o identidad nacional (o como se quiera llamar) para obtener unos determinados fines políticos y no creo que se deban utilizar las pasiones de la gente como un instrumento de fuerza política.
ResponderEliminarRespecto a la política represiva de la que habla el señor Al Neri creo que sería totalmente contraproducente. Los nacionalismos están basados en una cosa: victimismo. El mismo victimismo que ahora algunos antinacionalistas adoptan para ganar adeptos, cosa que consiguen, pero que no sirve de nada en la lucha contra el nacionalismo.
Para hacer frente al nacionalismo bastan dos cosas, que no son pocas: educación y propaganda. Esto puede sonar fatal, pero si analizáis cómo el nacionalismo ha conseguido tanto apoyo veréis que ha sido con estas armas.
No se trata por tanto de que fanáticos nacionalistas españoles se opongan a fanáticos nacionalistas periféricos (si se me permite la expresión), sino de hacer ver a ambos que lo mejor para todos es permanecer unidos.
Hay que abandonar toda clase de sentimientos (o pasiones) patrios a la hora de abordar la organización territorial de eso que llamamos España. Da igual el pasado histórico, solo hay que mirar qué es lo que queremos ahora y en el futuro.
Y he de decir en este momento que estoy muy orgulloso de la historia de España, del Cid, de los conquistadores, y de los Tercios (de todo lo que queráis...). Y no porque sirvieran a una extraña misión divina de engrandecimiento nacional ni nada místico. Sino por el valor individual que demostraron, su capacidad para llevar a cabo las empresas que se proponían, su voluntad y determinación. (Y también me avergüenzo de las matanzas de indios inocentes, la quema de herejes y los reyes ineptos que nos tocaron en suerte.)
También me gustaría comentar que a mi parecer un gran aliado del nacionalismo ha sido el franquismo. Durante mucho tiempo vinculó cualquier acontecimiento histórico “glorioso” con su ideología, inculcando en la gente la idea de que el espíritu de aquellos hechos era el espíritu fascista que ahora habían venido a recuperar. Esto caló hondo e hizo que se dejara de mostrar aprecio por la vieja historia y que ese “vacío” en el orgullo se sustituyera por ejemplo por una magnificación de las bondades de la segunda república (que no eran pocas), donde el nacionalismo tenía gran presencia. Los nacionalistas dan a su gente un “orgullo histórico” que el resto de España no quiere dar al asociarlo al franquismo.
Señor Subdirector, cuando la masa se equivoca es porque sucumbe a sus emociones, no se distancia del problema para juzgar objetivamente y encontrar una solución. Usted mismo está dando una muestra de ello en su última intervención, se deja llevar por su amor a España en lugar de plantearse fríamente si ese amor y esos principios no serían los mismos en una España troceada.
De acuerdo con gurney en que el franquismo es el culpable en buena parte de que hoy en día se asocien los símbolos nacionales y nuestras gestas históricas con la extrema derecha. En cuanto a lo de "matar indios", "quemar herejes", etc, son falsedades y exageraciones de la Leyenda Negra, fácilmente rebatibles
ResponderEliminarExageraciones, si. Falsedades, no. Que en otros lugares hubiera tantas quemas de herejes o más que aquí no quita que estas no sean algo reprobable. Que no sea cierto el genocidio de indios que se suele atribuir a los españoles no quita que sí que hubiera matanzas (batallas aparte),y que aunque cosas similares ocurran en todas las guerras no es algo de lo que estar orgulloso.
ResponderEliminarConforme con la matización de Gurney, aunque sí creo -como Veneficus- que la historia comparada sí nos puede servir para sentirnos orgullosos.
ResponderEliminarComo ya se ha escrito mucho sobre este post, voy a intentar no extenderme demasiado.
ResponderEliminarSolo comentar que yo también estoy en contra de todo nacionalismo y sobre todo del uso político que se hace del mismo. Una cosa es estar orgulloso de tu identidad nacional y de los símbolos que la representan (cosa que muchos españoles deberían estar y no están, como se ha comentado probablemente por motivos históricos) y otra aprovecharse de ese sentimiento como están haciendo.
Completamente de acuerdo con lo que se ha comentado relativo a la utilización de la educación para inculcar desde la escuela el sentimiento nacionalista. Desde allí es de donde habría que empezar a combatirlo.
Con el que discrepo rotundamente es con el señor subdirector. Me podrán llamar pacifista si quieren, pero en ningún caso creo que la violencia sea el camino ni que los fines justifiquen los medios. Me dirá que ha hablado de medios "violentos proporcionados", pero... ¿eso qué es? ¿cómo se mide esa proporción? ¿quién la mediría?
En mi opinión, debe haber una leyes y normas que controlen la unidad del estado y la convivencia pacífica entre todos, y en consecuencia unas medidas sancionadoras para los que intenten boicotearlo o saltárselas... pero de ahí a llegar a la violencia, hay un abismo.
Vamos a ver. ¿No usa el estado la violencia para asegurar el cumplimiento de la ley por todo el mundo y para asegurar su propia supervivencia?
ResponderEliminarSería fantástico no precisar nunca del uso de la violencia pero eso no es posible. ¿Se puede lograr que la totalidad esté de acuerdo con la ley y que, además, la cumpla? Claramente no.
¿Por qué muchas personas, aún deseosas de hacerlo no roban, conducen bebidas, o comenten cualquier ilegalidad (yo mismo no creo en la legitimidad del Estado liberal actual y, sin embargo, me veo obligado a cumplir sus normas y pagar sus impuestos aun no deseándolo hacer en muchos casos)? Pues porque si no lo hicieran serían sancionados. ¿Y por qué cumplirían la sanción? Porque, de otra forma serían encarcelados. ¿Y por qué irían a la cárcel y, una vez dentro, no escaparían? La respuesta es obvia.
¿Por qué los policías llevan pistola y por qué acumulamos carros de combate?
Digamos a la población que no será sancionada si no paga impuestos o a los presos que nadie les va a impedir físicamente salir de la prisión.
La represión y, por ende, la coacción y la violencia física son el último recurso de todo orden social para asegurar sus normas y su subsistencia al margen de la legimitidad del mismo. De esta forma, es la legitimidad del fin y la proporcionalidad lo que convierte la violencia en buena o mala.
Estoy totalmente de acuerdo con el Sr. Subdirector. La violencia puede ser contraproducente en un principio, pero como último recurso, es imprescindible. En España debería haberse utilizado ya hace tiempo.
ResponderEliminarAdemás, muerto el perro, se acaba la rabia.